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Diego Muñiz

Biografía

Muñiz, Diego. ?, s. m. s. XIII – 3.IV.1317. Vigésimo maestre de la Orden de Santiago.

Como sobrino del maestre santiaguista Pedro Núñez, Diego Muñiz se hallaba emparentado con los grandes linajes nobiliarios de los Froilaz y de los Castro, pero no se conocen las circunstancias concretas de filiación, lugar y fecha de nacimiento. Tampoco se sabe cuándo ingresó en la Orden de Santiago, pero sí que era comendador mayor de Castilla en Segura desde, por lo menos, 1307. En diciembre de aquel año colaboró con las fuerzas movilizadas por el maestre Juan Osórez en el cerco de la villa de Tordehumos desde la que Juan Núñez de Lara desafiaba la autoridad de Fernando IV. El Rey recompensó los esfuerzos del comendador mayor con algunas concesiones, entre ellas la alcaidía de los moros de la Arrexaca de Murcia, y más adelante, ya en abril de 1309, convirtiéndole en cauce del pago de deudas que los santiaguistas contrajeran con prestamistas judíos o musulmanes.

Muy probablemente Diego Muñiz pasó a ser maestre, tras la renuncia a su dignidad de Juan Osórez, en el crítico y en cierto modo contestatario capítulo general de Mérida celebrado en marzo de 1310. El clima en el interior de la institución no era diáfano, y tampoco el nuevo titular del maestrazgo iba a disfrutar de tranquilidad durante su gobierno. Sus comendadores mayores, tanto en Castilla como en León, conspiraron para apartarlo del poder con ese aristócrata levantisco que era don Juan Manuel. En los últimos meses de 1312, a instancias de éste y de “la mayor partida de los omes buenos” de la Orden de Santiago, fue enviado a la Sede Apostólica un procurador con el fin de informar al Papa del lamentable estado de la milicia como consecuencia del mal gobierno del maestre Diego Muñiz.

Poco después, y antes de que acabara el año 1312, don Juan Manuel informaba al rey Jaime II de Aragón de la posibilidad de que uno de sus hijos ocupara el maestrazgo santiaguista, una posibilidad que no sería vista con malos ojos ni por los comendadores mayores de Castilla y de León ni por la mayor parte de la Orden.

Así las cosas, y después de recibir no pocos privilegios de Fernando IV —concesión de tierras en Alcaraz, obtención del pago de la luctuosa de todos los caballeros vasallos del Rey y confirmación de derechos a favor de San Marcos de León—, el maestre Diego Muñiz, muerto el rey Fernando, apoyó con decisión la candidatura del infante don Pedro, su hermano, a la tutoría del pequeño Alfonso XI, a la que también aspiraba su tío el infante don Juan. Pedro representaba los valores del continuismo reconquistador frente a la facción aparentemente más aristocrática y palaciega de la que era portavoz el infante don Juan.

En tan tensa y desestabilizadora disputa, los maestres de las Órdenes Militares se orientaron en sus simpatías hacia el primero, y en el caso de Diego Muñiz a ello se añadía que su gran enemigo, don Juan Manuel, era un firme soporte de la causa de don Juan.

Por eso, no dudó en acudir a las Cortes de Palencia que en 1313 la regente María de Molina había reunido en el Convento de San Francisco con el firme apoyo de los partidarios de su hijo don Pedro, y no a las celebradas al mismo tiempo y en la misma ciudad por los parciales de don Juan. La recompensa no tardaría en producirse: el 4 de agosto de aquel año el rey-niño Alfonso XI agradecía aquella leal presencia otorgando a Diego Muñiz y a sus freires los pechos que los judíos de Ocaña debían pagar con los de la aljama de Toledo. A esta concesión siguieron en los meses siguientes algunas significativas confirmaciones de privilegios.

Una cierta distensión en el enrarecido ambiente político de Castilla se produjo a raíz del convenio de Palazuelos de agosto de 1314, que concertaba los divergentes puntos de vista de los infantes rivales, Pedro y Juan, y los integraba bajo la presidencia de la reina regente María de Molina, en una tutoría colegiada que se encargaban de institucionalizar las Cortes de Burgos de 1315. En el contexto de esta nueva fase política se entiende que don Juan Manuel, irreconciliable enemigo hasta hacía muy poco del maestre de Santiago, le cediera a él y a su Orden algunos bienes en Madrid, en diciembre de 1314. Poco después —julio de 1316— el Gobierno de la nueva regencia se encargaría de confirmar a la milicia santiaguista todos los privilegios que hubiera recibido hasta entonces.

Este favorable clima político fue incapaz, sin embargo, de transmitir el necesario sosiego al interior de la institución santiaguista. El talante del maestre Diego Muñiz no parece que pudiera facilitar las cosas.

En efecto, interesados testimonios, aunque estrictamente contemporáneos, hablan de excesos en el gobierno de la Orden y de un patente clima de inseguridad entre sus miembros; es muy probable incluso que se produjera el asesinato del comendador mayor de León, Fernando Rodríguez, y de otros freires de la milicia por orden del maestre, quien, por otra parte, no parece haber sido un modelo de gestión económica. La situación de cierta conciencia de crisis por la que atravesaba la Orden explica también que el problema de la secesión de los santiaguistas portugueses, planteado hacia 1290 y aparentemente neutralizado en los días del maestre Juan Osórez, renaciera con toda intensidad en estos momentos: en 1315 los espatarios portugueses elegían un nuevo maestre provincial en la persona del comendador mayor Lorenzo Eanes; a él se debe toda una argumentación acusatoria contra el maestre general que venía a justificar, desde la perspectiva portuguesa, la secesión que los santiaguistas lusos perseguían.

No se puede decir ciertamente que la administración del maestre Diego Muñiz se llegara a traducir en un balance positivo, y sin embargo pudo mantenerse al frente de él hasta su muerte, ocurrida en los primeros días de abril de 1317.

 

Bibl.: F. de Rades y Andrada, Chronica de las Tres Ordenes y Cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara, parte Chronica de Sanctiago, Toledo, 1572 (ed. facs. Barcelona, Ediciones El Albir, 1980), fols. 38v.-40r.; A. F. Aguado de Cordova, A. A. Alemán y Rosales y J. López Agurleta, Bullarium Equestris Ordinis S. Iacobi de Spatha, Madrid, 1719 (Series Magistrorum Ordinis Militiae Sancti Iacobi); C. Gutiérrez del Arroyo, Privilegios reales de la Orden de Santiago en la Edad Media. Catálogo de la serie existente en el Archivo Histórico Nacional, Madrid, Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos [1946], págs. 260-273; D. W. Lomax, “El rey don Diniz de Portugal y la Orden de Santiago”, en Hidalguía, 30 (1982), págs. 477-487; C. de Ayala Martínez, “La escisión de los santiaguistas portugueses. Algunas notas sobre los establecimientos de 1327”, en Historia. Instituciones. Documentos, 24 (1997), págs. 53-69; Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (siglos XII-XV), Madrid, Marcial Pons Historia-Latorre Literaria, 2003, págs. 214-217, 633 y 692.

 

Carlos de Ayala Martínez

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