García del Postigo y Bulnes, Isidoro Antonio. Marqués de García del Postigo (VI), en Nápoles. Concepción (Chile), 25.III.1783 – Cartagena (Murcia), 17.VI.1833. Marino.
Hijo legítimo de Manuela Bulnes y Quevedo y del brigadier Isidoro García del Postigo y del Poyo. Fue colegial del real seminario de San Carlos de Concepción.
Sentó plaza de cadete guardia marina en la Real Compañía de Cartagena, el 8 de marzo de 1797; seis meses después fue embarcado en la fragata Proserpina, de la división del capitán de navío Félix O’Neill y actuó en el combate contra el navío inglés León; trasbordó a la Matilde el 19 de junio de 1800, recién ascendido a alférez de fragata, cumpliendo varias comisiones y cruceros en el Mediterráneo, costas de Italia y de Francia. Por ser desarmada dicha fragata pasó de ayudante al arsenal y luego a la Mayoría General en octubre de 1801. Durante el año 1802 embarcó en el jabeque San Sebastián, místico León y fragata Venganza, respectivamente. En marzo de 1804 embarcó de transporte en el falucho Saeta para ir a Valencia y tomar el mando del falucho n.º 12, con el cual batió, apresándolo, el corsario de igual categoría denominado Delfín. Después del abordaje concurrió al apresamiento de un místico británico, que rindió el comandante de su división Manuel Moscoso, y fue el suyo uno de los cuatro faluchos que sostuvieron el fuerte ataque contra otro místico, también inglés, de catorce cañones. Después de cuatro horas de combate pidió por señal licencia a su ya mencionado jefe para abordarlo, lo que verificó con los nombrados Rápido y n.os 10 y 13, que lo rindieron. En 1805 trasbordó al navío Reina Luisa, pero luego volvió a mandar el falucho n.º 12, agregado a la escuadra de José Justo Salcedo, empleándose en convoyes en uno de los cuales atacaron a dos bergantines de Su Majestad británica y siete cañoneras de Gibraltar. Sostuvo otro combate en Tarifa, el 1 de septiembre de 1805, contra una fragata de guerra inglesa, de cuarenta y cuatro cañones, que hizo un fuego constante con toda clase de municiones a todos los buques, pero fue rechazada por los fuegos de mar y tierra; el falucho de García del Postigo disparó constantemente y quedó sin palo, con cinco marineros muertos y once heridos, por lo que recibió una recomendación. Tiempo después, en unión con el Valiente, sostuvo otro combate contra una corbeta en Calahonda, que fue obligada a retirarse desarbolada; otro sobre Águilas, contra un místico de ocho cañones que echaron a pique en la acción, por lo cual mereció las gracias de Su Majestad y fue ascendido a alférez de navío; otro fondeado en Torrevieja y, junto a otros faluchos, contra una fragata de guerra inglesa, que los atacó en aquel puerto. En unión con el Discordia, batió un corsario de diez cañones. Otros a las órdenes del teniente de navío Antonio de Torres y de la división de los faluchos Bogador, Rápido y Discordia, sobre Águilas, contra una fragata, salvando el convoy en aquel punto que estuvo cortado. Concurrió al apresamiento de una fragata corsaria de la misma nación; otro combate sobre los Columbretes, con la misma división de faluchos, donde batieron dos corsarios en el golfo de Rosas, quitándoles dos presas. De este falucho trasbordó al místico n.º 33 con igual objeto, el 5 de febrero de 1807, con el que continuó en la misma comisión de convoyes sosteniendo un combate en conserva de tres faluchos más contra cinco fuertes corsarios enemigos, salvando un convoy que llevaba. Otro, con un corsario de catorce cañones, no apresándolo por atender al convoy que llevaba empeñado por otros, del que desembarcó, por encontrarse enfermo, en Barcelona el 21 de mayo de 1808.
Restablecido salió de aquella capital y presentándose al general del ejército de Cataluña, marqués de Palacios, éste lo destinó a la división de vanguardia que mandaba el brigadier Francisco Miláns del Bosch, a quien se presentó el 1 de julio de 1808, quedando de ayudante suyo mantenido a sus expensas. Siguió la suerte de la guerra con la misma división hasta mayo de 1810, atestiguando su comandante que “en cuantas acciones de guerra que he tenido con el enemigo ha mostrado su honor y su valor ayudándome a conducir a la victoria aquellos dignos patriotas que tantas ventajas obtuvieron con el enemigo en los principios de nuestra lucha, sin que jamás mostrase el menor disgusto por el sufrimiento y fatigas que han soportado estas penosas campañas que, arrastrando tantas penalidades, ha dado las mayores pruebas de decidido patriotismo y amor al servicio, no quedando más que desear de este digno oficial, que a su celo y talento he fiado comisiones de servicio de la mayor importancia y las ha desempeñado a entera satisfacción mía; que en todo este tiempo no ha percibido pagas ni haber alguno, y que su conducta ha sido irreprochable”. Siguió fogueándose en la guerra contra Napoleón y en febrero de 1811 se le dio el mando del falucho Hércules, en el puerto de Tarragona, con el que estuvo al corso durante diez meses en las costas de Cataluña.
Durante ese tiempo condujo a su bordo al general Lacy a la toma del castillo de las Medas, contribuyendo activamente en la reconquista de esas islas por su celo y actividad, así como a la destrucción y quema de la Torre de las Casas de Caná. Apresó algunos mercantes franceses; hundió el místico corsario británico Dos Hermanos, batiendo el 9 de julio al falucho de guerra francés Hércules, dueño del cual abordó en Alfaques al jabeque de idéntica nacionalidad Paulina, anclado bajo los fuegos de la Rápita. Allí desbarató una batería de tres cañones que situaron los franceses a la entrada de ese puerto. Se encontró en parte del sitio de Tarragona y fue a Barcelona con pliegos para el general francés en calidad de parlamentario.
Teniente de fragata, el 24 de mayo de 1811, pasó a servir en la fragata Lucía, navío San Pablo, urca Brújula y falucho Atrevido, hasta 1812. Al año siguiente, después de estar algunos meses en el departamento de Cartagena, se embarcó en la fragata Soledad y luego en Cádiz en el navío San Pablo, a cuyo bordo viajó a Montevideo.
Este aventajado y brillante oficial sufría cierta dolencia estomacal que solamente lograba calmar ingiriendo bebidas espirituosas, a lo que se habituó, acarreándole su mal diversos contratiempos y daños graves en su carrera al enviciarse en la bebida. Al regresar de América al puerto de Cádiz, en 1814, se le siguió un juicio disciplinario. Amonestado, fue repuesto en su empleo el 8 de junio de 1815, y nombrado ayudante interino de la Mayoría General de Cádiz. Fue condecorado con la Cruz de Distinción que el Monarca concedió por resolución de 14 de abril de 1815 a los generales, jefes, oficiales y demás individuos que se hallaron en el primer ejército contra la francesada; amén de abono de seis años cuatro meses y dieciséis días por sus servicios hechos durante la última guerra contra Francia. El Rey tuvo a bien otorgarle la Cruz de Distinción concedida a los que se hallaron en la defensa de la plaza de Tarragona, el 7 de septiembre de 1816, y apenas cuatro días más tarde lo distinguió, por sus destacados servicios en la guerra contra Napoleón, con la Cruz Naval. En 1817 fue nombrado ayudante del Real Arsenal de Cartagena y después subalterno del navío Guerrero y de la fragata Catalina. En 1820 se le destinó de ayudante interino de la subinspección de Cartagena. Más tarde embarcó en el Guerrero, como oficial de órdenes de la División del Mediterráneo. En febrero de 1822 trasbordó a la fragata Perla con idéntico cargo y de ella pasó al falucho Hércules, recorriendo las costas del principado de Cataluña para impedir el contrabando de granos y otros efectos extranjeros; hizo varias presas de faluchos mercantes, hasta que en marzo del año precedente quedó a las órdenes del comandante del apostadero de Barcelona. En el mes de junio pasó a Tarragona escoltando un convoy con artillería; quedó a las órdenes del comandante general de aquel puerto el 31 de octubre en que el general Miláns le mandó echar el cañón en tierra. El 16 de diciembre se le avisó para que se preparara para conducir a ese general a Gibraltar, “y no habiendo querido obedecer a este jefe constitucionalista, se embarcó en una escampavía y dió la vela para presentarse a los buques franceses que se hallaban a la vista”, con motivo de la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis, bajo el mando del duque de Angulema, para restaurar la Monarquía absoluta.
Se presentó en Mataró al gobernador conde de Santa Clara y, con pasaporte otorgado por él, pasó a Barcelona después de la entrada en dicha plaza de las tropas aliadas. El 4 de febrero de 1824 se presentó en el departamento de Cartagena y se le destinó a la Ayudantía del Real Arsenal. Nombrado por el capitán general de ese departamento para desempeñar la 2.ª Comandancia Militar de Tarragona el 5 de enero de 1825, fue desaprobado para tal destino por el director general de la Armada, dándosele en cambio la Ayudantía de la Subinspección de pertrechos del Arsenal cartagenero.
Por Real Orden (RO) de 14 de junio ascendió a teniente de navío graduado, pasando al servicio activo.
Cuatro meses más tarde, embarcó en la corbeta Zafiro. Por otra RO de 12 de febrero de 1826, el Rey aprobó la purificación de su conducta militar y política durante el régimen constitucional; por otra de 2 de mayo obtuvo el grado en propiedad, y entonces trasbordó en Ferrol al bergantín Relámpago. El 1 de abril de 1828 fue nombrado ayudante de la Mayoría General de la Armada. Para reivindicarse ante sus superiores solicitó capitanear el místico Delfín, lo que le fue concedido el 17 de julio de 1828. Un año después volvió de ayudante interino de la Mayoría y de ella pasó a la Ayudantía de la Comandancia Militar del Tercio de Cartagena el 12 de septiembre de 1831, cargo que desempeñó hasta su muerte.
Bibl.: D. de la Válgoma y J. L. de la Guardia y Pasqual del Pobil, barón de Finestrat, Real Compañía de Guardias Marinas y Colegio Naval, t. V, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1943, pág. 227, n.º 4424; I. Vázquez de Acuña, Historial de la Casa de Gálvez, 2.ª parte, cap. XII, 2005 (inéd.).
Isidoro Vázquez de Acuña y García del Postigo