Viniegra y Lasso de la Vega, Salvador. Cádiz, 23.XI.1862 – Madrid, 28.IV.1915. Pintor naturalista gaditano.
Nacido en el seno de una familia acomodada, hijo del prohombre y político gaditano Salvador Viniegra Valdés, garante de los valores de Jerónimo Giménez y del joven Manuel de Falla, y tataranieto, por vía materna, del ilustrado Marqués de Ureña, compatibiliza sus estudios de bachillerato con los artísticos, si bien constan pocos antecedentes en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz a excepción de su matrícula entre 1878 y 1878 y la ocasional asistencia durante el curso de 1885 a 1886. A finales de 1882 parte con destino a Roma, lugar en el que recibirá el magisterio y la amistad de José Villegas Cordero. Igualmente recibe lecciones del acuarelista Daniel Hernández. Su estancia en la capital italiana, salvo temporadas en Cádiz, se prolongará prácticamente hasta 1896. De esta estancia surge la definición de su estilo, los triunfos más significativos y sus mejores obras. Así, destacan su Entierro de Isabel la Católica, premiado en la Exposición Artística Provincial de Cádiz en 1885, hoy expuesto en el Alcázar segoviano, y su Bendición de los Campos, primera medalla en la Nacional de Bellas Artes de 1887, propiedad del Museo del Prado y hoy en el Museo Provincial de Málaga. Este gran lienzo tuvo todo un éxito popular y de crítica, reproduciéndose en series de cromos y litografías, al tiempo que se exponía seguidamente en Múnich, Budapest y Viena. Aquí obtendría una de las veinte medallas de oro concedidas a los artistas más distinguidos. El premio concedido en Madrid le posibilita la obtención de una plaza de pensionado de mérito para la Academia Española de Bellas Artes en Roma en 1889. De sus obligaciones como pensionado queda El Compromiso de Caspe, hoy expuesto en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid. En el ínterim sigue trabajando en su estudio romano para el mercado europeo y planea una obra con la que acudir nuevamente a las exposiciones nacionales. Fruto de ese interés es La Romería del Rocío, cuadro de grandes pretensiones, hoy en Sevilla, en el edificio de la antigua Capitanía General, que a pesar de todo no obtiene el premio deseado en la Exposición Nacional de 1897. No obstante, sí tiene gran éxito el cuadro una vez lo expone seguidamente en Munich y en Berlín. En 1901 consigue consideración de primera medalla en la Nacional con La vendimia en Jerez, cuadro que, tras viajar por distintas capitales centroeuropeas, termina expuesto en Lisboa y descansa en las colecciones estatales portuguesas. Su último gran encargo, con motivo del Centenario de las Cortes, fue La promulgación de la Constitución de 1812, comenzado en 1911 y terminado casi al año, hoy expuesto en el Museo Municipal e Iconográfico de Cádiz.
Salvador Viniegra desarrolló en vida una actividad desbordante como pintor, lo que no fue óbice para que su vida profesional y social fuera más amplia. Radicado en Madrid desde 1897, fue conservador y subdirector del Museo del Prado, activo colaborador del Ateneo y del Círculo de Bellas Artes, al tiempo que estrenaba obras de zarzuela y cómico-líricas como las de Bengalí, en tres actos, Los Acróbatas, El Embajador, Los Garrochistas y Los sobrinitos, si bien no con destacado éxito. Su currículo, por otra parte, se vio refrendado por numerosas condecoraciones como, entre las españolas, las de la encomienda de Carlos III o la Gran Cruz de Isabel la Católica, ésta ya en 1907.
Su pintura, pues, fue variada, siempre en función de la naturaleza del encargo o de la intención propuesta. Practicó con acierto la pintura de historia, poniéndola al día en términos de color y elección de los temas, jugó con los temas de carácter popular otorgándoles grandeza y acertó a prolongar los temas costumbristas que, por otra parte, sintonizando con su forma de ser, eran los que más demandaba el público. Así, su Antes de la Corrida, hoy en Barcelona, en la Fundación Fastenrath, es prueba fehaciente de este sentimiento así como, en clave orientalista, su Encantador de serpientes, hoy en el Ayuntamiento de Cádiz. El relativo abandono de la práctica de su pintura coincidirá con la progresiva sustitución de este naturalismo costumbrista finisecular por un sentido más moderno de la pintura al que Viniegra se cerraba y que, por demás, él sustituía con su vida pública y su función de subdirector del Prado. Como tal, entre otras actuaciones, tuvo el acierto de impulsar las exposiciones sobre El Greco, en 1902, y la de 1905 sobre la figura de Zurbarán.
Obras de ~: Entierro de Isabel la Católica, 1885; La bendición de los campos en 1800, 1887; El contrato de matrimonio, 1890; El compromiso de Caspe, 1891; La plegaria del torero, 1892; El encantador de serpientes, 1896; La romería del Rocío, 1897; retrato del Marqués de la Vega de Armijo, 1899; La vendimia en Jerez, 1901; Promulgación de la Constitución en 1812, 1912.
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Fernando Pérez Mulet