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Francisco Javier de Villanueva y Sota

Biografía

Villanueva y Sota, Francisco Javier de. Anero (Cantabria), 18.II.1763 – Madrid, 10.X.1815. Comisario ordenador, intendente interino de provincia, vocal de la Junta Superior de Santander.

Hijo de Antonio de Villanueva y Haza, abogado de los Reales Consejos, alcalde mayor y corregidor de Haro, y de Teresa de la Sota y Toraya, ambos de Anero (Cantabria), de familias hidalgas con amplia fortuna.

Ingresado muy joven en el Cuerpo del Ministerio, de la Secretaría de Estado y del Despacho de Marina, el 11 de agosto de 1784 fue designado para desarrollar funciones como contador de navío. Prestó sucesivamente servicios en las Contadurías Principales de La Habana, Cádiz, Cartagena y Ferrol, realizando también viajes a México y las islas de Barlovento, desempeñando unas veces funciones de contador y otras de interventor.

Tras unos años en Cuba, durante los que el 28 de febrero de 1789 fue nombrado oficial segundo de su cuerpo, en 1791 regresó a Cádiz, desarrollando servicios en la Contaduría de Algeciras y, al mismo tiempo, funciones de tesorero en la escuadra de Antonio Barceló y en la de Francisco Javier Morales.

Nombrado oficial primero el 29 de julio de 1792, al declarar la Convención francesa la guerra a España el 7 de marzo de 1793, pasó a formar parte de la escuadra de Juan de Lángara, luego a las órdenes de José de Mazarredo. En esta escuadra del Mediterráneo estuvo embarcado en los navíos Salvador del Mundo, Ángel de la Guarda, Conde de Regla y San Juan Nepomuceno. Se encontró en la defensa y abandono del puerto de Tolón, bloqueo de la escuadra francesa en la playa de Santa Margarita, defensa del puerto de Rosas y en el combate que el Ángel libró contra las baterías enemigas dentro del puerto de L’Ciotat, al oeste de Tolón.

Firmada la Paz de Basilea el 22 de julio de 1795, Villanueva desembarcó y pasó otra vez a Cuba, aunque por poco tiempo, porque en 1797 estaba destinado en la Contaduría de Cartagena. En 1798 fue destinado a Madrid para trabajar en la reforma de la Ordenanza Económica de la Marina, desarrollando una labor eficaz que fue reconocida expresamente al serle concedido el grado de comisario de provincia.

En 1801 fue objeto de nuevo destino, esta vez a la Contaduría del departamento de Cádiz y, al año siguiente, a la de Ferrol. En 1803 marchó a Asturias para trabajar a las órdenes del brigadier Cayetano Valdés en la inspección de las minas de hulla del Principado y de las obras de canalización del río Nalón.

El 26 de octubre de 1803 fue ascendido al empleo de comisario de guerra graduado de Marina con doce mil reales de sueldo. Mientras desempeñaba funciones de veedor de Marina en Ferrol, se produjo, en diciembre de 1804, la ruptura de las hostilidades entre España y Gran Bretaña, lo que llevó a Villanueva a embarcarse en la escuadra española de Gravina como ministro principal de Hacienda interino, por ausencia de su propietario Antonio de Cincunegui. Regresado éste, Villanueva permaneció, sin embargo, embarcado por orden de Gravina, agregado a la plana mayor, y realizando funciones de contador principal de la escuadra.

En funciones de 2.º ministro de la escuadra y a bordo del Santa Ana, navío de ciento doce cañones que ostentaba la insignia del teniente general Álava, asistió el 21 de octubre de 1805 al combate de Trafalgar formando parte de la vanguardia de la escuadra de choque, siendo hecho prisionero cuando el navío, desarbolado y heridos graves sus principales jefes tras un furioso combate con los cinco navíos de la columna de Collingwood, hubo de rendirse. Sin embargo, aprovechando un temporal, lograron zafarse de los ingleses y arribar a Cádiz. Su singular mérito en aquella jornada fue premiado al año siguiente con un incremento de su sueldo a dieciocho mil reales y siéndole concedido el empleo en propiedad.

El 28 de julio de 1807 fue destinado a Santander como ministro principal de la Real Hacienda en las fábricas de artillería de Liérganes y La Cavada, y juez conservador de los montes y caminos de las mismas fábricas. Apenas había comenzado a ejercer su cargo, diseñando nuevos caminos para el acceso a las fábricas de los minerales, leñas y carbones que consumían, cuando, tras los sucesos del 2 de mayo de 1808, comenzó la guerra contra los franceses. Aunque Santander fue uno de los primeros pueblos en levantarse contra Napoleón, pronto la Montaña quedó bajo el control de las tropas francesas.

Estos acontecimientos pusieron a Villanueva en una situación dificilísima, sobre todo cuando el gobernador de Santander exigió, en febrero de 1809, un expreso juramento de fidelidad a José Bonaparte. Los dos directores de las fábricas y Francisco Javier Villanueva se ausentaron para no tener que prestarlo, pero éste regresó al cabo de un tiempo y de hecho se convirtió en jefe de las mismas como oficial de más rango, dada la desaparición de los directores.

Durante este período, que duró desde el 22 de febrero de 1809 hasta el 28 de marzo de 1811, disimuló su apoyo a los patriotas levantados contra el Gobierno de José Bonaparte, manteniendo una aparente postura de sumisión al Gobierno de este último, al tiempo que hacía enterrar o esconder los cañones, cureñas y municiones que temía pudieran caer en manos de los franceses, y suministraba estas armas a los guerrilleros, como hizo con ocasión de la toma de Santander en 1809 por Ballesteros, Díaz Porlier y O’Donnell, y al año siguiente auxiliando a las fuerzas del guerrillero Juan López Campillo.

Esta ambigua situación se hizo cada vez más peligrosa para él, hasta el punto de que el 28 de marzo de 1811 hubo de abandonar las Reales Fábricas y, dejando a su esposa y dos hijas, se incorporó en Potes a las tropas de los guerrilleros. Previamente, el 4 de febrero, había sido nombrado vocal de la Junta Superior de Armamento y Defensa de la provincia de Santander constituida por decreto de las Cortes Generales de 25 de enero anterior. Al mismo tiempo, Díaz Porlier lo nombró intendente interino del VII ejército y su demarcación, pero desavenencias con este jefe y un anónimo que lo acusaba de afrancesado lo hicieron cesar en este último cargo. Sin embargo, la Junta, donde permanecía como vocal, ponderó siempre su acreditado patriotismo, hasta el punto de nombrarle el 18 de julio de 1811 ministro de Hacienda con funciones de intendente en su territorio, cargo que fue confirmado por la Regencia del Reino en resolución de 25 de noviembre de 1811.

A poco de tomar posesión del cargo fue de nuevo acusado por alguno de falta de patriotismo por haber permanecido a cargo de las Reales Fábricas, pero todos cuantos testificaron en el expediente abierto lo hicieron en términos sumamente favorables, y finalmente su conducta patriótica quedó acreditada.

Un nuevo problema surgió para él cuando el intendente de la provincia de Burgos designó como subdelegado de rentas en la provincia de Santander al gobernador militar de dicha plaza, el brigadier Francisco Manglano. Éste, que ya había tenido desavenencias con la Diputación provincial, pretendió que Villanueva le entregara su cargo y los papeles de la Intendencia, a lo que éste se negó apoyándose en los nombramientos que había recibido de la Diputación y de la Regencia.

El conflicto entre la autoridad militar y la civil, por otro lado no infrecuente en aquellos años de guerra, derivó en una demostración de fuerza de Manglano, que llegó a sacar sus tropas a la calle y a arrestar oficialmente a Villanueva. La Diputación y el jefe político de la provincia dieron cuenta del asunto a la Regencia, lo mismo que hizo el propio Villanueva exponiendo en un escrito de 7 de marzo de 1813 los hechos acaecidos. El 24 del mismo mes el Congreso General de la provincia de Santander mostró por unanimidad su apoyo a Villanueva, a quién, finalmente, también dieron la razón la Regencia y el secretario de Estado de Hacienda. Fue este conflicto de competencias entre un mando militar y un comisario de guerra en funciones de intendente, uno de los primeros en los que se empleó como argumento el que una de las partes —en este caso Manglano— había “atropellado la Constitución, las Leyes y los derechos de un ciudadano español, y ministro público por añadidura”.

Por Real Despacho de 19 de agosto de 1815 Fernando VII ascendió a Villanueva al empleo de comisario ordenador en propiedad, destinándolo al departamento de Cádiz, pero no llegó a ejercer su nuevo cargo porque falleció repentinamente en Madrid el 10 de octubre del mismo año. Póstumamente le fue concedida la cruz de distinción creada para condecorar a todos los individuos de las Juntas Superiores Provinciales que habían prestado servicios a la causa del rey Borbón.

El 25 de noviembre de 1807 había casado con Catalina de la Sota y Alfonso, con la que tuvo cuatro hijos.

 

Bibl.: M. Solana González-Camino, Don Francisco Javier de Villanueva y Sota. Comisario Ordenador de Marina (1763-1815), Santander, Institución Cultural de Cantabria - Centro de Estudios Montañeses-Diputación Provincial, 1975.

 

Juan Miguel Teijeiro de la Rosa

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