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Fernando Rodríguez Villalobos

Biografía

Rodríguez Villalobos, Fernando. ?, s. XIV – Villanueva de la Serena (Badajoz), 1408. Trigesimoprimer maestre de la Orden de Alcántara.

Procede del linaje leonés de los Villalobos. Fue hijo natural de Juan Rodríguez, hijo a su vez de Fernando Rodríguez de Villalobos y de Inés de la Cerda, su mujer.

Fue religioso, pero no alcantarino sino calatravo, y siendo clavero del Convento manchego fue elegido maestre de Alcántara por voluntad del rey Enrique III, no sin que se produjera un conato de protesta por parte del capítulo. La elección se produjo en junio de 1394, a raíz de la muerte tan heroica como inútil del anterior maestre Martín Yánez de Barbudo, y, dadas las circunstancias de su nacimiento, requirió para ello dispensa pontificia.

La entusiasta adhesión del nuevo maestre hacia el Rey, su protector, tuvo ocasión de manifestarse en el terreno militar en dos ocasiones: con motivo de la guerra luso-castellana iniciada en 1396 y en el contexto de la ruptura de treguas protagonizada por el emir de Granada a partir de 1404.

La guerra con Portugal, que comenzó con la ocupación lusa de Badajoz en mayo de 1396, era consecuencia de las heridas no cerradas en Aljubarrota. Lo cierto es que a la toma de Badajoz siguieron algunas acciones castellanas en Portugal, como las que protagonizaron antes de finalizar aquel año los maestres de Alcántara y de Santiago quemando y saqueando las comarcas de Beja, Serpa y Moura y el Campo de Ourique.

La respuesta portuguesa fue una razzia sobre los campos de Cáceres, a la que respondieron, entre otros, la propia milicia concejil cacereña y el maestre alcantarino Fernando Rodríguez Villalobos. La guerra se convirtió ya en conflicto abierto en el transcurso de 1397. En la primavera de ese año el condestable portugués Nuño Álvarez Pereira desafiaba al maestre de Santiago, Lorenzo Suárez de Figueroa, y penetraba en tierras pacenses hasta Villalba de los Barros. En todo momento el maestre santiaguista se vio asistido por el de Alcántara en las escaramuzas que siguieron. Un año después las hostilidades se habían recrudecido y los portugueses ocupaban Tuy.

Los costes de la guerra aconsejaron entonces una tregua, pero ésta no sobrevivió a la primavera-verano de 1400. Fue entonces cuando los portugueses pusieron cerco durante una semana a la villa que cobijaba la sede conventual de la Orden de Alcántara.

La respuesta del maestre, apoyado por fuerzas enviadas por Enrique III y acaudilladas por el condestable Ruy López Dávalos, persuadió a los sitiadores de la necesidad de levantar el cerco. Los portugueses fueron contraatacados en su tierra por el condestable castellano y por el maestre santiaguista, en tanto que Fernando Rodríguez Villalobos y sus freires tomaban posiciones en el enclave alcantarino y portugués de Penamacor. Muy poco después se firmaban treguas con voluntad de permanencia, y los contendientes se devolvían las posiciones ocupadas.

La colaboración militar del maestre con el rey Enrique III contó con otro cauce de manifestación en la vuelta a los enfrentamientos fronterizos con el emirato de Granada que caracterizaron los últimos años de su reinado y los primeros de la regencia de Juan II.

En efecto, en 1404 el emir Muḥammad VII decidió romper las treguas que venían siendo prorrogadas y atacar Morón, sede de la encomienda mayor de la Orden de Alcántara. El comendador mayor, Rodrigo García de Peñaranda, reaccionó con rapidez, apoyado en todo momento por los efectivos que Fernando Rodríguez de Villalobos y el maestre santiaguista, Lorenzo Suárez de Figueroa, tenían apostados en Écija, donde actuaban como fronteros. La muerte de Enrique III, en diciembre de 1406, no cambió para nada el panorama. Antes al contrario, en el programa del regente, su hermano Fernando de Antequera, figuraba un recrudecimiento de la lucha reconquistadora con cierta proyección de cruzada.

De sus dos grandes campañas desarrolladas contra el emirato, sólo en la primera, la de 1407, pudo participar el maestre Fernando Rodríguez de Villalobos. Fue una campaña sin grandes hechos de armas, y el mayor protagonismo correspondió al maestre Lorenzo Suárez de Figueroa, pero el papel del comendador mayor de Alcántara fue decisivo en la toma del estratégico castillo de Pruna, en el borde septentrional de la Sierra de Ronda. El maestre alcantarino, por su parte, participaría en la conquista de Zahara y en el infructuoso asedio de Setenil.

Al margen de la probada dedicación bélica del maestre, éste se ocupó sin duda de la gestión al frente del señorío de su Orden, como demuestran las numerosas confirmaciones de privilegios que básicamente se concentran, como resulta por otra parte habitual, en los primeros años de gobierno. Estuvo atento igualmente a la defensa de su patrimonio frente a las apetencias hostiles de obispos y otros prelados eclesiásticos; así al menos parece indicarlo la obtención a tal efecto de una bula de Benedicto XIII fechada en 1397, y todo apunta a que fue él el responsable de las primeras ordenanzas municipales de la villa de Alcántara, promulgadas en octubre de 1396.

La preocupación por la gestión del maestrazgo es también patente a través del testimonio que se conserva acerca de la convocatoria de un capítulo general de la Orden en su querida localidad de Villanueva de la Serena, en octubre de 1398, y aunque no hay seguridad de ello, es probable que el maestre intentara a través de él incrementar su propia base rentista ampliando la mesa maestral con la integración en ella de las encomiendas de Magacela y Benquerencia.

Tuvo también inquietudes fundadoras: en julio de 1399 el maestre concedía licencia a los franciscanos observantes para levantar en el término de la villa de Gata el Monasterio de Santa María de Monte-Coeli.

El largo gobierno maestral de Fernando Rodríguez de Villalobos, de cerca de quince años, concluyó en el transcurso de 1408 con su muerte en Villanueva de la Serena. Dejó tres hijos, de los que se conocen los nombres de dos: María de Villalobos y Lope Rodríguez de Villalobos, que sería caballero santiaguista y trece de la Orden.

 

Bibl.: F. de Rades y Andrada, Chronica de las Tres Ordenes y Cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara, parte Chronica de Alcantara, Toledo, Juan de Ayala, 1572 (ed. facs. Barcelona, 1980), fols. 34r.-v.; A. de Torres y Tapia, Crónica de la Orden de Alcántara, t. II, Madrid, Imprenta de Gabriel Ramírez, 1763, págs. 184-200; L. Suárez Fernández, Relaciones entre Portugal y Castilla en la época del infante don Enrique, 1393- 1460, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1960, págs. 17-29; B. Palacios Martín (ed.), Colección Diplomática Medieval de la Orden de Alcántara (1157?-1494), I. De los orígenes a 1454, Madrid, Editorial Complutense, 2000, págs. 514-527; C. de Ayala Martínez, Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (siglos xii-xv), Madrid, Marcial Pons, 2003, págs. 472-473.

 

Carlos de Ayala Martínez

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