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Alfonso Meléndez de Guzmán

Biografía

Meléndez de Guzmán, Alfonso. Señor de Huelva. ?, f. s. xiii – 14.IX.1342. Vigesimocuarto maestre de la Orden de Santiago.

Era hijo de Pedro Núñez de Guzmán y de su mujer María Goes y, en consecuencia, hermano de Leonor de Guzmán, la favorita del rey Alfonso XI. Fue sucesor de Vasco López al frente del maestrazgo de Santiago, y lo fue a instancias del Monarca castellano en el Capítulo General de Ocaña celebrado en septiembre de 1338, en el que previamente se había depuesto a su antecesor por traición. En aquel momento Alfonso Meléndez no era freire y hubo que otorgarle el hábito para que pudiera acceder a su nueva y elevada responsabilidad.

El gobierno del nuevo maestre fue breve, de sólo cuatro años de duración, y estuvo fundamentalmente orientado hacia una estrecha colaboración militar con el rey Alfonso XI en el marco de la prolongada Guerra del Estrecho. Desde 1339, en efecto, la atención de la Monarquía castellana se centró de manera prioritaria en la frontera meridional. En los primeros meses de aquel año, muy poco después del acceso de Alfonso Meléndez al maestrazgo, un importante contingente meriní desembarcaba en la Península concentrándose en Algeciras en connivencia con el emir de Granada.

Alfonso XI, entonces, decidió acudir a la frontera en compañía, entre otros, de todos los responsables de órdenes militares. Desde Sevilla, el Monarca acordaba un plan disuasorio consistente en la tala sistemática de los campos de los tres más importantes enclaves del sector occidental de la frontera: Ronda, Antequera y Archidona; en la razzia efectuada contra este último objetivo participó activamente el maestre de Santiago que, junto a don Juan Manuel y Juan Núñez de Lara, integraría la retaguardia del victorioso ejército cristiano a su regreso a Sevilla.

Pero la gran ofensiva antimeriní estaba prevista para la primavera de 1340, y en tanto el Rey regresaba al interior de Castilla para preparar financieramente la operación, dejaba la frontera al cuidado de los maestres. El sector jiennense de la misma, concretamente, quedó a cargo de Alfonso Meléndez y los santiaguistas. Contra él, antes de finalizar el año 1339, lanzaba el arráez de Guadix un ataque cuyo objetivo fundamental fue el de la localidad santiaguista de Siles, en el obispado de Jaén; el maestre de la Orden, Alfonso Meléndez, que se hallaba en Úbeda, reunió un contingente de mil caballeros y dos mil peones integrado por sus propias compañas y otras procedentes de las villas del obispado, con objeto de levantar el cerco de Siles. La contraofensiva acabó en resonante victoria, a la que contribuyeron decisivamente las acciones del propio maestre y de sus comendadores mayores de León y de Castilla. Pero la empresa no había sido fácil, y fue entonces cuando, en sintonía con la nueva sensibilidad de la época, Alfonso Meléndez recurriría al argumento del prestigio de su propio linaje para neutralizar el desánimo extendido entre sus hombres.

Poco después, en los meses centrales de 1340, los meriníes se aplicaron a una sistemática ofensiva que, precedida de la destrucción de la flota castellana, puso cerco a Tarifa. La respuesta de Alfonso XI involucró plenamente a las Órdenes Militares. Mientras el prior del Hospital era nombrado almirante de la nueva flota reconstituida y se le encomendaba con muy poco éxito el desbloqueo naval de Tarifa, el resto de las Órdenes Militares formaba parte de la hueste real que, con el mismo fin, actuaría bajo el pendón de cruzada enviado por la Sede Apostólica y también bajo los beneficios dispensados por el papa Benedicto XII para la ocasión.

La predicación de la nueva cruzada movilizó, entre otros muchos, a los santiaguistas portugueses liderados por su rey Alfonso IV.

En octubre de 1340 se produjo el gran enfrentamiento campal en los vados del río Salado. En la vanguardia de la hueste real el maestre de Santiago compartía protagonismo con nobles y concejos. El afecto que el Rey mostró desde un principio a Alfonso Meléndez, unido sin duda al relieve de sus acciones llevadas a cabo por él en el Salado, le valieron a la Orden santiaguista un destacado papel en la última gran ofensiva cruzada de Alfonso XI, de la que esta batalla no fue sino una primera manifestación. Fue en Llerena, destacado enclave santiaguista no muy lejano de la frontera, donde en diciembre de 1340 el Rey convocó y presidió las Cortes encargadas de recabar nuevos recursos para proseguir la ofensiva. En efecto, la de Santiago, con su maestre Alfonso Meléndez al frente, jugó un papel muy relevante en el transcurso de 1341 tanto en el decisivo cerco de Alcalá de Benzaide como en la recuperación de la fortaleza santiaguista de Benamejí.

Esta buena sintonía del Monarca con el maestre de Santiago volvió a manifestarse en el momento en que aquél se dirigió al interior del reino para preparar la financiación del siguiente objetivo: la conquista de Algeciras que permitiera abortar un nuevo desembarco meriní.

En aquella ocasión Alfonso XI delegó en el maestre santiaguista el “caudillaje” y organización defensiva de la frontera, y se mantuvo al frente de tal responsabilidad, estando ya gravemente enfermo, hasta que en julio de 1342 el propio Monarca, de regreso a Andalucía, iniciara el cerco de Algeciras. El eficaz cumplimiento de su misión, no supuso, por supuesto, descuidar el conveniente aprovisionamiento de los principales puntos estratégicos de la propia jurisdicción santiaguista: en mayo de 1342, por ejemplo, había concedido 500 maravedís provenientes de las rentas maestrales del Campo de Montiel, a favor de la villa de Segura, y ello “en quanto fuere la guerra de los moros” y con el fin de que contribuyeran a la “ayuda de las guardas de la tierra”.

La muerte de Alfonso Meléndez, por enfermedad, tuvo lugar el día 14 de septiembre de 1342 en el real de Algeciras. Su corto maestrazgo había sido el de un constante servicio militar a la Corona, pero como algunos de sus inmediatos antecesores tampoco descuidó los intereses de su elevada dignidad frente al creciente protagonismo institucional que demandaba el Capítulo de la Orden. En este sentido, no deja de resultar significativo que decidiera apoderarse, llevándolo consigo hasta su muerte, del sello de la milicia que tradicionalmente se custodiaba bajo triple llave en el Convento de Uclés para su correcta utilización en las preceptivas sesiones capitulares.

El cuerpo del maestre sería enterrado en el panteón familiar del convento franciscano de San Clemente de Sevilla.

 

Bibl.: F. de Rades y Andrada, Chronica de las Tres Ordenes y Cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara, parte Chronica de Sanctiago, Toledo, 1572 (ed. facs. Barcelona, 1980), fols. 43v.- 45r.; A. F. Aguado de Cordova, A. A. Alemán y Rosales y J. López Agurleta, Bullarium Equestris Ordinis S.Iacobi de Spatha, Madrid, 1719 (Series Magistrorum Ordinis Militiae Sancti Iacobi); Crónica de Alfonso XI, en Crónicas de los Reyes de Castilla, ed. de C. Rosell, Madrid, Atlas, 1953, págs. 297-301 y 326-345; Gran Crónica de Alfonso XI, ed. de D. Catalán, t. II, Madrid, Gredos, 1976, págs. 259-280 y 411-431; C. de Ayala Martínez, Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (siglos xii-xv), Madrid, Marcial Pons, 2003, págs. 311, 395, 397 y 558-461.

 

Carlos de Ayala Martínez

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