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José García de Santiago

Biografía

García de Santiago, José. Partearroyo (Burgos), 1774 – Madrid, 6.X.1824. Edecán del general José de Goyeneche.

Fueron sus padres Esteban García de Santiago y María Teresa Machón. A comienzos de siglo parece ejercer como apoderado de los Gremios Mayores de Madrid en la Casa Factoría Subalterna. Así se desprende de un documento ubicado en el Archivo Goyeneche del convento de la Merced de Arequipa en el que el marqués de Zelada de la Fuente se quejaba de no conseguir 94.000 pesos por cuenta de los 114.000 pesos que se le mandó pagar en 1803. Según esto, José García de Santiago estaba amparado por el intendente.

Pasó a Perú a comienzos del siglo xix y se estableció en Arequipa, ciudad “en la que por su irreprehensible conducta, aplicación, honradez y demás bellas prendas”, se le confirió el empleo de teniente coronel del Regimiento de milicias de Dragones del partido y fronteras de Carabaya el 2 de junio de 1804. Para perfeccionar el cuerpo puesto bajo su responsabilidad costeó personalmente trece cajas de guerra completas y cuatro guiones bordones en 1807, lo que le supuso la cantidad de 11.444 pesos fuertes y 4 reales.

Desde este puesto cooperó con los misioneros de Propaganda Fide, con colegio en Moquegua, mediante 1.132 pesos para herramientas y que sirvieron para abrir un nuevo camino desde Carabaya a los pueblos recién convertidos. Al ser ocupada la ciudad de Buenos Aires por los ingleses, contribuyó a su auxilio y reconquista, manteniendo dos hombres durante más de dos años, lo que le supuso una cantidad de 540 pesos.

Con motivo de la Guerra de la Independencia de España con Francia, “dio pruebas de su decidida lealtad y patriotismo, luego que se tuvo noticia en aquellas provincias —Arequipa— de la invasión de los franceses en España en el año de 1808”. En el Archivo Municipal de Arequipa se guardan tres oficios recibidos por el Cabildo en aquellos días aciagos; uno de ellos es el del teniente coronel José García de Santiago, comisionado de la Casa de Cinco Gremios Mayores de Madrid en Arequipa, quien ofrecía la paga de un teniente coronel efectivo durante “la apresión de Nuestro Rey pudiendo disponer este cuerpo de 900 pesos de aquella asignación”. En su Memorial informa que ofreció “igual cantidad anualmente mientras durase la opresión de nuestro augusto soberano y de la patria”.

Al año siguiente, 1809, el 5 de octubre, fue nombrado por el gobernador intendente de Arequipa comandante de Artillería para proteger las operaciones de la división que salió de Arequipa para apaciguar las alteraciones de Buenos Aires. Para ello anticipó el dinero para uniformar el aludido destacamento de Artillería, armándolo con veinticinco sables cortos, los cuales, al terminar las sublevaciones, entregó con sus portasables a la Real Sala de Armas de Arequipa.

Donó 500 pesos a las Reales Cajas para ayudar a los gastos de subsistencia, armamento y vestuario, aparte del ofrecimiento de servir en la expedición a su costa.

Por esta razón, el 15 de febrero de 1811 se le declaró el goce de fuero y uso del uniforme de Artillería de milicias de los dominios de Indias. El 27 de enero de 1817 entregó en las Reales Cajas 200 pesos para la subsistencia del ejército del Alto Perú.

El año 1811 participó en la memorable batalla de Guaqui. Fue testigo de la profesionalidad del prestigioso general Goyeneche, quien convirtió las abigarradas fuerzas militares en un cuerpo disciplinado de soldados aguerridos. Se conoce lo sucedido en esta reunión por el Interrogatorio a los oficiales del Estado Mayor que han tenido conocimiento de las disposiciones del Mariscal de Campo, D. José Manuel de Goyeneche.

En el mismo manifiesta tanto la cercanía como su admiración por su jefe, al revelar íntimos detalles de la vida cotidiana del mismo.

En Guaqui le acompañaban el mayor general, Pío Tristán, el coronel Picoaga, coronel Piérola, teniente coronel Rufino Bercolme y “mis fieles y valerosos edecanes, conde de Casa Real, D. Mariano Campero, D. José García Santiago, D. José Moya, D. Juan Imaz, D. José Casellas y D. José Guerra, que todos llevaron mis órdenes y me acompañaron con serenidad”. El 14 de agosto de 1811, el triunfo de Goyeneche sobre Díaz Vélez y Rivero fue tan rotundo que, según su ayudante García Santiago, “a la media hora de concluida la acción no quedaba en todo el valle (de Cochabamba) un solo enemigo útil”. Enterado Goyeneche del avance de los revolucionarios, ordenó que su ayudante el teniente coronel García Santiago, a pesar de la estación de las lluvias, saliese a marchas forzadas, llegando a Guichapa cuando el enemigo se disponía a atacar a Picoaga. Los revolucionarios fueron derrotados y apresados de nuevo en Jujuy y Salta el 12 de enero de 1812.

Esta acción en la batalla de Guaqui, de 20 de junio, le valdrá el escudo propio de distinción con el lema “Valor y lealtad constante”, que hace referencia a las virtudes manifestadas allá. Cuarenta y tres días después, el 13 de agosto, luchó en los campos de Sipe- Sipe, cerca de Cochabamba, donde se desempeñó con el denuedo y arrojo característicos, lo que le valió que el virrey le otorgase —a petición del general Goyeneche— el grado de coronel.

La confianza que iba inspirando en sus jefes hizo que se le nombrase como responsable del ejército que debía auxiliar al Ejército Real destinado a detener a los insurgentes de Jujuy y Salta. Para ello debió atravesar ríos crecidos, participando en la batalla del río Sui Chapa, el 12 de enero, en la que comandaba el ala derecha del ejército. Allá derrotaron a los patriotas, justo en el mismo lugar en que apenas dos años antes, el 7 de noviembre de 1810, habían salido derrotados. Por esta campaña se le concedió otro escudo: “Por el Rey, a los vengadores de sus armas en Sui chapa”. Cinco meses más tarde, el 27 de mayo de 1812, fue requerido por Goyeneche para la expedición del asalto de Cochabamba, donde se habían pertrechado los revolucionarios. La victoria le valió graduarse como coronel del ejército en el campo de batalla, distinguiéndole con el despacho en que figuraba la expresión “digno de elogio”.

Una real resolución le confirmó este grado y el de milicias.

Será el encargado de editar los Discursos académicos pronunciados el día 22 julio de 1812 en honor y alabanza del señor D. José Manuel de Goyeneche, mariscal de campo de los reales ejércitos, general en jefe del Ejército Real, reconquistador del Alto Perú, en el solemnísimo acto mineral que le consagró la Real y Pontificia Universidad de san Francisco Xavier de la ciudad de la Plata a expensas del coronel de ejército, D. JGS, edecán del general peruano. Se publicó en la imprenta de los Huérfanos de Lima de 1812 por Bernardino Ruiz.En el prólogo señala la estrecha amistad mantenida con el general.

Fue comisionado para extraer los reales intereses de Potosí y trasladar el cuartel general a Oruro. Asimismo fue propuesto como vocal militar de la Junta Militar creada para apaciguar la provincia, lográndolo “con sus dictámenes y acertadas disposiciones”. Parece ser que el 20 de febrero de 1813 varios jefes y cuerpos no estuvieron a la altura de las circunstancias en Salta por lo que le fue encomendada la delicada misión de procesarles, lo que hizo “con la mayor actividad y acierto hasta su conclusión”.

El gobernador intendente de Arequipa lo comisionó contra los rebeldes de Tacna, capitaneados por el francés Enrique Payllardelle. Por el mes de septiembre de 1813 el general patriota Belgrano, comandante de las tropas argentinas, acampaba en Vilcapugio, desde donde envió distintos emisarios a distintos lugares con el fin de ganarse la voluntad de los pueblos. Entre ellos figuraban los hermanos Enrique y Juan Francisco Paillardelle y Julián Peñaranda. El primero salió de Tacna y, tras entrevistar en Moquegua y Arequipa con los patriotas que conspiraban, se reunió en Puno con su hermano, quien le transmitió las órdenes de Belgrano.

Entre tanto, Moscoso convocó en junta de guerra a los jefes de la Intendencia. En la misma se acordó destacar sobre Tacna una expedición de doscientos hombres, ciento cincuenta infantes y cincuenta jinetes, al mando del coronel José García de Santiago, experto militar que había luchado a las órdenes de Goyeneche en el Alto Perú. A este cuerpo se le uniría en la Rinconada de Moquegua un centenar de voluntarios civiles, organizados por el subdelegado Juan Antonio Bustamante y Quijano, secundado por los vecinos José María de Artieda y Santiago de la Flor, quienes alcanzarían sus objetivos por la ruta de Sitana y Sama. Tomó la delantera el teniente coronel José Manuel Antezana, para constituirse en Arica por la vía de Ilo y cooperar con las fuerzas de aquella guarnición al ataque sobre Tacna, así como el capitán de artillería Miguel Hinojosa quien vería la necesidad de agregar cuatro cañones anticuados custodiados en los cuarteles de Moquegua. El coronel llegó a Ilo el 13 de octubre, embarcando en una goleta hacia Arica. En su revista contó un total de trescientos once hombres, dieciocho cañones, ochenta fusiles y ciento treinta lanzas. La división arequipeña comandada por el coronel García de Santiago recogió el contingente de Moquegua en la Rinconada el 31 de octubre, siguió hacia Sitana (en el remate del valle de Locumba) y a las tres de la tarde, cuando iba a dar la orden de proseguir hacia Sama, divisó sobre ciertas lomas, en dirección sur, una polvareda que delataba la aproximación de las tropas de Paillardelle. En efecto, el jefe de los sublevados con la bandera blanco-celeste de Buenos Aires y la paz desnuda traía una fuerza de entre cuatrocientos y quinientos jinetes.

El propio coronel, en parte al intendente, lo narra desde el campo de Camiara, valle de Sitana, el 31 de octubre de 1813. Por su parte, el jefe de los patriotas, Paillardelle, derrotado en Camiara el 31 de octubre, estuvo en Sama al amanecer del 1 de noviembre y en Tacna al día siguiente. Desde el mismo campo de combate envió mensajeros a Tacna para informar al alcalde del revés sufrido, al tiempo que le pedía que le preparase la plaza para la defensa hasta que llegasen los refuerzos prometidos por el general Belgrano. Las autoridades, al ver tal descalabro, entregaron el mando al vicario capitular, quien convocó un Cabildo abierto que eligió como primer alcalde al realista doctor De la Fuente y Bustamante. Cuando llegó Paillardelle y vio la depresión popular, estuvo a punto de tomar represalias tanto con los patriotas como con el alcalde electo; pero, al conocer la derrota de Belgrano en Vilcapuquio, emprendió viaje al alto Perú, anunciando que volvería pronto con trescientos gauchos.

A las diez de la mañana del 3 de noviembre se presentó el ejército del coronel Antezana y cinco horas más tarde el de García de Santiago. Encomendaron al teniente coronel de “pardos” Martín de Oviedo que fuese en persecución de Paillardelle sin lograr el objetivo.

El 3 de noviembre se publicó un bando declaratorio de la reintegración de Tacna al virreinato.

El 4 se cantó un Te Deum en la iglesia parroquial. El 17 de noviembre se remitieron a Arequipa varios prisioneros, para los que —tras juicio— el 16 de abril de 1814 se libraron mandamientos de prisión y embargo de bienes por la responsabilidad pecuniaria debido a las cantidades sustraídas de las Cajas nacionales: Enrique y Antonio Paillardelle, Manuel Calderón, José Gómez, Juan Ignacio Carbajal, Toribio Ara (cacique), Nicolás Butler, Carlos García de Rivero (teniente coronel graduado del Regimiento de Caballería de Arequipa), Mariano Rodulfo, Eustaquio Palza, José Santos Tagle, Manuel Contreras, Agustín Araníbar, Manuel Gil, Crisóstomo Vildoso, Luis Monterola, Ángel y Pedro Gandolfo, José Ferrer, José Morales alias el Capisca, Manuel Lecaros, Urbano Gamio, Nicolás Guillén (zambo cantero de Moquegua), José Antonio Isas (barbero de Lima), Juan José Zavala, Antonio Rospigliosi, Juan Pomareda y Santiago Pastrana. En la Relación de las señales de los individuos se añaden Alejandro Adriozola, Pedro Delgado, Nicolás Salazar, Ignacio Escobedo y Evia y el mozo José María Torres.

Fue uno de los cinco vocales de la Junta Militar creada en Arequipa para juzgar a los desertores en 1814. Con motivo de las revoluciones del Cuzco y Puno, el gobernador intendente de Arequipa, para seguridad de la ciudad, formó una compañía de honor de cien vecinos distinguidos por su fidelidad, por lo que el 14 de agosto de 1814 se le encargó de su organización.

Para ello, acuarteló dicha compañía y la puso “en estado del más crítico y feliz servicio, haciendo respetar el orden interior de la plaza, sin dejar de atender por esto al cuidado de tener corriente y en estado de obrar la artillería, las cureñas y demás utensilios precisos a su servicio”. Esta misión, para la que le comisionó el propio gobernador, le mereció que el mismo jefe y ayuntamiento en oficio de 25 de agosto y 11 de septiembre de dicho año le diesen las gracias por el sacrificio que había consagrado a la seguridad de la ciudad y provincia.

Parece ser que por su trayectoria fidelista y, ante el ambiente adverso que iba creándose hacia los realistas, regresó a España. La Regencia le nombró caballero pensionista de la Orden de Carlos III el 26 de agosto de 1812 y se le confirmó el 16 de noviembre de 1815. Por una carta personal del general Goyeneche a su hermano obispo, fechada en Madrid el 29 de noviembre de 1824, se conoce la fecha de la muerte: “García Santiago cayó muerto de repente en el Paseo el día 6 de octubre sin volver en sí, pues lo llevaron cadáver a su casa. Dejó herederos a cuatro hermanos que tiene; me ha sido muy sensible su muerte porque me amó y respetó hasta exhalar su último suspiro”.

 

Bibl.: Relación de los méritos y servicios de D. Juan José García de Santiago y Machón, Madrid, Secretaría del Supremo Consejo y Cámara de Indias, 1 de febrero de 1816; J. A. Benito, “El edecán de Goyeneche: Coronel García de Santiago”, en Boletín del Instituto de Historia Riva Agüero (Lima), n.º 21 (1999).

 

José Antonio Benito Rodríguez