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Miguel Bautista de Lanuza y Tafalla

Biografía

Lanuza y Tafalla, Miguel Bautista de. Híjar (Teruel), s. m. s. XVI – Madrid, 23.VIII.1659. Protonotario y consejero de capa y espada del Consejo Supremo de la Corona de Aragón.

Hijo de Miguel Bautista de Lanuza y de Laura de Tafalla. Era sobrino de Martín Batista de Lanuza, que fue regente del Consejo de Aragón entre 1592 y 1599, y justicia hasta su fallecimiento en 1622. En la biografía de este último, su autor, Faria de Sousa, señala que se crió en casa de su tío, casado con Isabel Ram, hermana del que fuera regente del Consejo de Aragón y luego justicia de Aragón, Joan Ram.

Cuando falleció su tío, era Miguel Bautista de Lanuza zalmedina de Zaragoza y participó en la organización de los funerales del primero. Tuvo varios cargos en la ciudad, como regidor por Su Majestad del Hospital General de Zaragoza, el citado de zalmedina y jurado en cap en 1641. En los años de la guerra de Cataluña de 1640 tuvo responsabilidades militares como proveedor general del Real Ejército, con 2.000 ducados de gajes. Participó en las Cortes aragonesas de 1626, señala F. Baltar, habilitado por el brazo de caballeros.

Desarrolló una modesta actividad literaria que, en marzo de 1635, le llevó a un pleito con la capilla de San Raimundo, a propósito de la impresión de sus obras. En lo que se refiere a su carrera burocrática en la Corte, es decir, en la Cancillería del Consejo de Aragón, trabajó junto al protonotario Pedro de Villanueva.

Éste había sido nombrado en 1643, para ocupar el lugar del poderoso protonotario (conocido como “trononotario”) Jerónimo de Villanueva, mano derecha del conde-duque de Olivares, llevando, como era habitual, las secretarías o negociaciones de Aragón y Mallorca, así como la secretaría de la Orden de Montesa, y acompañó al Rey a Zaragoza, jornada a la que también se incorporó el entonces secretario Miguel Bautista de Lanuza. En enero de 1644 accedió a la titularidad de la secretaría o negociación de Cataluña del Consejo de Aragón (Madrid, 27 de enero de 1644). Como titular de esta última plaza, fue miembro habitual y constante de la Junta de Socorro de Catalanes, y como tal aparece en gran cantidad de consultas de esta Junta de los años 1645 y 1646. Ese último año fue también el de su ingreso como caballero en la Orden de Santiago. Fue asimismo miembro de la Cofradía de San Pedro Mártir de Verona de Ministros del Santo Oficio de la Inquisición de Aragón.

Desde la negociación de Cataluña ascendió al cargo de protonotario, tras el fallecimiento de Pedro de Villanueva, en enero de 1650. Ostentaba en ese momento la condición de primer secretario del Consejo.

El privilegio le fue extendido en el Pardo, el 27 de enero de 1650. Le fue concedido el privilegio de, siendo protonotario, poder ejercer como consejero de capa y espada, para lo que prestó juramento el 7 de julio de 1653. Ocupó el lugar dejado por el conde de Montoro, fallecido el 28 de diciembre de 1652, bien entendido que mantenía su cargo y funciones de protonotario. Se le da voto de consejero, “como lo había tenido Pedro de Villanueva”, su inmediato antecesor en la Protonotaría (7 de julio de 1653). Le fue confirmada en ese momento la secretaría de la Orden de Montesa. La concesión del voto de consejero dio lugar a un conflicto de precedencia con el marqués de Ariza, respecto al “lugar y voto” en el Consejo, debido a que este último fue nombrado también consejero de capa y espada por el reino de Aragón en esas fechas, jurando su cargo el 21 de agosto de 1653, para sustituir a Juan de Palafox y Mendoza, conocido como obispo de la Puebla, cuando éste fue nombrado obispo del Burgo de Osma. Estudiados diversos precedentes, el Rey resolvió en favor del marqués. Participó, como secretario, en el Parlamento de Cataluña de 1653. Volvió de Zaragoza el 19 de mayo de 1654 tras haber pasado un tiempo allí y en Barcelona. Al año siguiente tuvo que sufrir las consecuencias de un incidente provocado por su hijo Martín. Intercedió ante el vicecanciller Crespí el 27 de junio de 1655, exponiéndole que el alcalde de Casa y Corte, Miguel Bañuelos, le obligaba a pagar 600 ducados para trasladar a su hijo Martín Bautista de Lanuza a Granada.

El asunto llegó al Rey, pues Crespí no lo consideró como una cuestión privada, sino como un problema de colisión de jurisdicciones. De hecho, se dirigió al Monarca para indicarle “la poca razón en dar órdenes extrajudiciales pues eso toca a mí solo con los ministros del Consejo, y si es judicial era injusto que el padre pague por el hijo”. La respuesta no fue favorable, pues se le indicó a Lanuza que “no se procedia contra él como parte formal sino como administrador de los bienes de su hijo. Que las excepciones las alegue ante el Alcalde y acudiese al Presidente de Castilla”. Estuvo frecuentemente enfrentado, a pesar de que estaba encargado de instruirlo en el oficio, con Jerónimo de Villanueva, que ostentaba la plaza de protonotario en propiedad, aunque por la falta de edad no lo ejerciera aún, pero que alegaba su derecho a entrar en la sala del Consejo y estar presente en las sesiones. El conflicto lo tuvo que resolver el Rey, quien decidió que entrara e interviniera sólo en los días que le señalara el vicecanciller, quien decidió que fueran los martes, miércoles y viernes. Tuvo que emitir su opinión, como resultaba difícilmente evitable, en la defensa de la competencia del cargo en la tramitación de los asuntos de carácter general, no específicos de alguna de las negociaciones de los reinos. Eran normales las dudas en el momento de proceder al reparto, y Bautista de Lanuza fue beligerante en la defensa de la preferencia del protonotario ante los otros secretarios.

En abril de 1656 solicitó al vicecanciller Crespí el traslado a Aragón para llevar a cabo las insaculaciones pendientes, a lo que respondió aquél que consultaría con Su Majestad por tratarse de algo que afectaba a la “preeminencia” del Consejo. Como consejero de capa y espada mostró interés en participar en diversos asuntos, incluso de justicia. La situación se planteó de forma explícita en la causa entre el duque de Béjar y el conde de Albatera, en el que se abstuvieron los regentes Villacampa y Bernardo Pons, conde de Robres, pero llegaron a votar Miguel Bautista de Lanuza y Joseph Sorribes, consejero de capa y espada catalán.

El Rey no admitió dichos votos y recordó, por decreto de 25 de mayo de 1658, que no podían votar en causas judiciales, aunque se tratara, como era el caso, de un trámite o cuestión incidental, pero relacionada con la recusación. Para reforzar su negativa se remitió a otro decreto anterior, de 24 de enero de 1652, sobre la misma cuestión. Se terminaba ordenando a estos consejeros que ni siquiera asistieran al juicio. Los problemas y las dudas en cuanto a su intervención vienen a presentar los mismos caracteres que la distinción entre las causas judiciales o de jurisdicción contenciosa, y los asuntos de gobierno o de jurisdicción voluntaria, lo que daba lugar a situaciones mixtas o “conexas” necesitadas de resolución, como en este caso, mediante consulta y resolución regia (orden de enero de 1652).

Estuvo casado con Vicenta Serra de Arteaga, hermana de Diego Serra de Foncillas, que fue abogado fiscal del Consejo de Aragón en la década de 1640, que, a pesar de que se ausentó del Consejo trasladándose a Aravaca para curarse, murió afectado por la peste en agosto de 1649, lo que significa que Lanuza, como secretario, y su cuñado como abogado fiscal, convivieron unos años en el Consejo. Uno de sus hijos, Martín José, que se casó con Juana de Mendoza Ramírez de Arellano, fue catedrático en la Facultad de Leyes de la Universidad de Zaragoza y llegó a alcalde de Casa y Corte en 1644. El 22 de agosto de 1659 recibió la extremaunción y falleció al día siguiente, sábado, a las tres de la mañana. El entierro tuvo lugar en el convento de las Carmelitas Descalzas, en larga ceremonia que Crespí narra con detalle, si bien indica que el cadáver se trasladó a la capilla de su familia en la iglesia de Nuestra Señora del Pilar. Su viuda falleció en octubre de 1664.

 

Obras de ~: Vida de la Bendita Madre Isabel de Santo Domingo, compañera de Santa Teresa [...], Madrid, 1638; 0rdinaciones Reales de la Ciudad de Tarazona, que hizo siendo Comisario por S. M. para su insaculacion, Zaragoza, por Pedro Lanaja y Lamarca, 1648; Ordinaciones de la Ciudad de Borja, siendo Comisario Real para ello, Zaragoza, por Diego Dormer, 1648; Vida de la V. M. Teresa de Jesús, Carmelita Descalza del Convento de Valladolid, Zaragoza, por Josef Lanaja, 1657; Vida de la venerable Madre Catalina de Christo, carmelita descalza [...] llamada [...] doña Catalina de Balmaseda, escrita por don Miguel Bautista de Lanuza [...], en Zaragoça, por Ioseph Lanaja y Lamarca, 1659; Vida de la V. Sierva de Dios la Madre Francisca del Santísimo Sacramento, Religiosa Carmelita Descalza del Convento de San Josef de la Ciudad de Pamplona, Zaragoza, por Josef Lanaja, 1659.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Corona de Aragón, Consejo de Aragón, legs. 134, 294; Registros de Cámara, 10, fol. 222, Madrid, 27 de enero de 1644; Registros de Cámara, 13, fol. 253; Archivo Histórico Nacional, Consejos Suprimidos, 2029, Libro de Resoluciones y Ceremonias del Consejo de Aragón, fols. 27r., 46r., 63v. (recogiendo la orden de enero de 1652) y 71r.; Biblioteca Nacional de España, Manuscrito 5742, fols. 53v. (7 de julio de 1653), 25v., 55v., 114v., 121r. (22 de septiembre de 1655), 266r. y 346r.

M. de Faria y Sousa, El gran Justicia de Aragón Don Martín Batista de Lanuza, Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1650; J. A. Escudero López, Los Secretarios de Estado y del Despacho, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1969; E. Solano Camón, Poder monárquico y estado pactista (1626-1652). Los aragoneses ante la Unión de Armas, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1987; J. Arrieta Alberdi, El Consejo Supremo de la Corona de Aragón, 1494-1707, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994; M. A. González de San Segundo, “Los Consejeros de capa y espada en el Consejo de Aragón (La nobleza aragonesa en el gobierno de la Monarquía)”, en C. Iglesias (dir.), Nobleza y sociedad, III. Las noblezas españolas, reinos y señoríos en la Edad Moderna, Oviedo, Nobel, 1999, págs. 147-179; F. Baltar Rodríguez, El Protonotario de Aragón, 1472-1707. La Cancillería aragonesa en la Edad Moderna, Zaragoza, El Justicia de Aragón, 2001.

 

Jon Arrieta Alberdi