Martínez, Sebastián. ¿Valladolid?, f. s. XV – ¿Alcalá de Henares? (Madrid), 1576 ant. Impresor y librero-editor.
Los primeros datos conocidos de este impresor y librero ambulante, en documentos de los años 1539, 1543 y 1544, hacen referencia a sus servicios como criado y mayordomo del obispo de Mondoñedo, el franciscano Antonio de Guevara, y a su estado: casado.
El 12 de junio de 1545 obtuvo privilegio para el reino de Castilla para la impresión de varias obras del obispo: Dechado de Césares, Menosprecio de corte, Aviso de Privados, Oratorio de religiosos, Monte Calvario y Epístolas familiares. El 10 de agosto de 1548 obtuvo también el privilegio para Siete Palabras. Sebastián Martínez abrió una librería en Valladolid, en las casas donde había vivido el obispo, cuando éste falleció. Costeó las diversas ediciones, sirviéndose del taller de imprenta de Juan de Villaquirán, pero a partir de 1550 ya contaba con un taller propio que continuó activo hasta el año 1566, año en que lo vendió a uno de sus operarios, Bernardino de Santo Domingo.
En su taller vallisoletano se imprimió el célebre Índice de libros prohibidos del inquisidor Fernando de Valdés en 1559. En 1555 es seguro que tenía librería propia abierta en Medina del Campo.
Se documenta su estancia en Sigüenza (Guadalajara) en los años 1561 a 1565, lugar en el que instaló un nuevo taller de imprenta para atender encargos del obispo Pedro de la Gasca, la impresión del Breviarium iuxta consuetudinem almae Ecclesiae Seguntinae, trabajo concluido en el primer año citado, y de otros libros litúrgicos.
En 1562 se inició su actividad en Alcalá de Henares.
La razón de este nuevo cambio de residencia puede estar en una indicación del testamento del impresor complutense Juan de Brocar, que falleció en 1552, en el que se aludía a próxima boda de Sebastián Martínez con su hija Luisa de Angulo, lo que hace suponer que en dicha fecha ya había enviudado. En un primer momento de gran actividad de su taller de Alcalá de Henares realizó más de doscientas impresiones, costeadas por libreros de la propia villa, de Toledo y de Madrid, como Luis Gutiérrez, Miguel Ferrer, Bartolomé de Robles, Juan de Escobedo, Francisco López, Alonso Calleja y Hernán Ramírez.
Durante los años 1567 y 1569 trabajó en Palencia, llegado para atender un encargo concreto, la doble edición del Missale Pallantinum.
Un segundo momento en Alcalá de Henares, instalado su taller “fuera de la puerta de los Mártires”, de mucha mayor actividad que el primero, se inició en 1568. El impresor había fallecido ya en 1576, pero el taller continuaba activo, gracias a sus herederos, hasta el año 1596, como buenamente pudo. Algo que no sorprende si se tiene en cuenta lo siguiente: se conoce una provisión de Felipe II, fechada en Madrid a 12 de noviembre de 1572, dirigida a los corregidores de Toledo, de Burgos y de Medina del Campo, a los rectores de las Universidades de Salamanca y de Alcalá de Henares, al regente de Sevilla, a un oidor de la Audiencia de Granada y a otro de la Chancillería de Valladolid, en la que el Monarca indicaba que tenía noticia de que en los talleres de imprenta se trabajaba mal, debido a la deficiente preparación de los diversos operarios, y consecuentemente los libros rebosaban de erratas y errores; deseando, pues, poner remedio a tal situación ordenó que en esos lugares se designasen a las personas adecuadas para que pudieran ofrecerle un informe pormenorizado. La visita de los talleres complutenses se realizó en un solo día, el 15 de diciembre de 1572, y con manifiesta precipitación, según muestra la documentación conservada. Uno de los talleres visitados fue el de Sebastián Martínez, quien “Dixo que tiene dos prensas y que al presente no trabaja más que la una para la qual tiene tres oficiales que son necessarios”.
Carecía de corrector y él, personalmente, se encargaba de tal tarea. Añadía detalles sobre sus cajas y, respecto a su capacidad económica, decía que, sin ayuda ajena, no se atrevía a acometer la impresión de un libro que superase los cincuenta o sesenta pliegos.
Finalmente, su respuesta a las preguntas repetidas en todos los talleres: “que la caussa por donde los libros que se ymprimen salen con mentiras y herrores estryba en los correctores los quales si con cuydado y diligencia pasasen las probanzas no abría los dichos herrores. Y que en lo que toca a no ser las enprentas de España tan cabdalosas como las de fuera de ella va conforme a lo que él tiene entendido por aver estado en algunas enprentas de Françia no tener salida e benta los libros que se ynprimen en España para tantas partes la tienen las enprentas de fuera destos reynos y demás desto la falta de papel por no averlo en tanta abundancia ny tan bueno ny tan barato como se halla en Françia”.
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Julián Martín Abad
