Egual y Miguel, Anna María. Marquesa de Castellfort (I). Castellón de la Plana (Castellón), 6.I.1655 – Valencia, 23.IV.1735. Poeta, dramaturga y novelista dieciochesca.
Castellonense de nacimiento, fue hija de José Egual Borrás y de Basilia Miguel, familia de ascendencia noble y con abundantes posesiones agrícolas de huertas, cereales, olivos y viñedos. Fueron sus hermanos Jerónimo María (1661), Antonia (1663) y Tomasa (1666). Pasó su juventud en su villa natal, donde ya mostró interés por las letras, aunque se desconocen sus estudios. Casó en Castellón el 31 de julio de 1676 con Crisóstomo Peris de Perey y Algarra, valenciano de ascendencia francesa, barón de Xinguer, a quien años más tarde Carlos II concedió el 18 de junio de 1700 la merced de marqués de Castellfort. El matrimonio se trasladó a Valencia, donde el marido ejercía el puesto de gentilhombre de Carlos II, ciudad en la que nacieron sus hijos Nicolás y José. Vivían en el barrio de Santa Catalina, lugar adecuado para que la marquesa pudiera desarrollar sus aficiones literarias en las academias y tertulias de escritores nacidas fuera del ámbito anquilosado de la universidad y animadas por los primeros novatores, las bibliotecas, en especial la del marqués de Villatorcas. Debió participar en algunas de las Justas Poéticas tan frecuentes en la Valencia de finales de siglo y comienzos del xviii, frecuentadas por las mujeres. La poesía femenina tenía ya una larga tradición en Valencia, sobre todo en el claustro, pero también había alguna poeta laica como Gertrudis Anglesola. Según Vicente Ximeno, María Egual desarrolló su inquietud literaria con éxito y reunía en su casa una tertulia “en la que era oída con aplauso de las personas más distinguidas y de buen gusto de esta ciudad; floreció en la poesía española”. Y añade más adelante: “Compuso tanto en todo género de metros que había en su casa una arca casi llena de papeles y se hubieran podido encuadernar muchos tomos si, a impulsos de su modestia y conciencia escrupulosa no hubiera mandado quemar mucha copia de ellos.” Fue, por lo tanto, autora de un número elevado de versos, varias piezas dramáticas y alguna obra narrativa, aunque muchas de sus composiciones se han perdido porque parece que mandó quemarlas a su muerte. La creación le sirvió de terapia para soportar una larga enfermedad que la mantuvo tristemente recluida. Sólo se conserva un volumen de Poesías, que quedó inédito y se conserva en la Biblioteca Nacional de España, publicado por Mas y Usó y Vellón Lahoz que hacen también una interpretación de sus escritos (1997). Tanto los Egual en Castellón como los Peris en Valencia fueron partidarios de la causa de Borbón durante la Guerra de Sucesión, por lo que cuando empezó a gobernar Felipe V, recibieron muchos beneficios. Anna María Egual falleció en Valencia en la primavera de 1735.
En el tomo de Poesías se encuentran dos tipos de composiciones líricas: unas frívolas y otras serias. Las primeras versan sobre asuntos amorosos y de circunstancias, poemas burlescos como “Un retrato burlesco”, con ingredientes propios de la lírica popular, y entre ellas podrían destacarse “Jácara al nacimiento con variedad de tonos” o “A una señora que estaba en un jardín junto a una fuente”. Las segundas son de índole moral y religiosa, con un tono más triste y trascendente, como se observa en “De lo que es el hombre y su vida”, “Letra para dúo a lo divino” y “Al sacrílego robo del Santísimo Sacramento en el convento de santo Domingo”, soneto que recuerda un episodio acaecido en octubre de 1701 en el que intervino la Inquisición. Muestra “una visión pesimista, melancólica, por la que el poeta confiesa sus dudas y remordimientos, asumiendo la vivencia angustiosa de la temporalidad, tan frecuente en todo el arte barroco”, afirman Mas i Usó y Vellón Lahoz. En ocasiones, se convierte en confesión personal, en la búsqueda del arrepentimiento por los pecados cometidos como en el romance “A los últimos alientos de la vida”. En general, sus versos, en exceso barroquistas por su acumulación de imágenes y recursos literarios, resultan escasos de calidad, poco pulidos y con un valor lírico discutible.
Como dramaturga, es autora de diversas piezas teatrales que debieron redactarse para ser representadas en palacio, y cuyo paradero es desconocido. De ellas, da noticia el citado Vicente Ximeno, y tenían por título Los prodigios de Tesalia y Triunfos de amor en el aire, descritas como “comedias de bastidores con música” y que acaso fueran piezas con un aire de zarzuela, y una Loa que hizo para iniciar la función teatral en la que se representaba la zarzuela del ingenio barroco Agustín de Salazar, También se ama en el abismo, escrita en 1670 para festejar el cumpleaños de Carlos II, y que siguió representándose en las primeras décadas del siglo siguiente. El volumen de Poesías recoge cuatro piezas de teatro breve. En el Coloquio entre Nise y Laura, dos mujeres mantienen un diálogo acerca de las modas y usos de la sociedad del momento, e incluye una “Relación de mujer”, en la que una de las protagonistas habla circunstancialmente de sus problemas amorosos. Por otra parte, el brevísimo Coloquio de don Juan y Lizardo, de manera semejante al anterior, presenta una “Relación de hombre”. El llamado Baile de los trajes fue posiblemente utilizado como final de algún festejo teatral: Venus interroga a Amor sobre la causa de su propia tristeza para así hallar un remedio a su mal y todo finaliza con una canción y un baile. La cuarta de estas composiciones es una Loa, escrita para celebrar la onomástica de la reina María Luisa de Saboya, de la que recuerda otros episodios cercanos, como el viaje que hizo en 1701 a Figueras para casarse con Felipe V; está compuesta en romance y protagonizada por personajes como el Ingenio, la Discreción, el Entendimiento, la Volupia, la Ignorancia y cuatro zagalas. En ella recurre al típico juego metaliterario consistente en convertir la propia creación dramática en uno de los motivos que compone la fábula. En todo caso, el valor literario de todas estas piezas es, al igual que en sus poesías, reducido, con un lenguaje a veces poco pulido y abundantes reiteraciones.
Incluida en el volumen de Poesías, la marquesa de Castellfort cultiva la prosa narrativa con la novelita de corte bizantino El esclavo de su dama, novela. El relato narra la historia amorosa entre Lisardo, “caballero principal”, y la bella Laura, “bien nacida y de grandes conveniencias”. Se desarrolla en el marco de la ciudad de Milán y, a pesar de su brevedad, presenta gran densidad argumental. Lleno de casualidades, pone al protagonista en situaciones límite que va superando para crear el interés. Aunque el tiempo en el que se ubica es el pasado, la geografía es reconocible, desde el lejano Milán hasta las tierras próximas de Barcelona y los espacios conocidos por la autora valenciana, que no se describen. La narradora muestra una cierta impericia a la hora de desarrollar la fábula, yendo de unos personajes a otros de manera un tanto brusca.
Obras de ~: [“Poesías”], en M. S errano y Sanz (ed.), Antología de poetisas líricas, Madrid, Real Academia Española, 1915, 2 vols.; Poesías, s. l., s. f. (ms.) (en Biblioteca Nacional de España, sign. Ms. 22034; ed. en P. Mas i Usó y J. Vellón Lahoz, Literatura barroca en Castellón: María Egual (1655- 1735). Obra completa, Castellón de La Plana, Sociedad Castellonense de Cultura, 1997).
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Emilio Palacios Fernández y Elena Palacios Gutiérrez