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Martín Vázquez de Acuña

Biografía

Vázquez de Acuña, Martín. Martín de Acuña, Pero Rondela. Valladolid, c. 1540 – Pinto (Madrid), 5.II.1585. Espía y militar.

Fue el segundo hijo de Hernando Vázquez de Acuña, caballero de Santiago y señor de Villafañe (perteneciente a la Casa de los condes de Valencia de Don Juan), y de Felipa de Castro y Manrique de Lara, emparentada con el marqués de Aguilar y el duque de Nájera. El único hermano de Martín de Acuña, nombre con el que se le cita habitualmente en las fuentes de la época, José, llegó a ser embajador de Felipe II en Saboya. Se casó con Mencía de Beaumont, con la que tuvo tres hijos, de los que sólo le sobrevivió uno, Felipe Vázquez de Acuña.

Estudió Artes y Teología en la Universidad de Alcalá de Henares y pronto se dedicó a la carrera de las armas, interviniendo en la guerra de Flandes al frente de una compañía de caballos. El capitán Martín de Acuña formaría parte del segundo socorro enviado a La Goleta. Tras la caída de la fortaleza tunecina en 1574, fue hecho prisionero y enviado a Constantinopla como esclavo de Morat Agá, lugarteniente del gobernador de Argel y almirante de la flota turca Euldj Alí. Tras nueve meses de cautiverio, fue liberado el 23 de julio de 1575. En este momento inició su actividad como espía, ofreciendo sus servicios al secretario de Estado y jefe de los servicios secretos españoles, Antonio Pérez, para enviar información desde la capital turca.

De regreso a España, Martín de Acuña presentó a Pérez y al propio Felipe II un plan que protagonizaría él mismo para incendiar las atarazanas de Constantinopla y evitar así la permanente amenaza naval turca, proyecto que fue aprobado por el Rey. Sin embargo, el verdadero propósito del viaje que proponía a Constantinopla según su plan, aparte de la dudosa operación de sabotaje que nunca llegó a llevar a cabo, era realmente el de negociar en nombre del Monarca una tregua secreta con el sultán otomano.

A finales de 1576, Acuña se encontraba en Nápoles, donde su virrey, el marqués de Mondéjar debía proporcionarle todo lo necesario para la travesía, sobre todo, 3000 ducados, a los que había que añadir 500 entregados en España y una asignación mensual de otros cuarenta. Poco después, algunos de los principales representantes de Felipe II en Italia, como el embajador en Roma Juan de Zúñiga o el propio Mondéjar, desaconsejaban la contratación de Acuña para una misión tan comprometida, declarando abiertamente la mala opinión que tenían de su persona. La cúpula de la inteligencia española impondría, sin embargo, finalmente su criterio.

En enero de 1577, Martín de Acuña, junto a una compañía de al menos diez hombres, embarcó en Otranto en dirección a Corfú. Desde esta isla veneciana navegó hasta un punto indeterminado de la costa griega y, tras pasar por Edesa, alcanzó Estambul el 24 de febrero de 1577, donde permaneció hasta el 27 de marzo. En su viaje de regreso, Martín de Acuña escribiría a Antonio Pérez una carta en la que exponía el éxito de su misión. Su versión de los hechos difería, sin embargo, de las informaciones que los confidentes españoles enviaron desde la capital otomana: ni los astilleros de Estambul habían sido incendiados ni el resultado de la negociación de la tregua, llevada a cabo con Mehemet Sokobi, gran bajá del sultán Murat III, era conforme a los deseos de Felipe II. A su regreso a España, Acuña fue apartado de las negociaciones alegándose su falta de salud desde el gobierno y en su lugar fue enviado el milanés Giovanni Margliani, quien consiguió que cesase la actividad de las armas hasta 1581, y una tregua de tres años a continuación, prolongando así la paz hasta 1584. A pesar de los dudosos frutos de su viaje, Martín de Acuña fue recompensado con el hábito de caballero de la Orden de Santiago y con una pensión vitalicia de 400 ducados anuales.

A finales de junio de 1584, fue arrestado en Madrid por el alcalde de Corte Juan Gómez y encerrado en la fortaleza prisión de Pinto, acusado de espiar para los enemigos de Felipe II. Bajo el falso nombre de Pero Rondela, Acuña contactó con el embajador francés Saint-Gouard y estuvo en la nómina de espías de su sucesor, el residente Longlée.

Se interceptarían además unas cartas suyas dirigidas a Euldj Alí, enemigo declarado de la tregua hispano-turca, en un momento en el que el acuerdo estaba pendiente de renovación. Fue juzgado en secreto por un tribunal presidido por Rodrigo Vázquez de Arce, condenado a muerte y ejecutado en Pinto el 5 de febrero de 1585.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Consejo de Estado, leg. 158, fols. 29-35; leg. 1070, fols. 164 y 167; leg. 1072, fols. 228, 231, 238 y 272; leg. 1073, fols. 60-62, leg. 1074, fols. 91, 98, 101, 102, 105, 106 y 107; Biblioteca Nacional de España, Copia de una carta del padre Cristóbal de Collantes de la Compañía de Jesús para el padre Gabriel González provincial de la misma compañía dándole cuenta de la muerte de don Martín de Acuña, mss. 10819/34; Historia notable de don Martín de Acuña, ms. 6662.

F. Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1993, págs. 668-670; J. Marcos Rivas y C. J. Carnicer García, Espionaje y traición en el reinado de Felipe II. La historia del vallisoletano Martín de Acuña, Valladolid, Diputación Provincial, 2001; M. J. Rodríguez Salgado, Felipe II, el “paladín de la cristiandad” y la paz con el turco, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2004, págs. 42-51; C. J. Carnicer García y J. Marcos Rivas, Espías de Felipe II. Los servicios secretos del imperio español, Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, págs. 71, 74, 111-114, 152-153, 257-259, 269, 283, 286, 291-292, 306-308, 311, 316, 332, 345-347, 357, 373 y 385.

 

Carlos Javier Carnicer García y Javier Marcos Rivas

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