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Elías Salaverría e Inchaurraundieta

Biografía

Salaverría e Inchaurraundieta, Elías. Lezo (Guipúzcoa), 16.IV.1883 – Madrid, 14.VII.1952. Pintor.

Era el tercero de los siete hijos de una familia humilde. Sus dotes artísticas fueron advertidas tempranamente por el presbítero Eusebio Pildain, cuando el pequeño Salaverría ejercía de monaguillo. Pildain y el alcalde de la villa, Regino Guezala, le pusieron en contacto con quien sería su primer mecenas, Francisco de Cubas, marqués de Cubas. Gracias a su protección económica, en 1897 Salaverría comenzó a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de San Sebastián, donde impartían clase Alejandrino Irureta y Juan Martínez. En 1900 se trasladó a Madrid para continuar su formación bajo la protección de la marquesa (viuda) de Cubas. Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid hasta 1908, donde recibió clases de Alejandro Ferrant, José Moreno Carbonero y Luis Menéndez Pidal, y fue compañero de estudios de Aurelio Arteta y Jacinto Olave. Este último dejó en el joven Salaverría la impronta de su sobriedad.

Completó su formación en el Museo del Prado y en 1903 consiguió una beca de la Diputación de Guipúzcoa. La Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904 le distinguió con una Mención Honorífica por ¿Quién?, y su Lección de doctrina (también conocida como Examen de doctrina) fue propuesta para tercera medalla. En 1905 el estudio que compartía con el pintor Antonio Martí se convirtió en el centro de la tertulia dominical de los artistas vascos y navarros que residían en la capital. Este mismo año su Retablo de Maese Pedro fue premiado en la Bienal del Círculo de Bellas Artes de Madrid. En 1906 y 1908 fue galardonado con sendas Terceras Medallas en la Exposición Nacional de Bellas Artes por Tú primero y Atardecer, respectivamente.

La venta de su cuadro Timidez le permitió costearse su primer viaje a París en 1906, ciudad a la que volvería en repetidas ocasiones. Durante sus estancias en la capital francesa, especialmente en la de otoño de 1909, Salaverría refrendaría su fidelidad al realismo y su preferencia por la temática del ser humano, en la que alcanzaría su maestría y celebridad. Se sintió más inclinado por Courbet, Millet, Daumier, Henry Martin y Lucien Simon que por las vanguardias. Le causó especial mella el cuadro La procesión de Simón, que se convertiría en referencia de su próxima y más popular obra: la Procesión del Corpus en Lezo (de la que realizaría dos versiones en 1910 y 1912). Con ella Salaverría consiguió un éxito rotundo. Obtuvo la Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1912. Definida por algunos críticos como “la apoteosis del indigenismo vasco” (Llano Gorostiza, 1966), dicha obra le proporcionó una celebridad sin precedentes en su tierra natal. Sus paisanos le homenajearon en Lezo, Rentería, San Sebastián, Tolosa y Madrid. La Diputación de Guipúzcoa, en sesión de 5 de diciembre de 1912, acordó por unanimidad concederle una pensión de 5000 pesetas anuales durante los dos años siguientes, que más tarde se prolongaría dos años más. El mismo lienzo recibió la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Múnich de 1913, y en la de Panamá de 1916.

Desde entonces trabajó de forma incesante, concurriendo habitualmente a las Exposiciones Nacionales hasta 1952. En algunas de las convocatorias sería requerido como miembro del jurado. En la de 1917 presentó una de sus obras cumbre, San Ignacio de Loyola, y en la de 1922, La ofrenda de Elcano. El San Ignacio despertó una viva polémica por su particular concepción del personaje, el fundador de la Compañía de Jesús. Con motivo de la segunda, el Ayuntamiento de Guetaria nombró a Salaverría Hijo Adoptivo. Otra de las obras que le brindaría una gran celebridad sería la titulada Mineros, también conocida como Cambio de turno en la mina (1919). Su profunda sensibilidad religiosa le llevó a trabajar durante cinco años en el lienzo Proclamación de la Virgen de Aránzazu como patrona de Guipúzcoa, obra de grandes dimensiones que expuso en Madrid, en el Salón de Bibliotecas y Museos, en 1925.

En plena madurez fue muy solicitado como retratista de personajes relevantes, obras con las que concurrió también a diversas exposiciones. Cabe destacar, a modo de ejemplo, los diversos retratos realizados al rey Alfonso XIII y a la reina María Cristina. En 1930 se instaló definitivamente en Madrid y en 1934 fue nombrado profesor de la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado. Tras el estallido de la Guerra Civil se refugió en la Embajada de Finlandia, de donde pasó a Valencia. Marchó a Francia para finalizar su periplo en Lezo. En 1940 se sometió a una operación de cataratas, de la que se recuperó satisfactoriamente. El 15 de mayo de 1944 fue designado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ocupando la vacante dejada por su maestro Moreno Carbonero. Su discurso de ingreso versó sobre La pintura de Historia. Durante sus últimos años siguió desarrollando una intensa actividad. En 1946 comenzó la restauración de la cúpula de San Francisco el Grande, en Madrid. En julio de 1948 expuso treinta y uno de sus cuadros en la Galería Witcomb- Florida 760 de Buenos Aires, cosechando un gran éxito de público y crítica. En diciembre de 1949 presentó sus retratos en la sala de la legación española de Montevideo.

Murió el 14 de julio de 1952 a consecuencia de un colapso, cuando trabajaba en San Francisco el Grande. Existe la creencia (errónea) de que falleció el día 16. El motivo de esta versión reside en que tardaron dos días en descubrir lo sucedido por hallarse a gran altura el andamio sobre el que quedó el cuerpo. El acta de defunción, no obstante, fecha ésta el día 14. Ese mismo año había presentado tres obras en la que sería su última Exposición de Bellas Artes, celebrada en el Palacio de Cristal de Madrid.

Salaverría pertenece a la generación de pintores posterior a Sorolla, nacidos en el decenio de 1873 a 1883: Chicharro, Benedito, Sotomayor, Hermoso, López Mezquita, Romero de Torres, Anselmo Miguel Nieto, Rodríguez Acosta, Zaragoza y Valentín de Zubiaurre.

Flores Kaperotxipi lo definiría como “un pintor por el que ha pasado el modernismo sin rozarlo siquiera”. Su biógrafo, Bernardino de Pantorba, lo retrata como tímido y silencioso. Fue un hombre serio e introvertido y un profundo creyente. El crítico José Francés lo calificó como “el pintor del misticismo vasco”. Se casó en 1919 con Joaquina Urquía Carrera, natural de Rentería, que murió un año después. Contrajo segundas nupcias con Ignacia Lecuona, con quien tuvo a su hija, Igone Salaverría.

 

Obras de ~: Pintura: Estudio de interior, 1902; Ez lotzatu (“No te avergüences”), Lección de doctrina (también conocida como Examen de doctrina), 1903; Mi madre, ¿Quién? (también conocida como El avaro), 1904; El retablo de Ámese Pedro-Don Quijote de la Mancha, 1905; Tu, primero, Timidez, Un Geógrafo, Nere maitia lo eta lo (“Duerme, cariño mío, duerme”), Retrato del Rey D. Alfonso XIII (para el Ayuntamiento de Hernani), 1906; Atardecer, Lo-lo (“Duerme”), Layadores, Retrato de José María Salaverría, 1908; Procesión del Corpus en Lezo (1.ª vers.), Vascos, 1910; La Procesión del Corpus en Lezo (2.ª vers.), 1912; Nere aita (“Mi padre”), 1913; Duelo, Gu (“Nosotros”), 1914; San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, 1916; Mineros (también conocida como Cambio de turno en la mina), Orfebre, 1919; La ofrenda de Elcano, San Francisco Javier, 1922; Proclamación de la Virgen de Aránzazu como patrona de Guipúzcoa, 1925; Retrato del Rey D. Alfonso XIII (varias vers.), c. 1925; Don Juan Tenorio (dos vers.), 1927; Aizkolari (“Leñador”), 1928; Retrato de la Reina María Cristina, c. 1928; Don Ramiro, Retrato de la Reina María Cristina (2.ª vers.), 1930; Retrato del Doctor Leremboure, 1932; Don Ramiro (2.ª vers.), 1948; Hermano Francisco Gárate, María Joaquina, El Divino Impaciente (nueva vers. de San Francisco Javier); restauración de la Cúpula de San Francisco el Grande, Madrid, 1946-1952.

Escultura: Nere ama (“Mi madre”), c. 1910; lápida conmemorativa dedicada a Don Fermín Calbetón por la Cofradía de Mareantes, 1913.

Escritos: La pintura de historia, discurso leído en la recepción pública de ~, el día 15 de mayo de 1944, y contestación de José Francés, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1944.

 

Bibl.: J. Francés, “El pintor del misticismo vasco”, en Euskalerriaren alde, XV (1925), pág. 453; B. de Pantorba, El pintor Salaverría. Ensayo biográfico y crítico, Madrid, Espasa Calpe, 1948; M. Flores Kaperotxipi, Arte Vasco, Buenos Aires, Ekin, 1954, págs. 47, 100, 151-153 y 206; M. Llano Gorostiza, Pintura Vasca, Bilbao, Artes Gráficas Grijelmo, 1966, págs. 95, 162 y 252-253; J. M. Álvarez Emparanza, Origen y evolución de la pintura vasca, San Sebastián, Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, 1973, págs. 93-110; VV. AA., “Elías Salaverría”, en J. M.ª Martín de Retana (dir.), Pintores y escultores vascos de ayer, hoy y mañana, vol. XXV, fasc. 268, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1983; M. A. Marrodán, Diccionario de Pintores Vascos, vol. IV, Madrid, Beramar, 1989, págs. 127-128; J. Martínez Ruiz, Salaverría [exposición], Museo de San Telmo, 8 de Agosto-2 de Septiembre de 1990, Donostia- San Sebastián, Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1990; A. Fernández López, Pintores vascos en las colecciones de las Cajas de Ahorros, vol. I, Bilbao, Bilbao Bizkaia Kutxa, Kutxa y Caja Vital Kutxa, 1993, págs. 136-137; J. Plazaola Artola, Pintores vascos en las colecciones de las Cajas de Ahorros, op. cit., vol. III, 1994, págs. 128-130; L. de Madariaga, “Salaverria Inchaurraundieta, Elías”, en B. Estornés Lasa (ed.), Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Cuerpo A. Diccionario Enciclopédico Vasco, vol. XLII, San Sebastián, Auñamendi, Estornés Lasa Hnos., 1996, págs. 370-374.

 

Elena Legorburu Faus