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Juan Antonio Aldama Irabien

Biografía

Aldama Irabien, Juan Antonio. Villarcayo (Burgos), 20.VII.1786 – Madrid, 12.IX.1863. Teniente general y senador.

Su padre era magistrado y, lo mismo que su madre, procedía del valle de Ayala (Álava). Ingresó en el Ejército, de cadete, a finales de 1802 en el Regimiento de Caballería de Calatrava. Con esta unidad participó en la guerra contra los ingleses y en el sitio de Gibraltar.

Cuando en 1808 se inicia la entrada de los primeros cuerpos del ejército francés, Aldama se encuentra en Burgos y, como la convivencia con los franceses se hace difícil, aprovecha la primera ocasión para trasladarse a Almagro, donde estaba su regimiento de guarnición.

En esta ciudad se forma una junta patriótica a la que Aldama se adhiere, y a pesar de su poca edad es enviado por la junta a llevar unos documentos a Sevilla y entregarlos a su Junta Suprema. En Porcuna, además de entregar los documentos al general Castaños, se une a su ejército y con él participa en la batalla de Bailén (19 de julio).

En el mes de septiembre fue ascendido a alférez y destinado al Regimiento de Caballería de España.

Con él se une al ejército del Centro, participa en las acciones de Tribaldos, Uclés, Santa Cruz de la Zarza, Mora, y en el encuentro de Consuegra, donde por la actuación de la guerrilla a su mando, obtuvo el ascenso a teniente. En febrero de 1809 es seleccionado como alférez de la Brigada de Carabineros Reales.

Esta unidad se unió al ejército del general Cuesta y con él participó en la batalla de Talavera (agosto).

Marcha a continuación a La Mancha y a Jaén. La Junta de Sevilla ordenó reforzar con todas las fuerzas posibles el ejército de Extremadura mandado por el duque de Albuquerque quien al tener noticias del paso de los franceses por Sierra Morena se dirige a Cádiz. Aldama, sorteando todas las entradas que había interceptado el general francés Victor, pudo entrar en Cádiz donde se unió al ejército del duque de Albuquerque que ocupaba la isla de León y que con la ayuda de la Armada británica entra en Cádiz (febrero de 1810).

En enero de 1811 Aldama embarcó en el navío San Telmo con dirección a Alicante para incorporarse a su regimiento, que combatía con el ejército del Centro en Murcia. Por su actuación en estas acciones es ascendido a teniente (capitán del ejército) de la Brigada Real con la que participó en la acción de Baza, en la retirada de Guadix y otras operaciones sobre el Tajo.

En diciembre (1813) es ascendido a segundo ayudante de su real cuerpo (teniente coronel del ejército) y director de la “Academia de Distinguidos” (debe tratarse de la escuela de Caballería de Játiva, creada en junio de 1810 y refundida en el Colegio Militar de Jaén). A continuación marcha a Osuna a reorganizar parte del Ejército que estaba en cuadro. En noviembre de 1814 es ascendido a coronel de Caballería y capitán de la Brigada Real y con estos grados terminó la Guerra de la Independencia, a los veintiséis años.

A principios de 1815 el general Morillo reúne un gran ejército para emprender la campaña de Venezuela y Santa Fe. Aldama se presenta como voluntario para unirse a la expedición, y se le destina al Regimiento de Dragones de la Unión. Con él participa en el desembarco de la Guayana. Por su actuación obtiene el grado de coronel. Después corre en ayuda de la isla Margarita, cuya resistencia fue muy cruel, ya que su gobernador, Juan Batista Pardo, sólo conservaba la capital, Asunción, con el puerto de Pampanara.

Una vez liberada la isla Margarita se dirige hacia la provincia de Barcelona, ya que el general insurgente Moragas la amenazaba con numerosas fuerzas.

De nuevo Aldama tuvo que volver a la isla Margarita, caída nuevamente en poder de los insurgentes.

Marcha a continuación a participar en la conquista de Barcelona, donde por su comportamiento fue ascendido a brigadier (1819). Después, por orden del general Morillo, se dirige a la Guayana. Una vez concluida la campaña y con la salud muy quebrantada, Aldama solicita licencia para regresar a la Península. Al llegara La Habana tuvo noticias de la proclamación de la Constitución de 1812. Fue testigo de cómo un regimiento que se alojaba frente al palacio de la plaza de Armas salió dando vivas a la Constitución, y otro regimiento hizo que se retirara.

En el verano de 1820 regresa a la Península, y después de unos meses de descanso en Vitoria, a primeros de 1821 toma el mando del Regimiento de Santiago, que estaba en Córdoba. En este destino permanece poco tiempo pues se dirige a Lérida para hacerse con el mando del Regimiento de Pavía. Los movimientos de las partidas realistas y los motines contra los gobiernos se manifestaban por toda la nación, pero con más virulencia en el norte de Cataluña, donde los absolutistas conseguirían instaurar la Regencia de Urgel. Aldama coincide con estos hechos al tomar el mando de su nuevo regimiento y se encontró con que el capitán general de Cataluña, Pedro Villacampa, había mandado separarlo de la guarnición pues, como otras unidades, se pronunció favor de las ideas realistas.

Aldama consiguió restablecer la disciplina en el regimiento y participó en el levantamiento de la Bisbal originado por la facción de Romagosa. Una vez reducidos los revoltosos, regresó a Tarragona donde fue nombrado comandante general de su provincia y de Tortosa. A primeros de 1823 es nombrado general de Caballería del Primer Ejército mandado por el general Espoz y Mina. En estos momentos entraron las fuerzas francesas del general Moncey por Cataluña.

Cuando los franceses se dirigen hacia Tarragona, Mina ordena a Aldama defenderla. Por estar interceptados los caminos tuvo que trasladarse por mar. Aldama, de ideas liberales, no quiso doblegarse a los franceses. Por esta causa se traslada a Mallorca para hacerse cargo de su regimiento con un pasaporte del general Moncey, pero se encontró con que había sido disuelto. Posteriormente es desterrado a Ibiza, donde permanece unos meses. Después se traslada a Barcelona para asistir al consejo de guerra que se le había formado. Aldama expuso en él sus ideas, defendería un gobierno constitucional hasta perder la vida, además de reafirmar su juramento a los principios liberales. Se retira a Vitoria con licencia indefinida, aquí permanece muy enfermo y humillado por los realistas, que le vigilaban muy de cerca al ser visitado por ellos todos los días. En esta situación permaneció durante tres años y unos meses hasta que por medio del ministro de Guerra, marqués de Zambrano, consigue trasladarse a Madrid, es depurado en 1827, parece ser que por sus ideas masónicas, y desprovisto de sus despachos y honores. Hasta 1830 permanece en Madrid, y con motivo del nacimiento de Isabel II hubo una gran amnistía, que le permite recobrar su posición militar, grados, condecoraciones y todos sus derechos. Al poco tiempo es nombrado comandante general de Cuenca, donde desarmó a catorce batallones realistas. Durante 1831 redujo en las provincias algunos intentos realistas, como el que se originó en Aragón al mando de Carnicer.

En enero de 1835 es ascendido a mariscal de campo y encargado de reforzar el ejército de Navarra con una división de cinco batallones. Después de proteger el paso de Burunda, por donde el general Gurrea tenía que pasar con sus tropas, pasó a Estella (octubre) para socorrerla. Desde aquí se trasladó al encuentro de Zumalacárregui, encuentro que con su Regimiento del Rey tuvo lugar en Arróniz. Asistió a continuación a la derrota de Montejurra. Pasó a continuación, a Maeztu, bloqueada por Zumalacárregui, siguió en la campaña de Navarra, participó en los triunfos de Mendigorría y Serna, se dirigió después a los Arcos con el fin de hacer acopio de grano. Aquí se enfrenta a los carlistas, y después de varios triunfos se retira a Viana, donde es recibido con todos los honores por el general Córdoba, quien le impone la Cruz de San Fernando.

En 1836 continuó en la lucha contra los carlistas interviniendo en varias escaramuzas y protegiendo varias fortificaciones. A continuación, se le nombra gobernador y comandante general de la provincia de Tarragona (abril), y el 17 de julio gobernador de Barcelona y segundo cabo de Cataluña, donde mandaba Mina. Por estos días el pueblo de Figueras asesinó a su gobernador obligando a su guarnición a refugiarse en el castillo. En esta situación Mina envía a Aldama a repeler el botín, y éste consiguió reducir a los rebeldes.

Todavía tuvo Aldama que enfrentarse a varios focos de rebeldía como el de Villanueva del Penedés.

En abril de 1836 es nombrado gobernador y comandante general de Tarragona, y el 17 de julio, gobernador de Barcelona. A continuación pasa a desempeñar, sucesivamente, la Capitanía General de Andalucía, Valencia y Extremadura. En este destino dirigió varias batidas contra partidas carlistas, como la de Pego. En agosto fue relevado del mando. Por estos meses fue nombrado miembro de la Academia de Buenas Letras de Barcelona.

En los primeros días de enero de 1838 desempeña de nuevo el cargo de capitán general de Andalucía, que alterna con el de comandante general de la Guardia Real de Caballería. Junto con estos nombramientos le conceden la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo.

El 26 de agosto es nombrado ministro de Guerra, cargo que compagina con el de comandante general.

En octubre es promovido a teniente general, y en febrero de 1839 pasa a las Islas Baleares como capitán general, y a continuación a la Capitanía de Granada.

En 1840 Aldama se traslada a Madrid como capitán general de Castilla la Nueva. En aquellos momentos la Reina Gobernadora nombra un Gobierno moderado.

La reacción de los progresistas originó el levantamiento del 1 de septiembre, a favor de Espartero, hecho que repercutió en casi todas las provincias. La Milicia Nacional salió a la calle, retuvieron al gobernador, y rechazaron al capitán general, Aldama, que había ordenado a las tropas disparar contra la Milicia Nacional. Esa noche Aldama acampó en el Retiro, pero cuando quiso salir a enfrentarse a los rebeldes, comprobó que la mayoría de los soldados se había fugado. Fue destituido, haciéndose cargo del mando el general Rodil, más afín a los progresistas. Estuvo en situación de cuartel una temporada. Cuando se abrieron las Cortes, Aldama se presentó en ellas. Por lo visto, hubo un intento de asesinarle por lo que pidió un pasaporte para alejarse de la Corte, pero Espartero se lo negó. Desde entonces vivía casi oculto, con pocos recursos, hasta que el ministro de la Guerra, Agustín Noguera, le nombró suplente del Tribunal de Guerra y Marina. En esta situación cambia el Gobierno por el moderado de Narváez que a finales de 1845 ofrece a Aldama la Capitanía General de Puerto Rico, pero la rechazó.

En septiembre de 1854 fue nombrado vocal de la Junta Consultiva de Guerra, en la que cesó al subir Espartero nuevamente al poder. Ante esta situación, solicita licencia para salir al extranjero, se la conceden y se retira a Marsella. Con la Unión Liberal en el poder es nombrado nuevamente vocal de la Junta Consultiva, y en julio de 1858 ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina. Falleció en dicho destino el 12 de noviembre de 1863. Un mes antes de su fallecimiento se le concedió la Cruz de Carlos III.

Contrajo matrimonio con Josefa Urbina y Muguiro.

En 1813 había tenido una hija natural con Magdalena Montes, vecina de Osuna.

Su actuación como senador comprende las legislaturas 1837-1863. En la legislatura de 1837-1838 es nombrado senador por la provincia de Sevilla, jura su cargo el 10 de mayo de 1838, y a continuación solicita licencia para ausentarse. En la legislatura siguiente es nombrado capitán general de las Islas Baleares, pide licencia para ausentarse. En la de 1840 es elegido senador por Mallorca, jura su cargo el 22 de febrero de 1840. En la de 1841 es miembro de la Comisión de Retiros Militares y Pensiones de los jefes y oficiales de los Estados Mayores de Plazas. En la de 1842 permanece en la misma comisión. En la de 1843, en la Comisión de Comunicación del senador Joaquín Rey. En la 1858-1860, es nombrado senador vitalicio. En la siguiente legislatura no participa por causa de enfermedad. En la de 1862-1863 permanece en la Comisión de Pensiones, pero no la terminó, pues murió ese año.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. de Célebres, caja 4, exp. 8; Archivo del Senado, Expediente personal del Senador ~, por las provincias de Sevilla, Baleares y vitalicio, sign. His-0015-04.

P. Chamorro Baquerizo, Estado Mayor del Ejército Español. Historia individual de su cuadro. En los años 1851 a 1856, Madrid, s. f.; P. Saiz Castellanos, Anotaciones sobre la campaña de Cataluña de 1822-1823, Veracruz, 1828; M. Ovilo Otero, Memoria para formar un catálogo alfabético de los españoles, americanos y extranjeros célebres, que más se han señalado en España desde el año 1200 hasta nuestros días, Segovia, 1854; F. Calcagno, Diccionario biográfico cubano, Nueva York-La Habana, 1878-1886; B. Moratilla, Estadística del personal y vicisitudes de las Cortes y de los Ministerios de España, Madrid, Imprenta Viuda de García, 1880; A. Carrasco Saiz, Icono- Biografía del Generalato Español, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 1901; A. y A. García Carrafa, Enciclopedia de Heráldica y Genealogía Hispano Americana, t. I, Madrid, Impr. de A. Marzo, 1919; P. Aguado Bleye y C. Alcázar Molina, Manual de Historia de España, t. III, Madrid, Espasa Calpe, 1959; M. Artola, La España de Fernando VII, Madrid, Espasa Calpe, 1969; J. Castro, Los ministros de España de 1800-1869, Madrid, 1969; F. García de Rivera, La guerra en la Historia. La Independencia de América, Barcelona, Pomaire, 1980; R. de la Cierva, Historia Militar de España, vols. VI-VIII, Madrid, Planeta, 1984; J. Cepeda Gómez, El Ejército en la política española (1787-1843), Madrid, Fundación Universitaria Española, 1990; A. Gil Novales (dir.), Diccionario Biográfico del Trienio Liberal, Madrid, Ediciones el Museo Universal, 1991.

 

Margarita Gil Muñoz

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