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Daniel Zuloaga Boneta

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Biografía

Zuloaga Boneta, Daniel. Madrid, 8.IV.1852 – Segovia, 26.XII.1921. Ceramista y pintor.

Nació en el seno de una familia de artistas del metal. Su padre Eusebio Zuloaga, propietario de una fábrica de armas en Éibar y de un taller en la travesía del Conde Duque de Madrid, era arcabucero de Isabel II, director de la Real Armería y especialista en la técnica del damasquinado. Su madre, Ramona, era experta en galvanoplastia.

En 1867, marcha a estudiar a la Escuela de Cerámica de Sèvres (Francia), donde también aprenden las técnicas cerámicas sus hermanos Guillermo y Germán, estudiando química con los profesores Regnault y Salvetat, los procedimientos de fabricación con Mollet, pintura y decoración con Paul Avis, Renard y el gran dibujante de formas Peyre.

En la formación de Daniel como pintor, influyó el que su hermana Teodora se casara con el pintor asturiano Ignacio Suárez Llanos, pues éste fue su primer maestro. Además, sus visitas al Museo del Prado para estudiar y copiar las obras maestras allí expuestas, serían su principal academia. La primera noticia de una obra pintada se refiere a unos cuadros en los que copia obras de arte conservadas en Palacio, que fueron muy alabadas por el Rey Amadeo de Saboya y la Reina. En los años 1880 y 1882, presenta obras a la Exposición de acuarelistas de Madrid. En 1883 la Diputación Provincial de Guipúzcoa le encarga la decoración de sus salones en San Sebastián y en 1885, recibe el encargo de la decoración del Salón de Recreo de Burgos.

Los primeros años de Daniel, a su vuelta de Sèvres, estuvieron dedicados a ayudar al padre en su taller familiar de metalistería, trabajando en los objetos que encargaba la Casa Real. También se dedicó a hacer decoraciones murales en locales comerciales, como la cervecería Escocesa de Madrid y en diferentes viviendas y palacios, así como objetos de mobiliario tales como tapices y biombos, o pequeños objetos decorativos como cajas y abanicos.

Es en 1877 cuando se vuelve a saber de Daniel, a propósito de la naciente empresa de la fábrica de la Moncloa, que pretende ser la heredera de la antigua industria del mismo nombre de la época de Fernando VII. Para ponerla en marcha, la Corona concede a los hermanos Zuloaga los terrenos que ocupaba la antigua Moncloa en la posesión de la Florida. En 1881, la empresa se transforma en una Sociedad en la que participan personajes ilustres como el conde de Morphy (secretario del Rey Alfonso XII), José Cárdenas (ministro de Instrucción Pública), Juan de Dios de la Rada y Delgado (director del Museo Arqueológico Nacional y anticuario de la Real Academia de la Historia), el marqués de Benamejís de Sistallo, y los propios hermanos Zuloaga. Para la exposición minera de 1883, la fábrica recibe el encargo del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco para la decoración cerámica externa del Pabellón del Retiro, en la Exposición Nacional de Minería, Artes Metalúgicas, Cerámica, Cristalería y Aguas Minerales. También en esta exposición la Moncloa presenta su propio pabellón donde expone sus productos cerámicos. Aunque la empresa de la Moncloa resultó un fracaso, los Zuloaga realizaron una obra considerable, que se adelantó a la cerámica aplicada a la arquitectura que se desarrollará con gran éxito en la España de principios del siglo XX. En ella recuperaron las técnicas tradicionales de la cerámica española, tales como la cuerda seca, la cuenca o arista y los reflejos metálicos.

Daniel se casa con Emilia Estringana en 1881, con la que tiene cuatro hijos, Cándida, Esperanza, Juan y Teodora. Estos tres últimos también aprenderán el oficio de ceramistas.

En 1886, ante la incertidumbre del trabajo en la fábrica de la Moncloa, monta un taller de cerámica en Vallehermoso (Madrid), enfrente del lugar que ocupaban las cocheras de los tranvías. Este año, Velázquez Bosco requiere sus servicios de nuevo y le encarga la decoración cerámica del Palacio de Cristal del parque del Retiro de Madrid.

En 1887, los hermanos Zuloaga dejan de trabajar en la Moncloa, aunque al año siguiente Daniel vuelve a ella y Velázquez Bosco le hace un buen encargo: la decoración de la Escuela de Ingenieros de Minas, con sus gigantescos murales de las fachadas este y oeste, que termina en 1892 en colaboración con su hermano Guillermo.

En 1889, Daniel empieza a dar clase como ayudante supernumerario en la Escuela Central de Artes y Oficios, ocupando interinamente la cátedra de Enseñanza de la Cerámica al año siguiente y permaneciendo como profesor hasta 1893. En ese año, se traslada a Segovia para llevar a cabo un nuevo encargo del arquitecto Velázquez Bosco, la decoración cerámica de las cuatro fachadas del Ministerio de Fomento, que cocerá en los hornos de “La Segoviana”, fábrica de loza de Segovia, propiedad de los hermanos Vargas, empresarios con los que llega a un acuerdo, estableciendo un taller permanente con sus propios obreros dentro de la fábrica, en la que trabaja hasta 1906. Durante estos años, participa en exposiciones nacionales como la organizada por la Sociedad de Amigos del País Vasco en 1900. También expone en Barcelona, en el salón de Pere Romeu “Els Quatre Gats”, templo del arte modernista catalán. La etapa de la fábrica de Vargas coincide con la aparición y desarrollo del estilo y motivos modernistas en las cerámicas de Zuloaga, que llevará tanto a los objetos de pequeño formato como a las grandes composiciones murales de las fachadas de los edificios de toda España, algunos desaparecidos, como la casa de Luis Ocharán en el antiguo paseo del Cisne de Madrid. Renunciará posteriormente a los modelos modernistas, inclinándose por un estilo más acorde con el carácter del arte tradicional español, que desarrolla a partir de 1908, con motivos sacados de los tipos y costumbres castellanas, dentro de la estética de la llamada Generación del 98.

A finales del siglo XIX, parece que hacia 1898, el pintor Ignacio Zuloaga visita Segovia para ver a su tío Daniel, en el que encontró un amigo y compañero, instalando su estudio de pintura en la ciudad y desarrollando en sus lienzos un estilo inspirado en los temas regionalistas, influido por las decoraciones que hacía su tío en las cerámicas.

Daniel deja “La Segoviana” en 1906 y se traslada a la fábrica de porcelana de Pasajes de San Juan (Guipúzcoa). Al cabo de un año y después de una experiencia frustrante, volvió a Segovia. Durante el primer año, pinta el gran telón para el Monumento de Semana Santa de la catedral. Durante este tiempo, transforma en taller de cerámica la iglesia de San Juan de los Caballeros, que había comprado en 1904. El año 1908 enciende sus hornos por primera vez, haciendo una cocción de bizcocho.

En 1911, es nombrado profesor de la Escuela de Cerámica de Madrid, donde su enseñanza se verá reflejada en la influencia que proyecta sobre las nuevas generaciones de ceramistas. Ese mismo año recibe el primer premio de la Exposición Nacional de Artes Decorativas de Madrid.

En 1914, presenta obras en la Exposición Regional Vasca de Arte y de Industrias Guipuzcoanas. Este mismo año recibirá del arquitecto Antonio Palacios el encargo de decorar con cerámicas las fachadas del Hospital de Jornaleros de Cuatro Caminos en Madrid, donde diseña unos murales con azulejos de reflejos metálicos no figurativos, conocidos como “azulejo gota de agua”, muy aplaudidos por los arquitectos del momento.

Paralelas a las exposiciones oficiales, presentaba todos los años en su domicilio de la madrileña calle Bailén las nuevas obras salidas del taller de San Juan. Una de las exposiciones de más éxito será la que presentó en el salón Parés de Barcelona, en el que vuelve a exponer en 1921, con el mismo éxito de crítica y público.

El año de 1918 y el siguiente, 1919, son de gran actividad. Su fama ha llegado a todos los puntos de España y se le reclama en todas partes: Barcelona, Madrid, Salamanca, Huelva, Gijón, Bilbao, Toledo, Zaragoza... En esta última ciudad participará en la Exposición Hispano Francesa, e incluso dará una conferencia sobre Goya en la Lonja. Su éxito es tal que fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Bellas y Nobles Artes de San Luis de Zaragoza. En 1920, organiza una exposición en el Majestic Hall de Bilbao. Este mismo año participa también en la exposición del Círculo de Bellas Artes en Madrid, en la que también exponen otros ceramistas como Ruiz de Luna, Benlliure, Aguado...

El año de 1921 es el último de la vida de Daniel Zuloaga. Por fin ve alcanzado el sueño de tener casa en San Juan de los Caballeros, construida por el arquitecto Eladio Laredo sobre la nave central de San Juan. Siempre deseoso de nuevos descubrimientos, en primavera hace un viaje a Tánger. Al mismo tiempo, prepara exposiciones en Madrid y Barcelona. La primera en el Palacio de Bibliotecas y Museos junto a artistas de Madrid y su provincia. Del éxito de la segunda y última exposición de Daniel en la sala Parés de Barcelona ya no pudo disfrutar, pues desde noviembre se encontraba gravemente enfermo.

En 1922 se hará una exposición póstuma de la obra de Daniel Zuloaga en el Palacio de Bibliotecas y Museos de Madrid, con gran éxito de la crítica y el público. La ciudad de Segovia quiso erigirle un monumento por sufragio público, para perpetuar el recuerdo de un artista que tanto la representó en sus cerámicas y pinturas. En 1924, se formó una comisión para levantarle el monumento, entre cuyos miembros figura el poeta Antonio Machado. La escultura la hará en granito rosa el escultor segoviano Emiliano Barral.

Sus hijos, Cándida, Juan, Esperanza y Teodora, conseguirán que su memoria no se pierda convirtiendo el taller de San Juan de los Caballeros en Museo Zuloaga, que se crea por un decreto en 1947 y es inaugurado el 3 de julio de 1949. Zuloaga recuperó las técnicas cerámicas tradicionales españolas y devolvió al ceramista la consideración del artista que tenía en el Renacimiento.

 

Obras de ~: Cerámicas de las fachadas del palacio de Velázquez del parque del Retiro, Madrid, 1883-1884; Decoración de la Diputación, San Sebastián, 1884; Decoración del casino, Burgos, 1885; Cerámicas de las fachadas del Palacio de Cristal del parque del Retiro, Madrid, 1887; Cerámicas de la Escuela de Ingenieros de Minas, Madrid, 1888-1892; Cerámicas de las fachadas del casino (hoy Ayuntamiento), San Sebastián, 1889; Cerámicas de las fachadas del Ministerio de Fomento (hoy de Agricultura), Madrid, 1893; Altar de cerámica del Cristo de Lozoya, Catedral, Segovia, 1896; Cerámicas de las fachadas del Nuevo Teatro, Bilbao, 1902; Cerámicas de las fachadas de la Escuela de Artes y Oficios, San Sebastián, 1908; Mural de los pavos en el Museo Zuloaga, Segovia, 1911; Cerámicas de la capilla del palacio episcopal, Astorga (León), 1913; Cerámicas del hospital de Jornaleros, Madrid, 1914; Cerámicas de la iglesia de la Virgen de la Cinta, Huelva, 1919.

Escritos: “Ignorancia y abandono: Las restauraciones de nuestras joyas arquitectónicas”, en Artes, n.º 8 (1913); “¡Pobre San Agustín!”, en Diario de Aviso (Segovia), 28 de mayo de 1915; “Sobre ruinas”, en Diario de Avisos (Segovia), 7 de junio de 1915; “La cerámica decorativa”, en Hojas selectas (Barcelona) (1917).

 

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Abraham Rubio Celada

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