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Oscar Domínguez Palazón

Biografía

Domínguez Palazón, Óscar. San Cristóbal de La Laguna, Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 7.I.1906 – París (Francia), 31.XII.1957. Artista miembro destacado del movimiento surrealista y de la Escuela de París.

Óscar Domínguez Palazón nace el 7 de enero de 1906 en La Laguna, Tenerife. Su padre tenía una cierta posición económica, dueño de diversas explotaciones bananeras. Sus primeros años transcurrieron entre La Laguna y Tacoronte, al norte de la isla. Su padre era un personaje curioso y extravagante, aficionado a la fotografía y coleccionista de objetos raros, que muy pronto despiertan la curiosidad de su hijo, al que enseña los rudimentos de la pintura. Sus primeros cuadros datan de mediados de los años veinte, retratándose en 1926 como un artista bohemio con pipa y chambergo. A los veintiún años viaja a París, por primera vez, para ocuparse de los negocios paternos de exportación de frutas, pero se dedica en cambio a la vida bohemia. En febrero de 1928 regresa a Tenerife y, a fines de ese año, realiza su primera exposición —recibida con duras críticas— donde expone varios bodegones y composiciones de un tono cubista bastante naïf.

En 1929 vuelve a París. Su pintura sufre un vuelco radical y empieza a orientarse hacia lo onírico y lo fantástico influido por los surrealistas, a los que todavía no conoce personalmente. Su primera obra plenamente surrealista lleva el sintomático título de Sueño, 1929 (col. Caja General de Canarias), y parece anticipar el escenario de sus paisajes cósmicos, pero faltan dos años para su primera obra maestra, Souvenir de París (col. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía [MNCARS], Madrid), mucho más sutil y madura, de una extraordinaria fuerza sugerente, lograda en parte por una mejor técnica en la calidad de su realización.

Al morir su padre, en 1931, regresa a Canarias para encontrarse con la desagradable sorpresa de las muchas deudas de éste. Vuelve a París, donde la necesidad, desde ahora algo permanente en su vida, le obliga a trabajar de diseñador gráfico, aunque su vocación artística ya está decidida.

Las primeras obras surrealistas —entre ellas, el Souvenir— se exhiben por primera vez en la exposición anual del Círculo de Bellas Artes de Tenerife.

Sin duda, en este momento comienzan sus primeros contactos con el grupo surrealista de Tenerife, posiblemente gracias a Eduardo Westerdahl al que había conocido en su primera exposición de 1928 y con quien mantendrá una estrecha amistad a lo largo de toda su vida. Westerdahl, que ya había colaborado en varias revistas, fue el animador de la extraordinaria revista Gaceta de Arte (1932-1936) en la que defendería la vanguardia más actual, apoyando al mismo tiempo la estética racionalista, constructivista y surrealista.

Alrededor de Gaceta se van a unir poetas como Emeterio Gutiérrez Albelo, para quien Domínguez hace la portada de su libro Romanticismo y cuenta nueva, editado por Gaceta de Arte en 1933; Agustín Espinosa para el que realiza la cubierta de Crimen (1934); Domingo López Torres; Pedro García Cabrera; y Domingo Pérez Minik.

En 1933, Domínguez inaugura su primera exposición individual auspiciada por Gaceta de Arte en el Círculo de Bellas Artes. Allí muestra quince cuadros ya plenamente surrealistas de inspiración subjetiva y libre, donde la yuxtaposición de imágenes dislocadas, arbitrarias e inesperadas presenta esa nueva manera de entender la realidad, buscando su significado más oculto y onírico. Destacan obras como el Souvenir de París, Los niveles del deseo o el estudio para Autorretrato, en el que se percibe cierta relación con la obra daliniana, pero, como dice Westerdahl en su crónica de la exposición, “Óscar se aparta de la perfecta construcción objetiva, de las formas reales de Salvador Dalí. Dalí ama las formas. Óscar está más dentro del sueño”, apuntando ya a una manera más libre e intuitiva que marcará su obra posterior. La exposición fue un fracaso económico, como cabría de esperar en el contexto tradicional de las islas, pero sin duda fue un gran revulsivo y una puesta al día para el grupo cercano a Gaceta de Arte, del que Domínguez será el puente de unión con el surrealismo parisino. A fines de ese verano vuelve a París.

Al año siguiente, en 1934, conoce al grupo surrealista de Breton que se reunía con los poetas Aragon, Éluard, Hugnet y los pintores Max Ernst, Tanguy, Dalí, Brauner y otros en el café de la Place Blanche.

Pertenecer al grupo surrealista con una ideología, con unas reglas y con una misión revolucionaria que cumplir y, sobre todo, con una estructura eficaz tuvo que ser fundamental para Domínguez, proporcionándole una identidad y una base que le permitirían desarrollar su exuberante fantasía.

Estos años y hasta el estallido de la guerra son de una actividad extraordinaria. Participa en todas las acciones y exposiciones importantes del grupo surrealista mostrando, en ocasiones, con las decalcomanías o los paisajes cósmicos uno de los caminos a seguir.

Así, en 1934 comienza a experimentar con la técnica de la decalcomanía, según Breton “la más electrizante por así decirlo, de sus invenciones”. Ésta consistía en aplicar sobre una hoja de papel una capa de gouache negro, recubrirla con otra hoja blanca, presionar y levantarla suavemente configurando, según leyes del azar y sin que intervenga la voluntad del artista, sorprendentes efectos, “para —en palabras de Breton— abrir a voluntad su ventana hacia los más bellos paisajes, del mundo y de otros lugares”.

Las primeras decalcomanías, que Breton bautizó como “decalcomanías sin objeto preconcebido” o “decalcomanías del deseo”, aparecen en la cubierta de la monografía sobre Baumeister que Westerdahl publicó en Gaceta de Arte en 1934.

André Breton, Yves Tanguy, Georges Hugnet, Marcel Jean y, más tarde, Max Ernst, que perfeccionaría la técnica aplicándola al óleo sobre lienzo en los cuarenta, experimentaron con la decalcomanía. Técnica que abría una nueva vía hacia el automatismo y hacia la posibilidad de una pintura surrealista abstracta, en un momento en el que Breton cuestiona el surrealismo figurativo e ilusionista de tono daliniano.

Domínguez y Marcel Jean van más allá de la técnica primitiva de la decalcomanía, introduciendo a base de plantillas formas con la serie de leones-bicicletas o leones y ventanas. Éstas son las “decalcomanías de interpretación premeditada”.

En 1935 participa en las dos primeras exposiciones del grupo surrealista. La primera, en la Exposición Internacional Cubismo-Surrealismo celebrada en Copenhague en el mes de enero, junto a Arp, Brauner, Ernst, Giacometti, Klee, Magritte, Miró y Tanguy, y la segunda, en mayo, en la famosa exposición surrealista del Ateneo de Santa Cruz de Tenerife organizada con su ayuda por la Gaceta de Arte en la que Domínguez presenta por primera vez un objeto surrealista.

Domínguez no pudo atender la exposición, que contó con la presencia de Breton, su mujer, Jacqueline Lamba, y el poeta Benjamin Peret, que se fascinaron con la isla, sus dragos y sus paisajes volcánicos en los que Domínguez se inspiró a menudo. En julio de ese año, Óscar está en Barcelona y con él se reúne Marcel Jean. Conoce a Esteban Francés y Remedios Varo con los que pasa el tiempo realizando “cadáveres exquisitos”, mezclando el dibujo con el collage.

En las obras de estos años se percibe un mayor dominio de la técnica y una evolución hacia una iconografía más rica en la que hacen su aparición paisajes cósmicos, toros, objetos mecánicos, formas animales o humanas de aspecto monstruoso. A fines de año participa en la Exposición de Dibujos Surrealistas en la Galería Aux Quatre Chemins y, al año siguiente, en la muestra surrealista de objetos en la Galería Charles Ratton, donde expone, entre otros, Le Tireur (col. Instituto de Crédito Oficial, Madrid) y Las peregrinaciones de Georges Huguet (MNCARS, Madrid).

Tanto Marcel Jean como Enmanuel Guigon consideran a Domínguez uno de los más geniales creadores de objetos surrealistas.

En 1936 expone cuatro obras en la Exposición Surrealista Internacional de Londres, organizada por Roland. Viaja por última vez a Canarias para participar en la Exposición de Arte Contemporáneo, organizada por la sección tinerfeña de ADLAN, en la que está detrás el Grupo de Gaceta de Arte. Presenta óleos, dos de inspiración canaria, Cueva de guanches y Recuerdo de mi isla, dibujos y objetos. Le sorprende la Guerra Civil y tiene que esconderse varios meses hasta su regreso a París en el otoño, donde acoge en su estudio a Esteban Francés, escapado de Barcelona.

A fines de este año participa en la muestra Fantastic Art, Dada Surrealism, organizada por el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York.

En 1937 se traslada al barrio de Montparnasse donde residirá hasta el final de su vida. Primero, en un estudio en el bulevar del mismo nombre y más tarde, en 1942, en el estudio de la rue Campagne Première.

Frecuenta la Coupole y, sobre todo, el Select.

El año 1938, que, según José Pierre, es “el más glorioso de toda la historia del surrealismo”, es también para Domínguez un año crucial.

De enero a febrero tuvo lugar en París la Exposición Internacional del Surrealismo, organizada por Breton y Éluard con la ayuda de Duchamp, en la Galería de Beaux Arts. En la exposición montada de manera surrealista, Domínguez participó con un Maniquí y el objeto Jamais. Con motivo de este evento se editó el Diccionario abreviado del surrealismo en el que se reproducen dos objetos de Domínguez, quien aparece con el apodo de Dragonnier des Canaries.

Comienza a pintar sus primeros cuadros cósmicos, conseguidos, según Marcel Jean, de una manera casual.

Mientras estaba con sus amigos en el estudio bebiendo o charlando, Domínguez dejaba fluir su pincel sobre el lienzo, recorriendo la superficie varias veces sin darse cuenta de lo que iba pintando.

Según Breton, con unos movimientos del brazo tan poco calculados y tan rápidos como los del limpiador de cristales y, según Eluard, como un esclavo del subconsciente, abandonándose a un proceso gestual.

En cualquier caso, la mayoría de los críticos están de acuerdo en considerar este período como el más original del artista, el que mejor representa ese interés de Breton por el automatismo gestual o motor. Comienza su etapa de las redes o “litocrónica” apoyada por una teoría pseudocientífica sobre la solidificación del tiempo que elabora con el científico y escritor argentino Ernesto Sábato, con el que mantiene una estrecha amistad.

Era una búsqueda más subjetiva e intuitiva. Uno de los mejores ejemplos de Domínguez donde se mezclan estas teorías y conceptos diversos es Nostalgia del espacio (1939, MoMA), fusión de paisaje cósmico con la superficie reticular litocrónica. Estas estructuras de redes estarán presentes hasta 1944 en paisajes o envolviendo figuras femeninas u objetos.

El estallido de la Guerra Mundial provocó una diáspora del grupo surrealista. Una parte importante del grupo, Jacqueline Lamba, Breton, Max Ernst, André Masson, Wifredo Lam, Benjamin Peret, Jacques Herold, René Char, Domínguez y otros se trasladan a Marsella donde intentan escapar a América.

En Marsella prosiguen las actividades del grupo produciendo una gran cantidad de espléndidos dibujos colectivos y cadáveres exquisitos. Elaboran, entre varios, un juego de cartas. Óscar se encarga de dibujar la carta Freud.

Domínguez, al igual que Arp, Bellmer, Brauner, Herold y otros, no llegó a embarcar hacia América, como lo harían Breton, Duchamp, Ernst, Tanguy, Masson y Matta.

En la primavera de 1941 está de vuelta en París.

Participa intensamente en las actividades del grupo surrealista clandestino, cercano a la resistencia, Le Main a Plume.

Vuelve progresivamente a la figuración renovando su interés por el toro-minotauro y por la figura femenina con sus cuadros de mujeres deformadas y agigantadas, “mujeres desmontables” (1941-1943) en término de Fernando Castro.

Estrecha su amistad con Picasso, al que visita regularmente en su estudio de la rue de Grands Augustins y se reúne con él, Éluard, Leiris, Hugnet, Fenosa y otros en un restaurante cercano al estudio de éste, Le Catalan.

El otro gran amigo y pilar de estos años será el poeta Paul Éluard, quien había roto con Breton y el grupo surrealista ortodoxo a causa de su acercamiento al Partido Comunista. Será Éluard el que presentará en un precioso texto la primera exposición individual de Domínguez en París en la Galería Louis Carré (1-14 de diciembre de 1943). Junto a los cuadros de figuras femeninas o de toros, presenta sus obras metafísicas de inspiración chiriquiana, donde el revólver es un elemento protagonista.

Con la vuelta de Breton se produce la ruptura de Domínguez con el grupo surrealista ortodoxo, emprendiendo un camino más independiente.

En 1945 despliega una gran actividad. Expone en París, Bruselas y Nueva York. Mantuvo siempre un trato muy bueno con el grupo de españoles de París y frecuentó a Clavé, que le hizo varios retratos, Peinado, Parra, Bores, Luis Fernández, Flores, Viñes y el escultor Fenosa. A partir de esa fecha expondrá regularmente con ellos.

Este año su azarosa vida sentimental se estabiliza al casarse con Maud Bonneaud, a la que había conocido durante la ocupación. Maud introdujo un equilibrio y un orden en su vida privada que duró hasta su divorcio en 1950.

En 1946 viaja a Checoslovaquia para participar en una gran exposición en la Sala Manes de Praga titulada Arte de la España Republicana. Artistas españoles de la Escuela de París, junto a Picasso, Julio González, Bores, Clavé, Condoy, Luis Fernández, Ismael González de la Serna, etc., y donde presenta doce obras.

La muestra fue un acontecimiento en el mundo cultural de Praga. Junto a la obra de Picasso, artista ya entonces totalmente reconocido, fue la de Domínguez la que despertó mayor interés. De aquí surgió una fecunda colaboración con Checoslovaquia donde Domínguez expuso en dos años otras cinco veces, dos individuales y tres colectivas. Muchos de sus cuadros encontraron destino en colecciones públicas y privadas de Praga, Brno, Olomuc y Bratislava.

Es en los cuadros de este período, de una figuración expresionista en la que los contornos de sus figuras y objetos están marcados por gruesos trazos negros, sin duda, donde se refleja la influencia picassiana más directa.

“Lo poco que sé se lo debo en un ochenta por ciento a Picasso. Es una persona que constantemente te abre los ojos, te muestra horizontes nuevos”, escribe a Westerdahl.

En 1947 viaja a Londres. Publica su único libro, Les deux qui se croisent, de tono surrealista en el que se revela como un escritor poético, lleno de humor, ingenio y fantasía.

Realiza treinta y dos aguafuertes para ilustrar Poésie et Vérité de su amigo Éluard, que publica un poema sobre el artista en Cahiers du Sud. Expone, junto con Parra, en la Galería Breteau. Pasa el verano en Golfe Juan, donde ve casi cotidianamente a Picasso, y le cuenta a Westerdahl que ese verano ha pintado noventa telas.

A partir de 1948, el trazo grueso que delimita sus figuras se reduce a una fina línea, a menudo realizada con tinta china que delimita los campos de color, introduciendo tonos mucho más vivos: rojos, amarillos, verdes, azules, lo que obliga a sus composiciones a ser mucho más sintéticas y esquemáticas.

Empieza su época del triple trazo (campo colormargen en blanco-línea negra a tinta-margen en blanco-campo de color), acentuándose el lirismo con el humor de siempre pero más sutil y menos agresivo, lo que induce a Westerdahl a relacionarlo con Klee.

Este período durará hasta 1953 y en él realiza exquisitas figuras femeninas alargadas y estilizadas, escenas de tauromaquia, composiciones con pájaros, bodegones, fruteros come-frutas y la serie de los “ateliers”.

En 1950 tiene dos importantes exposiciones individuales, una en la prestigiosa Galería de France en París (febrero-marzo) y otra en la Galería Apollo de Bruselas (marzo), para la que escribe la presentación el poeta Christian Dotremont.

Después del divorcio con Maud, su frágil estabilidad se va erosionando y comienza un círculo vicioso de crisis, depresiones, escapismo a través del alcohol y una vida frenética que en absoluto le satisface y de lo que es consciente.

Comienza su relación con Marie-Laure Bischoffsheim, vizcondesa de Noailles por su matrimonio.

Mujer de enorme fortuna, había sido musa y mecenas del surrealismo. Con su marido había financiado La Edad de Oro de Buñuel, entre otras actividades y publicaciones del grupo.

En 1954 tiene lugar su exposición individual en la Galería Drouant-David en París. Presenta, entre otros, una serie de cuadros en los que vuelve a retomar la técnica de la decalcomanía mezclando sobre el lienzo gouache y óleo, logrando así paisajes lunares, volcánicos, fantasmagóricos e inquietantes, demostrando una vez más su libertad y capacidad de renovación.

La exposición, según cuenta el propio Domínguez, fue un gran éxito de público, de crítica y de ventas: el Estado francés le compra un cuadro titulado Tenerife.

Al año siguiente inaugura una exposición de carácter antológico en Bruselas en el Palacio de Bellas Artes, y en 1956 vuelve a exponer individualmente en París (Galería Diderot). A pesar de estos éxitos relativos, Domínguez tuvo que ser consciente de que su reputación en contraste con la de muchos de sus compañeros de la primera época, como Miró, Ernst, Magritte, Tanguy o Arp, no se había establecido internacionalmente.

Las crisis se agravan, tiene que ser internado en varias ocasiones y se apodera de él una creciente melancolía que los excesos y la insatisfacción no hacen sino acrecentar. Expone por última vez a finales de 1957 en la Galería Rive Gauche. Pocas semanas después decide quitarse la vida cortándose las venas el 31 de diciembre de 1957.

Al entierro asisten, entre otros, Man Ray, Dora Maar, Patrick Waldberg, Max Ernst y muchos de los pintores españoles de la Escuela de París, junto con personajes de la alta sociedad y una variopinta y popular multitud de gentes de su barrio que lo admiraban.

 

Obras de ~: Souvenir de París, 1932; Autorretrato, 1933; Los niveles del deseo, 1932-1933; Piano, 1933; Le Chasseur, 1933; El Drago, 1933; Máquina de coser electrosexual, 1934; Los porrones, 1935; Le Dimanche, 1935; Cueva de guanches, 1935; Souvenir de l’avenir, 1938; Nostalgia del espacio, 1939; Lancelot 28.º 33’, 1939; L’estocade lithocronique, 1939; La main passe II, 1942; La rêveuse, 1943; La couturière, 1943; La fin du voyage II, 1943; Vidente, 1944; Pintor y modelo, 1945; El caballo de Troya, 1947; Los amantes, 1949; Frutero come-frutas, 1949; Toro, 1949-1950; Les Papillons, 1950; L’atelier, 1950; Corrida II, 1951; Mars, 1954; Paisaje con decalcomanía, c. 1957.

 

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Guillermo de Osma