Rosa y Lavassor, Alonso. Conde de Vega Florida (II). Cádiz, 1699 – Ferrol (La Coruña), 20.X.1771. Teniente general de la Armada.
Hijo de Nicolás de la Rosa Suárez, conde de Vega Florida, y de Ángela Lavassor. El 8 de agosto de 1715, empezó a servir en la Armada de soldado aventajado en las galeras, y el 6 de octubre de 1717, sentó plaza de guardia marina en la Academia de Cádiz, inaugurada, precisamente, ese mismo año en el barrio del Pópulo. Después de los estudios preliminares, embarcó en el navío San Felipe el Real, de la insignia del general Antonio Gaztañeta, con el cual tuvo su bautismo de fuego, el 11 de agosto de 1718, en el desafortunado combate de cabo Passaró (Sicilia), contra la escuadra del almirante inglés Byng, que atacó a la española sin previa declaración de guerra, estando el embajador británico en Madrid. Resultó herido y hecho prisionero, siendo liberado mediante canje, embarcando en uno de los bajeles de la división del general Baltasar de Guevara, con el que regresó a Cádiz el 4 de octubre inmediato.
En diciembre de 1718 ascendió a alférez de fragata, pasando a la América septentrional con la flota de Indias del expresado general Guevara. El 10 de septiembre de 1719 se encontraba en La Habana y allí se amotinaron los marineros de los galeones de Francisco Cornejo por no haber cobrado sus pagas. Alonso de la Rosa concurrió con todos los oficiales a cortar la sublevación y perseguidos los amotinados se refugiaron “a sagrado” en la iglesia de Jesús del Monte. Acuciados por el hambre, se entregaron y fueron conducidos a los buques, donde, mediante quinteo, fueron pasados por las armas con arreglo a la Ordenanza. Regresó en diciembre de 1720 transportando caudales.
El 8 de enero de 1727 obtuvo el ascenso a alférez de navío y, embarcado en la escuadra de Rodrigo de Torres, después de burlar el bloqueo del almirante inglés Hopper, que sitiaba Cartagena de Indias, regresó a la Península, apresando en el Canal de la Mancha cinco mercantes ingleses. Se le ascendió al empleo de teniente de fragata con fecha 10 de febrero de 1731, y al año siguiente, al de teniente de navío, con antigüedad de 10 de enero de 1732. Cinco meses más tarde, destinado en la escuadra del teniente general Francisco Cornejo, salió de Alicante con la misión de reconquistar Orán. Llevaban embarcadas las tropas del general del Ejército, José Carrillo de Albornoz, conde Montemar. Tomaron aquella plaza y el puerto de Mazalquivir, y en las acciones de guerra, Alonso de la Rosa resultó herido de consideración en una pierna, regresando a España con la escuadra, el 1 de agosto del citado año.
Restablecido de su herida, navegó en diversos buques por las costas peninsulares, obteniendo el ascenso a capitán de fragata el 17 de junio de 1735. El 19 de abril de 1740, a bordo del navío Princesa, de sesenta y cuatro cañones, del mando de Pablo Agustín Aguirre, sostuvo un reñido combate, a la altura del cabo Prior, con tres navíos de la armada inglesa: Oxford, Kent y Lennox. Después de diez horas de desigual lucha, rindieron el buque y los llevaron prisioneros a Londres.
El día 1 de noviembre de 1740 se le otorgó en Ferrol el mando de la fragata Galga. El 31 de mayo del siguiente año salió a la mar, formando parte de la escuadra de Juan José Navarro y Búfalo, su alférez en la Academia de guardias marinas, entrando en Cádiz, puerto en el que se le encargó el mando del navío San Fernando, de la propia escuadra. A bordo del navío protagonizó un altercado en el que avasalló al maestre de jarcia Antonio Castellón. El intendente del departamento elevó al Gobierno un parte relatando los hechos, que ya eran del dominio público en Puerto Real. José del Campillo, a la sazón, ministro de Marina de aquel entonces, por real orden de 19 de septiembre de 1741, le suspendió de empleo por un año, dado que, según se expone en la imposición de la sanción, Alonso de la Rosa, había tenido “quimeras semejantes” en Cartagena y Ferrol, y también en las escuadras, “... sin que haya oficial de guerra que se embarque gustoso con él por su mal genio y poca discreción”.
El conde de Vega Florida sufrió en silencio el castigo, con la subordinación propia de aquellos tiempos y, cumplido aquél, solicitó que no se le perjudicase en su carrera, haciendo valer sus notorios servicios y la sangre derramada en los combates. Se accedió a su petición y se le repuso en el mando del navío San Fernando, que continuaba en la escuadra de Juan José Navarro.
España estaba en guerra con Inglaterra desde 1739, por lo de la “Oreja de Jenkins”, y a partir de 1742, la contienda se transformó en la del sucesor de Austria.
Por el segundo Pacto de familia, ajustado en Fontainebleau, Francia dispuso que la escuadra de La Bruyere de Court, ayudase a la española de Navarro a salir de Tolón, bloqueada por la inglesa del almirante Mathews. El 24 de febrero de 1744 se enfrentaron en las islas Hieres, cerca del cabo Sicié, las armadas española, sin la ayuda de Court, y la inglesa, con resultado incierto después del combate. No obstante, los españoles lograron su objetivo de romper el bloqueo y atracar días después en Cartagena. Por estos hechos, Felipe V concedió a Juan José Navarro el título de marqués de la Victoria y en contraposición al inglés Mathews lo juzgaron y condenaron en la Gran Bretaña.
A Alonso de la Rosa se le promueve a capitán de navío el 14 de mayo del mismo año.
En 1747 se le asigna el mando de la fragata San Javier, con la que prestó servicios en las Antillas. En La Habana pasó a mandar el navío Invencible y con él se trasladó a Ferrol, donde desembarcó el 13 de agosto de 1749, por desarme del buque.
El ascenso a jefe de escuadra lo consiguió el 30 de mayo de 1755, no existiendo por aquel entonces todavía, el empleo de brigadier. El ascenso a teniente general se le concedió con antigüedad de 15 de octubre de 1759. Se le otorgó, el 15 de abril de 1760, el mando de la comandancia general del departamento de Ferrol y de la escuadra afecta, para lo cual embarcó en Cádiz a bordo del navío Oriente, que lo transportó a su destino, entrando en la ría ferrolana el 23 de junio inmediato. Se posesionó seguidamente de ambos mandos y arboló su insignia en el navío Magnánimo, pasando a continuación al Brillante, del que arrió su insignia el 7 de octubre por cese en el mando de la escuadra, aunque no, del departamento.
Por Real Orden de 6 de marzo de 1762, volvió a entregársele la escuadra, sin desatender el mando del departamento, y de nuevo arboló su insignia en el Brillante y más tarde, en el Diligente, verificando varias salidas a la mar, para cruzar la costa cantábrica y el Canal de la Mancha. El 14 de diciembre desembarcó por desarme de la escuadra.
En el desempeño de su cargo, tuvo que dar cuenta de la actuación de uno de sus oficiales, alférez de fragata Francisco Palanco, con ocasión de una pendencia con un paisano. Llegó el primero a usar su cutó y el paisano, una estaca de su carreta. A Palanco lo recluyó en la santabárbara del navío de su destino y al paisano, en el calabozo del cuartel ferrolano, con un mes de arresto por su atrevimiento. No aparece aquí el arisco comandante de la fragata Galga y del navío San Fernando, sino un circunspecto comandante general de un departamento, atenuando la falta del oficial, que la achaca a la vehemencia de su corta edad, imponiéndole una corrección sencilla, de acuerdo con el consejo de sus asesores.
Por Real Decreto de 1763, dispuso Carlos III un Consejo de Guerra, contra el general del Ejército, Juan de Prado, capitán general de la isla de Cuba y contra el marqués del Real Transporte, que mandaba la escuadra, para juzgar las causas de la rendición de La Habana y sus castillos, así como la pérdida de la escuadra. Acudió a Madrid, comisionado por la Armada el conde de Vega Florida y el jefe de escuadra Jorge Juan y Santacilia. Largos y concienzudos fueron los trabajos del consejo, que supusieron en aquel entonces, dos tomos foliados. Concluido su cometido, regresó a Ferrol y se posesionó nuevamente de la responsabilidad del departamento, que había entregado accidentalmente, al teniente general Daniel Huony.
Por este tiempo, se dedicó a escribir una obra que publicó, titulada: Plan para arreglar las formaciones de una escuadra hasta doce navíos, dividida en dos divisiones.
A la cabeza del departamento organizó el arsenal, construyó las gradas de Esteiro, almacenes, cuarteles y otras obras de interés, y el rey le premió, el 4 de febrero de 1769, con 150 escudos de vellón al mes, falleciendo en el ejercicio de sus altas funciones en el departamento gallego, dos años después.
Obras de ~: Plan para arreglar las formaciones de una escuadra hasta doce navíos, dividida en dos divisiones, s. l., s. f.
Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán, leg. n.º 620/1077.
F. P. Pavía, Galería Biográfica de los Generales de Marina, t. III, Madrid, Imprenta de J. López, 1873, págs. 839-846; D. Válgoma, Real Compañía de Guardias marinas y Colegio Naval, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1943; C. Fernández Duro, Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, t. VI-VII, Madrid, Museo Naval, 1973 (ed. facs.); F. González de Canales, Retratos de los Oficiales Generales del Cuerpo General de la Armada, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000.
José Carlos Fernández Fernández