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Sebastián Vizcaíno

Biografía

Vizcaíno, Sebastián. Extremadura, 1548 – México, 1628. Marino, explorador y embajador.

Vizcaíno nace en 1548 (como expone en la carta que le escribe al Rey el 20 de mayo de 1614), probablemente —según defiende Mathes— en Extremadura, a pesar de que el apellido Vizcaíno puede hacer pensar que es oriundo de Vizcaya, pues en aquella época no era inusual que en ocasiones algunos de los descubridores adquieran el seudónimo del topónimo de su lugar de nacimiento, y, por ello, Wagner lo considera vasco, y Gaspar de Villagrá, cántabro.

En 1580, participa en la conquista de Portugal, encabezando una tropa que financia su padre, que es hidalgo (como queda recogido en la carta que el Consejo de Indias le dirige al Rey sobre Sebastián Vizcaíno, el 20 de abril de 1607 y en la Real Cédula a favor de Vizcaíno, del 3 de junio de 1607). Como otros aventureros españoles opta por trasladarse a Nueva España en 1583 (según se tiene constancia oficial, el 10 de mayo de 1583, de que se le da licencia para llevar consigo a Nueva España dos espadas, dos dagas y un arcabuz). Desde 1586, es perito en viajes a Filipinas, por lo que toma parte de los viajes que se realizan de Acapulco a Filipinas, donde se estableció como mercader, sirvió en la guardia del puerto y contribuyó con la cantidad de cien pesos como ayuda para la construcción de las fortificaciones de Manila y fue uno de los robados por el pirata Cavendish en el galeón Santa Ana (varios autores han confirmado que Vizcaíno se encontraban a bordo de dicho galeón cuando fue capturado por Cavendish, el 14 de noviembre de 1587, a partir de la carta que se supone robada por John Watts, capitán de un navío inglés, que dirigía a Antonio Biscaíno, y fue publicada por Hakluyt, y en la que el remitente indica haber llegado a Acapulco de Manila en 1588 a bordo del navío robado ese año por el corsario inglés Wagner, como apunta Hebert E. Bolton y Charles Scribner’s Sons, mientras que Mathes considera que Vizcaíno no se encuentra en dicho galeón, pues duda que su traslado se realice en 1583 o en 1589, y además porque el navegante no alude a esta situación en ninguno de sus escritos). En 1589 de regreso a Nueva España, residió en la Ciudad de México, logrando convertirse en un próspero comerciante e inversionista. Poco tiempo después contrajo matrimonio con Magdalena Martínez Orejón, y en 1596 tiene tres hijos, dos varones llamados Juan y Lorenzo y una fémina de nombre Ana. Con anterioridad, el 29 de julio de 1592, Álvaro Ruiz, abogado de la compañía formada por Sebastián Vizcaíno, Gonzalo Rodríguez Calvo, Juan de Valencia y Peña, Diego de Torres Navarro, Hernán Rodríguez, Melchor de las Roelas, Simón López de Castillo, Mateo de Solís, García Núñez de Prado, Sebastián Becerril y Clemente de Aguiñiga, presentó una petición al virrey Luis de Velasco, marqués de Salinas (hijo del también virrey Luis de Velasco, que desempeña el cargo de 1550 a 1564 e interinamente de 1564 a 1566, mientras que él lo hace de 1590 a 1595 y por segunda vez de 1607 a 1611), en la que les solicitan que se revocara la licencia dada anteriormente a Santotis y se aceptara la nueva propuesta de empresa de pesquería de perlas. Y demanda en especial que le concedan los derechos exclusivos a esta compañía, por un período de veinte años, para extraer perlas y pescar atún, sardina, bacalao y otro tipo de peces, así como explotar yacimientos de sal, e incluso de oro y plata (estos metales preciosos se ponen en último lugar, porque por entonces no se considera su principal recurso natural, aunque posteriormente, en el siglo XIX, dará lugar a la llamada “fiebre del oro” en Norteamérica), en una zona comprendida desde el puerto de Navidad hasta la propia California.

Desde su descubrimiento en 1533 California fue considerada una rica zona perletera. Los miembros de las expediciones de Hernán Cortés rescataron algunas perlas y posteriormente lo hacen también otros descubridores, como Hernando de Alarcón y Pedro de Unamuno. Pero al considerarse un producto incluido entre los minerales, la Corona española se reservaba su propiedad y dominio, a excepción de que los particulares obtuvieran un asiento legal para su explotación.

Otro aspecto del descubrimiento de California, es el que está relacionado con los viajes de demarcación y exploración que fueron suspendidos a partir de 1588, debido a los múltiples problemas económicos que tiene la Corona española en la época, pues las guerras mantenidas por España contra otros países europeos (Gran Bretaña, Francia y los Países Bajos), son tan costosas, que no puede sufragar el alto coste de los viajes de demarcación, para lo que se ideó un impuesto para los mercaderes de Manila, al ser ellos mismos los más beneficiados (como queda reflejada en una carta real escrita por Francisco Galí al marqués de Villamanrique, el 18 de febrero de 1588). Por esto los barcos de Manila volvieron a su curso anterior, más meridional, evitando ser sorprendidos por los piratas a su paso por la costa de California en su destino a Acapulco. Esta suspensión de los viajes de demarcación no conllevó el desinterés por California, sino que transformó las cuestiones geográficas y geopolíticas en otras exclusivamente económicas, como es la explotación de los recursos naturales de la zona.

En 1594, inicia los preparativos junto a varios socios para realizar una expedición a California, y hacer efectivo sus derechos en el área de diez leguas cuadradas de pesca de perlas. Al mismo tiempo, el virrey de Nueva España Luis de Velasco hijo recibe Reales órdenes para explorar y colonizar la costa de California, para que dificultara la entrada de los piratas, corsarios, bucaneros y filibustero en el Pacífico, así como rastreara el hipotético estrecho de Anian, que se suponía que comunicaba ambos océanos (Pacífico y Atlántico), y crear un puerto en la costa norteamericana para las naves procedentes de Filipinas, a fines del siglo XVI. Se lo encomendaron a Sebastián Vizcaíno, bajo el virreinato de Gaspar de Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey, zarpando con tres buques de Acapulco, en 1596, entró en el golfo de California y tomó posesión de la península, a la que llamó Nueva Andalucía, recorriendo sus costas internas hasta los 29º. En 1597, en este mismo territorio, intenta fundar una colonia, que por la buena acogida que tiene de los naturales, la llamó La Paz, y desde allí realizó varias expediciones al interior. Pero, posteriormente, por la esterilidad del territorio y la hostilidad de otros nativos, hizo que pensara dedicarla exclusivamente a la pesquería de perlas, pero al final optó por regresar a México. Ese mismo año, de 1597, y en 1599, vigiló la ruta del galeón, defendiéndola de los ataques de piratas.

En 1599, se da una nueva orden de búsqueda del imaginario estrecho de Anian y la creación de un puerto en la costa californiana, por lo que se pone en marcha, en 1602 la segunda expedición de colonización de la Baja California, en la que participa fray Antonio de la Ascensión, cosmógrafo y autor de la relación de este viaje y de otros realizados años más tarde, así como el piloto Toribio Gómez de Corbán; los cosmógrafos Gaspar de Alarcón y Jerónimo Martín de Palacios y el ingeniero Enrico Martín, que tenía un gran prestigio en México, por la obra cartográfica que había venido haciendo en otros viajes con Vizcaíno, y en especial en esta última ocasión levantó un mapa de las costas californianas con tal perfección que mereció los elogios dos siglos más tarde, de Humboldt. En este viaje, Vizcaíno ostenta la graduación militar de general, y dicta las instrucciones de reconocimiento de la costa californiana hasta los 38º, en busca fundamentalmente de un puerto. El 5 de mayo de 1602, partió de Acapulco con tres buques y doscientos marinos, con los que reconoció la costa occidental de California, desde el puerto de San Diego hasta el Cabo Blanco de San Sebastián, tardando ocho meses en llegar al cabo Mendocino, en la costa de la Alta California, que había sido descubierta sesenta años antes por Rodríguez Cabrillo y Ferrelo. También exploró la bahía de San Diego, y descubrió la bahía de Monterrey, el 16 de diciembre de 1602, donde creyó ver el deseado puerto. Envió a los enfermos de regreso a México, mientras con el resto de la tropa prosiguió el viaje, en enero de 1603, más allá del cabo Mendocino, y aunque uno de los buques llegó al cabo Blanco, en Oregón, próximo a los 43º, poco tiempo después emprendieron el viaje de regreso. En esta segunda expedición, descubrió el puerto del mismo nombre que tiene la bahía Monterrey, y dio a conocer la costa californiana, aportando varias direcciones de navegación seguras para latitudes comprendidas entre Cabo San Lucas y Cabo Mendocino, aunque quedó sin apreciarse en su conjunto la bahía de San Francisco. No tuvo resultados prácticos, y además hubo muchas bajas, por lo que al final fue económicamente deficitario.

Asimismo, en 1603, Sebastián Vizcaíno fue nombrado por el virrey Gaspar de Zúñiga al mando del galeón de Manila, pero estos planes fueron anulados por el nuevo virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros (1603-1607), que quitó el mando a Vizcaíno, aunque le nombra alcalde mayor de Tehuantepec, lo que aprovechó para abrir un nuevo camino entre Coatzacoalcos y ese puerto, que fue considerado mejor que el existente, y que había sido creado por el virrey Luis Velasco hijo. Conocida esta disposición política del virreinato por la Corte española se le ordenó en 1606 que mandara a Vizcaíno a una nueva expedición, pero el virrey eludió el mandato real, y no lo hizo. Seguidamente, Vizcaíno viajó a España, y gestionó personalmente ante el Rey que le concediera a su propia costa la conquista de California, pero al regresar a Nueva España para iniciar dicha comisión, de nuevo se la deniega. En cambio, unos años más tarde, en 1611, durante el segundo virreinato de Luis de Velasco hijo (1607-1611), se le encargó dirigir un importante viaje por el Pacífico, a las llamadas “islas ricas de oro y plata”, que no encontró, pero en realidad donde tenía que ir era al Japón, para llevar una embajada y devolver una comisión japonesa venida a México, tras el viaje de Rodrigo de Vivero, en el que se propuso iniciar un intercambio comercial entre Nueva España y el país del Lejano Oriente. Partió el 22 de marzo de 1611 y llegó el 10 de junio a Uraga, donde escribió al Daimyō Ieyasu (primer shogun de la dinastía de la Casa Tokugawa, 1603-1605) y a su hijo shogun reinante Hidetada (1605-1623), quienes le respondieron invitándole a presentarse en las respectivas cortes de Sumpu (Shizuoka) y Edo (Tokio), y donde debía entregarle los parabienes que portaba del virrey de Nueva España. Pero Vizcaíno, según Ezquerra, “se portó con poca diplomacia al no querer sujetarse a los usos de la Corte japonesa en su entrevista con el shogun. Pedía ser recibido según la etiqueta española y amenazó con retirarse sin cumplir la embajada”, pero tuvo la suerte de que los japoneses se avinieron y realizaron un suntuoso recibimiento a Vizcaíno.

A continuación, exploró parte de las costas del país, mientras que esperaba los resultados de las negociaciones, que no fueron muy fructuosas por las intrigas que realizaron los holandeses y la mala disposición que tuvo Ieyasu hacia los cristianos, no permitiendo la predicación de la doctrina católica en el país nipón, aunque sí acepto entrar en relaciones comerciales con Nueva España, como quedó expresado en la carta que portó Vizcaíno a su regreso al virrey de Nueva España. Durante la expedición de Vizcaíno por las costas japonesas tuvo importantes dificultades, y perdió sus naves en una tormenta, por lo que no pudo continuar navegando y como además cae enfermo, es el sacerdote Luis Sotelo quien se encarga de los preparativos del retorno, solicitando a Hidetada un préstamo de 6000 pesos para construir una nave nueva, pero al negarse negoció con el daimio de Sendal Masamune (Masamuney), quien le ayuda promocionándole un barco y vituallas para el regreso a Nueva España (27 de octubre de 1612), y en el que viaja Vizcaíno como simple pasajero, pues Luis Sotelo se hace cargo del mando del buque, con el que llegaron a Zacatula a principios de 1613. Ese mismo año, Vizcaíno solicitó poder realizar una nueva expedición a California, pero es desatendido por el virrey Diego Fernández de Córdoba, marqués de Gudalcázar (1612-1621), y entonces regresa a España, intentando buscar ayuda real y de particulares españoles que le apoyen en la conquista de California, a cambio de la riqueza de perlas que puede extraer de sus costas, pero en estas circunstancias —según algunos autores— le sobrevino la muerte, aunque Ezquerra, indica que existe la posibilidad de que en 1616, se encuentre aún vivo buscando perlas en la zona y luchando contra los piratas holandeses, y es a partir de ese año en el que se pierde totalmente la pista de su vida, aunque Lamb dirá que muere en España, en 1628.

El conocimiento que llega a tener Vizcaíno de la cuenca del Pacífico Norte es apreciado en el tiempo, por lo que según Humboldt es uno de los mayores navegantes del siglo XVII, aun habiendo vivido muy pocos años de dicha centuria. Escribió las relaciones de sus viajes (cuyos textos y cartografía son debidos a Henrico Martínez —según Lamb—), y que descubrió y publicó Fernández de Navarrete en su Colección de documentos inéditos para la historia de España.

 

Bibl.: M. Fernández de Navarrete, Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. 111, t. 3, Madrid, Viuda de Calero, 1867; Z. Nuttall, “The Earliest Historical Relations between Mexico and Japan” en University of California. Publications in American Archaeology and Ethnology, vol. 4, t. 1, Berkeley, California, American Achaeology and Ethnology (AAE), 1906; A. de la Peña y Reyes, La diplomacia mexicana: pequeña revista histórica, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1923; A. Núñez Ortega, Noticia histórica sobre las relaciones... entre México y el Japón durante el siglo XVI, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1923; C. R. Boxer, The Christian Countury in Japan, 1549-1650, Cambridge, University Press, 1951; VV. AA., Diccionario porrúa de historia, biografía y geografía de México, México, Porrúa, 1964; W. M. Mathes, Sebastián Vizcaíno y la expansión española en el oceáno Pacífico: 1580-1630, México, Universidad Nacional Autónoma de México UNAM), 1973; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; J. M.ª López Piñeiro, Th. F Glick, V. Navarro Brotóns y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

Miguel Héctor Fernández-Carrión