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Juan Joaquín Moreno D'Houtlier

Biografía

Moreno d’Houtlier, Juan Joaquín. Ceuta, 24.IX.1735 – Cádiz, 4.IX.1812. Capitán general de la Armada.

Fueron sus padres Francisco Javier Moreno Vas de Mendoza y Vázquez de Mondragón, de Ronda, mariscal de campo de los Reales Ejércitos, y su madre Catalina D’Houtlier y Berthier de la Motte, de una ilustre familia de Bruselas, por su padre, y heredera de la baronía de Berthier en Francia, por su madre. El joven Juan Joaquín sentó plaza de guardia marina en la compañía del departamento de Cádiz (4 de marzo de 1751), y después de haber hecho los estudios elementales, embarcó en diferentes buques con los que navegó por el Mediterráneo y el Atlántico, tomando parte en diferentes acciones de guerra contra los piratas berberiscos; y por sus servicios ascendió a alférez de fragata en 1754, a alférez de navío en 1757 y a teniente de fragata en 1760. Con este empleo pasó a La Habana en la escuadra del marqués del Real Transporte al iniciarse la guerra con la Gran Bretaña. En este puerto tomó parte en la defensa del castillo del Morro como oficial de órdenes del comandante de aquel fuerte Luis Vicente de Velasco, con ocasión del ataque de los ingleses en 1762. Se le encargó la defensa del baluarte Orejón del Mar, batido por cuatro navíos ingleses a distancia de tiro de pistola, y entre ellos uno de tres puentes; recibió una herida de mucha gravedad en la cabeza, por casco de bomba, de la que se resintió el resto de sus días. Fue evacuado a la plaza, pero estando aún convaleciente, ansioso de continuar combatiendo, pidió y consiguió pasar de nuevo al Morro. Más tarde fue embarcado en el navío Aquilón, que estaba acoderado para batir las posiciones enemigas de la Cabaña, levantadas para expugnar el castillo. El Aquilón tuvo al fin que abandonar su posición después de cuarenta y ocho horas de combate, ya que fue incendiado por tres veces por los disparos de los ingleses. El día en que éstos asaltaron la fortaleza, Moreno pidió voluntarios para ir con las fuerzas que se enviaban para reforzarla, pero era tarde, pues al ir a embarcar ya se había rendido. Después fue destinado al castillo de la Punta, a las órdenes del capitán de navío Manuel Briceño. Al capitular la plaza, Moreno con los demás, fue transportado a Cádiz.

En 1764, después de descansar unos meses, se le nombró mayor general de una flota mandada por el jefe de escuadra Agustín Idiáquez, con la que navegó por aguas de América septentrional. Regresó a Cádiz y ascendió a teniente de navío (15 de enero de 1766).

Tres años después mandó la fragata Jesús Nazareno, armada en guerra para la expedición a la Luisiana, entrando en el Misisipi (1769), por lo que fue promovido a capitán de fragata (21 de abril de 1774). En 1775 pasó al Mediterráneo como segundo comandante del navío San José y combatió la batería de morteros que los moros tenían emplazada contra la ciudad de Melilla, destruyéndola. También participó en los ataques contra la plaza de Argel por las fuerzas navales de González de Castejón y las sutiles de Barceló.

Ascendido a capitán de navío (17 de febrero de 1776), tomó el mando del San Julián y con él navegó por aguas de América del Norte. Pero en 1779 España, al lado de Francia, decidió intervenir en la guerra que las trece colonias norteamericanas mantenían contra la metrópoli desde 1776 y establecieron el bloqueo de Gibraltar. En este contexto, Moreno, mandando una división compuesta por el navío San Miguel, las fragatas Rosario y Gertrudis y el jabeque San Luis, se vio arrastrado por las corrientes y cayó bajo los fuegos de aquella plaza (1780). No obstante lo apurado de la situación, antes de salir de ella aprovechó para cañonear a un navío y cuatro fragatas inglesas que había fondeadas en el puerto. Por este servicio y por otros anteriores se le promovió al empleo de brigadier (19 de junio de 1781). Continuó mandando el San Miguel y con él logró diferentes presas de embarcaciones con auxilios para Gibraltar.

Más tarde, formando parte de la escuadra del general Luis de Córdova, asistió al bloqueo de aquella plaza, al ataque de las baterías flotantes y al combate con la escuadra inglesa de Howe en cabo Espartel (1782). Su navío fue echado contra Gibraltar por un fuerte temporal, perdiéndose junto a las murallas de la plaza.

Le prendió fuego para que no cayese en manos del enemigo. Moreno salió absuelto del Consejo de Guerra que juzgó su conducta y ascendió a jefe de escuadra (14 de enero de 1783).

En 1789, izando su insignia en el navío San Lorenzo y después en el Rayo, hizo una campaña de evoluciones por el Atlántico y por el Mediterráneo en la escuadra mandada por Félix de Texada. Cuando España rompió con la Convención francesa (1793), en la llamada Guerra de los Pirineos, Moreno pasó a la escuadra de Lángara como general subordinado.

En ella, juntamente con la del almirante inglés Hood, estuvo en la ocupación del puerto y arsenal de Tolón, así como en las operaciones de su defensa y evacuación, y por su comporta miento humanitario para con los tolonenses mereció una muy meritoria real orden.

Ascendido a teniente general (25 de enero de 1793) y nombrado segundo jefe de la escuadra del marqués del Socorro, operó con ella en el Atlántico. En 1795 pasó al navío San Nicolás, de la escuadra de Juan de Lángara, en el Mediterráneo, y tomó el mando de las fuerzas surtas en Cartagena. En 1797 formó parte de la escuadra de José de Córdova y Ramos y en calidad de tercer jefe de ella participó en el desgraciado combate del cabo de San Vicente (14 de febrero de 1797). Arbolaba su insignia en el navío de tres puentes Príncipe de Asturias, y en virtud de señal especial se separó del cuerpo de la escuadra para dar caza; la cerrazón era muy espesa, y cuando despejó el tiempo pudo observar el desorden de la escuadra española y la concentrada y ordenada línea inglesa. Tratando de reunirse con el general en jefe y auxiliar a la retaguardia española que estaba doblada y en situación muy crítica, pudo reunir tres navíos más, y con su oportuna intervención evitó que el desastre fuese mayor.

El final del combate fue una formidable andanada del Conde de Regla, uno de sus navíos, que se batió con singular denuedo, muriendo allí el general conde de Ablimont. Los mismos ingleses ensalzaron el comportamiento de Moreno en dicha acción. Nelson, entonces contralmirante, le dirigió una carta en la que le dice que “el comandante en jefe, sir John Jervis, ha querido que remita a V. E. una gaceta en la que se dan noticias del navío de V. E. Afirma que V. E. fue quien en aquella tarde salvó al Santísima Trinidad, y sir John Jervis está pronto a certificar que un navío de tres puentes que arbolaba insignia de almirante de línea emprendió la bizarra acción de atravesar la escuadra inglesa entre el Victory y el Egmont…”. La verdad es que el Santísima Trinidad se salvó, además de por el esfuerzo singular del Príncipe de Asturias, por la cooperación del San Pablo, el Pelayo, el Conde de Regla, el San Fermín, el San Francisco de Paula y el Príncipe, todos ellos bajo las órdenes del general Moreno. Los ingleses, al ver esta fuerza, arribaron, previa señal de Jervis, alargando su distancia al comprometido Santísima Trinidad, salvándose éste. En la causa que se abrió, Moreno fue absuelto de todo cargo. Más adelante, el rey Carlos IV le acordó la Encomienda de Lopera, en la Orden de Calatrava, con una sustanciosa renta anual.

Por Real Orden de 26 de septiembre de 1799, se dio el mando a Moreno de una escuadra surta en Ferrol, de la que tomó posesión el 18 de noviembre e izó su insignia en el Real Carlos, navío de ciento doce cañones.

Se hallaba en ese puerto cuando fue atacado por los ingleses (25 de agosto de 1800) mandados por el almirante Warren y el capitán de navío Edward Pellew, quien, con una escuadra de cinco navíos (uno de tres puentes) y cinco fragatas escoltaba un convoy de ochenta y siete velas con doce mil hombres de desembarco mandados por el teniente general Pullney. El capitán general Francisco Melgarejo tenía recepción en Capitanía, por ser el santo de la Reina, cuando recibió la noticia del vigía de Monte Ventoso. Terminado el acto, el general Moreno se trasladó a este semáforo y contempló el desembarco del enemigo en la playa de Doniños. Se dirigió a bordo y ordenó que quinientos hombres de las guarniciones de los navíos, al mando del capitán de navío Ramón Topete, comandante del San Agustín, ocupasen las alturas de La Graña. Atacaron éstos a la vanguardia enemiga y tuvieron pocas bajas. De madrugada recibieron un refuerzo de otros doscientos hombres también de la escuadra. El 26 por la mañana volvieron a atacar a la vanguardia inglesa, pero ya ésta se había unido al grueso de la fuerza, con lo que tuvieron que replegarse. Por entonces ya había acudido el general conde de Donadio procedente de los campos volantes establecidos en la costa y los ingleses no se atrevieron a perseguirlos creyendo que tenían muchas más fuerzas. Por la mañana, una columna británica de cuatro mil hombres se dirigió a atacar el castillo de San Felipe por la gola con la intención de tomarlo para poder dominar la entrada y hacer pasar a la ría los barcos y así destruir por bombardeo o incendio el arsenal y los buques españoles.

Dice Moreno: “Maniobré con objeto de separar la escuadra de las alturas que la dominaban, y aquella noche (la del 25) quedó situada frente al martillo del arsenal”. La defensa del castillo por su guarnición, auxiliada por la maestranza del arsenal y el fuego que se hacía desde el castillo de la Palma, al otro lado, y por lanchas de la escuadra armadas en cañoneras, que produjeron numerosas bajas a los atacantes, provocó el reembarco de los ingleses. Pero la plaza no estaba tan bien guarnecida como pensaron aquéllos. Según el general Moreno: “La escuadra precisamente se hubiera perdido entre las llamas o sumergido dentro del agua; pero resuelto yo a defenderla llamé a todos los comandantes y les previne que en aquel desgraciado suceso, después de consumir hasta el último grano de pólvora tomaría yo las resoluciones que dictasen las circunstancias de echar a pique los buques o de quemarlos”.

Firmó este documento a bordo del Real Carlos (30 de agosto de 1800). El Gobierno felicitó, entre otros, a Moreno y concedió a los defensores el escudo de distinción para llevar en la manga de la casaca. Fue tan célebre la defensa de Ferrol que hasta se habló de ella encomiásticamente en el Ejército del Rin, siendo mencionada como ejemplo en la orden que dio su jefe general Moreau. Moreno se mantuvo con su escuadra en Ferrol hasta que, por Real Orden de 20 de abril de 1801, salió para Cádiz con los navíos Real Carlos, San Hermenegildo, San Fernando, Argonauta y San Agustín, y allí entró el 25.

Por orden del capitán general del departamento, José de Mazarredo, salió de Cádiz (9 de julio de 1801) para proteger y convoyar a este puerto a una escuadra francesa mandada por el almirante Linois, compuesta por los navíos Formidable, Indomptable, Desaix y la fragata Muiron, que estando fondeados en Algeciras fueron atacados por el almirante inglés Saumarez con seis navíos. Los franceses, para evitar ser apresados, picaron los cables y se dejaron ir contra la costa. Los ingleses también sufrieron graves daños al ser alcanzados por las baterías de costa, y se retiraron a Gibraltar, dejando en Algeciras al Annibal, de setenta y cuatro cañones. La escuadra española se componía de los navíos Real Carlos y San Hermenegildo, de ciento doce cañones, y los Argonauta, San Fernando, San Agustín y la fragata Sabina. A ellos se unió una división mandada por el contralmirante Dumanoir (el navío San Antonio y dos fragatas). Se dio auxilio a los buques de Linois y al fin el día 12 estuvieron listos para salir a la mar. El almirante francés se empeñó en llevar a Cádiz su presa, el Annibal, y este remolque les hizo perder todo el día tratando de montar Punta Carnero, cosa que no consiguió, teniendo que volver a Algeciras este buque y la fragata Indiana que lo remolcaba.

Este tiempo lo aprovechó el almirante Saumarez, que había alistado sus buques, se mantuvo cruzando por la zona. Moreno, que iba en el Sabina con el almirante Linois, quiso ir al combate: “a encerrar a balazos a esos buques en Gibraltar”, pero no encontró eco en el almirante francés. Así, el 12 de julio por la noche salieron, españoles y franceses, para Cádiz siguiendo a la Sabina; con los navíos españoles en la retaguardia.

Saumarez ordenó al Superb, navío muy velero, que atacase a esta retaguardia, cosa que hizo acercándose a los Real Carlos y San Hermenegildo, y descargando sus baterías sobre ellos viró y desapareció en la noche, dejando a los dos navíos enzarzados a cañonazos creyéndose enemigos y víctimas de un voraz incendio, hasta que al llegar al abordaje se dieron cuenta del error. Ambos volaron por los aires, pereciendo más de dos mil hombres en tan espantosa catástrofe; para más desgracia quedó en manos de Saumarez el San Antonio. El general Moreno justificó cumplidamente su actuación: iba en la Sabina por orden superior dada por Mazarredo y la formación era la adecuada.

A petición propia fue a la Corte y recibió la mejor acogida de Carlos IV y del generalísimo Godoy. Volvió después a Cádiz y siguió mandando su escuadra, arbolando su insignia en el navío San Fernando, hasta que, con la llegada de la paz, a finales de 1801, con el acuerdo previo firmado con Inglaterra, se disolvió aquélla, desarmándose los buques.

Moreno tomó el mando interinamente del departamento de Cádiz (1 de enero de 1802) y, cuando tuvo lugar, en este mismo año, el enlace del príncipe de Asturias con una princesa de las Dos Sicilias, en las gracias acordadas le concedió Su Majestad la distinguida Orden Española de Carlos III. Entregó el departamento al general Aristizábal, para volverlo a tener en propiedad con la muerte de este general (18 de enero de 1804). Desempeñaba este destino cuando el combate de Trafalgar, dictando acertadas disposiciones para el salvamento de los maltrechos buques durante el fuerte temporal que siguió al combate. Cuando los sucesos del 2 de mayo de 1808 en Madrid, se hallaba en Cádiz, en la poza de Santa Isabel, la escuadra francesa del almirante Rosily, compuesta por cinco navíos de línea y una fragata y 3.674 hombres, ya reparada de las averías sufridas en el combate de Trafalgar. Moreno continuaba al frente del departamento cuando se llevó a cabo el ataque contra esta escuadra y dirigió gran parte de las operaciones que llevaron a su rendición.

La bandera francesa del navío Héroe se conserva en el Museo Naval, en Madrid. El plan de ataque con baterías de tierra y lanchas cañoneras que Moreno concertó, fue aprobado por la Junta de Generales y Jefes de la plaza de Cádiz, que presidía su gobernador general Morla, asistido por el de Marina, Ruiz de Apodaca, comandante general de la escuadra española surta en aquel puerto. Por sus meritorios servicios, la Junta Suprema de Sevilla le concedió el uso de la Banda Roja a igualdad de sus vocales (29 de agosto).

El 3 de septiembre fue nombrado ministro del Supremo Consejo de Guerra y Marina y el 16 entregó el mando del departamento, conservando los honores de capitán general hasta su muerte a los sesenta y dos años de servicio.

El comportamiento del general de Marina Juan Joaquín Moreno en el combate naval de San Vicente, y luego en la defensa de Ferrol, le dio prestigio y nombradía.

Después del desgraciado ataque inglés en el Estrecho, pidió ir a la Corte para informar de lo ocurrido. El mismo Godoy le contestó lo siguiente: “Venga por cuenta del Rey y lleno de confianza en que S. M. le oirá y le verá si fuese necesario, pues sus servicios y méritos le son muy apreciables, venga y me hablará cuando guste”. Sobre esta campaña de Algeciras recibió la siguiente comunicación del Gobierno francés: El ministro de Marina y de las colonias al Sr. Moreno, teniente general de la Armada de S. M. C. en Cádiz. “No sabría cómo elogiar debidamente, Sr. general, el celo y eficacia que habéis tenido al dirigiros con la escuadra de vuestro mando para socorrer a los navíos franceses mandados por el contralmirante Linois. El Primer Cónsul, a quien he dado parte del suceso, ha visto en esta determinación una prueba del más generoso afecto y la certeza de que el mismo interés anima a un tiempo a la Francia y a la España. Me encarga que os manifieste su satisfacción y yo añado con placer la expresión de mis sentimientos de consideración y aprecio que merecéis. Participo sinceramente del sentimiento que os causa la pérdida de los dos navíos de vuestra escuadra, que una equivocación o estratagema ocasionó su desgracia; hubieran triunfado si solo hubieran tenido enemigos que combatir. Recibid, Sr. general, la seguridad de mi alta consideración. Firmado, Forfait”.

Moreno fue uno de los pocos que no sólo fue absuelto y libre de todo cargo sobre el combate de cabo San Vicente, sino que se le recomendó para gracia al Rey por la conducta que había observado en dicho combate.

 

Obras de ~: J. Campbell, Historia Naval de Inglaterra, 1727-1763, trad. del inglés de ~; Byron et al., Viajes alrededor del mundo, trad. del inglés de ~; J. Clerck, Ensayo metódico e histórico de táctica naval, original en inglés, traducido del francés de Daniel Lescalhier por ~; Ataque de una fuerte expedición inglesa contra el Departamento de Ferrol y precipitada retirada de ella. Día 25 de agosto de 1800. A bordo del navío San Carlos, en el puerto de Ferrol, 30 de agosto de 1800, Museo Naval de la Armada en Madrid, col. Mazarredo, t. LX, ms. 2390, fols. 185-187.

 

Bibl.: “Carta del contralmirante Nelson al teniente general Juan Joaquín Moreno”, en Teseo, 8 de junio de 1797; INFORME dado por el brigadier de la Real Armada D. Francisco de Hoyos, sobre la vida militar, política y marinera del Excmo. Sr. D. Juan Joaquín Moreno, capitán general honorario de la Real Armada, Madrid, Imprenta de la calle del Caballero de Gracia, 1846; F. de P. Pavía y Pavía, “Biografía del teniente general de la Armada D. Juan Joaquín Moreno”, en La Marina, t. 1, Madrid, T. Fortanet, 1856, págs. 325-338 y 421-431; J. Montero Aróstegui, Historia y descripción de la villa y Departamento del Ferrol, Ferrol, 1858 (2.ª ed. con el título Historia de El Ferrol del Caudillo, Puentedeume, 1973); GALERÍA biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, Madrid, Imprenta de Caballero de Gracia, 1873-1874; R. de la Guardia, Datos para un cronicón de la Marina militar de España, Madrid, Imprenta del Ministerio de Marina, 1921; C. Fernández Duro, Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, t. VIII, Madrid, Museo Naval, 1973 (2.ª ed.); I. Núñez Iglesias y P. Fernández Núñez, El coloquio de Brión, Madrid, Museo Naval, 1977; J. M.ª Martínez-Hidalgo y Terán (dir.), Enciclopedia general del mar, t. V, Barcelona, Editorial Garriga, 1982 (3.ª ed.).

 

José Antonio Ocampo Aneiros

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