Descatllar Desbach, Lluís. Cataluña, c. 1590 – ?, 1647 post. Señor de Besora. Señor-bandolero, lugarteniente, regente de la Tesorería Real y baile.
Hijo de Lluís-Pere Descatllar de Cardona, señor de los castillos de Catllar y de Formigueres, varvesor de Besora, señor de la casa de Montesquieu y baile de Llívia, y de su segunda esposa, Maria Desbach de Vilarig, heredera de los castillos de Orriols y Rocabruna. El matrimonio tuvo, además Lluís, que se trata, cuatro hijos más: Jacint, canónigo en Barcelona, Francesc, Maria (casada con el doncel Miquel de Clariana) y Cecília (casada con Guerau de Guardiola).
La familia había adquirido la jurisdicción sobre Besora por compra a la Corona, a carta de gracia, por precio de 6.000 libras, pero su dominio jurisdiccional se hallaba limitado por el hecho de que los vasallos habían redimido más de la mitad de dicha cantidad.
Lluís Descatallar Desbach destacó en su juventud por las parcialidades bandoleras en las que se vio envuelto.
A mediados de agosto de 1610, unos amotinados contra el monasterio de Ripoll capturaron al baile y luego asediaron su casa. A principios de 1613 intervino en la lucha por la sucesión de la baronía de Sant Mori, tomando partido a favor de Rafael de Biure y contra los nyerros (seguidores de los Banyuls, señores de Nyer) de la comarca; reclutó trescientos hombres con los que tomó posesión armada de la baronía y participó en los posteriores incidentes que fueron alternándose.
A finales de junio de 1622 acudió a la llamada del virrey duque de Alcalá para rechazar un desembarco de moros en el Prat. Entre mayo de ese año y enero del siguiente, asistió a las principales Juntas de Brazos que en la capital catalana trataron el asunto político de la viceregía. El 27 de octubre de 1623 juró el cargo de teniente del gobernador general del principado, cargo en el que sustituía ocasionalmente a su titular, Aleix de Marimón, y desde el cual acometió la persecución de bandoleros, destacándose en el combate de Tona.
A principios de 1626, y a instancia del virrey duque de Cardona, se unió junto con el conde de Peralada a la súplica que el principado elevó a Felipe IV para que acudiera a jurar las Constituciones del país.
Entre 1627-1629 ejerció como regente de la Tesorería Real. Durante los incidentes en las Cortes de 1628, Descatllar siguió, espada en mano, al duque de Cardona en su enfrentamiento con el conde de Santa Coloma. En 1632 su nombre figuraba entre los candidatos a servir de agente para la Corona, cuando Felipe IV recomendó a su hermano, el cardenal infante, la creación de una red de espionaje en la frontera con Francia. A finales de 1635, la Corona impulsó las levas en Cataluña, para hacer frente a las necesidades militares en Italia; Descatllar fue el encargado del distrito de Vic, pero fracasó al no hallar voluntarios. En 1639 se integró en la compañía de caballeros feudatarios del virrey conde de Santa Coloma, en la campaña para la recuperación de la fortaleza de Salses.
Con un expediente de servicio a la Corona tan destacado y unos enfrentamientos continuos con el vasallaje comarcano (por la adquisición de diversos lugares en la veguería de Camprodón), Descatllar fue uno de los objetivos primordiales de los amotinados, que llegaron a perseguirle sistemáticamente durante las revueltas que dieron paso a la revolución de 1640. Ya hacia el mes de mayo, algunos exaltados intentaron quemar su mansión de Vic, y aunque el incendio no pasó de las puertas gracias a la intercesión de los padres trinitarios, al mes siguiente, sí consiguieron sus propósitos. La casa fue asaltada, quemaron los muebles en la plaza y destrozaron el inmueble, rompiendo el techo y estropeando ventanas, puertas y paredes; también derramaron todo el vino que Descatllar tenía almacenado, con la excusa de que estaba envenenado.
Sin embargo, tras los primeros estragos, Descatllar procuró congraciarse con las nuevas autoridades, ansiosas de valerse de su ascendiente (aceptó ser miembro de la nueva Junta de Hacienda, y también el cargo de maese de campo de la veguería de Camprodón), sin por ello destacarse ni dejar a un lado sus simpatías por la Corona hispánica. En mayo de 1642, un informe de la inteligencia hispánica lamentaba que no se hubiera implicado más por la causa, y no obstante reconocer sus servicios, recelaba de confiarle ninguna cantidad de dinero. A pesar de esto, Descatllar no tuvo inconveniente en acoger a un agente hispánico en su castillo, informarle de las posibilidades de un levantamiento antifrancés, e incluso conspirar con él para asegurarse las plazas de Rosas, Figueras y Gerona.
Por todas estas actividades, y otras,en favor de la causa felipista, acabó por ser decretado su destierro al Rosellón, en agosto de 1642. Sin embargo, a Descatllar todavía no se le habían olvidado sus antiguos tiempos de bandolero y cuando, en enero de 1644, las autoridades francesas quisieron detenerlo, sus hombres y deudos entablaron un fiero combate en el que resultó muerto el gobernador de Ripoll y malherido el veguer de Camprodón. El mismo Descatllar relataba las peripecias de su accidentada fuga, en un memorial al Consejo de Aragón (corroborado por el testimonio que Joan Guardia dejó escrito en su Diario), del que, sintetizado lo más esencial, se desprende que, enfermo de gota pero ayudado por sus más fieles vasallos, fue liberado de sus sucesivas capturas y puesto a salvo en Zaragoza. Una vez en la frontera aragonesa, le fue concedida una pensión mensual de 100 ducados y se le asignó al servicio de Felipe de Silva en la campaña sobre Lérida. El 15 de julio de 1644 fue desinsaculado como diputado militar de la veguería de Vic; su castillo de Montesquieu fue emparedado y sus bienes, confiscados (1648). Al otro lado de la frontera, las rentas de su torre de Formiguera se adjudicaron a Josep de Rocabruna (1672).
Ejemplo genuino de la nobleza montañesa catalana, Descatllar pleiteó a lo largo de su vida contra innumerables oponentes, la mayoría de los cuales fueron municipios de vasallos o baronías. En 1624 lo hacía contra las de Torelló, Manlleu y Secors, de las que tenía adquiridos por compra los derechos jurisdiccionales; en 1631 pleiteaba, junto con la Universidad de Formiguera, contra el conde de Guimerà y la baronía de Espolla, por desacuerdos fronterizos y de pastos.
En 1636 entabló pleito contra la de Llívia, para hacer valer sus derechos, como baile, de laudemio sobre las ventas efectuadas de unos molinos en tierras contiguas; en ese mismo año tenía proceso abierto en la Real Audiencia contra la de Saderra. Como miembro distinguido de la corporación nobiliaria que era, Lluís Descatllar tuvo destacada participación en los principales torneos que se celebraron en Barcelona, con motivo de las ilustres visitas de la reina de Hungría (1630) y de Felipe IV (1632). Cuando aconteció la primera, Descatllar fue uno de los dos embajadores a quien los diputados encomendaron salir de la ciudad a recibir a la Reina, recepción que llevaron a cabo, con todo lujo de cortesías, a la altura de Igualada.
Lluís Descatllar Desbach casó en 1614 con Maria de Rocabertí de Pax, hija del vizconde de Rocabertí, y en 1624 con Elvira de Sarriera, hija del señor de Osor y Sant Hilari Sacalm. Del primer enlace fue padre de Cecilia, desposada en 1641 con Diego de Sarriera, y del segundo, de Narcís, Joan, Ramon y Francesca.
Narcís, su sucesor, fue maestre racional de Su Majestad, y creado marqués de Besora en 1698. Abrazó el partido austriacista y fue nombrado baile general de Catalunya y gentilhombre del Archiduque en 1707, destacó en la defensa de Vic (1709) y murió a principios de 1711. Joan fue caballero de Alcántara, consejero real y lugarteniente de baile general. Francesca se casó en 1661 con el calatravo Juan de Heredia de Secanilla.
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Manuel Güell Junkert