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Juan Fernández de Hermosilla

Biografía

Fernández de Hermosilla, Juan. Úbeda (Jaén), p. t. s. XV – ?, 1482. Secretario del rey Alfonso XII de Castilla y de la infanta Isabel, regidor del Concejo de Murcia.

“Yo, Johan Ferrandes de Hermosylla, secretario del rey nuestro Señor, la fis escrivir por su mandado.” El secretario por antonomasia de Alfonso XII de Castilla (1453-1468), Juan Fernández de Hermosilla, que era natural de Úbeda, como ocurre con otros personajes, concretamente, Fernando de Arce, Hermosilla había sido secretario de Juan Pacheco, marqués de Villena. Al mismo Hermosilla le correspondió años después notificar, desde Cardeñosa, un fatídico 4 de julio de 1468, la grave enfermedad de Alfonso XII. En esa ocasión ya actuaba en nombre de doña Isabel: “Por mandado de la ynfante, Hermosilla”.

El estudio reciente de su testamento permite conocer datos sobre la vida y familia del secretario que completan su biografía, hasta entonces insuficientemente conocida.

Su biógrafo sostiene que Hermosilla debía pertenecer a una familia noble de Úbeda, aun cuando no figurara en la Sentencia Arbitraria que sancionó el entonces príncipe de Asturias como señor de la ciudad. Y es que, antes de ser el secretario emblemático de Alfonso XII, Hermosilla lo había sido del futuro Enrique IV, como lo demuestra un documento firmado en Jumilla en 1452 dirigido al concejo de Murcia para que prestaran ayuda al Prior de San Juan y al comendador de Archena.

A principios de los sesenta, y tras alguna tensión con el concejo murciano, el ya rey, Enrique IV, hizo merced a Hermosilla del oficio de regidor insistiendo que era su secretario y criado del marqués de Villena, su mayordomo mayor y consejero

Desde 1464 Fernández de Hermosilla ya figuraba en la documentación del entonces príncipe heredero don Alfonso. Cuando el hermano de la futura Isabel la Católica y hermano sólo de padre de Enrique IV es alzado Rey por los nobles en Ávila el 5 de junio de 1465, Hermosilla comienza su frenética actividad: miles de documentos fueron refrendados por el Rey.

El secretario recibió del joven varias mercedes aunque ninguna especialmente llamativa y, en buena parte de las ocasiones, habían pertenecido a otros beneficiarios que habían fallecido, huido o que, por circunstancias similares, habían sido desposeídos de sus bienes. Así, el 6 de enero de 1467 recibía 7.500 maravedís vitalicios que anteriormente disfrutaba un vecino de la ciudad de Burgos. También en dicha ciudad otra pequeña cantidad —4.000 maravedís— era librada en las rentas de la ciudad o en cualquiera de los lugares del reino que eligiese. Otra tercera cantidad se le concedió ese año que podía cobrar en cualquier renta de lugar no especificado. El 15 de febrero de 1468, Hermosilla recibía otra cantidad pequeña, esta vez por juro de heredad en lugar no especificado, que compartía con el contador de relaciones, Alfonso de Paredes, y que también había pertenecido a un vecino de Palencia. En el mismo año, Hermosilla fue beneficiado con cinco mercedes vitalicias entre enero y abril por juro de heredad a compartir y a librar en rentas de Palencia, Córdoba o Burgos.

Escaso tiempo pasó desde la última merced concedida por el Rey a su secretario y su muerte. Alfonso XII de Castilla fallecía, probablemente envenenado por el artífice de su alzamiento, Juan Pacheco, ya maestre de Santiago, y como tanto personal al servicio de su hermano, doña Isabel heredó al secretario.

El 20 de julio de 1468, sólo quince días después de la muerte de su hermano, desde Ávila, la futura Isabel la Católica confirmaba los oficios de contador mayor y mayordomo de su Casa, así como su secretario, al fiel Hermosilla. Algunos de los documentos en que tuvo que ver son de indudable trascendencia.

Cuando doña Isabel, tras los actos de Guisando, fue nombrada princesa heredera, Fernández de Hermosilla, el 28 de noviembre, dio testimonio de la toma de posesión de algunas fortalezas —caso de Molina— en su nombre. Pero su rastro se empieza a perder ante el ascenso de nuevos valores. Durante su princesado, doña Isabel tuvo un secretario predilecto: Alfonso de Ávila.

Probablemente también se explique el ocaso de su carrera por el tema de las luchas sucesorias, dado que Hermosilla, al contrario que otros servidores de Alfonso XII que “heredó” Isabel, se pasó al bando contrario de la princesa siguiendo a su antiguo mentor, entonces maestre de Santiago y más adelante a su hijo Diego López Pacheco defensor de los derechos de doña Juana, mal llamada La Beltraneja.

Hermosilla quedó al servicio de la familia Pacheco-Girón, de la cual procedía. Y así se le encuentra actuando el 23 de junio de 1476 en una revocación documental de los hermanos Téllez Girón.

En 1477 aparece su nombre en un pleito que enfrentaba a unos vecinos de Chinchilla. Otras noticias le describen como un secretario muy influyente, dedicado a realizar las pruebas a los aspirantes a ese puesto. Es el caso de Fernando Alfonso de Belmonte, que superó el examen, y fue el propio Hermosilla el que mandó redactar el certificado en el cual se hacían constar las cualidades exigidas al secretario y probadas en el examen. Fue Hermosilla hombre discreto y de confianza al que, se supone, le fueron confiadas competencias y misiones diplomáticas en las cuales el laconismo de las fuentes no permite profundizar; en ocasiones ni siquiera es posible asegurarlas.

Algunas noticias confusas le hacen beneficiario de algún favor por parte de la Reina. Así, el 30 de marzo del 1478 se le hizo una merced, junto con el secretario Francisco Ramírez de Madrid, de todos los bienes confiscados en Carmona al mariscal Fernando Arias de Saavedra y a su madre, Inés, que se habían resistido a entregar la fortaleza de Utrera. De ese mismo año consta la noticia —13 de noviembre— de presentarle y proveerle de un patronazgo o abadía o capellanía mayor. En esta misma línea, el 8 de septiembre de 1479 pudo ser proveído de una merced en Jerez de la Frontera.

Hermosilla había sido desposeído de la regiduría murciana, si bien, al terminar la guerra, fue reintegrado en su puesto que ostentó hasta 1481, año en que la reina, accediendo a su petición, le concedió la dignidad a su cuñado, Pedro Riquelme.

Y es justamente ese año de 1481, concretamente el 10 de octubre, en el municipio conquense de Cañavate, cuando el antiguo secretario de Alfonso XII otorgó poderes para dictar testamento. Hermosilla, que se declaraba vecino de Úbeda, concedía poder a su hermano, Miguel, chantre de la iglesia de Cartagena, a Pedro Vela, tesorero de la iglesia de Santa María de Úbeda, y a Ruys, clérigo capellán de la villa de Cañavate para que en su nombre y por la salvación de su alma otorgaran testamento. Añadía el motivo por el que no lo podía realizar personalmente “yo estoy ocupado de enfermedad e dolençia, de manera que yo no lo puedo faser por instenso, segund que de derecho se requiere” El testamento fue publicado en Úbeda el 18 de marzo del año siguiente

De su matrimonio con Catalina de Soria solo nació una hija del mismo nombre que su madre a la que Hermosilla dejó como heredera universal. Catalina de Hermosilla había estado comprometida por el doctor en Bolonia, Alonso de la Torre, según consta en una carta de dote y arras en 1480. Dote concedida a favor de Hermosilla que ascendía a noventa mil maravedís. Pero ese matrimonio no llegó a producirse y Catalina se casó con el hijo de un regidor de Úbeda llamado Luis de Carvajal, de una familia principal de Baeza. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Juan, Rui, Diaz e Isabel

El testamento revela, como era habitual en la época, la religiosidad del otorgante. El de Hermosilla ordena misas perpetuas para él y sus difuntos También contempla mandas a parientes, criados y amigos, sin olvidar dádivas especiales a los mercedarios para la redención de cautivos

Hermosilla recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Úbeda, en la capilla donde se encontraba el retablo de Santa Úrsula a la que tenía gran devoción y en el que se oficiarían misas perpetuas por su alma.

En 1508 su yerno falleció dejando su regiduría de Úbeda al nieto de Hermosilla que llevaba su nombre, Juan Fernández de Carvajal y Hermosilla.

 

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Dolores Carmen Morales Muñiz