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José Buchs Echeandía

Biografía

Buchs Echeandía, José. Santander (Cantabria), 16.I.1893 – Madrid, 30.I.1973. Director de cine.

Nació en el seno de una familia dedicada a la música. De hecho, era nieto de Pedro Buchs, un conocido cantante de ópera originario de Lorena. Por ello, comenzó a estudiar en la Academia de Música y Declamación, dándose a posteriori a conocer como actor de teatro.

En 1911 colaboró en la película El fantasma del castillo con el director y guionista Julio Roesset, pionero del cine español que había emprendido la realización de películas en las que se adaptaban obras teatrales contemporáneas de prestigio, para lo cual se valió de un elenco de intérpretes, procedentes de los principales escenarios de la capital. A esta película siguieron otras con diversos directores, aunque sobre todo con Roesset, hasta que en 1918 participó en la versión cinematográfica de Los intereses creados, de Jacinto Benavente, actuando como actor y asimismo como ayudante de dirección y jefe de producción, ya que Cantabria Cines, productora que se creó para la ocasión, bajo los auspicios del empresario Manuel Herrera Oria, teóricamente contó con la dirección del propio Benavente, que además cobró diez mil pesetas de la época por ceder los derechos de autor. La película se estrenó el 7 de enero de 1919 en el Cine Odeón de Madrid, teniendo una buena acogida por el público y la crítica, pero resultó un film fallido a pesar de la seriedad y esmero que pusieron sus creadores.

Buchs codirigió con Roesset ese año de 1919 tres películas: La mesonera del Tormes, ¡A la orden, mi coronel! y El regalo del rey, basada en una historia del dramaturgo Carlos Arniches, que fueron producidas por la productora de los hermanos Perojo, Patria Films, con fotografía de Fructuoso Gelabert. Fueron acogidas con simpatía por crítica y público y sentaron las bases de la industria cinematográfica española.

El 21 de mayo de 1919 se había constituido la Atlántida Cinematográfica, productora que absorbió a Patria Films y Cantabria, con gran capital de la alta burguesía y aristocracia madrileña y del propio rey Alfonso XIII, que haría perder la hegemonía cinematográfica de Cataluña para la siguiente década. Atlántida contrató a José Buchs como director artístico para concluir las películas a medio terminar de Patria Films y comenzar a continuación nuevas cintas. De esta forma, Buchs inició su carrera en solitario, convirtiéndose rápidamente en uno de los directores más prolíficos y apreciados del cine mudo español. Así, estrenó en 1920 tres películas realizadas ya con plena autonomía: Expropiación y La venganza del marino, —apareciendo en estas dos primeras también como actor junto a María Comendador—, y ¡Cuidado con los ladrones!, que fueron rodadas en las inmediaciones de Santander, con algunas escenas en alta mar que supusieron un inmenso esfuerzo. A continuación, rodó en Madrid —ciudad que ya prácticamente no abandonó—, la película La inaccesible, en la que hizo debutar como actor a Florián Rey. Ambos, junto a Benito Perojo, formaron el trío de directores más famosos del cine mudo español en la década de 1920.

En 1921 llevó una adaptación de la novela Roger Larocque del escritor francés Jules Mary a la gran pantalla titulada Víctima del odio, en la que actuó el dramaturgo Miguel Mihura y que resultó un fracaso de público. Aunque con un modesto éxito, tampoco la siguiente película, La señorita inútil, ni por su temática ni por su ambiente, tenía un carácter español, ya que en esa época se copiaba descaradamente la narrativa francesa. Por fin, cosechó un clamoroso éxito en su vuelta a la temática española con la película La verbena de la Paloma. El compositor y violinista Tomás Bretón y Hernández había compuesto la adaptación para su estreno cinematográfico y tal día, el 13 de diciembre de 1921, la música en el Circo Price de Madrid fue dirigida por el mismísimo maestro. No se escatimó en gastos; de hecho la película costó cuarenta y dos mil pesetas, un gran derroche para la menguada economía de la productora Atlántida, pero fue tan grande su éxito que la empresa se dispuso a filmar todas aquellas zarzuelas que estaban en boga. De otra parte, Buchs sentía gran afición por la música popular y se dispuso a llevar a la pantalla piezas acompañadas por sus partituras originales convenientemente adaptadas e incluso, como en la anterior película, por los propios compositores. Así, en 1922, tras Alma rifeña, un folletín rodado en Marruecos con el fin de levantar la moral después del Desastre de Annual, estrenó La reina mora y Carceleras, ambas con notable éxito taquillero, que llevaron a Buchs a la cima de la popularidad y categoría del cine español. Al año siguiente, rodó el sainete El pobre Valbuena y la zarzuela Doloretes, basada en una obra de Carlos Arniches, con una ambientación valenciana perfecta, y Curro Vargas, un tema de época de difícil ejecución y con altas pretensiones inspirado en la novela El niño de la bola de Pedro Luis Alarcón, que constituyó un notable acierto en su filmografía. De otra parte, se adentró en el mundo de los toreros con un argumento entretenido que llevó por título Rosario la cortijera, largometraje interpretado por Estrellita Castro —su debut cinematográfico con el que se inicia lo que hoy se conoce como canción andaluza— y Pérez Tabernero en un ritmo hábil que la distingue del tópico habitual, pero que constituyó un cierto fracaso de público. Sin embargo, repitió en 1924 con otra película de temática taurina, La medalla del torero, a la que siguen dos dramas, A fuerza de arrastrarse y Mancha que limpia.

Pero ese año se caracteriza sobre todo porque inicia con la película Diego Corrientes el filón del bandolerismo tan usado posteriormente por el cine español, con un improvisado guión, pero con un rodaje perfecto, técnica y artísticamente, en Ronda y su serranía.

Fueron películas que, pese a todo, tuvieron una discreta acogida. Trató ambos tópicos en 1925 en la película La hija del corregidor, un folletín tauromáquico con pasajes de la vida de El Tempranillo. Finalizó el año con La Virgen de cristal, una película de encargo basada en la novela de Benito Pérez Galdós.

A pesar de los beneficios generados por varias de sus producciones, la Atlántida mantenía unos déficits cada vez mayores y se resentía de su falta de capitalización, razón por la cual José Buchs abandonó la empresa al tiempo que los accionistas perdieron el dominio financiero y su privilegiada relación con Alfonso XIII, siendo adquirida la mayoría de las acciones en 1926 por los banqueros catalanes Bauer. Buchs decide entonces montar su propia productora con su cuñado José Forns Quadras, músico especializado en la compilación de melodías populares españolas, catedrático de Estética e Historia de la Música del Conservatorio de Madrid, aunque también doctor en Derecho por la Universidad Central de Madrid y crítico del Heraldo de Madrid así como de otras publicaciones, y jefe de cinematografía de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y a quien precisamente se debe el reconocimiento del derecho de autor de los compositores y escritores españoles en el cine. Con esta productora, Buchs comienza una etapa en la que se va decantando por la adaptación de novelas épicas del siglo XIX. Aprovechó en este contexto el apoyo que se prestó al cine durante el período del Directorio Civil de la Dictadura de Primo de Rivera.

El Gobierno español se decidió a proteger y fomentar el cine español —también frente a la avalancha de películas extranjeras que copaban el mercado español que incluso dio lugar a una Real Orden del Ministerio de Economía Nacional, fechada el 26 de febrero de 1929—, viendo en José Buchs la figura que podía impulsar el ideal de la política nacional. En este contexto, la recuperación de la historia del siglo XIX constituyó uno de los más claros intentos de poner el cine al servicio de un proyecto ideológico nacional, retomando figuras y acontecimientos para proponerlos como modelos, para lo cual Buchs se valió de estereotipos costumbristas que hicieron que el proyecto de propaganda ideológica quedara en algunos aspectos como una parodia del mismo. Durante este período se produjeron numerosas películas con títulos marcadamente españoles, casi todas realizadas por José Buchs, para lo cual se apoyó en tipos, ambientes y situaciones populares, manejando con habilidad los recursos dramáticos y sentimentales para captar al espectador sencillo de la época, recreando temas goyescos, de bandoleros, toreros, aristócratas y personajes históricos del siglo XIX. Son famosas sus versiones de Una extraña aventura de Luis Candelas (1926) —considerada por la crítica y por el mismo Buchs como su mejor película—, El conde de Maravillas (1927), El Dos de Mayo (1927), Pepe-Hillo (1928) o El Empecinado (1930). De este modo, Buchs será pionero de los géneros habituales en el posterior cine español.

De hecho, en su obra están contenidos todos los temas, con propensión a la zarzuela, las adaptaciones literarias, los films históricos, el folklorismo, los bandidos generosos, al bandolerismo, los toros, la religión, el sainete, el melodrama y la comedia. Por ello, se le puede considerar como el más genuino representante de lo malo y bueno que estos géneros han aportado al cine español.

Con la proclamación de la Segunda República, a pesar del desinterés del Gobierno, que abandonó la industria del cine a la iniciativa privada y la gravó con cargas fiscales, tuvo lugar el nacimiento de una auténtica industria cinematográfica española, especialmente durante el bienio derechista, con la aparición del cine sonoro. El propio José Buchs con su película Prim (1930) se había iniciado en esta etapa sonorizando un disco y, en 1932, en los estudios Orfea de Barcelona, con Pedro Terol y Raquel Rodrigo, realizó Carceleras, primera película de zarzuela sonora en el cine y primera totalmente hablada y cantada que se realizó en nuestro país, aunque hay varios directores que se disputan ese honor. Sin embargo, José Buchs no supo adaptarse adecuadamente a la nueva estética.

Intentó repetir en sonoro algunos de sus anteriores éxitos. Después, coincidió el inicio de la Guerra Civil con la conclusión de una de sus más interesantes películas, El rayo (1936), con música de José Forns. Tras la contienda espació en el tiempo sus películas, realizando tan sólo diez que, además, pasaron inadvertidas, hasta que en 1957 da por terminada su carrera cinematográfica, terminando su vida casi en el anonimato, si bien aún se atrevió a realizar algunos cortos industriales y documentales, entre los que se podría destacar Un whisky español (1964). Falleció en Madrid, diez días más tarde de que muriera su hijo Julio Buchs García (Madrid, 10 de marzo de 1926 – 20 de enero de 1973), que se había iniciado en el cine como ayudante de dirección de su padre y luego continuó en solitario la vocación paterna, aunque dedicándose sobre todo al género del spaguetti-western.

 

Obras de ~: Filmografía: Dir. en: con J. Roesset, El fantasma del castillo, 1919; con J. Benavente, Los intereses creados, 1919; con J. Roesset, La mesonera del Tormes, 1919; con J. Roesset, ¡A la orden, mi coronel!; con J. Roesset, El regalo de Reyes, 1919; Expropiación, 1920; La venganza del marino, 1920; ¡Cuidado con los ladrones!, 1920; La señorita inútil, 1921; Víctima del odio, 1921; La verbena de la Paloma, 1921; Alma rifeña, 1922; La reina mora, 1922; Carceleras, 1922; Doloretes, 1923; Rosario la cortijera, 1923; El pobre Valbuena, 1923; Curro Vargas, 1923; Diego Corrientes, 1924; A fuerza de arrastrarse, 1924; Mancha que limpia, 1924; La medalla del torero, 1924; La hija del corregidor, 1925; La Virgen de cristal, 1925; El abuelo, 1925; Pilar Guerra, 1926; Una extraña aventura de Luis Candelas, 1926; El conde de Maravillas, 1927; El Dos de Mayo, 1927; Los misterios de la imperial Toledo, 1928; Pepe-Hillo, 1928; El rey que rabió, 1929; El Empecinado, 1930; Prim, 1930; Isabel de Solís, reina de Granada, 1931; Carceleras, 1932; Una morena y una rubia, 1933; Dos mujeres y un Don Juan, 1933; Diez días millonaria, 1934; Madre Alegría, 1935; El niño de las monjas, 1935; El rayo, 1936; El rey que rabió, 1939; El poder de Barba Azul, 1940; Para ti es el mundo, 1941; Flora y Mariana, 1941; Un caballero famoso, 1942; El ilustre Perea, 1943; Las aventuras de Juan de Mairena, 1947; Sol e Touros, 1949; Brindis al cielo, 1953; Cara de goma, 1957; Un whisky español (cortometraje), 1964.

 

Bibl.: C. Fernández Cuenca, Historia del cine, Madrid, Afrodisio Aguado, 1948; F. Méndez-Leite, Historia del cine español, t. I, Madrid, Rialp, 1965; F. Vizcaíno Casas, Diccionario del cine español (1896-1968), Madrid, Editora Nacional, 1970; J. M.ª Caparrós Lera, Arte y política en el cine de la República (1931-1939), Barcelona, Universitat de Barcelona, 1981, págs. 80-83; J. R. Saiz Viadero, El cine de los realizadores cántabros, Santander, Primer Festival de Cine y TV de Santander, 1990, págs. 12, 13, 33-35 y 49-50; J. Martínez Álvarez, “La participación de las elites madrileñas en la industria cinematográfica”, en Espacio, Tiempo y Forma (Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid), n.º 3 (1990), págs. 5-7; V. Romero, Joyas del cine mudo, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1996; L. E. Ruiz, Obras maestras del cine mudo: época dorada, 1918-1930, Bilbao, Mensajero, 1997; J. C. Arce Bueno, “Aproximación a las relaciones entre el teatro lírico y el cine mudo”, en Cuadernos de Música Iberoamericana (Universidad Complutense de Madrid), vols. 2-3 (1997), págs. 273-280; L. Berriatúa, “Buchs, José (José Buchs Echeandía)”, en J. L. Borau (dir.), Diccionario del cine español, Madrid, Alianza Editorial-Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, 1998, págs. 159 y 160; L. E. Ruiz y M.ª T. Arteta, El cine mudo español en sus películas, Bilbao, Mensajero, 2004; J. A. Bello Cuevas, Una propuesta de estudio y catalogación del cine mudo español desde 1896 a 1920, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 2006; N. Berthier y J.-C. Seguin (dirs.), Cine, nación y nacionalidades en España, Madrid, Casa de Velázquez, 2007, págs. 6-7; M.ª Á. Rodríguez Sánchez, “El ‘abuelo’ galdosiano en el cine mudo español”, en B. Mariscal y M.ª T. Miaja de la Peña (coords.), Actas del XV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas “Las dos orillas”, Monterrey, México del 19 al 24 de julio de 2004, vol. III, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, págs. 697-714.

 

César Rosino Mata e Iván F. Moreno de Cózar y Landahl, co nde de los Andes

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