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Fadrique Enríquez de Mendoza

Biografía

Enríquez de Mendoza, Fadrique. Conde de Melgar (I). ?, 1399 – Torrelobatón (Valladolid), 23.XII.1473. Almirante de Castilla.

II almirante de Castilla, Fadrique Enríquez de Mendoza, I conde de Melgar y de Rueda, y II señor de Medina de Rioseco, Castroverde, Torrelobatón, Mansilla, Aguilar, entre otras muchas villas, era hijo del almirante Alfonso Enríquez y nieto de Fadrique, maestre de Santiago y hermano del primer Trastámara y, por lo tanto, biznieto del rey Alfonso XI. Su madre fue Juana de Mendoza, llamada “la rica hembra de Castilla”, viuda de Diego Gómez Manrique, adelantado mayor de Castilla y señor de Amusco. El cronista Hernando del Pulgar lo describe pequeño de cuerpo, hermoso de gesto, corto de vista y de buen entendimiento. El también cronista Palencia lo halaga subrayando que era pequeño de estatura pero de “levantado ánimo”. No es la opinión de otros autores —particularmente Enríquez del Castillo— que lo consideraba impaciente e intrigante. Heredó el título de almirante de su padre, si bien, por los avatares políticos dentro del reinado de Juan II, se le privó de él transitoriamente. En el almirantazgo se distinguió en varias batallas marítimas adquiriendo fama de esforzado, generoso y leal pero el cargo había perdido el contenido militar de épocas anteriores y Fadrique Enríquez se sobresalió, fundamentalmente, como un cortesano influyente que no dudó en utilizar las armas para defender sus opciones.

Fadrique Enríquez se casó en dos ocasiones y tuvo diez hijos. El primer enlace lo celebró con Marina de Córdoba y Toledo, IV señora de Casarrubios del Monte en 1426, de quien nació Juana, un año más tarde, en Torrelobatón, el castillo del patrimonio familiar, futura esposa del rey Juan II de Navarra y más tarde de Aragón. El segundo matrimonio lo contrajo con Teresa de Quiñones, hija del señor de Luna, en Valladolid en 1432, con la que tuvo cuatro hijos varones. Ellos fueron Alfonso Enríquez de Quiñones, su primer heredero y III almirante, casado con María de Velasco; Pedro, señor de Tarifa y adelantado de Andalucía, casado con Beatriz de Ribera; Enrique, que fue mayordomo mayor de Fernando el Católico y almirante de Sicilia y se casó con la hija del señor de Fuentidueña; y Francisco, casado en dos ocasiones de las que no tuvo descendencia. Las hijas de Fadrique fueron cinco; María, Leonor, Inés, Aldonza y Blanca. Salvo la última —monja en Santa Clara de Palencia—, las cuatro primeras se casaron, respectivamente, con el I duque de Alba, Garci Álvarez de Toledo; Álvar Pérez Osorio, segundo conde de Trastámara; Lope Vázquez de Acuña, segundo conde de Buendía; y Juan Ramón Folch, conde de Cardona y almirante de Aragón. El almirante Fadrique Enríquez también tuvo un hijo bastardo a quien algunos denominan Alfonso y otros Rodrigo que fue obispo de Osma (1505-1523) y que está enterrado en la catedral de Palencia, si bien es un dato no confirmado.

Fadrique Enríquez, pues, aparte de emparentado con la Familia Real castellana lo estaba con los Manrique y los Mendoza, por parte de la línea materna. El matrimonio de su hija Juana con el rey Juan II le convirtió en yerno del Monarca y abuelo del futuro rey Fernando el Católico. Asimismo, sus nueve hermanas se casaron todas con personajes pertenecientes a importantes familias y su hermano fue el primer conde de Alba de Liste. Sus hijos, según visto, entroncaron con linajes sobresalientes, lo que convirtió al linaje Enríquez en una formidable potencia. Consecuentemente, el señorío de los Enríquez cuya base incluía las actuales provincias de León, Palencia y Valladolid, era uno de los más importantes del reino. Eje de la política seguida por el almirante fue la de favorecer a su familia y allegados y con tanto poder acumulado, trataba a los reyes de Castilla y de Aragón como iguales incluso llegando a increparles con impaciencia, como está documentado en el caso de Juan II, que por mostrar un desmesurado interés por Álvaro de Luna, personaje que Fadrique no podía soportar, provocaba las airadas quejas de éste que así se lo hacía ver al Monarca.

La trayectoria política del almirante puede dividirse en cuatro momentos coincidentes con los cuatro reinados que le tocaron vivir: Juan II, Enrique IV, Alfonso XII y los Reyes Católicos.

Durante el reinado del primer monarca, Fadrique Enríquez se mantuvo fiel al partido de los Infantes de Aragón —Enrique, maestre de Santiago y Juan, este último rey consorte de Navarra y futuro de Cataluña— y contra el condestable Álvaro de Luna lo que le acarreó consecuencias nefastas. La política aragonesa de Fadrique fue indisimulada y durante años se suceden confederaciones, enfrentamientos, treguas, destierros del favorito, en donde el almirante formaba parte prácticamente de todas, si bien no se pudo evitar la batalla final. En Olmedo, en 1445 el rey don Juan y su condestable vencieron a los nobles aragonesistas de los que Fadrique —que cayó prisionero— era su portavoz junto con el conde de Benavente. Lógicamente fue represaliado junto con su hermano y sus parientes, lo que le obligó a exiliarse de Castilla, si bien antes firmó con el Príncipe de Asturias —futuro Enrique IV y con Juan Pacheco, el favorito de éste— la restitución futura de sus bienes. Juan II, a petición de su hijo, le devolvió algunas de sus villas con una serie de condiciones; entre ellas, la de entregarle al Rey a su hija Juana, a la sazón, esposa del rey de Navarra. El almirante volvió a Torrelobatón, pero en lugar de ir a rendir pleitesía al Monarca lo hizo al príncipe, lo que provocó un nuevo problema, si bien acabó reconciliándose incluso con Álvaro en 1447. Pero en Záfraga, un año después, se acordó apresar a varios nobles, entre ellos, al almirante, lo que le determinó a trasladarse a Nápoles para entrevistarse con Alfonso V de Aragón a fin de reconstruir la Liga nobiliaria. Reforzado por el respaldo recibido de Aragón, regresó a Castilla con todos los poderes para acabar con el condestable Luna, aunque no fue Fadrique el que lo hizo finalmente, sino el propio rey Juan II, que dio orden de decapitación de su antiguo favorito bajo la acusación de alta traición.

Con la llegada al trono de Enrique IV, en 1454, el almirante se benefició del tratado de paz con Aragón, recuperó todo lo que le pertenecía y acompañó al nuevo Monarca, junto con otros nobles, a la guerra de Granada. Sin embargo, los vaivenes de Enrique IV, particularmente la dejación de su gobierno en manos de sus favoritos, hizo que renaciera la Liga de los nobles esta vez capitaneada por Juan Pacheco, marqués de Villena, que viéndose desplazado del poder, aglutinó el malestar de aquéllos y contactó con el Rey de Aragón, yerno del almirante. El infante don Alfonso, hermano del Monarca, fue utilizado por los nobles como pretexto para enfrentarse a Enrique IV. Los nobles pidieron entonces el cumplimiento del testamento de Juan II con respecto a su segundo hijo y consiguieron que se proclamara príncipe heredero en detrimento de Juana, la hija del Rey. Desde ese mismo momento, en 1464, el almirante se distanció para siempre del rey Enrique IV, no habiendo otro Monarca para él que el príncipe proclamado Rey (Alfonso XII) en Ávila el 5 de junio de 1465 que, en agosto de ese mismo año, le confirmó en el almirantazgo.

De entre las varias mercedes concedidas por el rey Alfonso, destaca la del 28 de agosto de 1465 por la que le confirma todos los privilegios extensibles a su familia y criados. También benefició a sus hijos Alfonso, sobre el que pronto su padre renunciaría su cargo de almirante, y a Pedro, adelantado de Andalucía. Junto con el condestable Manrique y el arzobispo Carrillo, Fadrique Enríquez formó el grupo duro de los alfonsinos, el partido aragonés, y luchó con denuedo para que en sus tierras —toma de Valladolid— reconocieran al nuevo Monarca. Muerto Alfonso —5 de julio de 1468—, Fadrique Enríquez se convirtió en un ferviente isabelino trabajando por la candidatura de su nieto Fernando para el matrimonio con la princesa Isabel que había sido reconocida heredera en Guisando ese mismo año.

Así recibió alborozado a su nieto en la entrada de Castilla y asistió a la boda en Valladolid, boda que coincidía con su sueño: la unión de Castilla y Aragón. Pero aún quedaba mucho que trabajar porque Enrique IV, hasta su muerte, se mantuvo firme en considerar a su hija Juana la heredera por haberse casado Isabel con Fernando sin su consentimiento. Fadrique Enríquez intentó mediar con el Monarca y cuando los príncipes estaban en su peor momento recibieron su amparo en Medina de Rioseco —centro del señorío del linaje— en donde se instalaron.

En Simancas, el 10 de marzo de 1473, Fadrique Enríquez otorgó testamento, falleciendo en 23 de diciembre de ese año y proclamando su intención de ser enterrado en el monasterio de Santa Clara, si bien sus restos viajaron, junto con los de su esposa, por varios lugares, caso del convento de San Francisco de Medina de Rioseco. Los diversos historiadores no se ponen de acuerdo sobre dónde se encuentran actualmente. Afortunadamente no vivió para presenciar la muerte de su primogénito, Alfonso, en 1485, en Granada, cuyo hijo, que llevaba el nombre de su abuelo —Fadrique Enríquez y Velasco que tantos servicios hizo a los Reyes Católicos llegando a ser regente— fue, a título póstumo, distinguido con el ducado de Medina de Rioseco, el 22 de mayo de 1538, por el emperador Carlos V, que así reconoció al linaje con la Grandeza Inmemorial.

 

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Dolores Carmen Morales Muñiz

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