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Antonio de Villegas

Biografía

Villegas, Antonio de. ?, 1522 – 1578. Escritor y poeta.

Hasta ahora era muy poco lo que se sabía de Antonio de Villegas. La fuente para reconstruir su biografía era su única obra, el Inventario, libro publicado en la castellana ciudad de Medina del Campo, donde se ha supuesto que debió transcurrir una amplia parte de su vida. El Inventario es una interesante miscelánea que se imprimió en dos ocasiones (en 1565 y en 1577 con algunos añadidos), en la que se recogen composiciones en prosa y en verso. La importancia de Antonio de Villegas se debe a su conexión con la que pasa por ser la primera novela morisca, El Abencerraje y la hermosa Jarifa, una de cuyas versiones fue publicada en el Inventario. La autoría del Abencerraje parece deberse a una cadena de refundiciones en la que participó, con éxito, Antonio de Villegas, que sí es con toda seguridad el autor de otra novela, Ausencia y soledad de amor, una de las primeras narraciones pastoriles. A partir de algunas características del Inventario, se ha apuntado el posible origen converso de Antonio de Villegas; también se han realizado lecturas del Abencerraje que inciden en la importancia del elemento converso.

Hasta 2008, la biografía de Antonio de Villegas resultaba muy oscura. Se ignoraba el lugar y la fecha de su nacimiento así como los de su muerte, aunque sí constaba, por los trámites para la impresión de su único libro, que aún estaba vivo en 1574 y en 1576. En la versión tradicional, anterior al libro de Eduardo Torres Corominas, la primera noticia sobre Antonio de Villegas la proporcionaba su solicitud de permiso de impresión para una obra que ya tenía escrita en 1551, cuando pide la autorización, aunque la obra, por motivos que se ignoraban, no se publicó entonces. Villegas es vecino de Medina del Campo, tal y como se indica en las gestiones para publicar el libro en 1565, fecha efectiva de la primera edición. Vuelve Antonio de Villegas a solicitar un privilegio por diez años, en 1574, antes de que caduque el que había obtenido previamente, y en su solicitud aún se titula vecino de Medina del Campo. Parece que con posterioridad escribió un nuevo y extenso poema, la “Cuestión y disputa entre Ayax Telamón y Ulises sobre las armas de Aquiles”, que pasa la censura en octubre de 1576. Villegas pide entonces permiso de impresión y se le concede el 25 de octubre de 1576.

En medio de esta penuria de datos, Bataillon se preguntaba si era secretario Villegas o quizá músico. De su única obra parece deducirse un sentimiento melancólico que testimonian declaraciones como ésta, que pertenece a la conclusión de la novela Ausencia y soledad de amor: “Y porque las ocasiones de esta vida son naturalmente tan tristes, que no es menester buscarles accidental ni artificiosa tristeza...”; sin embargo, no parecía fácil encontrar las razones personales o profesionales de tal actitud. La carencia de una documentación sobre familiares y amigos mantenía en el terreno de la suposición la ascendencia conversa, apoyada únicamente en algunos aspectos de la obra de Villegas. Bataillon acepta las tesis de Américo Castro sobre la huida de la realidad de los conversos: su melancolía es más amarga que la que puede detectarse en otros textos renacentistas. En su opinión, hay una cadena o “serie genial o exquisita de sabor amargo” en la que se enlazan diversos escritores de origen converso o con sospecha del mismo, en la que figuran “Diego de San Pedro, Fernando de Rojas, Garci Sánchez de Badajoz, Antonio de Villegas y Jorge de Montemayor”. Bataillon propone una compleja investigación en la literatura europea que pueda determinar el origen de esa nueva sentimentalidad, y la importancia que en su formación y difusión tuvieron los conversos. También se han usado otros argumentos para favorecer la tesis de la filiación conversa del autor de la novela, como el hecho de que otra novelita morisca, Ozmín y Daraja, se incluya en el Guzmán Alfarache de Mateo Alemán, o que una de las versiones del Abencerraje se haya dedicado a Jerónimo Jiménez de Embún, relacionado con los conversos por su madre y esposa, como recuerda Armistead, o que el mensaje de la novela sea la convivencia pacífica de gentes de religiones distintas. Armistead, recientemente, ha ido mucho más lejos al proponer, frente a la aceptada lectura monocultural que ve sólo el aprendizaje de las virtudes cristianas, otra más ambigua que se basa en la utilización de la bíblica parábola del sembrador en el Abencerraje, en el valor simbólico de Rodrigo de Narváez (cuyo nombre de pila remite también al último rey visigodo y al más conocido héroe de la Reconquista) como representante de España, etc.

Un nuevo eslabón se ha sumado recientemente a la cadena de interpretaciones, aunque esta vez se basa en un hallazgo documental importante: Torres Corominas ha encontrado el memorial con el que Villegas solicita el privilegio para su edición de 1551 (Archivo General de Simancas, Cámara de Castilla, legajo 318, n.º 58). En él Villegas, quien se reconoce “vecino de la villa de Medina del Campo”, aparece como un autor que tuvo problemas con la aprobación del libro (algunas enmiendas y un poema censurado parcialmente), lo que quizá puede vincular a Villegas “con las corrientes heterodoxas de su época”, aunque lo seguro para Torres Corominas es que “Villegas fue uno de los seguidores del príncipe de Éboli”: la publicación del Inventario en 1565 tiene mucho que ver con “el nuevo contexto político y cultural”. También el estudio de un testimonio manuscrito ha servido para confirmar algunos de los nuevos datos sobre la vida y la obra de Antonio de Villegas. En el volumen 183 de Fernán Núñez Collection, custodiada en la Bancroft Library de la University of California en Berkeley, se copia una “Carta escripta A Antonio de/ billegas sobre un libro que/ queria Imprimir/ Por un çierto autor”. La pieza, del siglo XVI, ha sido indentificada por Juan Montero como la Invectiva que Damasio de Frías escribió contra el autor del Inventario. Pero todo el edificio provisional de suposiciones e hipótesis se ha visto radicalmente transformado con los contundentes hallazgos que ofrece el mismo Torres Corominas en su monumental monografía Literatura y facciones cortesanas en la España del siglo XVI, que documenta el asentamiento de los antepasados de Villegas, dedicados a actividades mercantiles en Burgos y explica el traslado de su familia a Medina del Campo y su ocupación en el cultivo de la vid. Se confirma también la ascendencia judía, que se considera muy probable en la rama materna y se documenta en la paterna. Interesante, sin duda, es la conclusión, a partir del fino análisis de los pleitos de la familia, del cultivo de una “ideología y sensibilidad religiosa” propia del “clan” que se relaciona “con los sectores cortesanos de ascendencia flamenca” (Torres Corominas, 2008: 110). Sin embargo, esos orígenes judíos, puntualiza Torres Corominas, no cuestionan el cristianismo de los Villegas, por más que no participe de la corriente dominante y se acoja al ideario de “las facciones cortesanas que apostaron por la vía media, el humanismo y la tolerancia religiosa frente a la opción política representada por los herederos del partido fernandino”, a “una espiritualidad vivencial e intimista que, a mediados del siglo XVI, se identificaba plenamente con el recogimiento practicado en numerosos cenobios franciscanos”. También se sabe ahora que Antonio de Villegas tuvo un hermano mayor y varios menores y que pasó, previsiblemente, toda su vida en Medina del Campo.

La única obra conocida de Villegas, especialmente su segunda edición, se considera, desde el punto de vista bibliográfico, un “libro bastante raro”, tal y como afirma Pérez Pastor. Entre los problemas que planteaba el libro se encontraba la larga espera de quince años que Villegas soportó desde la solicitud del permiso de impresión (en 1551) hasta la efectiva edición. Tampoco eran claros los motivos de una segunda edición, posibles deudores de las ambiciones literarias de Villegas favorecidas por la rica vida editorial de la villa en la que se avecindaba el autor. Otros problemas tenían que ver con la probable composición de unos textos a lo largo de toda una vida (como, según López Estrada, podría indicar el título de Inventario) o con la paternidad de una de las piezas, Abencerraje. En todos estos terrenos formula interesantes hipótesis Torres Corominas, que dedica mucho espacio a la importancia de las “redes clientelares”, en concreto con la facción ebolista, como se desprende de las dedicatorias de varios poemas del Inventario. Así, la importancia de las facciones clientelares explicaría por qué Antonio de Villegas prefiere, tras el fracaso de 1551, autocensurarse en sus “obras de devoción” y en textos satíricos como “Vidas y muertes y miserias de los cortesanos”, presentes sin duda en el Inventario de 1551 que no llegó a publicarse, por miedo a la Inquisición y por falta de editor. Catorce años después, en un nuevo contexto de las luchas por el poder, con los retoques adecuados y en manos de un editor dispuesto y avispado, el libro se publica por primera vez, y lo hace bajo la buscada protección del rey Felipe II, a quien está dedicado: el libro, “huido y amenazado de la murmuración, señora de la gente”, se acoge al Rey “como a lugar sagrado donde no puede prender”. El Inventario parece muy claramente ordenado en dos partes, aunque los textos no se agrupan explícitamente en unidades superiores: los versos octosílabos, primero, y los endecasílabos, después. Las dos novelas parecen colocadas como las puertas de entrada y salida, la pastoril inmediatamente detrás de los preliminares poéticos, la morisca como cierre.

Ausencia y soledad de amor es un texto muy temprano dentro del género de la novela pastoril. Su fecha de redacción es incierta. Como ocurre con el Abencerraje, Ausencia y soledad de amor se suele relacionar con la Diana de Montemayor, en esta ocasión por ser el texto del portugués el tradicionalmente reconocido primer hito de la novela pastoril. Menéndez Pelayo juzgó con dureza la novelita pastoril y concluyó, de su cotejo con el Abencerraje, que ambas obras se debían a plumas diferentes. Sin embargo, López Estrada no se muestra tan tajante y estudia las concomitancias que se perciben en ambas obras y que permitirían aceptar la posibilidad de que hayan sido compuestas por el mismo autor. Ausencia y soledad de amor cuenta la historia de los amores de Tembloso y Juliana, enamorados respectivamente de los indiferentes Florela y Julián. La narración se confía a una doliente primera persona que pronto deja paso a las dos parejas de pastores. El texto alterna, como será tradicional en el género, prosa y verso. Torres Corominas propone, de manera muy convincente, que la novelita puede explicarse por un proceso de emulación hacia Jorge de Montemayor y el éxito de la Diana, de manera que Ausencia y soledad de amor debe entenderse como posterior a la publicación de la novela de Montemayor, por más que pueda parecer por su técnica anterior en el tiempo.

Casi siempre que la crítica cita a Antonio de Villegas es con motivo de su relación con el Abencerraje. La novela, fundadora de un género, se ha conservado en versiones diferentes, aunque la que los editores suelen preferir es la que se recoge en el Inventario. El Abencerraje apareció, casi simultáneamente, en obras muy distintas, a mediados del siglo XVI, pues se publicó en Los siete libros de Diana, de Jorge de Montemayor, en la edición de Valladolid, de 1561 (por Francisco Fernández de Córdoba). Apareció al final del libro cuarto, con el título de Historia de Abindarráez y la hermosa Xarifa. También ese año, en Toledo, Miguel Ferrer imprimió la Chrónica, que se ha conservado sin preliminares y sin el primer folio, y que recoge la novela morisca. El texto se emparenta con la Parte de la Corónica del ínclino infante don Fernando, que ganó Antequera, conocida simplemente como la Corónica, que carece de datos sobre el lugar y el año de impresión, aunque se sospecha que pudo aparecer en Zaragoza; la Corónica se ha conservado incompleta. Se conoce, por último, un texto manuscrito, la Historia del moro, más breve que los anteriores. La participación en la composición de la novela de los autores en cuyas obras aparece el Abencerraje no está clara, y aunque en la bibliografía a menudo se haya publicado la novela a nombre de Villegas no siempre supone una declaración de intenciones del editor a favor de esta autoría, sino sólo la elección del texto que se publica en el Inventario, pues ha gozado generalmente de mayor aprecio que el texto de Montemayor. Con todo, tras el hallazgo de las otras versiones en el siglo XX, y tras los esfuerzos comparatistas (López Estrada cotejó los textos entonces conocidos), la versión de Villegas sigue siendo considerada la mejor. A pesar de que Villegas no indica que la novela se ha basado en versiones anteriores (frente a otros textos del Abencerraje), la materia novelesca es de tipo legendario y, por ello anterior a Villegas, aunque los escritores cultos la transforman. Las opiniones sobre el grado de intervención de Villegas en la redacción de la novela suelen oscilar, aunque casi siempre dentro de un esquema muy rígido. Así, no considera Bataillon que la novela sea de Villegas por motivos estilísticos; Navarro apuesta por la autoría de Montemayor y añade a los argumentos que se han empleado y a las hipótesis manejadas (que permiten suponer que Montemayor preparó la edición de la Diana antes de su muerte en febrero de 1561, aunque se publicara en enero de 1562) la comparación de un párrafo de las últimas páginas de la Diana con otro de la versión de Toledo del Abencerraje: su proximidad explicaría su ausencia en la versión que se publicó con la Diana. Torres Corominas, apoyándose en trabajos previos (de Whinnom, Carrasco Urgoiti, etc.), maneja la hipótesis de que “Villegas fue el último y mejor refundidor de los refundidores” de Abencerraje, posiblemente por influencia del “olfato editorial de los hermanos del Canto, Francisco y Mateo, impresor y librero respectivamente”. También considera que el Abencerraje defiende una “lección moral” “absolutamente contraria a la ideología política triunfante”, opuesta al “confesionalismo”, por lo que si, como parece deseable, hay que conciliar la trayectoria biográfica de un escritor que vivió siempre en Medina del Campo, con una limitada técnica literaria, alejado de los círculos de los más importantes autores, y los aciertos del Abencerraje, hay que rechazar la autoría de Villegas y proponer “su intervención como refundidor, pues si no tenía dotes para la creación de un artificio de esta naturaleza, no cabe duda de que atesoraba sabiduría suficiente como para comprender el sentido profundo de la novela y llevar a cabo, sobre una base textual ajena e incitado por las urgencias del librero, una inteligente labor editorial que diese como resultado la versión del relato contenida en el Inventario”.

El Inventario ha sido visto por los eruditos, en su conjunto, de manera muy positiva: “Es libro encantador como pocos, y, dentro de su variedad ecléctica, muy revelador de una personalidad literaria”, dice Bataillon. Si el desconocimiento casi total que hasta hace poco se tenía de la biografía de Villegas sólo se mitigaba parcialmente con los pocos datos que se podían obtener de los preliminares del Inventario y con las hipótesis que era posible apoyar en la lectura de su obra (como el posible origen converso), hoy el texto y la compleja historia de su publicación resultan importantes para vislumbrar los cambiantes entramados en la lucha de las diferentes facciones cortesanas en la España del siglo XVI. El Inventario es también un testimonio muy útil para el estudio sociológico de la literatura, pues prueba las limitaciones de un poeta castellano apartado de los círculos literarios dominantes. Sin duda la pieza más conocida de las publicadas en la única obra de Villegas es Abencerraje, aunque la novela también apareció impresa en otras obras durante el siglo XVI. La versión de Villegas ha recibido cumplidos elogios, dentro del elogio general que tradicionalmente ha merecido la novela. Tanto por su participación como afortunado refundidor Abencerraje, como por los textos que se contienen en su única obra, el Inventario, Antonio de Villegas posee un lugar de interés en la literatura española del siglo XVI.

 Obras de ~: Inventario De Antonio de Villegas, Dirigido a la Magestad Real del Rey Don Phelippe, nuestro señor, Medina del Campo, Francisco del Canto, 1565; Inventario De Antonio de Villegas Dirigido a la Magestad Real del Rey Don Phelippe nuestro señor va agora de nvevo añadido vn breue retrato del Excelentissimo Duque de Alua. Y una question y disputa entre Aiax Telamon y Ulixes, sobre las armas de Achiles. Con Priuilegio, Medina del Campo, Francisco del Canto, 1577 (ed. parcial en C. Pérez Pastor, La imprenta en Medina del Campo, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1895, págs. 199-218); “El Abencerraje”, en H. Merimée, “Abencerraje d’après l’Inventario et la Diana”, en Bulletin Hispanique, vol. XXI, n.º 2 (abril-junio, 1919), págs. 148-166; Inventario, ed. F. López Estrada, Madrid, Tip. Madrileña de Cándido Bermejo, 1955-1956, 2 vols.; Antonio de Villegas’ Abencerraje, ed. bilingüe de F. López Estrada y J. E. Keller, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1964; Abencerraje. Novela y romancero, ed. F. López Estrada, Madrid, Cátedra, 1980; Abencerraje y la hermosa Jarifa, ed. V. de Lama y E. Peral Vega, Madrid, Castalia, 2000.

 

Bibl.: C. Pérez Pastor, La imprenta en Medina del Campo, Madrid, Rivadeneyra, 1895, págs. 152 y 199-218; H. Merimée, “Abencerraje d’après l’Inventario et la Diana”, en Bulletin Hispanique, vol. XXI, n.º 2 (1919), págs. 143-166; G. I. Dale, “The Date of Antonio de Villegas’ Death”, en Modern Language Notes, XXXVI (1921), págs. 334-337; J. P. Wickersham Crawford, “Un episodio de Abencerraje y una ‘Novella’ de Ser Giovanni”, en Revista de Filología Española, 10 (1923), págs. 281-287; M. Bataillon, “Salmacis y Trocho en Abencerraje” en VV. AA., Hommage à Ernest Martinenche: études hispaniques et américaines, París, Editions d’Artrey, 1939, págs. 355-363 (reimp. en Varia lección de clásicos españoles, Madrid, Gredos, 1964, págs. 27-38); F. López Estrada, “Estudio y texto de la narración pastoril Ausencia y soledad de amor, del Inventario de Villegas”, en Boletín de la Real Academia Española, XXIX (1949), págs. 99-133; M. Bataillon, “¿Melancolía renacentista o melancolía judía?”, en VV. AA., Estudios Hispánicos. Homenaje a Archer M. Huntington, Wellesley (Mass.), Wellesley College, 1952, págs. 39-50 (reimp. en Varia lección de clásicos españoles, Madrid, Gredos, 1964, págs. 39- 54); J. M. de Cossío, Fábulas mitológicas en España, Madrid, Espasa Calpe, 1952, págs. 163-167; F. López Estrada, Abencerraje y la hermosa Jarifa. Cuatro textos y su estudio, Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1957; A. Rumeau, “L’Abencérage, un texte retrouvé”, en Bulletin Hispanique, LIX (1957), págs. 369-395; F. López Estrada, “Abencerraje de Toledo, 1561. Edición crítica y comentarios”, en Anales de la Universidad Hispalense, XX (1959), págs. 1-60; K. Whinnom, “The relationship of the three texts of Abencerraje”, en The Modern Language Review, LIV (1959), págs. 507-517; R. F. Glenn, “The moral implications of Abencerraje”, en Modern Language Notes, 80 (1965), págs. 202-209; C. Guillén, “Individuo y ejemplaridad en Abencerraje”, en M. P. Hornik (ed.), Collected Studies in honor of Américo Castro’s Eightieth Year, Oxford, Lincombre Lodge Research Library, 1965, págs. 2-23 (reimp. en El primer Siglo de Oro. Estudios sobre géneros y modelos, Barcelona, Crítica, 1988, págs. 109-153); M. S. Carrasco Urgoiti, “Las cortes señoriales del Aragón mudéjar y Abencerraje” en G. Sobejano y R. P. Sigele (coords.), Homenaje a Casalduero: crítica y poesía, Madrid, Gredos, 1972, págs. 115-128; J. G. Casalduero, “Abencerraje y la hermosa Jarifa: composición y significado”, en Nueva Revista de Filología Hispánica, 21 (1972), págs. 1-22; M. S. Carrasco Urgoiti, The Moorish novel: “Abencerraje” and Pérez de Hita, Boston, Twayne, 1975; J. Navarro Gómez, “El autor de la versión del Abencerraje contenida en la Diana ¿era Montemayor?”, en Revista de Literatura, XXXIX (1978), págs. 101-104; G. A. Shipley, “La obra literaria como monumento histórico: el caso del Abencerraje”, en Journal of Hispanic Philology, 2 (1978), págs. 103- 120; A. Rey Hazas y F. Sevilla Arroyo, “Contexto y punto de vista en Abencerraje”, en Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica, 6 (1987), págs. 419-428; E. Fosalba Vela, Abencerraje pastoril, tesis doctoral, Barcelona, Universidad Autónoma, 1990; S. G. Armistead, “Abencerraje as a Converso Text” en C. I. Nepaulsingh (ed.), Apples of Gold in Filigrees of Silver. Jewish Writing in the Eyes of the Spanish Inquisition, Nueva York-Londres, Holmes and Meier, 1995, págs. 83-101; J. I. Díez Fernández, “Textos literarios españoles en la Fernán Núñez Collection (Bancroft Library, Berkeley)”, en Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica, 15 (1997), págs. 139-182; M. S. Carrasco Urgoiti, “La novela morisca”, en La novela española en el siglo XVI, Madrid-Frankfurt am Main, Iberoamericana-Vervuert, 2000, págs. 51-87; J. Montero, “Noticia de un texto recuperado: la invectiva de Damasio de Frías contra Antonio de Villegas y su Inventario”, en Voz y letra, 14.2 (2003), págs. 79-98; E. Torres Corominas, “1551: el primer Inventario de Villegas”, en Edad de Oro, XXIV (2005), págs. 407-433; Literatura y facciones cortesanas en la España del siglo XVI. Estudio y edición del Inventario de Antonio de Villegas, Madrid, Polifemo, 2008 (col. La Corte en Europa).

 

José Ignacio Díez Fernández

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