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Amadeo Vives Roig

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Biografía

Vives Roig, Amadeo. Collbató (Barcelona), 18.XI.1871 – Madrid, 2.XII.1932. Compositor y empresario teatral.

Nacido en una pequeña localidad barcelonesa, desde muy pronto dio muestra de una gran sensibilidad hacia la música, a la que se abocó cuando, a partir de los seis años y tras una enfermedad, quedó cojo y con una invalidez en una mano. A instancias de su hermano, se traslada a Barcelona, recibiendo sus primeras instrucciones del maestro de capilla José Ribera y Miró, muy reconocido como pedagogo. Desde los quince años escribe piezas para coro y también algunas composiciones orquestales. Su vinculación con Ricardo Güell será muy importante para dar el salto a los escenarios. En estos años se afilia a Juventud Escolar, donde militaban Cambó, Corominas y Prat de la Riva, y comienza a escribir en el semanario La Veu, donde conocerá a Verdaguer y a Joan Batlle. También frecuenta la tertulia del café Pelayo, donde trabará contacto con Ángel Guimerá, Antonio Gaudí, José Feliú i Codina y Luis Doménech, aunque la figura que le influirá en mayor medida será la de Lluís Millet, a quien calificaría más adelante como “hombre admirable por su talento y su cultura”. En las clases con Pedrell sería condiscípulo de Enrique Granados.

Tras morir su padre en 1890, Vives se volcará en la creación del Orfeó Català junto a Millet, al que dedicará una serie de obras, entre ellas L’emigrant, con texto de Verdaguer. En 1895 se casa con Montserrat Giner y un año más tarde nacerá su único hijo. Paralelamente dedica sus esfuerzos a la composición de su primera ópera, Artús, una leyenda bretona que, estrenada en 1897 en el teatro Novedades, conoce una respuesta desigual. A instancias de Carlos Fernández Shaw se traslada a Madrid, donde prepara Don Lucas del Cigarral, que se estrenaría en Madrid un año más tarde. Inmediatamente Vives es introducido en el caótico mundo de la zarzuela madrileña. Un par de meses más tarde, y con libreto de González Prieto, estrena La Preciosilla en el teatro Romea. A la par, Vives llevará Don Lucas del Cigarral a Barcelona, donde será acogida con entusiasmo. En aquel momento retoma el problema de la lírica nacional y concibe con Ángel Guimerá la posibilidad de convertir en ópera Euda d’Euriach. Cuando vuelve a Madrid se encuentra en mitad del conflicto de los autores e, inmediatamente, se pone al lado del capitaneado por Sinesio Delgado y Ruperto Chapí. Obtendrá algunos éxitos, caso de La balada de la luz (1900), obra de amplias dimensiones. Mientras la batalla entre los autores se hace más cruenta, estrena en Barcelona su ópera Euda d’Euriach, que fue acogida con entusiasmo aunque sin llegar a cuajar. Mientras, Vives estrenaría Doloretes (1901), una pieza de resonancias míticas, con la que el imperio empresarial Fiscowich recibió la estocada definitiva a favor de los autores.

La labor de Vives conoce un creciente apoyo del público y es muy bien recibida por la crítica. El Teatro de la Zarzuela será el marco de Bohemios (1904) que se convertiría en uno de los mayores éxitos de su vida. En diciembre de 1904 los éxitos regresan con El húsar de la guardia, que iniciaría su relación con Giménez. En 1905, Vives escribe, solo o con Giménez, más de una decena de títulos. Destacan las obras que llevó a cabo con éste, algunas de las cuales obtuvieron el aplauso del público, caso de El arte de ser bonita, Las granadinas, La gatita blanca o La libertad. Igualmente batallará en el terreno del denominado género ínfimo (cuplés) con creaciones como El arte de ser bonita o La gatita blanca, y afronta las dificultades de la incipiente opereta en el caso de La favorita del rey. La labor de Vives se lleva a cabo tanto en el Apolo como en teatros menores, caso del Cómico, el Moderno o el Eslava. En 1906, Vives recibe la propuesta de Vicente Lleó de asumir la dirección conjunta de los teatros Cómico y de la Zarzuela. Rodeados de una pléyade de colaboradores, pusieron en marcha el conocido como “trust teatral”, que se abrió a las nuevas tecnologías al incluir pases cinematográficos. Al poco tiempo, también el teatro Eslava se sumaba al trust que intentaba hacer frente a la expansión de los salones de varietés que se habían multiplicado. El mismo Vives favoreció la presencia de figuras de este campo en los teatros bajo su control. No es de extrañar que en estos dos años, y hasta diciembre de 1908, la pluma de Vives se hiciera únicamente presente en los teatros citados.

Junto a sus colaboraciones con Giménez con La Machaquito, El golpe de Estado, El guante amarillo o El diablo verde, y las piezas de propia cosecha como Sangre torera, El lego de San Pablo o La Chipén, hay que destacar Pepe Botellas (1908), junto a Lleó, que obtuvo un cierto éxito. La realidad económica se hace imposible, el trust pierde demasiado dinero y, llegado el fin de la temporada 1907-1908, la situación se aproxima a la debacle con el consiguiente enfrentamiento entre Vives y Lleó, lo que obligará al primero a quedarse con la Zarzuela. La terrible situación del teatro iría a más y antes de fines de temporada tuvo que cerrar, con gran disgusto de Vives, que vivió algunos de sus peores momentos personales. En 1910 tuvo lugar el estreno de la ópera Colomba en el teatro Real, con la presencia de la Familia Real y del Gobierno. Pese a todo, el título fue acogido con diferencia de opiniones. Sin embargo, apenas unos días más tarde vería la luz uno de los mayores éxitos en vida de Vives, Juegos malabares (1910), en el Teatro Apolo. Tras algunos estrenos menores, el acontecimiento de la época se produciría con el estreno de La generala (1912) en el Gran Teatro. Con libreto de Perrín y Palacios, contó con un gran despliegue escenográfico, que suponía de alguna manera la constatación de que el público de Madrid se decantaba por la opereta. Apenas dos años después vería la luz Maruxa, con libro de Luis Pascual Frutos (1914), estrenada en el Teatro de la Zarzuela con Ofelia Nieto al frente de un reconocido reparto. Habrá que esperar a fines de 1916 para que Vives vuelva a obtener un gran éxito con El señor Pandolfo en el Teatro Apolo, acogida con entusiasmo. El catálogo de Vives crece estos años muy despacio. De hecho, habrá de esperar para reverdecer laureles a Trianerías (1919), que se impuso sobre todo gracias al gracioso libro de Muñoz Seca y Pérez Fernández. En 1920 verá uno de sus últimos triunfos en el terreno del sainete con Pepe Conde o el mentir de las estrellas (1920). Tras obras menores en el Apolo —entre las que cabe destacar El sinvergüenza en palacio, con libro de Muñoz Seca—, hay que esperar hasta 1923 para volver a encontrar a Vives en plena actividad. Un año antes había obtenido la Cátedra de Composición del Conservatorio de Madrid.

El hecho de haber asumido la empresa del Teatro Apolo a partir de la temporada 1923-1924 también fue determinante en su actividad. Ese año, Vives afrontaba la dirección y financiación del célebre coliseo, con el apoyo de Francisco Delgado, empresario interesado en proyectar su influencia a Buenos Aires, para lo que era imprescindible llevar obras de amplias dimensiones. De esas exigencias nacería Doña Francisquita, uno de los hitos de la historia de la zarzuela, en tres actos y con libro de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, estrenada el 17 de octubre de 1923 con un éxito inenarrable. Por problemas de salud, entre 1924 y 1927, el catálogo de Vives no se incrementa, en parte ante la fortísima crisis del género lírico en esa época.

El 1 de octubre de 1927 presentaría el último acontecimiento en su vida artística con el estreno de La villana, con libro de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw. Su limitada salud sólo permitiría algunos títulos líricos más en su haber. Los flamencos (1928) fue uno de los últimos acontecimientos de la vida final del teatro Apolo. Con la llegada de la República, y a propuesta del ministro de Instrucción Pública, se nombraba a Amadeo Vives vicepresidente de la Junta Nacional de la Música y de los Teatro Líricos en julio de 1931. En noviembre de ese mismo año era elegido presidente de la Sociedad de Autores Españoles.

A instancias del Gobierno, se consolida una compañía en el teatro denominado entonces Nacional de Zarzuela y Ópera Cómica, aunque su labor quedó menguada por falta de presupuesto. Vives se presentará en la candidatura de Concordia Ciutadana al Parlamento de Cataluña. Cuatro días antes del estreno de su zarzuela Talismán, la noche del 2 de diciembre, Amadeo Vives fallece en Madrid. Multitudes pasaron por el lecho de muerte que asistieron, también, a un homenaje masivo coincidiendo con su funeral, que fue presidido por el Gobierno en pleno. Posteriormente fue trasladado en coche a Barcelona, para ser expuesto en el Palau de la Música. Sería enterrado en el cementerio de Montjuic.

 

Obras de ~: Artús, 1897; Don Lucas del Cigarral, 1898; La balada de la luz, 1900; Coloretes, 1901; Bohemios, 1904; El talismán prodigioso, 1908; Colomba, 1910; Maruja, 1914; Doña Francisquita, 1923; La villana, 1927; Los flamencos, 1928; Talismán, 1932.

 

Bibl.: J. Montero, “Relatos y recuerdos. Amadeo Vives”, en El Día Gráfico (Barcelona), 26 de julio de 1931; J. Deleito y Piñuela, Origen y apogeo del Género Chico, Madrid, Revista de Occidente, 1949; F. Fernández Girbal, Amadeo Vives: el músico y el hombre, Madrid, Lira, 1971; A. Sagardía, Amadeo Vives (Vida y obra), Madrid, Editora Nacional, 1971; T. Borrás et al., Amadeo Vives (1871-1971), Madrid, Sociedad General de Autores de España, 1972; S. Burguete, Amadeo Vives, Madrid, Espasa Calpe, 1978; J. M. Lladó i Figueres, Amadeu Vives (1871-1932), Barcelona, Orfeó Catalá-Abadía de Montserrat, 1988; Luis G. Iberni, “Vives Roig, Amadeo”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, vol. X, Madrid, SGAE, 2002, págs. 987-992.

 

Luis G. Iberni

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