Al-Ṣadafī: Abū ‘Alī Ḥusayn b. Muḥammad b. Firruh, al-Saraqustī al-Ṣadafī, Ibn Sukkara. Manzil Maḥmūd (Zaragoza), 454/1062 – Cutanda (Teruel) 514/1120. Jurista, asceta, experto en tradiciones proféticas.
Abū ‘Alī nació en un pueblo cercano a Zaragoza en 454/1062 y de sus orígenes familiares sólo se sabe que su abuelo debía de ser un muladí, dado el nombre romance de Fīrruh o Fīrro que mencionan las fuentes.
Estudió en Zaragoza y allí, como otros jóvenes de familias pudientes de su época, se formó en ciencias coránicas, derecho y tradiciones proféticas. Entre otros maestros, pudo disfrutar de las lecciones de un discípulo del experto en Corán Abū ‘Amr al-Dānī y del jurista Abū l-Walīd al-Bāŷī. Cuando considera que sus estudios en Zaragoza han concluido marcha a la Taifa de Valencia, en aquel momento bajo la influencia política de la de Zaragoza, con el fin de profundizar en su educación, especialmente en materia de tradiciones proféticas, por las que siente predilección. Durante su período de estudios en al-Andalus, se dedica también a la labor de copista, en la que destaca por su excelente caligrafía.
A la edad de veintiséis años se embarca a Oriente en compañía de un tío paterno suyo, exactamente el día 1 de muḥarram del año 481, es decir, el 27 de marzo de 1088, con el fin de peregrinar a La Meca y de realizar el viaje de estudios (riḥla), con el que numerosos ulemas andalusíes enriquecieron sus conocimientos. Es sorprendente cómo los biógrafos nos han legado la fecha de su partida, así como otras fechas en las que se fue asentando en distintas ciudades, especialmente los centros culturales del actual Iraq, ya que esa es una información que las fuentes árabes no suelen proporcionar y, es, consecuentemente, indicativo de la valía en que se tenía al personaje. Abū ‘Alī pasó un tiempo también en el N. de África, posiblemente a su regreso de Oriente, donde se debe destacar su estancia en Alejandría, pues en esta ciudad el renombrado tradicionista al-Silafī recibió años después su permiso de transmisión.
Tras nueve años fuera de al-Andalus, al-Ṣadafī regresó en el mes de ṣafar del año 490/enero de 1097. Cuando ya avistaba la costa, sufrió un naufragio y fue milagrosamente rescatado cuando estaba a punto de ahogarse. Se asentó entonces en Denia, donde se casó con la hija de su discípulo Mūsà b. Sa‘āda. El propio al-Ṣadafī relata en una carta su triste regreso a la Península, que lamenta, ya que a su llegada tuvo noticia del fallecimiento de sus padres durante su ausencia. Sabemos que Abū ‘Alī tuvo con esa mujer al menos una hija, que era muy pequeña en el momento de fallecer él, y que años más tarde se casó con otro ulema andalusí conocido, ‘Abd Allāh b. Mūsà Ibn Burṭuluh (m. 563/1167).
Al-Ṣadafī residió en Murcia, una ciudad que en aquel momento gozaba de gran influencia política. Allí pudo comenzar a divulgar con éxito cuanto había aprendido en su juventud en al-Andalus y, sobre todo, los textos nuevos estudiados en Oriente. Abū ‘Alī fue un tradicionista que consagró su vida al estudio y magisterio de las tradiciones proféticas. Fue conocido por su talla intelectual, así como por llevar una vida ascética dedicada a la religión, en la que se involucró, incluso, hasta la muerte en la defensa del territorio de al-Andalus. Sus biógrafos le consideran un ulema fundamental en su tiempo, hasta el extremo de que tres autores compusieron diccionarios dedicados a Abū ‘Alī al-Ṣadafī. Dos de ellos, los de al-Qāḍī ‘Iyāḍ e Ibn al-Dabbāg se han perdido, pero se conserva el diccionario compuesto por Ibn al-Abbār, al-Mu‘ŷam fī aṣḥāb al-qāḍī al-imām Abī `Alī al-Ṣadafī (Compendio de los discípulos del cadí e imán Abū ‘Alī al-Ṣadafī), que contiene las biografías de 316 alumnos suyos, donde se proporciona detallada información acerca de cuáles fueron las obras que introdujo en la Península y enseñó. Se puede afirmar que en torno a Abū ‘Alī se agrupa una generación de ulemas andalusíes que se van a especializar en el estudio de literatura ascético-religiosa, cuya influencia será determinante en la concepción de la bibliografía religiosa en los siglos siguientes, así como en la práctica de la religiosidad musulmana. Este personaje contribuye a que se produzca un proceso de paulatina ritualización en la forma de transmitir los hadices y en la introducción de nuevas oraciones y jaculatorias, hasta entonces desconocidas o poco empleadas.
Su faceta de maestro y transmisor contrasta con el pequeño número de creaciones personales que las fuentes le atribuyen. No se conserva ninguna de ellas y, por los títulos, es difícil determinar si se trataba de obras personales o de meras colecciones de tradiciones proféticas. Esas obras son: Fawā’id (Observaciones); Ŷuz’ min ḥadīṯi-hi ‘an šuyūji-hi al-bagdādiyyīn (Fragmento de hadices de sus maestros bagdadíes); Ŷāmi‘ man laqiya min al-šuyūj (Recopilación de sus maestros); Subā‘iyyāt (Compuesta en 7 partes), su obra más citada; así como un comentario de la obra de su maestro Abū Bakr b. al-Šāšī, al-Ta‘liqa al-kubrà fī masā’il al-jilāf (Comentario extenso sobre cuestiones legales), un autor perteneciente a la escuela šāfi‘í.
En Murcia, Abū ‘Alī fue también juez, ya que fue nombrado cadí de la ciudad en contra de su voluntad por el gobernador almorávide en 505/1111. Al ver que no se le permitía dejar el cargo, huyó a Almería en 508/1114, donde permaneció escondido hasta que obtuvo el perdón del gobernador, tras solicitarlo epistolarmente.
Su renuncia a la judicatura, sobre la que hay distintas versiones, no fue causa de ningún tipo de enemistad posterior con el régimen almorávide, pues es conocido como Abū ‘Alī al-Ṣadafī se enroló voluntariamente en las tropas del gobernador de al-Andalus, junto con otro grupo de ulemas. Falleció luchando a su lado en la Batalla de Cutanda (Teruel), un lugar cercano a Calamocha, en la que los musulmanes fueron derrotados por Alfonso el Batallador. Su muerte tuvo lugar el último jueves rabī‘ I del año 514/24 de junio de 1120, según unos autores, y según otros el miércoles 17 de rabī‘ II/16 de julio del mismo año.
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Cristina de la Puente
