Ayuda

Guillaume Dauventon

Biografía

Dauventon, Guillaume. Auxerre (Yonne), Francia, 21.X.1648 – Madrid, 27.VIII.1723. Jesuita (SI), bibliotecario y confesor de Felipe V.

Su familia, originaria de Aubenton, cerca de la frontera de los Países Bajos del Sur, se había establecido en Montbard y Auxerre, poblaciones de la Borgoña.

Ingresó en la Compañía de Jesús (1665) en cuyo noviciado tuvo como maestros a Antoine Gaucher, a quien vio morir de modo ejemplar a los pocos meses, y a Louis Nyel, futuro provincial. Su connovicio Nicolas Frizon dejó un manuscrito sobre la vida de Daubenton, rico en recuerdos personales y testimonios de primera mano. Tras un largo período de profesor en colegios (1667-1669, 1671-1676), interrumpido por dos años de formación filosófica (1669-1671) en Pont-à- Mousson, estudió Teología en Pont-Dijon y Reims.

Poco después de ser ordenado sacerdote, se le presentó el ministerio imprevisto de asistir a la boda del delfín con la hija del duque de Baviera. En el momento de su ratificación, la novia pidió confesarse en alemán, y el padre Daubenton era el único capacitado para ello.

Luego, acompañó espiritualmente a la recién casada hasta la llegada de su confesor oficial. El recuerdo personal que Luis XIV conservó del modo de comportarse el jesuita en aquella ocasión le llevó, veinte años más tarde, a elegirlo como confesor de su nieto, el duque de Anjou, convertido en Felipe V de España.

Durante este intervalo de veinte años enseñó Filosofía (1680-1682) en Metz y predicó unos siete años en varias ciudades de Francia oriental. Fue secretario del provincial (1689-1691), rector del seminario de Estraburgo, donde su ciencia y cortesía le atrajeron la estima de católicos y protestantes, provincial de Champaña (1694-1698), y de nuevo rector en Estrasburgo.

El padre Daubenton consiguió cierta fama con la publicación de una Vida de San Juan Francisco de Regis, que alcanzaría cincuenta ediciones. En París era conocido por sus sermones.

Luis XIV, convencido de que su nieto no sabía mandar y aconsejado por su propio confesor De la Chaisse, nombró a Daubenton confesor de Felipe V (1701), un cargo tradicionalmente confiado hasta entonces a jerónimos, franciscanos y dominicos, con atribuciones oficiales que le convertían en virtual ministro y consultor del Monarca. Con él comienza la saga de jesuitas confesores de los Borbones en España. De baja estatura, algo grueso y amplia calva, flanqueada por rizado pelo junto a las orejas, obtuvo plena confianza del Monarca e intervino, además de en la vida espiritual de éste, en el nombramiento de obispos y en algunos asuntos políticos y comerciales, como el resello y peritaje de mercancías marítimas en el puerto de Cádiz.

No parecen ciertas las acusaciones de Macanaz de que era “las manos de que el duque de Orleans se sirvió para arruinar España”. Sí está comprobado, en cambio, que, dado el carácter pueril, enfermizo y melancólico del Rey, necesitaba al lado un hombre de mano firme. Por presiones de María Luisa de Saboya y su camarera, la princesa de los Ursinos, el Rey se vio obligado muy a su pesar a destituirlo de su cargo durante diez años, período en que fue nombrado asistente del prepósito general de la Compañía de Jesús en Roma, prueba de que disfrutaba también de prestigio dentro de su Orden. Allí colaboró con el cardenal Fabroni en la redacción de la bula Unigenitus, contra los jansenistas. Testimonio del aprecio del Rey por Daubenton, es que le mantuvo el sueldo —que el confesor no cobró hasta su vuelta—, y que, al despedirlo, le aseguró que pronto se volverían a ver, dejando claro que no era su deseo cambiar de confesor, sino imposición de su esposa, que consideraba propias las ofensas hechas a la camarera mayor.

Llamado de nuevo como confesor por Felipe V en 1716, actuó con mayor cautela y diplomacia, aprendidas en Roma. Las acusaciones de violación del secreto de confesión y su muerte como consecuencia del disgusto por el disfavor real, son completamente infundadas, ya que el confesor pudo nombrar sucesor a otro jesuita francés, Pierre Robinet, que le sustituyó (1705-1715) y morir con fama de buen religioso en el noviciado de Madrid, donde había hecho construir, gracias a la liberalidad del Rey, una rica capilla en honor del recién proclamado beato Francisco de Regis, cuya causa promovió en Roma.

Mientras Louville llegó a escribir de él (1703): “es el hombre peor que he conocido”, el marqués de San Felipe afirma: “Fue un religioso sabio y ajustado, de genio apacible y buen corazón para todos [...] De trato llano y humilde, mereció siempre una suma confianza del rey”.

En su vida personal se mantuvo como un buen religioso, que había llevado siempre, incluso en la Corte, una vida austera. Aunque intervino y aconsejó en asuntos seculares y políticos, las maliciosas alusiones de Saint-Simon, François Arouet Voltaire y de los historiadores Coxe y Bolando sobre su ambición, maquinaciones y violación del sigilo sacramental carecen de fundamento.

 

Obras de ~: Scripta varia in causa beatificationis et canonizationis Joannis Francisci Regis e Societate Jesu sacerdotis, Roma, 1710-1712, 2 vols.; La vie du Bienheureux Jean François Régis de la Compagnie de Jésus, Paris, 1716.

 

Fuentes y Bibl.: Bibliothèque Municipale de Nancy, ms. 421.

C. Sommervogel, Bibilothèque de la Compagnie de Jésus, Bruxellas/Paris, O. Schepens/A. Picard, 1890-1900; E. Tormo y Monzó, “El retablo del Padre Daubenton”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones. Arte. Arqueología. Historia, vol. VI (1898); A. Astrain, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, t. VI, Madrid, Razón y Fe, 1920; A. Pérez Goyena, “Los primeros directores de la Biblioteca Nacional”, en Razón y Fe, 73 (1925); P. Delattre, L’éstablissements des jesuites en France depuis quatre siècles, vol. VI, Enghien, 1949-1957; M. L. Cuesta, “Una vida inédita del primer director efectivo de la Biblioteca Nacional”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 65 (1958); M. gutiérrez Semprum, “Confesores jesuitas de los reyes de España”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, págs. 601-602; L. Ceyssens, “Vie du R. P. Daubenton de la Compagnie de Jésus”, Autour de l’Unigenitus, Louvain, Publications Universitaires de Louvain, 1987; P. M. Lamet, Yo te absuelvo, majestad: Confesores de reyes y reinas de España, Madrid, Temas de Hoy, 1991-2004.

 

Pedro Miguel Lamet

Personajes similares