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Leonor de la Vega

Biografía

Vega, Leonor de la. Señora de La Vega. Cantabria, c. 1365 – Valladolid, 14.VIII.1432. Noble.

A lo largo del siglo XIV, el hasta entonces modesto señorío de la Vega, cuyo solar se encontraba en un valle central de la actual Cantabria, creció y se fortaleció gracias a un fenómeno generalizado en la zona, la apropiación de derechos por parte de los nobles o paso del régimen de abadengo al señorial, y a las mercedes que Alfonso XI concediera al primer Garci Laso de la Vega, conocido como el Viejo. Su hijo homónimo, criado en la Corte y destacado combatiente en la batalla del Salado, murió por orden de Pedro I en Burgos en 1351. El tercer Garci Laso, refugiado con su madre en Asturias bajo la protección de Enrique de Trastámara, se casó con Mencía de Cisneros y encontró la muerte en la batalla de Nájera de 1367.

Había sido mayordomo mayor del infante don Tello, y probablemente pactó el enlace que uniría los dominios de ambos: el de su única hija, Leonor, con el hijo del infante, Juan Téllez.

Se puede suponer que a la temprana muerte de su padre, Leonor era una niña de corta edad, pues en la titularidad del señorío aparecen durante algunos años su madre y su esposo. De este primer matrimonio nacerían dos hijos: Juan el Mozo, muerto en 1392, y Aldonza, futura condesa de Castañeda. Tal y como ocurriera con su padre, Leonor perdió a su primer esposo en una batalla, la de Aljubarrota de 1385. Dos años más tarde contraía de nuevo matrimonio con otro de los nobles presentes en la citada batalla, Diego Hurtado de Mendoza, futuro almirante de Castilla y probablemente el hombre más poderoso del reino. De la unión nacería Íñigo López de Mendoza, el famoso marqués de Santillana. Ambos enlaces eran fruto de la política regia, deseosa de mantener los apoyos que linajes como los Vega o los Mendoza habían prestado a la dudosamente legítima dinastía Trastámara.

Diego Hurtado de Mendoza, beneficiado por su proximidad a Enrique III, expandió el poderío de la pareja en el territorio cántabro imponiéndose por la fuerza la mayoría de las veces, y ayudado por las mercedes del Monarca, otras. Seguía, con más ímpetu quizá, la política puesta en marcha por los nobles en la zona un siglo antes. Leonor no se quedó atrás: viuda ya en 1404, y distanciada de su segundo esposo desde mucho antes, se ocupó durante años de defender y acrecentar el patrimonio que su hijo Íñigo heredaría.

Para ello se enfrentó a todo aquel que intentó amenazar sus intereses, desde su yerno Garcí Ferrández Manrique hasta el beneficiario de los derechos de behetrías de la Corona, el infante Fernando de Antequera, e incluso más tarde el rey Juan de Navarra.

Sin embargo, su actuación como madre da muestras de una personalidad compleja: preservó celosamente para Aldonza Tello, la única descendiente que sobrevivió de su primer matrimonio, ciertos lugares que la Corona enajenara en su nombre al no poder reunir la suma estipulada para las arras, llegando a cedérselos antes de contraer por segunda vez matrimonio, ante el temor de que su segundo esposo se negase a reconocer los derechos de la hijastra. Pero luego luchó durante años contra Aldonza y Garcí Ferrández, negándose a entregar las tierras. Podría pensarse que lo hacía preocupada por proteger el futuro patrimonio del gran heredero, Íñigo López, si no hubiese actuado con él de manera similar: desde 1404 la de La Vega disfrutaba en usufructo de las posesiones legadas por Diego Hurtado a sus hijos, bajo la condición de que, una vez éstos hubiesen crecido, se las entregase.

En 1416, contando ya dieciocho años y a punto de contraer matrimonio, Íñigo López encontró dificultades para reclamar lo que le correspondiera de la herencia de su padre, que Leonor retenía. Finalmente cedió, pero siguió al frente del señorío de La Vega, que sólo entró a formar parte de las amplias propiedades del marqués en 1432, tras la muerte de Leonor.

 

Bibl.: M. Escagedo Salmón, La Casa de la Vega. Comentarios a las behetrías montañesas y el Pleito de los Valles, Torrelavega, 1917; F. González Camino y Aguirre, Las Asturias de Santillana en 1404 según el apeo formado por orden del infante don Fernando de Antequera, Santander, 1930; J. González Echegaray, “Cantabria en la baja Edad Media”, en L. Suárez Fernández et al., La Edad Media en Cantabria, Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1973, págs. 110-127; R. Pérez-Bustamante, “El proceso de consolidación de un dominio solariego en la Castilla bajomedieval: El señorío de la Vega (1367-1432)”, en Altamira, XL (1976-1977), págs. 95- 149; “Inventario de los bienes raíces de Leonor de la Vega”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXXI/1 (1978); Señorío y vasallaje en las Asturias de Santillana (siglos XIII-XV), Santander, Librería Estudio, 1978; J. Ortiz Real, Cantabria en el siglo XV. Aproximación al estudio de los conflictos sociales, Santander, Tantín, 1985; R. Pérez-Bustamante, El Pleito de los Valles, las Juntas de Puente San Miguel y los orígenes de la provincia de Cantabria, Santander, Ayuntamiento de Reocín, 1989; E. San Miguel Pérez, Iniciación al estudio de la Cantabria Medieval, Santander, Aulas de la Tercera Edad de Cantabria, 1992; E. San Miguel Pérez, Poder y territorio en la España Cantábrica. La baja Edad Media, Madrid, Dykinson, 1998; S. Peral Villafruela, Los hospitales de Carrión y los condes de Castañeda en la Edad Media, Palencia, Cálamo, 2003.

 

Covadonga Valdaliso Casanova

Relación con otros personajes del DBE

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