Hijo de Raúl Molowny, destacado jugador tinerfeño de la década de 1920, conoció las camisetas del Tenerife y Marino antes de ingresar en el Real Madrid, recién cumplidos los veintiún años. Su fichaje resultó un tanto rocambolesco. Con los clubes canarios participando en una cerrada competición insular, existía en la Península un amplio desconocimiento de ese fútbol durante aquellos años, extensivo, al fin y al cabo, a otros muchos ámbitos del archipiélago. Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, leyó en La Vanguardia que el Barcelona enviaba un emisario por barco para hacerse con los servicios del jugador, y rápidamente ordenó tomar un avión y dinero en metálico a su secretario técnico, Jacinto Quincoces, quien de ese modo anticipó su oferta. Bastaron las 250.000 pesetas en billetes de a 100 contenidas en la maleta del antiguo defensa internacional —175.000 destinadas al jugador—, para consumar el traspaso. [...]