Sánchez de Castro, Fernando. ?, 1241 – ¿Río Cinca (Huesca)?, VI.1275. Infante de Aragón.
Hijo natural de Jaime I de Aragón y de Blanca de Antillón, hija de Sancho de Antillón, cuyas relaciones pueden datarse hacia 1241, fecha en que el Rey le cedió los derechos del castillo de Castro, en la sierra de Espadán. Su hijastro llevaría el título de barón de Castro. En abril de 1261 su padre lo envió como embajador a Sicilia ante Manfredo, acompañado por el caballero catalán Guillem de Torroella, desembarcando en Nápoles. El objetivo era evitar una alianza del siciliano con Castilla, rival de Aragón. El 13 de junio de 1262 firmó como testigo de la boda del infante Pedro y Constanza, celebrada en Montpellier. Tuvo el primer choque con su padre en las Cortes aragonesas de Zaragoza en 1264, a raíz del intento de Jaime I de implantar en Aragón el impuesto catalán del bovatge sobre el ganado. Los reunidos en Cortes decidieron abandonar al Rey, reunirse en Alagón y juramentarse contra las medidas que Jaime I pudiera tomar contra ellos. A partir de entonces, la situación fue de verdadera guerra civil. El Rey se vio presionado por los partidarios de su hijo primogénito, Pedro, y por los rebeldes que encabezaba Fernando Sánchez de Castro, que agrupaba al sector nobiliario que algunos historiadores han calificado de nacionalista. Los dos bandos perseguían incrementar sus prerrogativas, bien aupando la rama bastarda y así deshaciendo la unión con Cataluña, disminuyendo la autoridad de la Monarquía e imponiendo su autoridad; bien apoyando al heredero para evitar la desmembración de la Corona, alterando en su favor el autoritarismo regio.
Fernando Sánchez de Castro, que gozó de gran popularidad entre la nobleza, participó en la frustrada cruzada a Tierra Santa y acaudilló la revuelta de los nobles aragoneses contra Jaime I. Quizá su aventura comenzara en Sicilia, al regreso de la cruzada, aliándose con Carlos de Anjou, rey de la isla, cuyo principal enemigo era el infante Pedro, casado con Constanza, la hija de Manfredo, por lo que mantenía sus derechos a la isla. El de Anjou pagaba al bastardo 8000 libras tornesas para mantener un pequeño ejército con el que debía servirle cerca de Trapani. Fernando Sánchez de Castro era yerno de Gimeno de Urrea, por lo que tenía el apoyo de los ricoshombres aragoneses más rebeldes. La violencia del infante Pedro contra Fernando Sánchez de Castro, al que intentó matar, obligó a intervenir a Jaime I en febrero de 1272, convocando Cortes en Lérida en marzo para tratar este asunto, que no pudo acabar con el enfrentamiento entre hermanos. El Rey quitó al infante Pedro el cargo de procurador general de Aragón y Cataluña, aumentando las diferencias entre padre e hijo. El infante acusaba a Fernando Sánchez de Castro de querer levantar la tierra para destronar al Rey. Lo cierto es que el bastardo se erigió en cabeza de la nobleza descontenta y la llevó a la lucha contra su padre.
El 21 de diciembre de 1273, en Játiva, Jaime I y el infante Pedro se reconciliaron, comprometiéndose éste a no hacer daño a Fernando Sánchez de Castro. Para Ferrán Soldevila, la pugna había estallado por la diferente manera de enfocar las relaciones con la indisciplinada nobleza y, en realidad, supuso el sometimiento de Jaime I al infante Pedro, prevaleciendo la dureza de éste frente a la tendencia al perdón del Rey. En cambio, José-Luis Villacañas considera que ambos cedieron en su orgullo personal en un mismo interés por la defensa de la realeza. La paz duró poco tiempo y la indisciplina feudal de los barones catalanes a la hora de no atender las peticiones de ayuda de Jaime I alentó las pretensiones de Fernando Sánchez de Castro de ponerse al frente de la nobleza catalana-aragonesa y de poner fuera de combate a su odiado hermano.
En septiembre de 1274 Jaime I declaraba a su hijo natural traidor y le declaraba las hostilidades. El amor de Jaime I hacia Fernando Sánchez de Castro se había transformado en profundo odio. Los nobles rebeldes no cedieron y se fueron desnaturalizando, alegando agravios y contrafueros. El Rey dio treguas a todos y los convocó en Lérida (marzo de 1275), sin que se llegara a un acuerdo. Jaime I hizo la guerra al conde de Ampurias y el infante Pedro atacaba Antillón en el mes de mayo, y el 1 de junio sitió a su hermano en el castillo de Pomar. Cuando se disponía a huir disfrazado de escudero fue descubierto y apresado y, según las crónicas, don Pedro ordenó que fuera ahogado en el río Cinca, cuando intentaba huir atravesándolo. Era principios de junio de 1275. Morir ahogado era una de las formas más infames de ser ajusticiado y la noticia de la muerte de su hijo rebelde fue recibida con sumo agrado por Jaime I, como él mismo cuenta en su Crònica: “[...] e plac molt quan ho haguem oït, per ço com era molt dura cosa, que ell era nostre fill, e s’era llevat contra nós, al qual tan de bé havíem feit e tan honrat heretament havíem dat” (“[...] y nos agradó mucho cuando lo oímos, porque era cosa muy dura, que era nuestro hijo, y se había alzado contra nos, a pesar de que le habíamos hecho bien y le habíamos dado tan honrada heredad”).
Bibl.: F. Fondevilla, “La nobleza catalana-aragonesa capitaneada por Fernando Sánchez de Castro en 1274”, en VV. AA., I Congreso de Historia de la Corona de Aragón dedicado al Rey D. Jaime y a su época, Barcelona, 1909-1913, págs. 1061- 1169; J. Miret i Sans, Itinerari de Jaume I el Conqueridor, Barcelona, [L’Avenç], 1918; F. Soldevila, Vida de Jaume I el Conqueridor, Barcelona, Aedos, 1958; J. L. Villacañas, Jaume I el Conquistador, Madrid, Espasa, 2003.
José Hinojosa Montalvo