Alvargonzález Sánchez, Claudio Román. El héroe de Abtao. Gijón (Asturias), 9.VIII.1816 – 21.VIII.1896. Marino destacado y brigadier de la Real Armada.
En la casa número 22 de la actual Plaza Mayor de Gijón, nace el día indicado, a las doce de la noche, un niño, hijo de Mateo Alvargonzález y Pérez de Sala y de Josefa Sánchez García Jove, que bautizan al día siguiente y a quien sus padres ponen el nombre de Claudio Román. A la sencilla ceremonia de su bautizo celebrada en la parroquial de San Pedro, acuden dos jóvenes estudiantes de Náutica del Real Instituto Asturiano, que influirán más tarde en su vocación, Fermín Sánchez, tío materno, que actúa como padrino, y José María del Carmen Alvargonzález, tío paterno. Su padre, Mateo, era piloto, había navegado mucho y poseía una incipiente industria conservera.
Sus tíos, tanto paternos como maternos, se dedicaban también al comercio y a la navegación. Claudio Román vivió, pues, en un ambiente en que la mar fue el eje de su vida. A los cuatro años de su nacimiento, sus tíos citados anteriormente ingresan en la Armada. A partir de ese momento, el pequeño Claudio, no sólo oía hablar de fletes, transacciones, cargamentos de tal o cual cosa, sino también de destinos empleos y acciones de guerra. Es muy posible que viera rostros preocupados en su casa cuando los insurrectos capturaron en Maracaibo (1824) el buque en que su tío José María del Carmen iba destinado, o cuando sus padres tardaron en tener noticias de su otro tío José María Marcos, que combatía en México como oficial de Infantería.
A los doce o trece años ingresó en el Real Instituto Asturiano para estudiar Náutica, como su padre. Sale piloto hacia el año 1830 y embarca en el bergantín Joven Calisto de la casa de su padre, en el que hace los viajes de prácticas reglamentarios en la Marina Mercante.
Al poco tiempo pasa a Santiago de Cuba con su tío materno Victoriano Sánchez para dedicarse al comercio, pero esto no le satisfizo. Por estas fechas se encontraba destinado en el apostadero de La Habana su tío paterno José María del Carmen, y es muy probable que el joven Claudio —no tenía más de quince o dieciséis años— oyera de boca del “héroe de la familia” (había estado muchos años combatiendo en Ultramar) los relatos que éste le contara. Esto, sin duda, es un gran estimulo para él, y a partir de este momento no piensa nada más que en navegar: embarca como piloto para Estados Unidos, y al poco tiempo cae enfermo del vómito negro del que sale felizmente.
En 1832, Victoriano Sánchez, a cuyo cargo está su impulsivo sobrino, se queja repetidas veces al padre, diciéndole que se empeña en navegar y que quiere hacerse marino de guerra. En esta situación, Alvargonzález consigue plaza de piloto en un navío catalán y sale para Barcelona, donde al llegar desembarca y su padre le convence para que vuelva a Gijón, pues Mateo debía tener respecto a su hijo planes diferentes a su ingreso en la Armada.
No obstante, parece ser que la perseverancia del joven venció la tenacidad de su padre y, por fin, tres años más tarde, logra su aprobación para ingresar en la institución; pero una dificultad se le presenta al aspirante, pues la primera condición que exigía la ley de ingreso era la de no tener más de catorce años, y él tenía diecisiete. Para salvar la dificultad, eleva una instancia a la reina Isabel II solicitando la correspondiente dispensa (23 de mayo de 1834), que le es concedida.
Previo examen, en el que obtiene la calificación de sobresaliente, ingresa como guardiamarina en la Escuela Naval en Cádiz (2 de julio de 1835).
Cinco días después de su ingreso es destinado a la división naval que operaba en el Cantábrico por la Primera Guerra Carlista. El día 21 se presenta en el depósito de la fragata San Juan, en Santander, y el 29 embarca en el bergantín Guadiana. En dicho buque asistió a la salida de San Sebastián (5 de mayo de 1836) y fue comisionado a las órdenes del teniente de navío Ramón Acha sobre el Urumea, por donde pasó el ejército del general Evans para la toma de Pasajes; en cuya acción (1 de octubre) dirigió dos piezas de artillería que se hallaban en el fuerte de la Antigua. También concurrió al ataque de Fuenterrabía (17 de mayo de 1837) y consecuente capitulación al día siguiente. En 27 de enero de 1838, concurrió a la operación que se efectuó sobre Orio y Zarauz, así como a la que se ejecutó sobre la línea enemiga de Guetaria y Zarauz, y al desembarco y toma de esta última (6 de febrero).
Ascendió a alférez de navío (20 de marzo), sin antigüedad, aunque debía haberlo hecho el 15 de febrero anterior, como todos los de su mismo empleo y promoción, que habían luchado en el Cantábrico.
Estuvo encargado del mando interino de la trincadura Reyna, desde el 24 de mayo siguiente hasta el 6 de junio, que volvió al depósito del bergantín Guadiana.
El 26 de noviembre, transbordó a la goleta Isabel II, con la que realizó diferentes patrullas y comisiones a los puntos de la costa ocupados por las tropas isabelinas. Se le concede la Cruz de Distinción por la toma de Irún (9 de abril de 1839), en premio de haberse hallado en las operaciones practicadas sobre el Bidasoa, de las que resultó la capitulación y entrega de Fuenterrabía. Transbordó al vapor Isabel II (15 de agosto de 1839), con el que asistió a la ocupación de Bermeo (5 de septiembre). Se le destinó interinamente de ayudante de la Mayoría General del Departamento de Ferrol (14 de octubre).
Terminada la guerra, fue destinado a las fuerzas navales de Cataluña y Valencia (13 de febrero de 1840), aunque no llegó a Barcelona hasta el 15 de junio y, dos días después, embarcó en el bergantín Héroe, con base en los Alfaques. En este buque realizó patrullas hasta que transbordó a la fragata Cortés (26 de agosto) para trasladarse a Palma, donde embarcó en el bergantín Plutón (1 de septiembre) para trasladarse a Cádiz (27). Pasó al apostadero de La Habana (9 de mayo de 1841), embarcando en el bergantín Laborde. Más tarde, transbordó al bergantín Jasón con base en Veracruz (14 de mayo de 1842). Regresa a La Habana, embarcado en el vapor Regente (5 de agosto de 1843), buque donde va a permanecer destinado hasta el 17 de febrero de 1844, que pasa al depósito de la Escuadra con licencia por enfermedad para pasar a San Diego a tomar baños minerales.
Fue promovido a teniente de navío (7 de abril de 1844) y destinado al bergantín Cubano y, más tarde, al denominado Habanero (29). Algún tiempo después, transbordó al vapor Congreso (31 de octubre).
El 17 de junio de 1845, pasó a la fragata Isabel II con la que regresaría a la Península, recalando en Vigo (7 de agosto) y llegando a su base en Ferrol días después.
Desembarcó de la referida fragata (15 de octubre) al no poder seguir embarcado por haber caído enfermo de bastante cuidado, según manifestación del comandante de la misma. El 4 de noviembre pasó destinado a las órdenes del comandante del Arsenal, aunque pidió una licencia de dos meses para Gijón, por asuntos propios, y a su reincorporación fue destinado al bergantín Nervión con base en Ferrol (4 de febrero de 1846). A continuación, fue nombrado comandante del falucho Diana, del Resguardo Marítimo, con base en Barcelona y que operaba en las costas de Gerona para reprimir el contrabando proveniente de Francia.
El 26 de marzo siguiente tomó el mando. Mientras se encuentra en este destino fallece su padre (abril de 1847), y recibe la noticia en carta de su madre de 18 de mayo siguiente. Solicita cuatro meses de licencia por asuntos propios en Gijón, para poder visitar a su familia y la tumba de su padre. Cesó en el mando del falucho Diana (1 de mayo de 1848) y transbordó al vapor Blasco de Garay, en espera de la licencia solicitada, que le sería concedida. Se le confiere por el Ministerio de la Guerra el grado de segundo comandante de Infantería por los méritos alcanzados en la costa de Denia combatiendo a los enemigos del orden y de las instituciones vigentes en aquel momento. Es nombrado comandante del bergantín Laborde, que tenía su base en Cádiz (5 de octubre) y se presentó en Ferrol al finalizar la licencia que disfrutaba. El 12 de enero de 1849 tomó el mando del bergantín, con el que realizó varios viajes a La Habana para transportar madera de construcción de buques, jarcias y diferentes efectos navales a la Península, principalmente desde Sagna de Tánamo. Por Real Orden de 2 de enero de 1850, se le concede la Cruz Laureada de San Fernando de 1.ª clase por los méritos alcanzados con el falucho Diana en la costa de Denia, combatiendo a los insurgentes durante la Segunda Guerra Carlista.
En 23 de agosto de 1850 en Cádiz, cesó en el mando del buque y se encarga, interinamente, del de la fragata Isabel II, recibiéndolo en propiedad el 26 de septiembre siguiente. Con este buque realiza un viaje a La Habana y, al volver a Cádiz, cesa en el mando (8 de febrero de 1851) para encargarse del de la urca Marigalante, con la que realiza un viaje a La Habana, mientras se le concede el mando del segundo vapor que llegue a Cádiz procedente de Inglaterra con destino al servicio de Correos. El 24 de septiembre, cesó en el mando de la Marigalante y se encargó del vapor León, cesando el 1 de diciembre para tomar el del vapor Fernando el Católico en la misma fecha. En este buque realizará frecuentes viajes redondos a La Habana, uno de ellos lo completa en quince días, travesía que en aquellos tiempos fue la más rápida de la época; por ello se le concede el empleo de capitán de fragata, sin sueldo ni antigüedad, en equivalencia del grado de 2.º comandante de Infantería, mandando al mismo tiempo que se le proponga en la primera vacante de elección que ocurra, en consideración a los buenos servicios, conocimientos y pericia que demostró en el viaje de quince días y siete horas de navegación que acababa de verificar desde La Habana al puerto de Vigo (24 de junio de 1853). Cesó en el mando del Fernando el Católico (4 de enero de 1855).
Al fin, fue ascendido a capitán de fragata supernumerario (23 de febrero) y es pasaportado a La Habana para tomar el mando del vapor Blasco de Garay, que tenía su base allí (15 de junio). El 6 de noviembre tuvo que hacerse cargo del mando de la Estación Naval de Cuba hasta el 22 de febrero de 1856. Entró a ocupar número de su clase de capitán de fragata (27 de marzo) y, de nuevo, tuvo que tomar posesión del mando de la Estación Naval de Cuba (8 de enero de 1857) hasta el 1 de junio. Cesó en el mando del Blasco de Garay (7 de agosto de 1858) a causa de no permitirle el mal estado de su salud continuar en el apostadero y se le conceden cuatro meses de licencia por enfermedad para Gijón con el fin de atender al restablecimiento de su salud. Al término de su licencia es designado capitán del puerto de Santander, tomando posesión el 6 de abril de 1859. Solicita Alvargonzález con insistencia ir como voluntario a la guerra de África, pero sus peticiones son denegadas En este destino tiene ocasión de prestar servicios a la Marina Civil, entre los cuales cabe señalar el salvamento del buque francés Pervenche, que se hallaba en peligro en las inmediaciones del cabo Menor, yendo él mismo con un remolcador a su socorro en el momento de encontrarse en riesgo de hundimiento (22 de enero de 1860). Interinamente y en comisión se encargó del Tercio Naval y Provincia de Santander (9 de marzo de 1860) hasta presentarse el superior nombrado para desempeñarlo (13 de mayo siguiente). El emperador de los franceses le concede la Medalla de Honor de Oro en recompensa de los servicios prestados al Pervenche (7 de abril). En Santander conoce a la que será su futura esposa, Manuela Chavarri y Zunzunegui.
Al año siguiente, cesó en el destino de capitán del puerto de Santander (23 de abril de 1861).
Fue promovido a capitán de navío (3 de mayo) y se trasladó a la capital departamental, Ferrol (23 de mayo), donde se le conceden cuatro meses de licencia para Francia con el objeto de atender al restablecimiento de su salud. Casi al mismo tiempo, se le nombra comandante de la fragata Villa de Madrid (1 de junio), que se encontraba en construcción en el arsenal de la Carraca (Cádiz), donde se le había adaptado una máquina de 800 C.V.; dicha fragata fue botada el 7 de octubre de 1862. Al terminar la licencia se traslada a Cádiz (24 de octubre de 1861), para hacerse cargo del mando y se dice que, al contemplarlo por primera vez, exclamó: “El buque es magnífico, pero le sobra la máquina [...]”, frase que, sin duda, retrataba su carácter. Contrae matrimonio con Manuela Chavarri y Zunzunegui el 28 de junio de 1863. Pasó su buque a 3.ª situación (1 de noviembre de 1863) y salió para La Habana inmediatamente, regresando el 22 de abril de 1864 a Cádiz.
Más tarde, sale para unirse a la escuadra del Pacífico (4 de septiembre), haciendo escalas en Santa Cruz de Tenerife y Montevideo. La travesía del Atlántico, en la que empleó 33 días, fue bastante penosa, pues el buque iba en malas condiciones y hacía agua por tres sitios. Ya en Montevideo, se le unen las fragatas Blanca y Berenguela, y toma el mando de la fuerza.
Cruzan el estrecho de Magallanes (29 de noviembre), visitando las bahías de Posesión, Punta Sánchez y de Borja. Llegó a la bahía de Pisco (costa peruana) el 20 de diciembre, incorporándose a la escuadra española que operaba en el Pacífico, mandada por el jefe de escuadra Pareja. A bordo de la Villa de Madrid enarbola éste su insignia, y en ella se acuerda —en enero de 1865— el Tratado Vivanco-Pareja entre las Repúblicas de la costa del Pacífico de América del Sur y España. La volatidad del tratado se mostró poco después con varios incidentes entre españoles y naturales del país, que conducen a una ruptura de relaciones diplomáticas y a una posterior declaración de guerra por parte española. En noviembre del mismo año se establece un bloqueo en los puertos del Pacífico Sur, y la Villa de Madrid en unión de la Resolución y Vencedora sale hacia Valparaíso, para establecer allí el bloqueo. En esta situación, ya en Valparaíso, Pareja se suicida, y Alvargonzález, que era el más antiguo, se hace cargo del mando hasta que, informado el brigadier Casto Méndez Núñez, se traslada desde la Numancia e iza su insignia en la Villa de Madrid. Tras varios acontecimientos insignificantes, y después que Méndez Núñez cambió su insignia a la Numancia, ordena a las fragatas Villa de Madrid y Blanca hacer un reconocimiento de las fuerzas enemigas, y batirlas, si fuera posible, en donde estaban situadas, aguas de Abtao (febrero de 1866).
Abtao es una pequeña isla chilena que pertenece al archipiélago de las Chiloé; la navegación por estas islas es bastante peligrosa por encontrarse rodeada de islotes y arrecifes. En la madrugada del 7 de febrero, las fragatas Blanca, al mando de Juan Bautista Topete, y Villa de Madrid, al de Claudio Alvargonzález, que además tiene el mando de la fuerza, llegan a la isla de Abtao, y poco después descubren la flotilla enemiga fondeada en un estero, y gente armada en las alturas de la isla. Los buques enemigos estaban en posición de herradura en el interior del estero, cuya boca no tenía más de ochocientos metros. Las dos fragatas españolas no forzaron la entrada del estero, puesto que si la atravesaban, tenían muchas probabilidades de varar, dado el poco calado disponible y los posibles obstáculos colocados por el enemigo. Por ello, el comandante de la Villa de Madrid adoptó la táctica de dar vueltas en círculo en la boca del estero descargando en cada vuelta ambas baterías. A las cinco y media de la tarde, Alvargonzález ordenó retirada, porque apenas quedaba luz suficiente para salir de aquel dédalo de arrecifes, donde no era posible pasar la noche sin arriesgar la pérdida de alguna fragata. Los buques salieron con escasos daños del combate: algunos impactos en el casco y arboladura y unos cuantos heridos; de la escuadra chileno-peruana, compuesta por la fragata Apurimac, goleta Covadonga —apresada con anterioridad a los españoles y posible causa del suicidio de Pareja— y corbetas América y Unión, se sabe que la fragata y la América sufrieron graves averías. La Blanca y la Villa de Madrid se reunieron con el grueso de la escuadra, que el día 1 de abril de 1866 bombardea Valparaíso, siguiendo instrucciones del Gobierno español; el 14 del mismo mes se dirigieron los españoles en demanda del Callao. El 2 de mayo de 1866, la escuadra española compuesta de seis fragatas, cinco de las cuales eran de madera (Numancia, Almansa, Resolución, Blanca, Berenguela y goleta Vencedora), sin carbón ni víveres y cansada la dotación, se acercaba en orden de combate al puerto del Callao, defendido por una abundante y bien emplazada artillería. A mediodía, la escuadra española abrió fuego contra las defensas del puerto, y al poco tiempo se estableció un intenso intercambio entre ambos bandos. La fragata Villa de Madrid recibe al comienzo del combate una granada de gran calibre que afecta a la cámara de calderas e impide seguir funcionando a la máquina, y, escorada, tiene que abandonar la lucha, después de descargar sus baterías. Es sustituida en la línea de fuego por la Almansa, a cuyo mando iba el capitán de fragata Victoriano Sánchez Barcáiztegui, primo carnal de Alvargonzález (era hijo de Fermín Sánchez, citado anteriormente). A las cinco de la tarde cesó el fuego español, dándose por terminada la acción. La escuadra se divide en dos, una al mando de Topete regresa a España atravesando el Pacífico; la otra, mandada por el propio Méndez Núñez, y en la que va la Villa de Madrid, atraviesa el estrecho de Magallanes, y tras una penosa travesía en la que el escorbuto y toda clase de calamidades hacen mella en la dotación, arriban el 24 de junio de 1866 a Río de Janeiro.
Días antes había sido promovido al empleo de brigadier (20 de junio), por los méritos contraídos en el combate del Callao, y, días después, fue nombrado Caballero Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, por los méritos contraídos en la acción de Abtao (3 de julio). En las sesiones del Congreso y del Senado del 12 de junio, es nominado Bien de la Patria. En este puerto brasileño se separa la Villa de Madrid del resto de la escuadra. Sale el 26 de septiembre, hace escala en San Vicente (Cabo Verde) y Santa Cruz de Tenerife para carbonear, y llega por fin a Cádiz el domingo 4 de noviembre a las doce del mediodía. Un inmenso gentío acudió a los muelles, y después de atracar la fragata, subió a bordo el capitán general del departamento, comandantes de los buques de guerra presentes en el puerto, representantes de la corporación municipal y autoridades provinciales, en medio de los acordes del himno del Callao.
El pueblo gaditano y sus autoridades, en representación de la nación entera, hicieron por espacio de quince días un gran homenaje a los héroes de las batallas del Pacífico. Los festejos duraron hasta el 19 de dicho mes de noviembre y en todos ellos se exhibían retratos de Claudio Alvargonzález y Méndez Núñez.
Asimismo es nombrado hijo adoptivo de la ciudad.
Se le conceden cuatro meses de licencia para restablecer su salud en Gijón (9 de noviembre) y cesa interinamente en el mando de la fragata Villa de Madrid (13) para trasladarse a Gijón en uso de la licencia concedida (no volvió a recuperarlo). El 16 de abril de 1867 se le concede una prórroga de dos meses de su licencia y se dispone que entre a ocupar número en su clase (1 de mayo). Días más tarde se le autoriza para que pueda residir en Gijón y restablecer su salud, mientras no sea necesaria su presencia en la capital departamental. Su liberalismo monárquico no será quebrantado ni por el ultramoderantismo de la Reina, ni por la frivolidad de la Corte, ni por el inmovilismo del Gobierno; ese componente de tipo tradicional, o afectivo si se quiere, pesará tanto en su vida que, cuando Topete —capitán de navío que había servido a sus órdenes en el combate de Abtao— se subleva en aquel año con Serrano y Prim, y sus compañeros de cuerpo ascienden vertiginosamente y ocupan puestos ministeriales, Alvargonzález pedirá el retiro del servicio y se encerrará en Gijón, ya que, como alguien había señalado, su puesto de combate estaba en la mar y no eran de su gusto las peleas de tierra.
A los cincuenta y dos años, cuando se le brindaba un brillante porvenir que le hubiera llevado a alcanzar probablemente los más altos puestos en la Armada y un buen puesto en la política, renuncia a todo por no sacrificar sus ideales políticos y sus juramentos y promesas como hombre de honor. Y no sólo esto, sino que encontrándose en Gijón en el momento de producirse la revolución de 1868, solicitado su prestigio por las gentes de orden para que se impusiese ante el pueblo exaltado y amenazador, accede y habilita una junta de gobierno de la ciudad, retirándose tras su gestión. Topete, ya miembro del Gobierno provisional, le escribe repetidas veces exhortándole a que permanezca en el servicio activo, hasta que por fin tiene que desistir. Por Decreto de 25 de noviembre y accediendo a sus reiterados deseos, se le declara exento de servicio con el haber anual de 2.760 escudos.
Por la restauración monárquica de 1874, vuelve de nuevo al servicio activo, hasta el retiro definitivo —pocos años después— por cumplimiento de la edad reglamentaria. Fue un verdadero marino, ya que en treinta y tres años de servicio, sólo tres estuvo desembarcado. Benito Pérez Galdos lo definió en sus Episodios Nacionales como: “curtido y fosco, de barba erizada y ojos fulgurantes, el primer lobo de mar de España”.
Alvargonzález pasó los últimos años de su existencia en su villa natal en unión de su esposa y sobrinas huérfanas, siendo estimado y respetado por sus vecinos que le conocían con los apodos de el Héroe de Abtao y el Mercantón, aludiendo este último a sus primeros tiempos de marino mercante. Por esta época colabora en diversas ocasiones en la prensa local y en revistas profesionales.
Fallece en su casa de la calle de San Bernardo, en Gijón, a las ocho menos cuarto de la tarde del día 21 de agosto de 1896. El entierro se verificó al día siguiente a las seis de la tarde y a él acudieron las autoridades locales y provinciales, varios diputados que entonces se encontraban en la ciudad, “gente marinera y muchos particulares, cerrando la marcha una larga fila de carruajes”, publicó el diario El Comercio de 23 de agosto de 1896.
El Ayuntamiento de Gijón acordó, en sesión de 29 de agosto del mismo año, colocar en la casa donde nació una lápida conmemorativa. El acto de su descubrimiento tuvo lugar el 2 de mayo del año siguiente, en el 31 aniversario del combate del Callao. Dicha lápida lleva la siguiente inscripción: “Aqui nació el excmo. sr. / d. Claudio Alvargonzález y Sánchez / general de la armada, héroe de Abtao / el Ayuntamiento de Gijón dedica este recuerdo / a su ilustre hijo / 2 de mayo de 1897”.
También se dio su nombre a la hasta entonces calle de la Barbacana, y el del combate que le inmortalizó a un callejón de Cimadevilla, y a uno de los muelles del puerto local. En el salón de sesiones del Ayuntamiento de Gijón se conserva un retrato suyo, obra del pintor Ignacio Suárez Llanos. Asimismo, el Ayuntamiento de Málaga acordó dar a una calle de la ciudad el nombre de Alvargonzález, en memoria del brigadier del mismo apellido (21 de octubre de 1887).
Obras de ~: “Viaje del crucero Aragón al archipiélago filipino”, en la Revista General de Marina (Madrid), vol. 012, abril-mayo-junio (1883), págs. 475-481, 589-600 y 687-693.
Fuentes y bibl.: Archivo-Museo Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), 1897, Expediente personal, leg. 620 / 46.
Redacción, “Necrología del brigadier de la Armada Claudio Alvargonzález”, en Revista General de la Armada, vol. 039, septiembre (1896), págs. 890-892; R. M.ª Alvargonzález, “Estudio biográfico del ilustre marino gijonés Claudio Alvargonzález Sánchez (1816-1896)”, en Boletín del Instituto de Estudios Asturianos (Oviedo), n.º 75, separata (1972).
José María Madueño Galán