Jordá, Onofre. Alcoy (Alicante), 1510 – Villajoyosa (Alicante), 1570. Filósofo, humanista, ermitaño, penitente, apóstol.
Sobresalió como médico, filósofo y humanista, dándose a conocer también como perito en las lenguas clásicas y modernas. Gozó de gran prestigio en la Universidad de Salamanca, de modo que uno de sus más eminentes catedráticos, el doctor Muñoz, solía decir a sus alumnos “que en lenguas clásicas, y particularmente en las semíticas y en el griego sólo había tres grandes profesores en España, y uno de ellos decía que era el Maestro Jordá”. El rey de Portugal, al fundar la Universidad de Coimbra y dotarla con los más aventajados profesores de España y Francia, eligió para catedrático de Lenguas al maestro Jordá.
Pero la sabiduría humana la cambió por la divina.
Narró que una noche, dirigiéndose a su casa, vio en el suelo la sombra de un jumento, y como le parecía que de ningún modo podía transformarse la suya en un pollino, se rió mucho de la figura no viendo quién la formaba; mas entrando en su casa halló en su cuarto, no ya la sombra, sino un verdadero jumento y, asustado, le dijo: “¿Cómo habéis entrando acá?”. Y hablando la bestia, le dijo: “Tal estás”, y súbitamente desapareció.
A raíz de aquel acontecimiento se propuso dedicar toda su vida al servicio de Dios. Renunció a su cátedra, y a su encumbrada posición y comenzó una vida de penitencia y apostolado.
El 1 de septiembre de 1484 un pastor, Gaspar Tomás, encontró en el tronco de un almezo en las ruinas del castillo, en lo alto del pueblo de Agres, en las estribaciones de la sierra Mariola, una imagen de la Virgen María. Comenzó a venerarse en una ermita que se edificó en aquel mismo lugar y pronto fue centro de peregrinaciones.
Allí se retiró Onofre Jordá, viviendo en una cueva junto a la ermita de la Virgen María. No dormía en cama, ni comía nada condimentado, sino que su alimento ordinario eran frutas y hierbas, y sólo una vez al día, entre las dos y las tres de la tarde.
A los agrestes parajes de la sierra Mariola donde residía, acudían las personas a pedir la protección de la Virgen María y de Onofre Jordá y recibían la instrucción y el aliento para su vida de cristianos, de modo que volvían a su lugar de origen confortados con el espíritu y edificados por su palabra y ejemplo.
Este es el caso del joven Juan Gimeno, natural del pueblo de Biar, labrador, que primero debió de conocer a Onofre Jordá en uno de sus viajes apostólicos a su pueblo natal, donde surgió una amistad. Luego acudía con frecuencia a la ermita de la Virgen de Agres, donde residía habitualmente este venerable sacerdote, para pedirle consejo sobre cuál era el camino que tenía que seguir en su vida. Recibida la adecuada orientación, Juan Gimeno ingresó en la Compañía de Jesús, en la condición de hermano coadjutor, en la que sobresalió por sus virtudes, ejemplo, abnegación y entrega evangélica. Falleció santamente en Zaragoza el 24 de febrero de 1579.
Con frecuencia Onofre Jordá dejaba su retiro de la ermita de la Virgen de Agres para predicar el Evangelio.
Los pueblos del reino de Valencia fueron testigos de la unción con que exponía la doctrina cristiana.
Vivía con gran austeridad. No admitía en ninguna parte hospedaje o provisión, sino que al llegar al pueblo donde tenía que misionar, se dirigía directamente a la iglesia, y en su atrio comía su provisión, y cuando se le obligaba a hospedarse en alguna casa, siempre comía frugalmente.
Contó que en Alicante se había internado en alta mar una embarcación con pescadores y, de pronto, por una avería comenzó la barca a hacer agua. Todos creían que iban a zozobrar, pero Onofre Jordá, vaticinó que se salvarían, como así fue, llegando felizmente al puerto. Por lo difícil que era la situación en la que se encontraban los pescadores, el hecho de que se salvaran se atribuyó a un milagro que por su mediación se produjo.
En 1570 predicando en la iglesia parroquial de Villajoyosa le sobrevino la muerte en el púlpito, mientras estaba predicando. Tenía sesenta años de edad.
Su cuerpo fue llevado a Alcoy, su pueblo natal, para recibir allí cristiana sepultura.
La muerte del siervo de Dios acaeció unos meses después de haber llegado como arzobispo de Valencia san Juan de Ribera, quien, al conocer las virtudes que le auroleaban, dispuso que se le hiciese un retrato, y que se le colocase en su aposento, junto con los de otros santos.
Bibl.: G. Escolano, Década primera de la historia de Valencia, Valencia, por Pedro Patricio Mey, 1611 (ed. facs., Valencia, Biblioteca Valenciana, 1972, lib. 9, columnas 1341- 1344); S. Jordán, beneficiado de la parroquia de Bocairente, Vida y hechos virtuosos del apostólico mosén Onofre Jordá, sacerdote secular, Valencia, 1630; V. Martínez Colomer, Historia de la provincia franciscana de Valencia, Valencia, por Salvador Faulí, 1803 (ed. facs., Madrid, 1982, págs. 217- 218); C. Vicedo, Mosén Onofre Jordá: Flores del clero secular, vol. II, Valencia, Imprenta Guillot, 1929, págs. 221-228; A. Llin Cháfer, Modelos de vida cristiana, Valencia, Edicep, 1999, págs. 53-54; La Mare de Déu d’Agres y su santuario, Valencia, Imprenta Nácher, 2001, págs. 45-49.
Arturo Llin Cháfer