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Bernardo de Bearne

Biografía

Bearne, Bernardo de. Conde de Medinaceli (I). ?, s. XIV – Badajoz, 1381-1383. Noble.

Hijo bastardo de Gastón Febo III, conde de Foix y vizconde de Bearne. Tomó parte en la guerra civil castellana entre Pedro I y Enrique de Trastámara, formando parte de las milicias de este último. Tras el final de la contienda, fue beneficiario de una de las tantas mercedes que concedió el rey Enrique a los que les habían ayudado en la lucha contra su hermanastro Pedro I. Así, en 1368, estando el rey en Toledo, emite un privilegio rodado por el que concede a Bernardo de Bearne, la villa de Medinaceli, que desde su conquista por Alfonso VIII había permanecido bajo jurisdicción real. Enrique II se la donó a manera de condado, e instituyó al mismo tiempo el mayorazgo sobre ella y las ciento siete aldeas que componían su alfoz, conocido como “el común de Medinaceli”. Dicho alfoz se dividía en tres circunscripciones llamadas cuadrillas: la del Extremo, la del Campo y la de la Sierra, que acogían un número indeterminado de aldeas.

Dos años más tarde casó con Isabel de la Cerda, última heredera de un linaje de origen regio, pues descendía del malogrado primogénito de Alfonso X, Fernando de la Cerda. En este matrimonio puso Bernardo, al decir de los documentos, mucho empeño, pues otorgó ante notario el 14 de septiembre y estando en Sevilla, lugar de residencia en esos momentos de Isabel, una carta de arras a su favor por la nada despreciable suma de ochocientos mil maravedíes y también hacía donación a su futura esposa de la villa de Medinaceli con todas sus aldeas y rentas. Tan sólo quince días después, es el propio rey Enrique II quien interviene directamente en el asunto, pues aprovechando su estancia sevillana envía a una Isabel algo remisa una carta por la que le aconseja que contraiga matrimonio con Bernardo de Bearne, pues “gradesçeruos lo hemos mucho, e sed çierta que uos faremos por ello mucho bien e mucha merçed”. La boda debió de celebrarse en Garganta la Olla, lugar perteneciente a la familia De la Cerda desde la sentencia arbitral de Torrellas de 1304, pues a mediados del mes siguiente y en el mismo lugar el conde Bernardo reitera, esta vez a través de notarios de allí, la donación tanto del condado de Medinaceli como de los ochocientos mil maravedíes en concepto de arras. Y a fines de noviembre del mismo año, el rey Enrique II les confirma dichas donaciones, estando ya casados.

Este matrimonio supuso el entronque de una rama importante de la vieja nobleza castellana con la que era, por parte de Bernardo de Bearne, de cuño trastamarista, dando lugar al nacimiento de un renovado linaje perteneciente a la alta nobleza, los De la Cerda- Bearne, que hizo de su asentamiento en el condado de Medinaceli su base territorial fundamental a lo largo del tiempo y un punto de partida para su expansión, tanto por Guadalajara como por tierras sorianas. Un primer paso en esta dirección fue la compra en 1376 por Bernardo e Isabel de la vecina villa de Somaén con su casa fuerte y señorío a Gómez Fernández y a su mujer Romera Jiménez. Asimismo, en 1381, se inicia el proceso de adquisición de la villa de Luzón, también muy cercana al núcleo originario del señorío.

Durante su mandato sometió a Medinaceli y su tierra a una fuerte presión fiscal, ordenando derramas de tributos desde 1370 hasta su muerte. Debido a ello, el conde Bernardo dejó encomendado en su testamento a su mujer, Isabel, y a su heredero Gastón que no echaran pecho ni en Medina ni en su tierra durante diez años “por quanto yo lo he fecho asaz de mal”.

No obstante, el conde Bernardo atendió también los intereses del nuevo linaje al no descuidar los otros señoríos que pertenecían a su mujer, Isabel de la Cerda, tanto los que había recibido al ser la última representante de una familia de ascendencia regia como los que pasaron a ser propiedad de la condesa debido a sus dos matrimonios anteriores, el primero con Rodrigo Álvarez de Asturias y el segundo con Fernán Pérez Ponce. Estos señoríos estaban situados en lugares excéntricos del territorio del condado de Medinaceli.

Eran Garganta la Olla, Pasarón, Torremenga, Bembibre, Castrocalvón, La Peña de Valdería, Huelva y Gibraleón. El conde Bernardo, que fue confirmante habitual mientras vivió de los privilegios rodados otorgados por Enrique II y su hijo Juan I, tomó parte muy activa en la reclamación que su esposa, Isabel, hizo al rey Juan, nada más subir éste al trono, de las villas de Huelva y Gibraleón, que eran suyas por herencia.

Tras un año de litigio con Alvar Pérez de Guzmán, alguacil mayor de Sevilla, de nuevo revirtieron ambas villas a Isabel en 1379; Bernardo de Bearne añadió desde entonces y hasta su muerte estos dos señoríos en la titulatura de sus documentos.

En agosto de 1381, en Badajoz, otorgó su testamento el primer conde de Medinaceli, y su muerte no debió de tardar mucho, ya que no hay más rastro documental al respecto, a pesar de que Fernández de Bethencourt y Suárez Fernández la señalan dos años más tarde. Mandó que se le enterrara en la capilla mayor del monasterio de Santa María la Real de Huerta, lugar que se convirtió a partir de entonces en el enterramiento acostumbrado del linaje de los condes de Medinaceli. Tuvo dos hijos ilegítimos, Juan y Juana, y le sucedió en el condado su único hijo habido en el matrimonio, Gastón.

 

Bibl.: F. Fernández de Bethencourt, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía española, casa real y grandes de España, Madrid, Imprenta Enrique Teodoro, 1897-1912, 5 vols.; A. Paz y Meliá, Series de los más importantes documentos del Archivo y Biblioteca del duque de Medinaceli, Madrid, Imprenta Alemana, 1915, 2 vols.; J. Valdeón Baruque, Enrique II de Castilla. La guerra civil y la consolidación del régimen, Valladolid, Universidad, 1960; S. de Moxó, “De la nobleza vieja a la nueva. La transformación nobiliaria castellana en la Baja Edad Media”, en Cuadernos de Historia, anejos a la revista Hispania (Madrid), 5 (1969), págs. 1-210; “La nobleza castellana en el siglo xiv”, en Anuario de Estudios Medievales (Barcelona), VII (1970-1971), págs. 493-511; M. A. Ladero Quesada, Andalucía en el siglo xv. Estudios de Historia política, Madrid, Instituto Jerónimo de Zurita, 1973; L. Suárez Fernández, Nobleza y Monarquía. Puntos de vista sobre la Historia política castellana del siglo xv, en Estudios y Documentos, (Universidad de Valladolid), n.º XV (1975); M. A. Ladero Quesada, “Los señoríos medievales onubenses”, en Huelva en la Andalucía del siglo xv, Huelva, Diputación Provincial, 1976, págs. 65-97; L. Suárez Fernández, Historia del reinado de Juan I de Castilla, Madrid, Universidad Autónoma, 1977, 2 vols.; M. A. Ladero Quesada, “Los señores de Gibraleón”, en Cuadernos de Historia, anejos a la revista Hispania (Madrid), 7 (1977), págs. 33-95; M.ª L. Pardo Rodríguez, Huelva y Gibraleón (1282-1495). Documentos para su Historia, Huelva, Instituto de Estudios Onubenses Padre Marchena, Diputación Provincial, 1980; J. Valdeón Baruque, Enrique II. 1369-1379, Colección Corona de Castilla, Palencia, Diputación, 1986 (col. Corona de Castilla); M.ª L. Pardo Rodríguez, Documentación del Condado de Medinaceli (1368-1454), Soria, Diputación Provincial, 1993.

 

María Luisa Pardo Rodríguez

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