Pereda Gudiel, Juan de. Priego (Cuenca), 27.V.1578 – Madrid, 25.V.1632. Presbítero, catedrático de Teología en Alcalá de Henares, canónigo, obispo de Oviedo, gobernador del arzobispado de Toledo.
Se empieza a saber algún dato de su biografía, cuando aparece ingresando en la Universidad de Alcalá de Henares, donde obtuvo una plaza de colegial de San Ildefonso para cursar Artes y Teología.
Cuando solamente contaba veintitrés años obtuvo una Cátedra de Durando, consiguiendo más tarde las Cátedras de Sagrada Escritura y de Prima de Teología.
No se conoce la fecha de su ordenación sacerdotal, pero se sabe que fue canónigo de San Justo y después canónigo magistral de la iglesia Catedral de Cuenca.
Conocida su brillante personalidad por el rey Felipe IV, éste lo propuso como obispo de Oviedo, el 9 de agosto de 1627, al quedar vacante esta diócesis (por traslado de su titular, Juan Torres Osorio a la silla episcopal de Valladolid, el 18 de julio de 1627).
Otorgadas las bulas por el papa Urbano VIII, fue consagrado en la Catedral de Cuenca, el domingo 14 de noviembre de 1627, de manos del obispo de Cuenca, Enrique Pimentel Zúñiga, asistido por García Gil Manrique, obispo titular de Utica y auxiliar de Cuenca, y por fray Juan Bravo Lagunas, agustino, antiguo obispo de Ugento (Italia). Tomó solemne posesión de su diócesis el 1 de febrero de 1628. En el ejercicio de su episcopado reformó el hábito de los clérigos, obligando a vestir a todos de una forma uniforme, redujo los gastos de los visitadores, y fue muy cuidadoso en la provisión de beneficios eclesiásticos y, en general, en todo lo referente al gobierno de su Iglesia local, a la que realizó una completa visita pastoral.
Además, celebró tres sínodos diocesanos En el año 1631 el rey Felipe IV le pidió que fuera a Madrid para, desde allí, acompañar a Flandes al infante don Fernando. Este viaje no llegó a efectuarse, pero parece que Juan de Pereda no regresó a Oviedo y, ante la larga ausencia del cardenal arzobispo de Toledo, Fernando de Austria (que rigió su archidiócesis entre 1620 y 1642, con dilatadas ausencias), fue nombrado gobernador eclesiástico de esa archidiócesis.
En uno de sus frecuentes viajes a Madrid, fue atacado de apoplejía y murió casi repentinamente, el martes 25 de mayo de 1632, dos días antes de cumplir los cincuenta y cuatro años de edad. Recibió sepultura en el Convento de Santa Ana, de las religiosas de la Orden de San Bernardo (“las bernardas”), de Madrid. Le sucedió en Oviedo Martín Carrillo y Alderete. Se sabe que escribió algunas cosas, pero no se conoce que diera a la imprenta ninguna obra.
Bibl.: C. González de Posada, Memorias históricas del Principado de Asturias y Obispado de Oviedo. Juntábalas el Dr. D. [...], Canónigo de Tarragona, de la Real Academia de la Historia, Tarragona, Pedro Canals, 1794, pág. 97; Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, vol. XLIII, Madrid, Espasa Calpe, 1921, pág. 586; J. L. González Novalín, “Oviedo, Diócesis de, Episcopologio”, y L. Ruiz Hidalgo, “Obispos españoles”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. III y suplemento I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973 y 1987, pág. 1854, pág. 548, respect.; V. Guitarte Izquierdo, Episcopologio Español (1500-1699). Españoles Obispos de España, América, Filipinas y otros países, Roma, Iglesia Nacional Española, 1994, pág. 150; H. Priego Sánchez-Morate y J. A. Silva Herranz, Diccionario de personajes conquenses (nacidos antes del año 1900), Cuenca, Diputación Provincial, 2002, págs. 295-296.
Fernando Rodríguez de la Torre