Reymundo González, José. Valencia, 1.VI.1869 – Cádiz, 14.VI.1950. Fotógrafo.
Reymundo fue el fotógrafo que recogió el testigo dejado por Rafael Rocafull para convertirse en el fotógrafo más importante de Cádiz durante la primera mitad del siglo xx; aunque su formación artística y profesional y los primeros años de su actividad como fotógrafo se desarrollaron en los últimos años del siglo xix.
El nacimiento de José Reymundo en Valencia ocurrió casualmente durante una visita de sus padres a esta ciudad. Pero unos días más tarde la familia regresó a Cádiz donde tenía su residencia.
Después de cursar la enseñanza secundaria Reymundo comenzó los estudios de medicina, que pronto abandonó para dedicarse al dibujo y la pintura, en la Escuela de la Academia de Bellas Artes, y, sobre todo, a la fotografía.
La primera manifestación pública que conocemos de esta ocupación fotográfica la tenemos en el concurso de la Academia celebrado en el verano de 1891, en el que Reymundo obtuvo el primer premio otorgado por un selecto jurado presidido por Rocafull.
No obstante, Reymundo, deseando una mejor preparación profesional, realizó un periplo formativo por Barcelona (estudios Condonard y Gil) y París, regresando a Cádiz a tiempo de participar en la Exposición Libre de Bellas Artes de 1894.
Poco después de su regreso, en enero de 1896, nuestro fotógrafo formó con su amigo y socio capitalista Luis de la Torre, la sociedad mercantil (en vigor hasta 1915) Reymundo y Cia.; abriendo un estudio fotográfico, con una magnífica galería alta acristalada, en el número 2 de la céntrica Plaza de Mina. Estudio donde Reymundo desarrolló toda su dilatada vida laboral y donde practicó las distintas técnicas de la albúmina, el platinotipo, el carbón, el fotoesmalte y el gelatino-bromuro, así como el retoque fotográfico y la iluminación a la acuarela y al óleo, con la colaboración de su familia.
Practicante de la modalidad fotografía pictorialista, entonces considerada la más artística, si no la única, Reymundo participó en diferentes concursos y exposiciones nacionales y extranjeros, obteniendo, entre otros, el segundo premio en la Exposición Nacional de Madrid de 1906, la Medalla de Oro en la Exposición del Progreso, de Florencia, de 1909, la Medalla de Oro en la Exposición de París de 1910, el Gran Premio, fuera de concurso, de la Exposición de Bruselas de 1911 y la Medalla de Oro de la Exposición de la Academia de Bellas Artes de Cádiz de 1915.
Desde que en 1900 la revista Blanco y Negro publicó un reportaje fotográfico de Reymundo sobre la botadora del crucero Extremadura, fueron numerosas sus fotografías publicadas por las grandes revistas ilustradas, como Nuevo Mundo, La Ilustración Española y Americana, y, años más tarde, Mundo Ilustrado.
Reymundo, dadas sus capacidades técnicas y su alto nivel profesional terminó convirtiéndose en el fotógrafo oficioso del Ayuntamiento y sus reportajes sobre los acontecimientos que sucedían en la ciudad fueron cotidianamente admirados por el público en los escaparates de su estudio. Circunstancia que llegó a acontecimiento fotohistórico cuando, en julio de 1926, expuso sus primeras fotografías en color.
Amigo y colaborador de los pintores gaditanos Federico Godoy, Juan Viniegra y Antonio Accame, Reymundo compartió relaciones profesionales y amistosas con los grandes fotógrafos españoles del momento, como Alfonso, Antonio Cánovas (Kaulak) y, sobre todo, con Ortiz Echagüe, siendo también maestro de grandes profesionales de la Cámara que se iniciaron como aprendices en su estudio, como Justino Castroverde (el gran fotógrafo de El Puerto de Santa María), Segundo García (del posterior estudio Segundo y Rosita), Francisco Fernández Trujillo (que sería el gran fotógrafo industrial del astillero de Matagorda) y José María Urbano (a la sazón su yerno, colaborador y continuador de su labor en el estudio Foto-Reymundo hasta su definitivo cierre en 1963).
Gracias a la insistencia de Rafael Garriga, editor en Barcelona de la revista El progreso fotográfico, Reymundo, a partir de junio de 1931, publicó una serie de seis artículos donde puso de manifiesto sus criterios artísticos y su preparación técnica, con especial atención al uso del flas de magnesio (la “luz relámpago” para interiores) del que era un auténtico maestro.
Entre 1942 y 1945, y con motivo de las restricciones eléctricas, se habilitó un estudio exclusivamente para retratos y grupos familiares en las denominadas “fotografías al magnesio”. A finales de 1945, Reymundo sustituyó los antiguos arcos voltaicos de su estudio por una moderna instalación eléctrica, con un generador propio, que le dio un nuevo impulso a la decaída retratística de posguerra, y en 1947, tras la terrible “explosión de Cádiz”, la Dirección General de Regiones Devastadas acudió al estudio de Reymundo para que éste, durante años, se ocupase del seguimiento fotográfico de las actuaciones y reconstrucción del Cádiz que fue destruido.
Tras el fallecimiento de José Reymundo, la industria quedó en manos de su yerno, José María Urbano Flores, hasta que en 1963, la industria fue disuelta por fallecimiento de la hija de Reymundo. José María Urbano falleció el 6 de agosto del año siguiente.
Bibl.: R. Garófano Sánchez, La mirada de Reymundo, sobre Cádiz, Cádiz, Quorum Libros Editores, 1998.
Rafael Garófano Sánchez