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Diego García

Biografía

García, Diego. ?, ú. t. s. XV – m. s. XVI. Navegante, marino y explorador.

Muchas parcelas de la vida de Diego García permanecen escondidas en la oscuridad del tiempo. Para empezar, no se sabe a ciencia cierta cuándo ni dónde nació, e incluso no hay seguridad sobre su nacionalidad. La fecha de su nacimiento está datada entre 1471 en Lisboa y 1495 en Moguer (Huelva), que parece la más probable. Tampoco hay datos exactos sobre su muerte, ya que mientras algunas fuentes dicen que falleció en La Gomera en 1535, otras afirman que murió mucho más tarde en el Índico, en la isla de su nombre.

De lo que no hay duda es que Diego García fue vecino de Moguer, y en varias ocasiones navegó al servicio de la Corona de España. En uno de sus primeros viajes fue maestre de una nave de la expedición de Días de Solís al Río de la Plata (o Río de Solís como fue llamado en principio), que zarpó de Sanlúcar de Barrameda (octubre de 1515), y fue de los que pudieron regresar a España (septiembre de 1516), con noticias de la mucha plata que, según los indios, se podía encontrar en la sierra de la Plata. Más tarde acompañó a Magallanes en su viaje alrededor del mundo; con él volvió a entrar en el Río de la Plata (enero de 1520) y fue uno de los dieciocho hombres que regresaron con Juan Sebastián de Elcano a España (septiembre de 1522) tras haber encontrado por occidente un camino a las ricas Molucas; en la mayor parte de las crónicas de este episodio aparece como Diego Gallego, marinero de la Victoria, y algunos historiadores le llaman Diego García de Moguer.

Solicitó con insistencia efectuar una nueva exploración a las Molucas, y la consiguió en el año 1525. El asiento firmado con Diego García “vecino de Moguer, para la armada y viaje que ha de hacer al mar Océano Meridional”, fue firmado por Carlos I en 1525. El suyo era un viaje de negocios, promovido por Hernando de Andrada, gobernador general de Galicia y jefe de la Casa de Contratación de la Especiería, en La Coruña, y otros hombres adinerados entre los que se encontraba el mercader Cristóbal de Haro, el corregidor Ruy Basanta y Alonso de Salamanca, que prometieron a Diego García la décima parte de todo lo que obtuviera en el viaje, una vez extraídos los derechos fiscales señalados en la capitulación. Al mismo tiempo, con la expedición de Diego García, trataban de hacer la competencia a ricos empresarios que estaban preparando en Sevilla otra expedición a las Molucas al mando de Sebastián Caboto.

Diego García zarpó de La Coruña (15 de enero de 1526) con la nao Nuestra Señora del Rosario, un patache, tablazón para armar un bergantín para explorar ríos, y poco más de cuarenta hombres. Muchas de las peripecias de este viaje las recogió el propio Diego García en su Relación de la navegación que hice este viaje en la parte del mar Océano, según la cual se dirigió a la isla de La Palma (Canarias), donde permaneció unos siete meses ultimando preparativos, ya que, como dejó escrito, de La Coruña había salido con pocas provisiones. Zarpó de Canarias el 1 de septiembre de 1526 para que fuera verano en las zonas que iban a descubrir. De acuerdo con las instrucciones dadas por el Rey, además de dirigirse al “mar Océano Meridional” y llevar a cabo descubrimientos en “las nuestras Yndias del mar Océano”, Diego García debía de tocar en las costas de la Patagonia para intentar localizar al piloto Juan Serrano (o Juan de Cartagena), que había sido abandonado por Magallanes por rebeldía (1520), con la orden de llevarlo a España si lo encontraba.

Mientras tanto, Sebastián Caboto zarpó de Sanlúcar (3 de abril de 1526) e hizo escala en Canarias, de donde salió el 26 de abril para pasar al Pacífico y dirigirse a las Molucas. Pero prefirió quedarse en el Atlántico y entrar en el Río de la Plata, para tratar de encontrar el metal que daba nombre a la zona, lo que iba a propiciar el encuentro entre ambos exploradores.

De acuerdo con lo narrado en su relación del viaje, Diego García descubrió una isla 35 leguas mar adentro, con muchos bajos y arrecifes a su alrededor, que no aparecía en ninguna carta, y se cree que era la isla de Fernando Noronha. Tocó San Vicente en la costa brasileña (enero de 1527), donde efectuó un gran aprovisionamiento y compró un bergantín. Allí se enteró de la llegada de Caboto, que en lugar de dirigirse a las Molucas había decidido adentrarse en el Plata. García cambió entonces de planes y también decidió entrar en el Río de la Plata. Tras un año de estancia en San Vicente, salió hacia Santa Catalina (15 de enero de 1528), llegó al cabo de Santa María en Uruguay, se adentró en el Río de la Plata y empezó a remontarlo. Llegó a la isla de San Gabriel (finales de febrero de 1528), cerca del actual Montevideo, donde armó el bergantín que llevaba despiezado y lo preparó para llevar a cabo la exploración de aguas poco profundas. Exploró el río Uruguay, y a unas 25 leguas encontró dos naves de Caboto. Hizo regresar su nao a San Vicente, ya que por ser muy grande no podía navegar por aguas someras ni remontar ríos. A continuación se adentró en el río Paraná, y 80 leguas río arriba encontró la fortaleza de Sancti Spiritus levantada por Caboto, que se encontraba ausente efectuando exploraciones.

Con dos bergantines, Diego García continuó río arriba (19 de abril de 1528), y un mes más tarde encontró la expedición de Sebastián Caboto. Al principio, ambos exploradores tuvieron problemas, ya que Diego García exigió que en aquella región fuera reconocida su autoridad. Estas diferencias se suavizaron en parte tras un almuerzo (7 de mayo). Para hacer frente común a los ataques de los indios, ambos exploradores llegaron a cierto grado de entendimiento y llevaron a cabo exploraciones por los ríos Paraná y Paraguay. Pero tras nuevos enfrentamientos con los aborígenes, y al no haber encontrado ni oro ni plata, decidieron regresar a Sancti Spiritus, donde Caboto mantuvo cercado a Diego García durante todo un año, hasta que éste logró salir del Paraná (finales de 1529) y pudo regresar a San Vicente. En dicha localidad embarcó en la nao Nuestra Señora del Rosario, cruzó el Atlántico, llegó a Sanlúcar de Barrameda (julio de 1530) y unos días después entró en Sevilla (29 de julio).

El viaje fue un fracaso como negocio, porque Diego García no pudo regresar con las riquezas que esperaba encontrar. También fue un fracaso porque no pudo realizar la colonización que pensaba hacer. Pero tuvo aspectos positivos, ya que consiguió información sobre posibles riquezas, que podía servir para próximas expediciones, y sobre todo porque adquirió muchos conocimientos geográficos y de todo tipo sobre aquellas regiones, que hasta entonces habían estado sin explorar.

Se dice que más tarde, Diego García realizó un viaje a las Molucas, durante el cual pasó por la isla de Guam, entró en el océano Índico (1532), y descubrió la fértil isla que desde entonces lleva su nombre: Diego García, de unos 200 kilómetros cuadrados, y situada a unas 400 millas de las islas Mauricius. Es la mayor de las islas del pequeño archipiélago Chagos, situado al sur de las Maldivas y a levante de las Seychelles, en seis grados de latitud sur. Historiadores portugueses afirman que el nombre de la isla se debe al marino español que, con bandera portuguesa, realizó muchos viajes por el Índico (en cartas portuguesas antiguas, el nombre de la isla aparece como “Ilha Diego García”). Está probado que Diego García realizó dichos viajes al servicio de la Corona de Portugal, lo que explica la falta de información sobre diferentes épocas de su vida en los archivos españoles, en tanto que en algunas citas portuguesas dicen que “habiendo nacido en Lisboa navegó al servicio de la corona española”.

En 1935, Diego García emprendió otro viaje al Río de la Plata. Zarpó de Sanlúcar (26 de agosto de 1535) con su carabela Concepción, encuadrado en la flota de Pedro de Mendoza, primer adelantado del Río de la Plata y fundador de Buenos Aires, que se dirigía con sus barcos y su gente a colonizar aquellas tierras. Encontrándose en Canarias se puso enfermo. Dejó la carabela al mando de su hijo político Bartolomé Mendoza y, según muchas versiones, falleció en La Gomera (1535), aunque sobre este particular tampoco hay seguridad, ya que otras versiones dicen que murió mucho más tarde (1554) en el Índico, en la isla Diego García.

Diego García no era científico y tenía una formación muy limitada, que se vislumbra al leer el farragoso relato de su viaje al Río de la Plata. Pero fue un excelente piloto práctico y un marino muy experto, resuelto, audaz e infatigable, que en vida gozó de un gran prestigio.

 

Obras de ~: Relación de la navegación que hice este viaje en la parte del mar Océano.

 

Bibl.: C. Fernández Duro, Armada española, t. I, Madrid, Est. Tipográfico de Rivadeneyra, 1901; J. T. Medina, Los viajes de Diego García de Moguer al Río de la Plata, Santiago de Chile, Ediciones de la Imprenta Elzeviriana, 1908; L. Cebreiro, Colección de diarios y relaciones para la historia de los viajes y descubrimientos, t. IV, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1944, págs. 9-18; V. Vicente Vela, Índice de la colección de documentos de Fernández de Navarrete que posee el Museo Naval, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1946, págs. 305 y 308; Colección de documentos y manuscritos compilados por Fernández de Navarrete, ts. 14 y 15, Nendeln, Lietchtenstein, Kraus-Thomson Oganization Limited, 1971, págs. 921-932 y págs. 199-205, respect.; D. Ramos, Audacia, negocios y política en los viajes españoles de “Descubrimiento y Rescate”, Valladolid, Casa Museo de Colón, Seminario Americanista de la Universidad de Valladolid, 1981, págs. 386-396; E. Beerman, La expedición de Diego García al Río de la Plata, t. IV, Las Palmas, Coloquio Internacional de Historia Marítima, Mancomunidad Provincial Interinsular de Cabildos de las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1982, págs. 162-173; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana, t. XXV, Madrid, Espasa Calpe, 1989, pág. 758; A. Landín Carrasco, España en el mar. Padrón de descubridores, Madrid, Editorial Naval, 1992.

 

Marcelino González Fernández