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Juana de Castilla y Toledo

Biografía

Castilla y Toledo, Juana de. ?, 1515 – Toledo, 27.VIII.1619. Noble y fundadora de monasterios.

Descendiente por vía paterna del rey Pedro I. Su padre, Gómez Carrillo de Castilla (señor de Pinto y Caracena), era nieto de María de Castilla (hija de don Diego de Castilla, bastardo del rey Pedro I). Del matrimonio de Gómez y María Manrique nacen otros tres hijos: Gómez, Alonso y Pedro, hermanos mayores de Juana. Esta joven recibió su educación y formación religiosa en el monasterio de Santo Domingo el Antiguo de Toledo, al igual que otras niñas de la nobleza de la época eran educadas en estos centros monásticos. Hacia 1529, con tan sólo catorce años, sus padres deciden su matrimonio con el II señor de Tejares, Fernando Niño, miembro destacado de la nobleza toledana. El fallecimiento de su esposo, ocurrido en 1562, dejaba a Juana como rica heredera, puesto que su único hijo —para unos autores y sobrino para otros—, Juan Carrillo de Toledo, falleció también.

Como resultado de la desaparición de un heredero de sus bienes, Juana debió de pensar en la posibilidad de llevar a cabo una fundación conventual, donde la vida recogida y austera de una Regla fuera para ella y su linaje una vía a sus aspiraciones religiosas además de materiales. Para ello contaba con una cuantiosa herencia dejada por su esposo en su testamento otorgado en Toledo el 6 de julio de 1560. En él su esposa era la heredera de todos sus bienes salvo de los vinculados al mayorazgo de los Tejares, pero además de aquel patrimonio libre del dicho vínculo era igualmente usufructuaria de la mitad de los bienes que formaban parte del mayorazgo. El patrimonio lo componían tierras, viñas, huertas, dehesas y casas, entre estas últimas sus casas de Toledo, situadas en la parroquia de San Salvador. Estas casas, conocidas como “casas de los Barroso” y antes del marqués de Malpica, serán la futura casa conventual de las agustinas recoletas.

Pero la fundación no fue una labor fácil, pues tuvo que hacer frente a pleitos por su herencia. Entre 1566 y 1567 los tribunales deciden sus derechos ante Pedro de Ribera, primer marqués de Malpica —descendiente del mariscal Payo de Ribera—, que había vendido las casas, el 31 de enero de 1493.

Finalmente, se llegó a un acuerdo ratificado por una Real Cédula del rey Felipe II. Parecía que, salvado este escollo, la idea de crear una nueva comunidad en Toledo estaba cercana. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: Juana intentaba dar viabilidad a su proyecto fundacional a través de un modelo eclesial acorde con las posibilidades de la ciudad. Aunque su intención inicial era fundar una comunidad de carmelitas descalzas, un convento creado ya por Santa Teresa lo hacía inviable. Aun así, llegó una licencia del cardenal Gaspar de Quiroga el 24 de mayo de 1593. Solicitó entonces la creación del convento de franciscanas descalzas o agustinas recoletas. Su deseo era erigir una comunidad reformada y se decidió finalmente por las dominicas recoletas, que no tenían entonces ninguna comunidad femenina en Toledo.

El permiso llegaba el 27 de febrero de 1595, una licencia del deán y cabildo de la catedral debido a la falta de arzobispo. Hacía así posible Juana su definitivo sueño, la fundación se llevaría a cabo en las casas motivo de litigios, en la calle de la Trinidad con una dotación de mil ducados anuales y con la intitulación de Jesús y María. Los superiores de la Orden de San Agustín firmaron con la dama unas cláusulas iniciales o capitulaciones fundacionales el 19 de enero de 1599. El decreto de aprobación lo daba el arzobispo Bernardo de Sandoval a comienzos de 1601 y el 6 de julio del mismo año llegaba la implantación de la clausura.

La creadora de la comunidad se reservaba una parte de aquellas casas para su vivienda y abría unas ventanas a la iglesia conventual que le permitían seguir la misa. Así, con una vida retirada y su penúltimo deseo cumplido, murió el 27 de agosto de 1619 en To ledo. En un codicilo abierto el 13 de noviembre del mismo año hacía constar su pretensión de una nueva fundación, esta vez de frailes dominicos recoletos en una heredad suya denominada de los Tejares. Este segundo deseo fundacional no se llegó a cumplir.

 

Bibl.: C. A. Madre de Dios, Libro de la Fundación del convento de Jesús y María de Toledo y vida de sus V.V. hijas, Toledo, 1630, págs. 27-46; S. R. Parro, Toledo en la mano, vol. II, Toledo, Imprenta de Severiano López Fando, 1875, pág. 140 (reimpr., 1978); B. Martínez Caviró, “Juana de Castilla fundadora del monasterio de Jesús y María”, en Beresit. Boletín de la Cofradía Internacional de Investigadores (Toledo), II (1988), págs. 23-36; L. Canabal Rodríguez, Los conventos femeninos de Toledo (siglos xii-xvi), Madrid, Universidad Complutense, 1997; P. Peñas Serrano, El convento de Jesús y María de Toledo. Noticias históricas y artísticas, Toledo, Bremen, 2000; L. Canabal Rodríguez, “Las comunidades religiosas femeninas de Toledo. Implantación y características generales de su patrimonio fundacional (siglos xii-xvii)”, en Toletana. Cuestiones de Teología e Historia (Toledo), IX (2003), págs. 287-322.

 

Laura Canabal Rodríguez

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