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Antoni Rovira i Virgili

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Biografía

Rovira i Virgili, Antoni. Tarragona, 26.XI.1882 – Perpiñán (Francia), 5.XII.1949. Publicista, ensayista, historiador y político.

Periodista de primer rango en lengua catalana, historiador reconocido y político frustrado, Antoni Rovira i Virgili ha sido, hasta hoy, el modelo del intelectual militante catalanista. Sin duda, es uno de los “padres de la patria” de la Cataluña catalanista; en su caso la redundancia no es tal, como proclamó en su obra La nacionalització de Catalunya (1914). Autor de numerosos libros, algunos —como la monumental Història Nacional de Catalunya— de un grosor considerable, Rovira contribuyó infatigablemente a la prensa, con colaboraciones fijas y constantes, incluso cotidianas, durante largos períodos en diarios como El Poble Català, La Publicidad y La Publicitat, La Nau, La Humanitat, sin contar las revistas como D’Ací i d’Allà o La Revista de Catalunya, y ello sin ni siquiera pensar en su participación, en diferentes momentos de su vida, en numerosos pequeños semanarios políticos. Ante tal cantidad de letra impresa, es posible comprender que nadie se haya animado a recoger unas “obras completas” y sólo hayan salido — hasta ahora— selecciones puntuales de sus artículos.

Pero el éxito productivo de Rovira como escritor contrasta con su evidente fracaso político reiterado.

Fue militante marginado dentro de las grandes formaciones de la izquierda política catalana, desde la Unió Federal Nacionalista Republicana (UFNR), hasta Acció Catalana y finalmente la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). En compensación por su aislamiento en los partidos principales, Rovira fue un operador fraccional, organizador reincidente de opciones que no prosperaron, desde de la Esquerra Catalanista en 1914 hasta Acció Republicana de Catalunya (ARC) a finales de la dictadura primorriverista.

Dicho de otro modo, al tiempo que se forjó muy merecidamente la reputación de ser el principal autor histórico y politológico de referencia de las sucesivas izquierdas catalanistas, Rovira se convirtió en un personaje muy incómodo, que en la práctica resaltaba sus propias limitaciones teóricas, y por tanto políticas. En un contexto demagógico y “populista”, de discurso facilón y apelaciones constantes a la justicia social para atraer a los públicos obreros, Rovira resultó en exceso formalista, doctrinario en su liberalismo democrático, muy poco “esquerrista”, para utilizar su preferido término crítico.

La indudable importancia de Rovira i Virgili depende, pues, de su significado como ideólogo, plasmado en sus libros sobre cuestiones electorales y parlamentarias, así como en su producción historiográfica.

Considerado literariamente, como autor, posee un estilo claro, pero no es en ningún sentido de la palabra un estilista, ni quiso serlo. Su prosa está marcada por una cierta tendencia a la repetición, algo perfectamente comprensible en un publicista ocupado por redactar artículos diarios y que, en consecuencia, hace buen uso de su archivo. Como teórico no se muestra particularmente original; tampoco manifestó interés en la originalidad como valor intelectual.

Él fue un hombre de preocupaciones concretas y por ello de ideas concretas, las cuales, una vez establecidas en una sólida construcción intelectual y política, no variaron demasiado; como mucho, sus argumentos oscilan alrededor de un polo conceptual, determinado por su noción del deber existencial. Para Rovira i Virgili, el centro de toda su actuación pública se reducía a la creación de una cultura cívica nacional que realizase o revelase la existencia latente de una comunidad catalana metahistórica a todos los niveles posibles, tanto institucionales como culturales.

Su enorme producción como publicista era así, en conjunto, la de un educador colectivo. Escribiera sobre los mecanismos electorales, sobre la historia de Cataluña o sobre política internacional (temática esta última, junto con los comentarios sobre problemas políticos catalanes y españoles, parecen sumar la mayoría de su obra periodística), su esfuerzo se sitúa sobre este objetivo ideológico.

Por añadidura, su importancia como ideólogo se puede apreciar si se le sitúa dentro de la evolución general del pensamiento catalanista. De Àngel Guimerà y el grupo de La Renaixensa, retuvo la magia — el sentido “mítico”, en terminología soreliana— de las grandes imágenes y/o personajes del pasado catalán.

Así, Guifré el Velloso y la fundación del condado de Barcelona, Pau Claris y la revolución del “Corpus de Sang” de 1640, el conseller Rafael Casanova “muriéndose” en las murallas de Barcelona al triunfar el sitio borbónico de 1714, para citar temas a los que dedicó su atención concreta, sirvieron como premisa para demostrar la existencia continua de una historia nacional catalana, linealmente concebida y alternativa a la trayectoria de la historia española. Pero, en contraposición, del archivero e historiador decimonónico Antoni de Bofarull y sus seguidores asimismo recogió el culto al dato, al empirismo dentro del imperante discurso catalanista. De Valentí Almirall y de Pi Margall tomó la percepción central que dictaba que la “autonomía” no podía existir como justificación de formas tradicionales de dominio social, en tanto que mecanismo de preservación de oligarquías locales. Al contrario, sostenía Rovira, autonomía y democracia debían ser principios sinónimos e interactivos; como tal, representarían conjuntamente la base de instituciones nuevas que debían garantizar la participación popular mediante el sufragio universal, entendido el recurso a las urnas como único mecanismo legítimo de cambio.

No obstante su profunda formación federalista y republicana, hizo en él mella evidente el modelo histórico sintético de Prat de la Riba acerca de qué es la nacionalitat catalana, y del modo en que debe ser reconocido en política tal hecho transcendente del habitual desgaste terrenal. Así, a pesar de su criterio federal, Rovira retuvo la visión pratiana de la comunidad catalana como una ecuación entre Pueblo y Tierra, así, con mayúsculas, que, una vez establecida, subsiste en el tiempo y el espacio; el lento desarrollo de la historia tan sólo añade o resta elementos a ambas partes por igual, sin alterar la relación básica. Tal concesión situó a Rovira en un equilibrio permanente entre el idealismo histórico y el materialismo, que él nunca pudo resolver y que pronto aprendió a obviar. Lo que para Rovira era inaceptable era la perspectiva de Prat respecto del modo de mejor realizar esta ecuación nacional en toda su plenitud: nada de corporativismos o de imperialismos internos, como sugería Prat. Rovira retuvo el modelo de Prat, que le situaba, quisiera o no, en la perspectiva del romanticismo histórico, pero al esquema pratiano él contrapuso el criterio institucionalista, de formal exigencia democrática y federalista, que había configurado su propia formación en los años del cambio de siglo. Rovira aunó así un en foque catalanista de izquierdas que ha resultado muy duradero, pues resistió a lo largo del siglo XX.

El pensamiento de Rovira, consolidado durante el período 1910-1917 alrededor de la Primera Guerra Mundial, situó esta renovadora síntesis catalana, post-pratiana y en apariencia muy localista, en una perspectiva internacional de grandes tendencias nacionalistas en conflicto. El discurso autonomista, democrático, federal y republicano de Rovira encajaba a la perfección con el triunfo previsible de democratismo anti-militarista, así como la victoria de las pequeñas nacionalidades, con el éxito de la causa aliada.

Por lo tanto, Rovira, frente a Prat, se planteó una visión muy semejante de la transcendente comunidad catalana, pero con un sesgo radical (en el sentido más decimonónico de la palabra), ya que el vínculo Pueblo-Tierra encontraría su peculiar “camí de la llibertat” mediante las urnas, la voluntad colectiva, la autodeterminación democrática y no por la vía regionalista del autogobierno conservador con división de coronas, con España como Monarquía dual o federal.

Ahora bien, el miedo a la acción de las masas no bien canalizadas por las instituciones (de aquí, en parte, su fracaso como político práctico) le impulsó a ver, con bastante acierto, que su tarea principal sería la de educador, en tanto que publicista, capaz de formar intelectual y cívicamente un público medio de lectores de órganos periodísticos de difusión relativamente amplia. Rovira pretendía instruir toda esta opinión en la lógica rígida del buen funcionamiento de las instituciones liberales, al tiempo que les enseñaba el valor perenne depositado en la continuidad absoluta de la historia comunitaria catalana, además de cómo contextualizar, a escala mundial, en la postguerra y a la luz del espíritu de la Paz de París y la Sociedad de Naciones, estos dos principios contrapuestos. Así, Rovira se revela como posiblemente el principal ideólogo de la creación de una cultura cívica catalana de tipo liberal- democrática. Su influencia ha ido mucho más allá de los límites estrechos de su actuación política explícita, más bien de una relevancia escasa.

Nació de padre payés que abandonó la tierra —en la Conca del Barberà—, emigró como indiano y volvió sin gran fortuna, pero intensas convicciones piymargallianas, a Tarragona, donde casó con una chica, de raíces populares de Altafulla. En 1900, Rovira se dirigió a Barcelona para estudiar Leyes en la Universidad, pero, por dificultades económicas, volvió a Tarragona sin tener terminados sus estudios. Su primer artículo en catalán apareció en La Justícia, un semanario republicano de Tarragona. Su actividad política más decidida comenzó con la fundación en Tarragona de la Joventut Federal, que él fundó. Asimismo fundó y dirigió el semanario federal La Avanzada, se dedicó a tareas administrativas en la Joventut y dio conferencias.

Inicialmente, su carrera pudo ser literaria: escribió el drama Nova Vida en 1904, hizo más de una traducción —nada menos que el novelista norteamericano Hawthorne— y siempre sintió el atractivo de los temas lingüísticos y lexicográficos. Pero, en 1905, ganó el certamen de periodismo organizado por El Poble Catalá, como escritor del año. Ello se tradujo en una oferta de trabajo en este nuevo diario nacionalista- republicano, lo que significaba un traslado a Barcelona.

Se casó con Maria Comas y con ella marchó a vivir en el barrio barcelonés de Horta. El matrimonio fue feliz y tuvieron dos hijos: Teresa y Antoni.

Cada vez más interesado en el funcionamiento de la política, Rovira apuntó hacia temas técnicos (demostró por primera vez su pericia en La Representació proporcional en el sufragi universal, de 1910), y, al mismo tiempo, hacia cuestiones internacionales (se consagró como autoridad con su voluminosa Historia dels moviments nacionalistes, en tres volúmenes, aparecidos entre 1912 y 1914). Instalado en la órbita del nacionalismo republicano opuesto al conservadurismo de la Lliga Regionalista, mostró ser inquieto e incansable en sus iniciativas: así, contribuyó a fundar la Societat Catalana d’Edicions en 1911, editorial en la publicaría sus libros más importantes durantes los siguientes años. Su amplitud de horizontes, combinada con la seguridad de su catalanismo, le aseguraron un público amplio y fiel, que, además de las páginas de El Poble català, le buscó en publicaciones como La Campana de Gràcia o L’Esquella de la Torratxa, mientras que Rovira asimismo contribuyó a revistas más nacionalistas como El Gall o Renaixement.

Pasados unos años de militancia en la UFNR, Rovira saltó indignado, junto con otros miembros de El Poble Català, que estuvieron en contra del llamado “Pacto de Sant Gervasi” de febrero de 1914, alianza electoral de los nacionalistas-republicanos con los republicanos lerrouxistas que tuvo el efecto inmediato de hacer estallar a la UFNR. Entonces Rovira quiso liderar un grupo —en realidad, grupúsculo—, Esquerra Catalanista, con un semanario portavoz, La Nació.

En el verano, el comienzo de de la Primera Guerra Mundial, que provocó entusiasmo francófilo en Rovira, comportó una desorientación, ya que tales simpatías objetivamente invitaban a una aproximación a los mismos medios republicanos españolistas con los cuales Esquerra Catalanista pretendía evitar todo vínculo. Como refugio en última instancia, en enero de 1915, Esquerra Catalanista entró en la histórica Unió Catalanista, contando con el plan —eventualmente fracasado— de reforma “socialista” de la entidad por su presidente, el Dr. Martí i Julià (iniciativa que també sacó, en paralelo, otro semanario asimismo titulado La Nació durante 1914-1916). Sin embargo, la fundación en mayo de 1915, del Bloc Republica Autonomista barrió definitivamente el paso a la Esquerra Catalanista. A finales del mismo 1915, la desaparición de La Nació roviriana sirvió como notificación pública de la muerte de su iniciativa. Pero gracias al esfuerzo político, Rovira dio luz a sus obras conceptuales fundamentales: La Nacionalització de Catalunya, de 1914; Debats sobre’l catalanisme, de 1915; así como su extensa historia de la contienda mundial, firmada con pseudónimo, La Guerra de les nacions, que empezó en 1914 y cerró en 1925.

La coyuntura no obstante tuvo sus beneficios: Rovira fue convocado por Prat de la Riba para ocuparse del puesto de la oficina de prensa de la Mancomunidad.

Además, en 1916 Rovira terminó sus estudios de Derecho. En esta etapa, además de publicar numerosos libros, colaboró en el órgano de la Lliga, La Veu de Catalunya, y en castellano, en el diario republicano barcelonés La Publicidad. También intervino en muchas reuniones públicas y dio conferencias, aunque ya notaba una creciente pérdida auditiva que limitaba sus actividades políticas; en 1922, fue uno de los fundadores del partido Acción Catalana (AC) en la Conferencia Nacional Catalana: participó, como representante del sector nacionalista-republicano con gentes como Jaume Bofill i Mates, escindidos de la Lliga y de su Joventut Nacionalista. Rovira encarnaba el sentido rupturista, por republicano, de la nueva formación. Ese mismo verano, AC adquirió La Publicidad y lo catalanizó como La Publicitat: Rovira lógicamente apareció como el editorialista del diario. En las elecciones legislativas de abril de 1923, su candidatura —candidato único, por su popularidad— por Barcelona fue perdida gracias a lo que se aseguró fueron trampas electorales de la Lliga; el escándalo, aunque no comportó la revisión de los resultados, trajo la dimisión de Cambó con líder de la Lliga, un efecto que le tuvo que dar cierta satisfacción.

En su charla política de 1922, declaración de intenciones en toda la regla, titulada Els Camins de la llibertat de Catalunya, Rovira se identificó con la corriente de Acció Catalana cercana a la Societat d’Estudis Militars y que se declaraba partidaria de la lucha armada; en la práctica, Rovira era del todo ajeno a las iniciativas paramilitares y un encuentro, en 1924 en Toulouse, con el ex-militar Francesc Macià, el cabdill de Estat Català y comandante del Exèrcit de Catalunya cerró esta línea, al menos en cuanto a él respectaba.

Por el contrario, frente al asentamiento de la dictadura del general Primo de Rivera, explícitamente anticatalanista en su despliegue sin complejos tras enero de 1924, Rovira se dedicó de llenó a la promoción cultural, combinando ensayo histórica con reflexión ideológica de signo nacionalista. Ya en 1922 había comenzó la publicación de la importante y voluminosa Història Nacional de Catalunya, obra que codificó como normativo su especial cruce ideológico. Así, en 1924, fundó e inicialmente, hasta 1929, dirigió la Revista de Catalunya, un contenido y formato europeo, respuesta catalanista hasta cierto punto a la Revista de Occidente orteguiana, como antes, en los años de la contienda mundial, había sido Ibèria réplica barcelonesa y catalana a la madrileña España. Dentro de la órbita de Acció Catalana, publicó el Anuari dels Catalans de 1923 a 1926. Después de dejar, por razones doctrinales, Acció Catalana, fundó en 1927 el diario La Nau, que llegaría a ser el órgano de ARC, también fundado por él en 1930. Pero, a pesar de los esfuerzos intensos de Rovira, a La Nau le costó encontrar un rumbo fijo en la prensa barcelonesa y pasó de diario de la tarde a matutino, luego otra vez de la tarde, y hasta del mediodía.

Con la fusión, entre febrero y marzo de 1931, de los dos partidos —AC y ARC— para constituir el Partit Catalanista Republicà (PCR), Rovira parecía haber recuperado su anterior protagonismo, frente a Bofill, pero no fue por mucho tiempo. El PCR no quiso el posterior pacto con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) cara a las elecciones municipales convocadas por el gobierno Aznar y fue derrotada de forma contundente en los comicios del 12 abril del 1931. Asimismo, fue la Esquerra la que protagonizó el cambio de régimen dos días más tarde y Rovira sólo pudo hacer de comparsa en los encuentros entre los ministros del Gobierno Provisional en Madrid venidos el día 17 para arreglar la supuesta “República Catalana” proclamada por Macià y reducirla a una “Generalidad” autonómica. El Partit Catalanista Republicà se encontró en la paradójica situación de tener representación gubernamental en Madrid, con Lluís Nicolau d’Olwer, sin contar con protagonismo en Barcelona; pronto el PCR se deshizo, dando paso a diversas escisiones entre finales de 1931 y durante el año siguiente. Quedó, como resto de un gran proyecto frustrado, Acció Catalana Republicana, como uno de los diversos partidos satélites del hegemónico partido gubernamental catalán. Coincidió este proceso con el abandono de Rovira de la Nau, convertido el diario en cooperativa que pronto fue adquirida por la recién nacida Unió Democràtica de Catalunya, en parte escisión del PCR.

A pesar de sus frustraciones políticas, la etapa fundacional de la República significó una etapa creativa para Rovira, ya que aportó en poco tiempo varias de las obras fundamentales del despliegue ideológico de la flamante autonomía catalana: Catalunya i la República, obra de ensayo aparecida en 1931, más los libritos doctrinales (todos en el pequeño formato de la influyente editorial Barcino) La Constitució interior de Catalunya, El Principi de les nacionalitats, Els Sistemes electorals, así como el trabajo El Corpus de Sang, estudi històric, todos publicados en 1932.

Finalmente, pues, el 1932 Rovira ingresó en la ERC, cuando el llamamiento de Macià, la “Crida de Lleida”, recogió algunas de las figuras más destacadas del PCR en plena desintegración. En los comicios del 20 de noviembre de 1932 al primer Parlamento de Catalunya resultó elegido diputado en las arrasadoras listas de la ERC. En el Parlamento catalán, se encontró en su ambiente: fue miembro de la Diputación Permanente de la cámara, así como también de las Comisiones permanentes de peticiones, de Reforma del Reglamento, de Gobernación, de Justicia y Derecho, y de Cultura, sin contar su activa intervención en las Comisiones responsables de la Constitución, de la redacción de las ley del Reglament Interior de la autonomía catalana, así como de la Ley Municipal. Su prestigio como teórico constitucionalista era incuestionable.

Sin embargo, el hecho de estar sordo hizo difícil su carrera como parlamentario. Por si ello fuera poco, su tozudez doctrinal, junto con su innata ansia de liderazgo, le restó atractivo en la turbulenta vida interna de la Esquerra, en especial bajo la presidencia de Companys, tras la muerte del presidente Macià en la Navidad de 1933.

Así, fuera de las mesas de las comisiones y de la preparación de documentos políticos fundamentales, su protagonismo se vio de nuevo limitado por sus pobres dotes para la negociación y la intriga, que eran la base de la vidilla interna de la ERC. Su relevancia creció en la medida en que se evidenció su utilidad protocolaria: así, el 1 de octubre de 1936, fue elegido vicepresidente primero del Parlamento, en la medida que Companys apartaba al presidente de la Cámara catalana, Joan Casanovas, para facilitar el ascenso de Tarradellas. En la práctica, su encumbramiento poco significó, incluso con la huída a Francia de Casanovas, poco después, tras su implicación en un turbio asunto que podía cuestionar el poder de Companys. La realidad era que la política catalana, en pleno entusiasmo revolucionario, se hizo al margen del Parlamento autonómico, que celebró escasísimas sesiones en los años de la Guerra Civil. Peor aun, Rovira siempre fue liberal- demócrata, conocido anticomunista y enemigo del anarcosindicalismo terrorista, además de antifascista.

En consecuencia, Rovira se prestó con entusiasmo relativo a lo que hacía mejor, que era escribir comentario exhortativo. En 1937, ante su esfuerzo, le fue otorgado el reconocimiento del Premio Valentí Almirall, concedido a la mejor recopilación de artículos periodísticos. Vivió con otros oficialmente reconocidos “intelectuales catalanes” la salida de Barcelona en enero de 1939, y luego el triste paso al exilio, proceso que relató, como buen periodista, en su libro Els Darrers dies de la Catalunya republicana, publicado el año siguiente en Buenos Aires. El 31 de enero de 1939, Rovira entró en Francia con su familia y se estableció en Montpellier, ciudad que fue un importante foco para los exiliados catalanistas.

Uno de los pocos actos de Parlamento catalán durante la Guerra Civil fue reemplazar a Casanovas en 1938, ya enemigo declarado de Companys, por el menos conflictivo Josep Irla. Más adelante, ya en el exilio, este hecho le trajo a Rovira consecuencias, con la caída de Francia en manos alemanas en junio de 1940. Al ser arrestado el presidente Companys y trasladado a Barcelona, donde fue juzgado sumariamente y fusilado el 16 de octubre de 1940, Irla hubo de ocupar, de modo interino (aunque durara hasta 1954), la Presidencia de la Generalitat, el cambio le comportó a Rovira, en sentido formal, la Presidencia interina del Parlamento en el exilio. Con la liberación de Francia en 1944, Irla, en tanto que presidente en funciones de la Generalitat, le dio a Rovira, como figura unitaria, la tarea de constituir el Consejo Consultivo de la Generalitat y, luego fue miembro de su gobierno. Desde 1946 residió en Perpiñán. Rovira murió sin grandes molestias en la ciudad catalanofrancesa en 1949.

Desde 1991, la Universidad pública de las comarcas tarraconenses ostenta su nombre: Universitat Rovira i Virgili (URV). La URV fue creada entonces por el Parlamento de Cataluña a partir de centros universitarios que ya existían. Con un giro del todo roviraivigiliano, dicha institución argumenta oficialmente, hoy en día, que, con su constitución como centro, se recuperaba la desaparecida Universidad de Tarragona del siglo XVI.

 

Obras de ~: Nova vida: drama en tres actes, Tarragona, Tipografía de E. Pamies, 1905; Episodis, Barcelona, L’Avenç, 1909; La Lletra vermella: novela americana / Nathaniel Hawthorne (traducció catalana), Barcelona, L’Avenç, 1910; La Representació proporcional en el sufragi universal, Barcelona, Llibreria Espanyola, 1910; Historia dels moviments nacionalistes, pról. de P. Corominas Barcelona, Societat Catalana d’Edicions, 1912- 1914, 3 ts.; La Nacionalització de Catalunya, Barcelona, Societat Catalana d’Edicions, 1914; Debats sobre’l catalanisme, Barcelona, Societat Catalana d’Edicions, 1915; Captain Morley (pseud.), La Guerra de les nacions, Barcelona, Societat Catalana d’Edicions, 1914-1925, 5 ts.; Novíssima ortografia catalana. Vocabulari ortogràfic segons les normes de l’Institut d’Estudis Catalans i les obres i treballs dels millors filòlegs, ordenat i anotat per [...], Barcelona, Antoni López [191-?]; Gramàtica elemental de la llengua catalana, Barcelona, Llibrería Espanyola, 1916; Llibre de lectura escolar. Selecció de treballs en prosa i vers d’autors catalans moderns i antics per [...], Barcelona, Antoni López, Llibreria Espanyola, 1916; El Nacionalisme, Barcelona, La Revista, 1916; Les Valors ideals de la guerra, Barcelona, Societat Catalana d’Edicions, 1916; Nacionalisme i federalisme, Barcelona, Societat Catalana d’Edicions, 1917; El Nacionalismo catalán: su aspecto político, los hechos, las ideas y los hombres, Barcelona, Minerva [¿1917?]; Anuari de Catalunya: crònica de la vida política, literària, teatral, artística, universitària, social, corporativa, científica, econòmica i deportiva, a les terres de llengua catalana, durant l’any 1917 ; dirigit per [...], Barcelona, Minerva [¿1917?]; La Crisi del règim: crònica documentada dels darrers esd eveniments de la politica espanyola, Barcelona, Editorial Catalana, 1918; Història de Rússia des dels temps primitius, Editorial Catalana, 1919 (trad. castellana por F. Carbonell); Historia de los movimientos nacionalistas, Barcelona, Minerva [¿1920?]; Els Camins de la llibertat de Catalunya. Conferència donada per a l’Ateneu Barcelonès la nit del 14 de setembre de 1922, Barcelona, Imprenta La Publicitat [1922]; Diccionari català-castellà & castellà-català: compost en preséncia dels diccionaris publicats fins al dia i de les principals obres literaries i filològiques catalanes, especialment les d’en Pompeu Fabra, i enriquit amb alguns milers de mots que encara no s’havien catalogat per [...], Barcelona, Antoni Lòpez, 1919 (reimpr. 1923); Pau Claris: estudi biogràfic i històric, Barcelona, Associació Protectora de l’Ensenyança Catalana, 1922; Història nacional de Catalunya, pról. de J. Puig i Cadafalch, Barcelona, Pàtria, 1922-1934, 7 ts.; Guifré I, Barcelona, Barcino, 1926; Teatre de la natura: paisatges i marines, botànica i zoologia, Sabadell, L. M. [Joan Sallent, impr.], 1928; Els Polítics catalans: Enric Prat de la Riba, Ildefons Sunyol, Jaume Carner, Joaquim Lluhí i Rissech, Francesc Cambó, Barcelona, [Occitània], 1929; Catalunya i la República, Barcelona, Llibreria Catalònia, 1931; La Constitució interior de Catalunya, Barcelona, Barcino, 1932; El Corpus de Sang, estudi històric, Barcelona, Barcino, 1932; El Principi de les nacionalitats, Barcelona, Barcino, 1932; Els Sistemes electorals, Barcelona, Barcino, 1932; Història de Catalunya: tria d’episodis, Barcelona, L’Ocell de paper, 1933; Les Muralles de Tarragona, Tarragona, [Ajuntament], 1933; L’11 de Setembre del 1714, Barcelona, Generalitat de Catalunya, 1934; Resum d’història del catalanisme, Barcelona, Barcino, 1936; Pi i Margall i Proudhon, Barcelona, Norma, 1936; Valentí Almirall, Barcelona, Barcino, 1936; La Victòria de Montjuïc, Barcelona, Ediciones Españolas [¿1937?]; Quinze articles, Barcelona, Institució de les Lletres Catalanes, 1938 (Premi Almirall 1937); Els Darrers dies de la Catalunya republicana: memòries sobre l’èxode català, Buenos Aires, Agrupació d’Ajut a la Cultura Catalana, 1940; Petit compendi d’història de Catalunya, Toulouse, Ed. Foc Nou, 1946; La Collita tardana, México D.F., Catalònia, 1947; Els Corrents ideològics de la Renaixença, Barcelona, Barcino, 1966; 49 articles, Barcelona, Pòrtic, 1970; Els Camins de la llibertat de Catalunya i altres textos polítics d’ Antoni Rovira i Virgili, Barcelona, Departament de la Presidència, 2006.

 

Bibl.: C. Soldevila, Rovira i Virgili, Barcelona, Quaderns blaus / La Nostra Gent [Llibreria Catalonia] [1930]; J. Molas (ed.), Viatge a la URSS, Barcelona, Edicions 62, 1968; I. Molas (ed.), Prat de la Riba, Barcelona, Edicions 62, 1968; Siluetes de catalans: segles xix i xx, Barcelona, Barcino, 1969; Homentge a Antoni Rovira i Virgili, Barcelona, Departament de la Presidència, 1980; A. Bladé i Desumvila, El Meu Rovira i Virgili, Barcelona, Teide, 1981; S.-J. Rovira i Gómez, Antologia tarragonesa d’ Antoni Rovira i Virgili, Tarragona, Institut d’Estudis Terraconenses Ramon Berenguer IV, 1982; A. Bladé i Desumvila, Antoni Rovira i Virgili i el seu temps, Barcelona, Rafael Dalmau / Publicacions de la Fundació Salvador Vives Casajuana, 1984; J. Sobrequés i Callicó (ed.), Notes obreres, Barcelona, La Magrana, 1986; Catalunya i Espanya, Barcelona, La Magrana, 1988; L. Colomer (ed.), Lectura de Pi i Margall, Barcelona, La Magrana, 1988; J. Sobrequés i Callicó, Rovira i Virgili, Barcelona, Nou Art Thor, 1989; La Renaixença catalana, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1990; F. Calvet y T. Rovira “semblança biogràfica” y T. Rovira “bibliografía”, en J.-L. Carod-Rovira (ed.), Antoni Rovira i Virgili i la qüestió nacional: textos polítics 1913-1947, Barcelona, Generalitat de Catalunya, Departament de la Presidència, 1994; J. M. Roig i Rosich (ed.), “La guerra que han provocat”: selecció d’articles sobre la guerra civil espanyola, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1998; J. Fontana, M. Campillo, M. Capdevila et al., Revista de Catalunya, n.º monográf sobre Rovira i Virgili, n.º 144 (octubre de 1999), págs. 9-114; X. Ferré (ed.), Àlbum Antoni Rovira i Virgili, Reus, Centre de Lectura de Reus, 2000; J. M. Roig i Rosich (ed.), Rovira i Virigili, 50 anys després, Valls, Edicions Cosstània, 2000; J. Sobrequés i Callicó, Antoni Rovira i Virgili: història i pensament polític, Barcelona, Curial, 2002; M. Capdevila (ed.), Cartes de l’exili: 1939-1949, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2002; X. Ferré i Trill, La Formació del pensament polític d’Antoni Rovira i Virgili, Reus, 2002; Per l’autodeterminació. Evolució política i ideològica d’Antoni Rovira i Virgili, Reus, Arola Editors, 2004; À. Duarte, Republicans. Jugant amb foc (de Lluís Companys a Josep Tarradellas), Barcelona, L’Esfera dels Llibres, 2006; J. Ginebra, Llengua i política en el pensament d’Antoni Rovira i Virgili, Tarragona, Diputació de Tarragona / Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2006.

 

Enric Ucelay-Da Cal

 

 

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