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Carlos García del Postigo y Bulnes

Biografía

García del Postigo y Bulnes, Carlos. Marqués de García del Postigo (VII), en Nápoles. Concepción (Chile), 27.X.1786 – Chillán (Chile), 20.II.1851. Contraalmirante.

Hijo legítimo de Manuela Bulnes y Quevedo y del brigadier de la Real Armada Isidoro García del Postigo y del Poyo. Sentó plaza de cadete en el batallón fijo de Infantería de Concepción, 17 de abril de 1793. Trasladado su padre a España en 1789 no pudo acompañar a su familia quedando al cuidado de parientes al parecer debido a una peste de viruelas. En 1796 pasó a Lima, bajo la protección del virrey marqués de Osorno. Cuando tenía trece años se encontraba en el batallón de Infantería Real de Lima. Seis años más tarde, se le dio de baja, estando en aquel tiempo con licencia temporal en Manila, donde había viajado para reunirse con su progenitor. Deseoso de continuar la senda de sus mayores, ingresó en la clase de aventurero en la Real Armada en 1801. Embarcado en Manila en el navío Europa, continuó en él hasta principios de enero de 1803, tiempo en que trasbordó al navío Montañés, ambos bajo el mando de su padre. Ascendió a la categoría de alférez de fragata.

A principios de 1804 fue aprobado para agregarse a la Academia de Guardias Marinas. Continuó sus estudios bajo la vigilancia de su padre, en aquel entonces mayor general de la escuadra surta en Cartagena sirviendo en ella. El 2 de julio de 1807 pasó a mandar el falucho Audacioso, teniendo su bautismo de fuego sobre el cabo de Caspe, con una fragata y un bergantín ingleses, por todo lo cual mereció la gracia del Rey y la promesa de ser ascendido en su carrera.

Con el mismo falucho, el Rápido y la balandra n.º 4, estuvo en diversas comisiones hasta que desembarcó, pasando a los batallones de marina. En abril de 1808 salió para Constantinopla en la fragata Soledad, al mando del capitán de navío Juan Sabat, donde quedó su comandante de encargado de negocios. Desde la capital del imperio otomano continuó hasta Palermo para transportar a España a un ministro del rey siciliano.

Trasbordado el 10 de febrero de 1810 a la fragata Esmeralda, salió, pocos días después, con destino a cruzar las costas de Cataluña, y en julio, ya al mando del falucho Vulcano, se dirigió al apostadero de Tarragona. Al salir de este puerto hacia el oeste, el 21 de agosto, en compañía de otro falucho, actuó en la acción de la Canoncha, logrando abatir con sus fuegos a los franceses, que aprisionaban con una columna de caballería al primer batallón del Regimiento de Valencia. Combatió bravamente en Vinaroz. Durante el sitio de Tarragona estuvo en la primera salida de la plaza. Subsistió allí todo el sitio con varios destinos en los botes para auxiliar los cañones y embarcar heridos, hasta que la plaza se perdió. Pasó desde ella a Mataró por no querer acatar la Constitución.

Desde Cádiz pasó a Vigo en la fragata Diana y desde allí zarpó con tropas para Veracruz, Nueva España, donde arribó, el 2 de julio de 1812, y fue destinado al ejército, como segundo del comandante de las tropas de operaciones contra los insurgentes. Se encontró, entre otros, en el sitio de los Naranjos y en el de Tlacotalpán; como ayudante de órdenes de la división de operaciones de las milicias de Yucatán, participó en diversos enfrentamientos y tomó los pueblos de Nopalapán y San Juan de Chichapán. Finalmente, se encontró en toda la reconquista de la provincia de Veracruz y después en parte de la segunda, en que volvieron a ocupar los insurgentes las jurisdicciones de Cosamaloapán, llanos de San Nicolás y Uluapa.

Por su intensa actividad perdió la salud, por lo que se vio obligado a retirarse a Veracruz, donde se le embarcó en abril a bordo del navío San Pedro de Alcántara, y pasó a La Habana y, desde allí, a Cádiz, el 24 de septiembre de 1813. Solicitó licencia para viajar a Lima para atender intereses de familia, lo que ejecutó a bordo del navío Asia. Destinado en el apostadero del Callao, por estar en el Pacífico la escuadrilla insurgente del almirante Brown de Buenos Aires, salió a vigilar las costas hasta Paita, regresando a Lima a finales de septiembre de 1815, pasando al poco tiempo a servir a bordo del bergantín Trinidad y después en el Potrillo. Fue entonces cuando contrajo matrimonio en Lima, el 21 de octubre de 1815, con María Candelaria Palomeque y Alvísuri con la que procreó a Carlos, fallecido púber, y a Rosa, que no tuvo descendencia de sus dos matrimonios.

Destinado a la división bloqueadora de las costas de Chile, en 1817, después de la pérdida de Chile central, vencidos los realistas en Chacabuco (12 de febrero de 1817), arribó al puerto del Callao en la Montezuma con las malas noticias. Regresó en la expedición que dicho año salió dirigida por el brigadier Mariano Ossorio, actuando en toda la campaña como su ayudante, hasta la derrota de Maipú (5 de abril de 1818), donde fue hecho prisionero, pero fue afortunado al ser canjeado. Pasó nuevamente a servir en el apostadero del Callao y embarcó en la fragata Esmeralda, el 27 de noviembre de 1818. En 1819 se encontró en los bloqueos del Callao, como ayudante del comandante del apostadero. Ese mismo año el Rey le concedió la Cruz de Tarragona. Ascendió el 3 de julio de 1821 a teniente de fragata, con antigüedad de 9 de noviembre de 1819, en premio a su actuación en la defensa del Callao. Por Real Orden de 24 de mayo de 1822 se le mandó dar de baja por haber quedado en Lima, ya ocupada por los independientes. La situación que se vivía en la guerra era cada vez más confusa, lo que significó para muchos oficiales abandonar el partido español. García del Postigo pasó al servicio de Perú (5 de noviembre de 1819) como capitán de Infantería del Ejército, actuando luego en el primer sitio del Callao al mando de la 4.ª compañía del batallón n.º 1. El general San Martín, con motivo de la entrega de los castillos de ese puerto (25 de septiembre de 1821), le dio el mando del bergantín Balcarce, para la vigilancia de costa entre Pisco y Cobija. El 16 de diciembre de 1821 se le nombró por la Junta de Jefes del Ejército Peruano entre los cincuenta y cinco beneméritos que pasaron a conformar la recién creada Orden del Sol del Perú.

Cumplió muchas comisiones en esta guerra larga y activa y tuvo ascensos: capitán de fragata y teniente 1.º de la Armada peruana, el 2 de junio de 1822. Después de estar en los buques de la expedición del general Santa Cruz, durante los conflictos internos del Perú, no queriendo mezclarse en ellos, ofreció sus servicios a Chile, donde fue propuesto para organizar la Escuadra chilena, el 28 de junio de 1823. Se le confió la mayoría del Departamento de Marina, el 13 de noviembre, señalándose la ventaja que tenía de ser oficial hijo del país. Fue el portador para el gobierno de Chile de las noticias del triunfo de las armas insurgentes en Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, enviado por el almirante Blanco Encalada desde Quilca a Valparaíso en la corbeta Chacabuco, de la que era comandante.

Encargado de parlamentar en 1825 con el gobernador real de Chiloé Antonio de Quintanilla, que resistía en aquel último bastión realista; luego participó al mando de esa nave en la guerra de anexión de aquella extensa gobernación austral, en enero de 1826. Fue ascendido a capitán de navío el 24 de enero siguiente.

En retiro de la Armada de Chile, se reincorporó a las fuerzas navales del Perú. Por Suprema Orden del 17 de mayo de 1828 tomó el mando de la corbeta de guerra Libertad, el segundo buque en importancia de la Armada del Perú, e inició sus labores de vigilancia pacífica en el golfo de Guayaquil. Agredido por los buques Guayaquileña y Pichincha, desencadenó la guerra entre Perú y Colombia en el combate de Punta Malpelo (31 de agosto de 1828), donde fue herido por dos balas en el brazo derecho, saliendo vencedor. Reconocido oficialmente como héroe de Punta Malpelo, fue ascendido a capitán de navío graduado, el 25 de septiembre de 1828. Restablecido de sus graves heridas, retomó el mando de la corbeta Libertad, el 15 de septiembre de 1829, sirviendo bajo el pabellón peruano durante todos los gobiernos que se sucedieron al del general La Mar: el de Gamarra (18291834), el de Orbegoso (1834) y el de Salaverry (1835). “Largo período de mi vida pública —dice en su Manifiesto— [en que] he procurado no implicarme en una sola revolución, ni empañar mi reputación con una sola mancha”. Ascendió a comandante general de Marina, el 2 de agosto de 1833, hasta que un año después pasó a formar parte del Consejo Supremo de Guerra de Perú. El 14 de diciembre de 1833 se le concedió la antigüedad de capitán de navío. Propuso al ministro de Guerra y Marina la creación de dos escuelas navales, una en Paita y otra en Arica. El 31 de diciembre de 1833 recibió la resolución suprema que autorizaba la Escuela Náutica de Paita, crisol de la oficialidad peruana del futuro. Mayor comandante general de la Armada del Perú, el 31 de mayo de 1835, y contralmirante el 10 de octubre de 1835, se apoderó del puerto boliviano de Cobija en la lucha entre el general Salaverry y el general Santa Cruz. Prisionero el peruano, después de ser derrotado en la batalla de Socabaya, Santa Cruz se declaró protector de la Confederación Peruano-Boliviana. Pese a las negociaciones de García del Postigo, Salaverry fue fusilado en Arequipa y el almirante dado de baja por haber servido a aquel jefe de Estado. Entregada la escuadra a Orbegoso, debió de buscar refugio en la fragata francesa de guerra Flora, con la que se trasladó a Chile como asilado político. Allí escribió y publicó un “Manifiesto” (Santiago, Imprenta de la Opinión, 8 de julio de 1836) en el que explica detalladamente su actuación al mando de la flota peruana, su interés en salvar la vida de Salaverry y su completa inocencia y rectitud con respecto a ciertos fondos que se le reclamaban.

Perjudicado Chile en su seguridad e intereses, declaró la guerra a la Confederación, el 28 de diciembre de 1836, y llamó a Carlos García del Postigo a su servicio. Le dio el comando de una flota de dieciséis transportes, convoyada por nueve barcos de guerra, una de las mayores a vela que han surcado esas aguas, lo que denota la gran pericia de su comodoro.

Zarpó desde Valparaíso, el 15 de octubre de 1837, llegando al puerto de Quilca diecinueve días después.

Allí desembarcó al ejército restaurador de la unidad peruana, que se dirigió a Arequipa. El tratado de Paucarpata significó el regreso de las tropas a su punto de partida; el Gobierno chileno lo desahució y prosiguió la guerra. Designado comandante en jefe de la Escuadra de Chile, dirigió el bloqueo de los puertos enemigos desde el 17 de abril de 1838. El plan estratégico era obtener el dominio absoluto del mar para asegurar la libre navegación del convoy que condujo más tarde al ejército chileno al mando del general Manuel Bulnes, su primo hermano. El objetivo propuesto dio sus resultados, mediante el cumplimiento exacto de la misión del comodoro, obligando a la inacción a los marinos confederados y liberando las costas chilenas de las correrías proyectadas por Santa Cruz. Se distinguió por su valentía y arrojo en un asalto al apostadero del Callao, bajo el fuego de sus cañones, en que dirigió el apresamiento de la fragata Socabaya y el abordaje y hundimiento del bergantín Congreso en la noche del 17 de agosto de 1838. Este intrépido asalto del marqués García del Postigo dio a Chile una nueva gloria y a su armada un excelente buque de guerra y cuatro lanchas cañoneras sin que en la jornada sus naves recibieran daño apreciable. Ganada la guerra por Chile y restaurada la unidad de Perú, el almirante obtuvo su retiro, el 15 de diciembre de 1839. Fue reincorporado a la Marina de Perú y nombrado comandante general de la escuadra, el 26 de abril de 1842. Obtuvo licencia indefinida el 7 de julio de 1843, prolongada hasta el 6 de julio de 1850. Residió algún tiempo en el Viejo Mundo y ordenó en Nápoles los papeles sucesorios del título de marqués que le correspondía llevar desde el fallecimiento de su hermano Isidoro, acaecido en 1833. Sus últimos años los pasó retirado en sus fundos de orillas del río Itata (Chillán), llamados “Patagual” y “Palpal”, en el país que lo vio nacer.

 

Bibl.: I. Vázquez de Acuña, “El Comodoro Don Carlos García del Postigo”, en Boletín de la Academia Chilena de la Historia (Santiago de Chile), n.º 82 (1969), págs. 175-213; R. Fuenzalida Bade, Marinos Ilustres y Destacados del Pasad- Síntesis Biográfica, Concepción, Sipimex Ltda., 1986; I. Vázquez de Acuña, Historial de la Casa de Gálvez, 2006 (inéd.).

 

Isidoro Vázquez de Acuña y García del Postigo