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Jaime Casanova

Biografía

Casanova, Jaime. Játiva (Valencia), c. 1435 – Roma (Italia), 4.VI.1504. Arcediano, canónigo, camarlengo del papa Alejandro VI, cardenal.

Natural de Játiva, era hijo de Bartomeu Casanova, mestre d’obra y ciudadano de dicha ciudad. Se le documenta en Roma al menos desde 1467, probablemente a la sombra del poderoso vicecanciller, su paisano Rodrigo de Borja. Hizo sus estudios en Bolonia, donde se doctoró en utriusque iuris, y en 1469 fue ordenado presbítero. Al año siguiente su protector adquirió para él una canonjía en la catedral de Valencia (6 de abril de 1470) que sumó a una rectoría que poseía en Navarrés desde 1467. Entre 1473 y 1481 su nombre aparece en las listas de familiaris et continuis comensaliis que el vicecanciller presentó a Paulo II y a Sixto IV pidiendo para sus protegidos la concesión de beneficios. El papa Della Rovere satisfizo su demanda nombrando a Casanova abbreviatore di parco minore en 1479 y protonotario apostólico en 1484, título este último con el que entró en el cónclave del 26 de agosto de 1484 acompañando al cardenal Borja. Dos meses después, el procurador de Isabel y Fernando —reyes de Castilla y Aragón— informaba que Casanova “y su amo el vicecanciller” trataban de hacerse con una canonjía de Sevilla que los reyes pensaban otorgar al prior de León, Alonso de Zafagund.

El embajador proponía que satisficieran a Casanova con una reserva en Cerdeña o en Lérida de 100 ducados, pero el negocio se bloqueó cuando los Reyes y el cardenal Borja se enfrentaron por la sede arzobispal de Sevilla. Tras la reconciliación se abrió de nuevo la bolsa beneficial, pero Casanova tuvo que esperar a 1491 para recibir una pavordía y un beneficio en San Miguel (Gandía).

Una vez elegido Pontífice, Alejandro VI otorgó a Casanova los oficios de escribano, lector y auditor (1493). Como íntimo de los Borja, testificó en la disolución del matrimonio de Lucrecia Borja con el conde de Aversa en noviembre de 1492 y asistió a la celebración de su nuevo matrimonio con Giovanni Sforza (12 de junio de 1493). Su labor en la curia se concentró en tareas eminentemente domésticas: vigilaba las obras emprendidas en los apartamentos pontificios e informaba al Papa de las “tres historias” que el Pinturichio estaba dibujando o de las ventanas y cortinas que faltaban para acondicionar “la otra cámara” (3 de diciembre de 1493).

En 1496 obtuvo un arcedianato en Játiva —donde eran y fueron más tarde canónigos otros miembros de la familia, como Melchor o Gaspar Casanova—, pero no tuvo tanto éxito en la reserva que se atribuyó sobre la primera canonjía vacante en la iglesia de Barcelona: suscitó la indignación de Fernando el Católico por derogar el indulto de la capilla real que le permitió presentar a su propio candidato (4 de noviembre de 1496). El Monarca pidió inmediatamente al Papa que revocase tal reserva y pusiese fin a las molestias que Casanova estaba ocasionando a su candidato mosén Pan y Vino, abad de Alfaro. Frustrada su carrera beneficial, el Pontífice le brindó el ascenso curial con el nombramiento de subdiaconus apostolicus (1 de enero de 1497), officialis Audientiae contradictarum (23 de mayo de 1497) y finalmente camarero o cubiculario secreto de Su Santidad (1498). A estos oficios añadió el cargo de protonotario apostólico y camarlengo de Alejandro VI, en virtud del cual se ocupó de los bienes confiscados a Bartolomé Flores, secretario pontificio procesado por la expedición abusiva de breves papales (25 de octubre de 1497). El Papa pensó entonces en otorgarle el obispado de Consenza que ocupaba Flores, pero finalmente prefirió esperar cinco años para promoverle al cardenalato (31 de mayo de 1503) con el título de San Esteban in Monte Celio (12 de junio de 1503), junto con otros cuatro familiares pontificios de un total de nueve purpurados.

El embajador veneciano afirmaba que los elegidos habían dado mucho que murmurar —especialmente Casanova y Francesc de Remolins—, pues “los más de los nombrados son hombres de nada buena fama [y] todos han pagado por su nombramiento grandes sumas de dinero”. La elección de Casanova se explicaba por su lealtad como “antiguo servidor del Papa, y aquel que atendía a su persona”.

El anciano cardenal presenció —junto con otros tres cardenales— la última comunión del Papa y, en cuanto falleció, sufrió el asalto de los hombres de César Borja que —liderados por Michelotto Coreglia— irrumpieron en la habitación del difunto y amenazaron con degollar a Casanova si no les entregaba al instante las llaves de las arcas donde se guardaban los dineros pontificios. El cardenal soltó las llaves y los esbirros de César cogieron los varios miles de ducados que encontraron allí. Casanova ya no tenía buena salud. El segundo día del cónclave se encontraba enfermo; asistió a los escrutinios y a la consagración de Pío III (1 de octubre de 1503), pero ocho días después volvió a enfermar. En el cónclave —31 de octubre a 1 de noviembre— votó a Giuliano della Rovere —el futuro Julio II—, al igual que los otros cardenales españoles. Asistió a su coronación pero el día del primer consistorio volvió a estar postrado (29 de noviembre de 1503). En la primavera del año siguiente se reanimó y pudo participar en varias ceremonias religiosas y acompañar a caballo al Papa en su visita a las iglesias de la Minerva, San Marcos y Santos Apóstoles.

Julio II comunicó a los Reyes Católicos que quería recompensar a Casanova con un beneficio episcopal en la Península Ibérica para aumentar sus limitados recursos. Sin embargo, no se tiene noticia de que se cumpliesen sus deseos, ya que Casanova no contaba con beneficio alguno cuando falleció el 4 de junio de 1504, después de otorgar testamento y nombrar como ejecutor al cardenal de Cosenza Francisco de Borja. Fue enterrado en Santa María del Popolo —donde no hay constancia de sus restos—, tras unos funerales deslucidos debido al descuido de algunos y a la pobreza del difunto (27 de junio de 1504). De su preocupación por su tierra natal queda el exquisito Misal Romano —de factura francesa y con sus armas dibujadas— que se conserva en el Archivo de la catedral de Valencia, y los cien ducados de renta con que dotó en 1499 una capilla dedicada a san Bartolomé en la colegiata de Játiva.

 

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Álvaro Fernández de Córdoba

 

 

 

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