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Eduardo Vitoria Miralles

Biografía

Vitoria Miralles, Eduardo. Alcoy (Alicante), 25.VIII.1864 – Barcelona, 22.IX.1958. Químico y religioso jesuita (SI).

Nació el 25 de agosto de 1864, en la popular calle de San Nicolás d’Alcoi. Era el séptimo hijo de una familia de profundas convicciones religiosas. Quedó huérfano de padre a los cuatro años, y en 1874 ingresaba para estudiar el bachillerato en el Colegio de San José que los padres jesuitas regentaban en la ciudad de Valencia, manifestando desde el principio inclinación por las ciencias. Por esta razón, al terminar el bachillerato en 1881, marchó a Madrid a estudiar ciencias exactas. No terminaría estos estudios, pues el 20 de septiembre de 1886 solicitó su ingreso en el austero Monasterio de Veruela (Zaragoza), a los pies del Moncayo, donde los padres de la Compañía de Jesús habían establecido el Noviciado a su vuelta a España.

En Veruela tuvo de director espiritual al padre Federico Cervós, autor de la biografía de san Juan Berchmans, estudió Humanidades, Retórica y Filosofía y profesó los primeros votos religiosos el 24 de septiembre de 1888. Después de una estancia en el Seminario de Tortosa, donde completaría los estudios de Filosofía, fue destinado en 1892 como profesor a su antiguo Colegio de Valencia. Será en la ciudad del Turia, donde terminaría de cuajar su verdadera inclinación a las ciencias físico-químicas, de la mano del P. Antonio Vicent y de sus propios superiores. Compaginando la docencia del Colegio, acudió a las clases de Química de la Universidad donde entró en contacto con el profesor Luis Montesinos, exalumno del gran químico alemán Carl Remigius Fresenius. Tuvo el honor de ser el primer licenciado en la especialidad de Química Física en 1896 y con la nota máxima.

En 1898 fue ordenado de presbítero en Tortosa, y en 1899 completaría sus estudios teológicos. El año de la “tercera probación” (año que dedican los jesuitas exclusivamente al cultivo del espíritu) tenía que haberlos pasado, como san Ignacio, en Manresa, pero lo pasó de nuevo en Veruela adonde fue destinado esta vez como ayudante del maestro de novicios, el padre José Barrachina, alcoyano como él.

Faltaba coronar su formación científica con un doctorado, cosa que haría a partir de 1902 en la Universidad Católica de Lovaina. Su estancia en Europa será decisiva para él, y también para la Química española. En esta Universidad tuvo como profesores de doctorado, entre otros, a Carlos Blas (uno de los mejores discípulos de Fresenius) de Química Analítica, a Paul Henry (destacado discípulo de W. Ostwald) de Química Mineral y Físicoquímica, y sobre todo al célebre investigador en Química Orgánica Louis Henry, con quien realizaría su tesis doctoral el 22 de julio de 1904, Sur l’isopropanoltrichloré 1.1.1., que sería publicada en el Bulletin de l’Académie Royale de Belgique (1904). Era un primer paso relacionado con la industria: aprovechando que Victor Grignard había introducido en la técnica de laboratorio los métodos sintéticos y la reacción citada, obtuvo el tricloro-propanol 2, del cual derivarían productos hasta entonces desconocidos en el campo orgánico.

De Lovaina pasó al imperio germánico para perfeccionar la lengua alemana y, sobre todo, para visitar personalmente importantes centros químicos de investigación y conocer de primera mano sus aplicaciones industriales. Todo este bagaje científico lo pondrá al servicio del nuevo departamento de química, cuya creación y dirección le encargaron sus superiores en agosto de 1905 en el edificio que los jesuitas tenían en Roquetas, muy cerca de Tortosa, y que era asimismo observatorio y laboratorio biológico y químico. Fue esta primera institución el embrión del conocido como Laboratorio Químico del Ebro, donde acudieron a estudiar alumnos jesuitas y otros laicos atraídos por la fama del P. Vitoria. Será el inicio de una intensa y pionera actividad en el campo de la Química, su enseñanza y sus aplicaciones en el campo de la industria.

Para sus alumnos jesuitas en gran parte publicó el primer libro original en España sobre química-física: Conferencias de Química moderna (1907). A éste seguirían, con la misma finalidad docente, diversos tratados muy conocidos en el mundo industrial y universitario (con varias reediciones posteriores): Manual de Química Moderna (1910), Catálisis Química (1912), Prácticas químicas para Cátedras y Laboratorios (1914). Junto a esta tarea docente, también dirigió trabajos de investigación, construyó aparatos para su uso en los laboratorios y él mismo contribuyó con diversos artículos y trabajos que vieron la luz en publicaciones españolas y extranjeras, como el tratado El Acetileno y sus aplicaciones (1913).

En octubre de 1916 se trasladará el laboratorio a Barcelona, creándose el que hasta la actualidad es conocido como el Instituto Químico de Sarrià. Dos razones fundamentales explican esta decisión. Por un lado, el empuje económico de Cataluña, que convirtió a Barcelona en un auténtico centro industrial. Y también la necesidad de preparar buenos técnicos que fueran capaces de impulsar esta naciente industria. El P. Vitoria aceptó el nuevo reto y elaboró todo un plan de estudios que buscaba sobre todo una formación dirigida a las aplicaciones industriales de la química. Desde entonces, el Instituto Químico ha desarrollado un papel fundamental en el crecimiento industrial de Cataluña.

Mientras dirigía el Instituto y formaba químicos con sus clases, no paraba de publicar trabajos como Química del Carbono (1927), Los Pesos moleculares (1922), etc. y de reeditar —muy ampliados— antiguos tratados. En esta línea de publicaciones, un grupo de antiguos alumnos creó la revista de química Afinidad, quizá una de las primeras españolas sobre el particular, que dirigió durante muchos años el propio P. Vitoria y que aún se publica.

Su fama fue extendiéndose por todo el mundo, viajando hasta Argentina en 1924, donde pronunció una serie de conferencias muy valoradas en el país andino, y tuvo el honor de ser invitado a formar parte de las siguientes instituciones científicas: Société Chimique de París (1905), Deutsche Chemische Gesellschaft de Berlín (1906), Real Academia Española de Física y Química (1909), Instituto Coimbra de Portugal (1911), Sociedad Científica Antonio Alzate de México (1913), Sociedad Química Argentina (1914), Academia Romana Pontificia Nuovi Lincei (1916), Real Acadèmia d’Arts i Cièncias de Barcelona (1917), Société Scientifique de Bruselas (1918), Academia de Ciencias de Zaragoza (1921), Sociedad Farmacéutica Argentina Nacional (1925), Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires (1940), president de la Real Acadèmia d’Arts i Cièncias de Barcelona (1947-1952) y la Societé Chimie Industrielle de Paris (1948).

En 1934 el P. Vitoria cumplió setenta años y abandonó la dirección del Instituto Químico, que se había reconvertido tras el decreto de disolución de los jesuitas en Academia Muñoz primero, y en Centro de Estudios Químicos después. Pero continuó vinculado al centro impartiendo clases, dirigiendo la Asociación de Antiguos Alumnos y coordinando la revista Afinidad. Durante los tres años de la Guerra Civil (1936- 1939), Eduardo Vitoria se refugió en Italia, en Castelo di Bolengo, donde no paró de impartir clases de química a los estudiantes jesuitas.

A partir de 1939, el Instituto se revitalizó, revisando el currículo y ampliando las instalaciones hasta triplicar la superficie del Centro. Aunque ya no lo dirigía el P. Vitoria, continuó colaborando en las reformas —de hecho muchas mejoras las había proyectado él durante los años de dirección—, ayudando a los estudiantes y reeditando —ampliados— muchos de sus tratados que eran muy buscados por los estudiantes de química de todo el mundo. Fruto de esta trayectoria, el gobierno español le otorgaba en 1946 la más alta distinción que se ofrece a la dedicación científica: la Gran Cruz de Alfonso X, no cesando de recibir reconocimientos y galardones, como el de hijo predilecto de su ciudad natal, que tuvo lugar el mismo 1946. En 1955 tuvo lugar la celebración de un doble aniversario: los noventa años del P. Vitoria y los cincuenta de creación del Instituto. La conmemoración revistió toda la solemnidad que el acto requería: exposiciones de productos industriales y material de laboratorio, edición de un número extraordinario de Afinidad —un catálogo de libros de química (1920- 1955) —, y sobre todo el acto académico al que asistieron los representantes de la Gesellschaft Deutscher Chemiker, de la Societé Chimie Industrielle, de Real Academia Española de las Ciencias, y de las Universidades de Lovaina, Madrid, Caen, Grenoble, Barcelona y Valencia. Ese mismo año se le daba su nombre al Instituto de Segunda Enseñanza de Alcoi, y al año siguiente recibió un caluroso homenaje de sus conciudadanos en el Salón de Plenos del Ayuntamiento.

Eduardo Vitoria moría en Barcelona poco después, el 22 de septiembre de 1958, a los noventa años, dejando una gran obra de investigación, de difusión y de docencia en el campo de la química. Para el P. Miguel Varela, del Woodstock College (Maryland), ha sido un auténtico “pionero en el campo de la química española”, y el P. Salvador Gil Quinzá, que le sucedió en la dirección del Instituto, considera que “la obra del P. Vitoria ha marcado una etapa en la evolución de los estudios químicos en España”. La ciencia española en general, y la industria catalana en particular, tienen una deuda indudable con uno de los científicos más importantes que han dado estas tierras.

 

Obras de ~: Conferencias de Química moderna, Tortosa, Laboratorio Químico del Ebro, 1907; Manual de Química Moderna, Barcelona, Tipografía Católica, 1910 (13.ª ed, 1944); Notas de Laboratorio, Laboratorio Químico del Ebro [Barcelona, 1911]; La Catálisis Química. Sus teorías y aplicaciones en el laboratorio y en la industria, Barcelona, Tipografía Católica, 1912 (4.ª ed. en 1946); El Acetileno y sus aplicaciones, Barcelona, Tipografía Católica, 1913; Prácticas químicas para Cátedras y Laboratorios, Barcelona, Tip. de Ramon Casals, 1914 (7.ª ed. en 1953); La Ciencia Química y la vida social, Barcelona, Tipografía Católica Pontificia, 1916; Los Pesos moleculares. Estudio físico-químico, teórico y práctico, Barcelona, Tipografía Católica Casals, 1922; Estudios de Química Contemporánea. Conferencias Argentinas, Barcelona, Tipografía Católica Casals, 1925; Química del Carbono, Barcelona, Tipografía Católica Casals, 1927 (3.ª ed. en 1948); El Vino dulce para misas. Estudio químico-litúrgico, Madrid, Razón y Fe, 1930; Los Agresivos químicos, Barcelona, Imp. Revista Ibérica, 1936; Los compuestos órgano-metálicos, Madrid, Imp. del Memorial de Artillería, 1936; El Pan y el Vino Eucarísticos. Estudio químico-litúrgico, Bilbao, El Mensajero del Corazón de Jesús, 1944; Las Vitaminas, Barcelona, Asociación de Químicos del Instituto Químico de Sarrià, 1945; Textiles modernos sintéticos, Alcoi, Instituto Alcoyano de Cultura, 1957; Los horizontes de la Química contemporánea, Alcoi, Imp. La Victoria, s. f.

 

Bibl.: M. Varela, “Eduardo Vitoria, S.J.: A Contemporary Leader in the Spanish Chemical World”, en Journal of Chemical Education, vol. 33, n.º 4 (abril de 1955), pàgs. 161-166 (trad. al catalán en Eines. Revista Interdisciplinar, n.os 13/14 (1992), págs. 9-14); VV. AA., Catálogo del libro español de Química (1920-1955) con motivo del Homenaje al P. E. Vitoria S.I, n.º extraordinario [fuera de serie] de Afinidad. Órgano de la Asociación de Químicos del Instituto Químico de Sarrià (Barcelona) (mayo 1955); S. Gil Quinzá, S.J., “El R. P. Eduardo Vitoria Miralles S.J. Fundador del Instituto Químico de Sarrià”, en Revista de la Fiesta de Moros y Cristianos (1957).

 

Francesc-X. Blay Meseguer

 

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