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Francisco de Paula Alcalá de la Torre

Biografía

Alcalá de la Torre, Francisco de Paula. Puebla de Almenara (Cuenca), 31.XII.1792 – Madrid, 24.XII.1854. Teniente general y capitán general de Filipinas.

Se encontraba en Valencia cuando el 23 de mayo de 1808 se declaró la guerra a Napoleón, cuatro días después fue nombrado cadete del Regimiento de Infantería de Cazadores Voluntarios de Valencia, con el que trató de detener el 21 de junio a las tropas del mariscal Moncey en el puente del Pajazo, sobre el río Cabriel, y en la posterior batalla de San Onofre. a continuación participó en la defensa de la plaza de Valencia y en la posterior persecución de Moncey, entrando el 13 de agosto en Madrid. Días después fue promovido a subteniente y luchó en la acción de Caparroso y en la batalla de Tudela, encontrándose a partir del mes de diciembre en la defensa de Zaragoza hasta su rendición en el mes de febrero de 1809, donde fue hecho prisionero y conducido a Francia, de donde consiguió fugarse. Por su actuación durante dicha defensa recibiría años después la Cruz de San Fernando de 1.ª clase.

Al regresar a España, se presentó en el Cuartel General del general Blake, en Morella, volviendo a campaña para enfrentarse a los franceses en el mes de mayo en la acción de Alcañiz y en junio en las batallas de María y Belchite.

En febrero de 1810 obtuvo el empleo de teniente y al mes siguiente se retiró a Valencia, que defendió ante el ataque de Suchet, seguidamente luchó en Morella, Alcalá de Chivert y Ulldecona, cayendo prisionero el 26 de septiembre en Vinaroz y consiguiendo fugarse al día siguiente.

Al poner Suchet sitio a Tarragona, en el mes de mayo de 1811, participó en su defensa hasta que en junio, días antes de su rendición, abandonó por mar la plaza para unirse a su División, con la que luchó en las acciones de Fregenal de la Sierra y Liria, e intentó detener en Puzol el avance de Suchet hacia Valencia.

Ascendido a segundo capitán en el mes de noviembre, se le encomendó el mando de un destacamento volante encargado de observar los movimientos del enemigo que sitiaba Valencia, pero al caer la ciudad fue hecho prisionero por tercera vez. De nuevo logró fugarse y se le destinó al Regimiento de Badajoz, en cuyas filas luchó en Levante en las acciones de Jalance y Jarafuel, en la batalla de Castalla y en la acción de Valverde de Júcar, tras ella fue trasladado al Regimiento de Cuenca.

En los meses de enero y febrero de 1813 combatió al invasor en Casar de Talamanca, Sigüenza, Auñón y Buitrago, en abril fue agregado al Batallón de Cazadores de Mallorca, con el que a las órdenes de Wittingham se halló en la segunda batalla de Castalla.

Destinado en el mes de junio al Regimiento de Barcelona, a partir de septiembre participó en el bloqueo de la plaza de Tortosa.

Al término de la guerra realizó servicios de guarnición y condujo desde Pamplona a Cádiz contingentes de tropas destinadas a Ultramar, por lo que el 1 de enero de 1820 se encontraba en Arcos de la Frontera cuando se produjo el pronunciamiento liberal, al cual se opuso, consiguiendo trasladarse a Córdoba, desde donde partió hacia Madrid para informar al Gobierno.

Formando parte del Regimiento del Infante don Carlos, se encontró en los enfrentamientos producidos el 7 de julio de 1822 entre la Guardia Real y fuerzas liberales. Tras ser trasladado al Regimiento del Infante don Antonio, participó en la persecución de partidas absolutistas en el reino de Aragón y asistió en 1823 al levantamiento del sitio de Valencia y al cerco puesto al castillo de Murviedro, que hubo que levantar ante la proximidad de las tropas francesas del duque de Angulema, viéndose obligado a retirarse a Granada y concediéndosele en enero de 1824 la licencia indefinida para la ciudad de Palencia.

En el mes de abril siguiente fue colocado en el Primer Regimiento de Granaderos de la Guardia Real de Infantería, con el que formó parte del Ejército de Observación del Tajo sobre la frontera de Portugal y a partir de 1827 del Ejército de Cataluña.

Ascendido a comandante en noviembre de 1832, al mes siguiente fue nombrado gobernador militar y político de Teruel, desde cuyo puesto trabajó para evitar el levantamiento carlista, lo que consiguió de forma pacífica, así como el desarme de los voluntarios realistas, corriendo el riesgo de ser asesinado en el mes de mayo al serle disparados dos tiros de fusil cuando realizaba la ronda. Su destacado comportamiento fue recompensado en marzo de 1833 con el empleo de coronel.

Muerto Fernando VII e iniciado en el mes de octubre el movimiento carlista en la provincia de Castellón, el general Linares derrotó en Calanda en el mes de diciembre al barón de Hervés y le obligó a refugiarse en los montes de Aliaga y Villarroya, actuando contra él el coronel Alcalá al mando de las escasas fuerzas que había podido reunir, logró dispersarle y acorralarle hasta que fue apresado en Manzanera y fusilado, lo que le valió el ascenso a brigadier. Los dos empleos alcanzados en el espacio de un año impulsaron su carrera militar, que hasta ese momento había sido poco prometedora.

Durante 1835 se dedicó a fortificar la plaza de Teruel, organizó unidades y actuó contra las escasas partidas carlistas levantadas en la provincia, recibiendo por su actividad el nombramiento de comandante militar del Bajo Aragón. En septiembre presentó su dimisión del cargo de gobernador de Teruel y quedó en la situación de cuartel en Madrid. Hasta junio de 1836 no volvió al servicio, siendo entonces nombrado jefe de la 1.ª Brigada Mixta de la 1.ª División del Ejército del Norte, a cuyo frente entró en operaciones en Zubiri y Peñacerrada, y ganó la Cruz de San Fernando de 3.ª clase el 25 de agosto en la acción del Buen Suceso en Álava. En septiembre se le dio el mando del Cuerpo de Ejército de Operaciones de la Izquierda del Norte y el mando militar de las provincias de Santander, Burgos y Soria, que mantendría hasta el mes de agosto de 1837.

Durante su mandato fortificó las plazas de Villalba de Losa y Villanueva de Mena, acudió en socorro de Bilbao y maniobró contra las fuerzas de Sans y Elío a su regreso desde Asturias a las Provincias Vascongadas, logrando detenerlas, batirlas y causarles numerosas bajas en Trueba y San Pedro del Romeral, recibiendo por esta acción una segunda Cruz de San Fernando de 3.ª clase. Antes de finalizar el año participó en la batalla de Luchana, previa a la liberación de Bilbao.

En 1837 colaboró con la División Auxiliar Portuguesa en las Merindades, batió a Cástor en Ramales y persiguió a la expedición del general Zaratiegui, a la que se enfrentaría en Las Rozas, Villacastín y Abades.

A finales de este año fue nombrado comandante general de las dos Riojas, donde continuó combatiendo sin descanso durante 1838. En premio a la actividad que desarrolló, en enero de 1839 fue ascendido a mariscal de campo y puesto al frente de la 3.ª División, con la que concurrió a las acciones de Los Arcos, Sesma, Ramales y Guardamino, Orduña, Villarreal de Álava y otras, hasta la terminación de la guerra en las Provincias del Norte, trasladándose más tarde a Aragón.

Durante 1840 mandó la 5.ª División y ejerció el mando de la provincia de Guipúzcoa, siendo en junio del año siguiente nombrado capitán general de las Provincias Vascongadas, oponiéndose en el mes de octubre al pronunciamiento contra Espartero, por lo que recibió el ascenso a teniente general.

Después de mandar durante unos meses un cuerpo del Ejército de Operaciones del Norte, en julio de 1842 cesó en este mando y en el cargo de capitán general de Vascongadas para ponerse al frente de la Inspección General de Infantería, en la que se mantuvo hasta que en el mes de septiembre recibió el nombramiento de capitán general de Filipinas, embarcando al mes siguiente en la fragata Esperanza, a bordo de la cual sufrió graves percances, ya que se terminaron los víveres, sufriendo la tripulación, y él mismo, una epidemia de disentería y gastritis que causó numerosos muertos, por lo que se tuvo que hacer escala en las islas de Java y Mindanao, prolongándose el viaje durante cerca de siete meses. En junio de 1843 llegó a Manila, permaneciendo en Filipinas hasta ser relevado en julio del año siguiente, tras lo que regresó a la Península y pasó a la situación de cuartel en Madrid, donde en 1851 fue nombrado senador con carácter vitalicio.

Era Caballero Gran Cruz de las Órdenes de San Hermenegildo (1840) y Carlos III, y Comendador de la Legión de Honor (1840).

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar, secc. 1.ª, leg. A-1049.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

José Luis Isabel Sánchez

 

 

 

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