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Melen Suárez

Biografía

Suárez, Melen. ?, p. m. s. xiv – f. s. xiv. Vigesimoquinto maestre de la Orden de Alcántara.

Se desconocen detalles de su procedencia social y familiar, pero parece clara su vinculación con el linaje Sotomayor.

Se sabe que ocupó la elevada dignidad de clavero alcantarino desde los días del maestre Suero Martínez (1356-1362), y que al frente de ella protagonizó un relevante papel en la crisis institucional que la Orden sufrió en el momento de producirse la guerra civil que enfrentó al legítimo monarca de Castilla, Pedro I, con el pretendiente trastamarista, futuro Enrique II, entre 1366 y 1369. Desde un principio Melen Suárez optó por este último en abierta oposición al maestre Martín López de Córdoba, puntal del petrismo. Tal elección, secundada por la mayor parte de la milicia, lo convirtió en lugarteniente del maestre y responsable máximo de la institución en el marco de la obediencia enriqueña.

Es posible que, como apunta Torres y Tapia, esa lugartenencia se ejerciera en nombre del maestre nominal de los alcantarinos enriqueños, Pedro Muñiz Godoy, que, en efecto, ocupó tal dignidad en un cortísimo período de tiempo —1367— simultaneándola con sus responsabilidades al frente de la Orden de Calatrava; de ese doble ejercicio habría nacido la necesidad de la lugartenencia del clavero. Pero quizá sea más razonable el punto de vista de Rades para quien Melen Suárez ejercía un gobierno interino legitimado por una provisión pontificia que, de este modo, impedía la irregular acumulación de dos maestrazgos en una misma persona, y es probable que dicha provisión fuera respuesta a una queja formulada en este sentido por el capítulo alcantarino.

Sea de ello lo que fuere, Melen Suárez actuó con plenas facultades al frente de la Orden de Alcántara entre 1366 y 1369. En las Cortes convocadas en Burgos por Enrique de Trastámara en las semanas previas al decisivo encuentro de Nájera —febrero de 1367, fue el clavero, en calidad de lugarteniente del maestre y en representación de la Orden, el que solicitó del pretendiente la confirmación de un privilegio de Alfonso XI de 1326. Fue él también, naturalmente, quien estuvo al frente de un contingente de Infantería situado en vanguardia el día del mes de abril de aquel año de 1367 en que se produjo la derrota trastamarista de Nájera, de resultas de la cual cayó prisionero de los soldados de Pedro I, entre otros, junto al maestre Pedro Muñiz. En el transcurso de aquel mismo año, liberado ya, volvió a ponerse a las órdenes del pretendiente Trastámara, y todo indica que debió de estar presente en la aún más decisiva batalla de Montiel, previa al fratricidio que terminó con la vida de Pedro I en la primavera de 1369.

Tanta fidelidad acabó siendo generosamente recompensada, y Enrique II, rey ya en plena fuerza, inmediatamente después del regicidio solicitaba del capítulo alcantarino la destitución del nominal maestre petrista, Pedro Alfonso de Sotomayor, y el nombramiento de su leal clavero. Se produjo entonces un hecho a primera vista sorprendente: nada más ser creado maestre alcantarino, Melen Suárez abandonaba a Enrique II y se pasaba al campo del petrismo con todas las posesiones de la Orden; lo hacía en el momento mismo en que Fernando I de Portugal asumía la bandera del legitimismo reivindicando el trono castellanoleonés con el apoyo de los antiguos sectores petristas.

Las razones de este imprevisible paso pueden ser hasta cierto punto comprensibles, siempre y cuando se asocien a circunstancias de carácter político-territorial y se combinen con estrategias señoriales de la milicia, ya ensayadas con anterioridad por otros maestres alcantarinos.

La orden contaba con un apreciable patrimonio que, en buena medida, se hallaba ubicado en la franja fronteriza de los Reinos de León y Portugal, empezando por la propia villa de Alcántara. En general, casi toda la frontera luso-castellana, en especial desde la zona del Ribacôa hasta por lo menos el Alto Alentejo, fue objeto de una histórica pugna territorial de implicaciones jurisdiccionales. El problema, abiertamente planteado en la segunda mitad del siglo xiii, generará una intermitente tensión fronteriza que no concluirá hasta bien entrado el siglo xiv. Las reivindicaciones de Fernando I de Portugal al trono castellano no se deben entender en otro contexto que en el de ese clima de inacabada tensión. Su inalcanzable objetivo máximo —obtener la corona castellana— escondía pretensiones más modestas y plenamente verificables: una redefinición fronteriza favorable a las históricas reivindicaciones portuguesas. Enclaves estratégicos como Ciudad Rodrigo, Alcántara y Valencia de Alcántara, que muy pronto “tomaron la parte del Rey de Portogal”, y donde incluso en algún caso llegaron a acuñarse monedas portuguesas, formaban parte, al igual que ciertos núcleos gallegos, de los calculados objetivos de anexión, una especie de “programa mínimo” que empujaba a Fernando I a la guerra contra Enrique II.

Pues bien, no es preciso subrayar las importantes conexiones de intereses que ligaban una buena parte del patrimonio alcantarino con las zonas de pretensión expansiva portuguesa. Una alianza circunstancial de la orden con quien presumiblemente obtendría, cuando menos, importantes compensaciones territoriales respecto a Castilla, podría convertir al maestre de Alcántara en titular de un señorío fronterizo vinculado al Reino de Portugal, con el que de hecho ya mantenía privilegiados cauces de relación.

No es fácil de otro modo explicarse una tan arriesgada apuesta como la que llevó a cabo Melen Suárez, una apuesta que rompió la Orden y le hizo sufrir, ahora de forma especialmente intensa, el desgarro de la contienda civil. El cronista Torres y Tapia nos habla del cerco al que, en junio de 1369, el maestre sometió a los alcantarinos “castellanistas” refugiados en la fortaleza de Peñafiel, y del continuo trasiego de aquél por los enclaves fronterizos de Santibáñez, Eljas, Salvaleón, Torre de Almenara, Valencia, Mayorga, Herrera y Esparragal, con el fin de asegurar en ellos la causa legitimista del rey portugués.

Pero muy poco hubieron de durar las veleidades filoportuguesas de la Orden de Alcántara. Quienes dentro de ella seguían los pendones trastamaristas, al mando del clavero Diego Martínez, no tardaron en expulsar al maestre de su villa de Alcántara en el transcurso de 1370. Enrique II, por su parte, aceleró los trámites para elección de nuevo maestre en la persona del comendador mayor de la Orden, Rodrigo Díaz de la Vega, fiel colaborador del Monarca, y, en el momento de su elección, destacado por razones diplomáticas en la Corte del rey aragonés.

La posición de Melen Suárez se hizo insostenible y no tuvo más remedio que refugiarse en Portugal donde obtuvo promesas de obtener el maestrazgo de Calatrava, una vez que Fernando I ganara la guerra, o por lo menos el de Avis. En realidad, las paces de Alcoutim pondrían fin a la guerra luso-castellana en la primavera de 1371. No se sabe a ciencia cierta cuál pudo ser el papel que a partir de entonces jugara el antiguo maestre alcantarino, cuya fecha de fallecimiento nos es desconocida. Fuentes portuguesas aseguran que dejó un hijo llamado Martín Chamorro.

 

Bibl.: F. Lopes, Crónica de D. Fernando, ed. S. Dias Arnaut, Porto, s. f., págs. 81-82; F. de Rades y Andrada, Chronica de las Tres Ordenes y Cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara, parte Chronica de Alcantara, Toledo, Juan de Ayala, 1572 (ed. facs. Barcelona, 1980), fols. 30r.-31r.; A. de Torres y Tapia, Crónica de la Orden de Alcántara, t. II, Madrid, Imp. de D. Gabriel Ramírez, 1763, págs. 121-122 y 124-129; P. López de Ayala, Crónicas, ed. J. L. Martín, Barcelona, 1991, págs. 343, 354 y 400; B. Palacios Martín, (ed.), Colección Diplomática Medieval de la Orden de Alcántara (1157?-1494), I. De los orígenes a 1454, Madrid, Editorial Complutense, 2000, págs. 462-466; C. de Ayala Martínez, “Las órdenes militares ante la guerra civil castellana (1366-1371)”, en Poder y Sociedad en la Baja Edad Media Hispánica. Estudios en homenaje al profesor Luis Vicente Díaz Martín, t. I, Valladolid, Universidad, 2002, en especial págs. 47-55; F. Novoa Portela, “La Orden Militar de Alcántara y la monarquía castellana durante los primeros Trastámaras (1369-1390)”, en Anuario de Estudios Medievales, 34/1 (2004), en especial págs. 83-86.

 

Carlos de Ayala Martínez

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