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Juan Dantín Cereceda

Biografía

Dantín Cereceda, Juan. Madrid, 25.XII.1881 – 23.X.1943. Geógrafo, naturalista, catedrático.

Hizo los estudios de segunda enseñanza en el Instituto General y Técnico del Cardenal Cisneros, de Madrid, donde obtuvo, en julio de 1900, el grado de bachiller, con la calificación de sobresaliente, y, en septiembre, el premio extraordinario del grado de bachiller, en la Sección de Ciencias. Continuó después sus estudios superiores en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central (Madrid), donde logró, en junio de 1904, el grado de licenciado, en la Sección de Ciencias naturales, con la calificación de sobresaliente, y, en septiembre, el Premio Extraordinario de la licenciatura en Ciencias. Obtuvo más tarde el doctorado en Ciencias, en la Sección de Ciencias naturales, con la calificación de sobresaliente y con Premio Extraordinario, mediante la presentación, en 1912, de una tesis sobre la constitución y la interpretación del relieve de la Península ibérica, dirigida por Eduardo Hernández-Pacheco.

Una vez concluida la licenciatura en Ciencias, y antes de doctorarse, Dantín Cereceda opositó a cátedra de instituto. Después de intentar dos veces, sin éxito, conseguir una plaza de catedrático de Historia Natural, Fisiología e Higiene, ganó la cátedra de Agricultura y Técnica Agrícola e Industrial del Instituto de Baeza, donde tomó posesión en marzo de 1909.

En agosto de 1910 se trasladó al Instituto de Albacete, del cual pasó, también mediante concurso de traslado, en marzo de 1912, al Instituto de Guadalajara.

En abril de 1922 obtuvo, esta vez mediante nueva oposición, la cátedra de la misma denominación (Agricultura y Técnica Agrícola e Industrial) del Instituto de San Isidro de Madrid.

Dantín Cereceda mantuvo, desde los años diez, relaciones estrechas con la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, creada en 1907. En abril de 1911 quedó adscrito, como agregado, al Museo Nacional de Ciencias Naturales, en la parte de Geología y Mineralogía. Poco después, en septiembre de ese mismo año, la Junta le nombró profesor ayudante del museo, para que colaborase en el curso de Investigaciones geológicas en España que dirigía allí Eduardo Hernández-Pacheco, y para que continuase la labor de arreglo y ordenación de las colecciones mineralógicas y geológicas. En el mes de diciembre siguiente, el director del Museo de Ciencias Naturales, Ignacio Bolívar, le comisionó para dirigir las excavaciones del yacimiento de fósiles terciarios que se acababa de descubrir en el cerro del Cristo del Otero, en Palencia.

En septiembre de 1913 le fue concedida una pensión de la Junta para ampliar estudios de Geografía física y Geología en el extranjero. Estuvo cerca de siete meses, hasta julio de 1914, en las universidades de París y Lyon, y en la primera conoció a Paul Vidal de la Blache y a Emmanuel de Martonne. Los puntos de vista de De Martonne, a quien consideró desde entonces su maestro, influyeron de forma notable en Dantín Cereceda, reforzando su concepción eminentemente naturalista de la Geografía y, en conexión con ello, la gran importancia que concedió a la Geografía física y a la Geología, entendidas conjuntamente como la principal clave explicativa de todos los fenómenos de índole geográfica.

Las relaciones de Dantín Cereceda con el Museo Nacional de Ciencias Naturales y con la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas se mantuvieron durante los años posteriores. Aunque su situación de profesor ayudante finalizó al comenzar la pensión en Francia, en diciembre de 1913, siguió después conectado con la actividad investigadora de la Sección de Geología del Museo. En enero de 1917 se le nombró colaborador del profesor Leclerc du Sablon, de la Universidad de Toulouse, para su curso de Fisiología vegetal organizado por la Junta.

Además, en abril de 1919, cuando era catedrático del Instituto de Guadalajara, pasó a ser profesor del Instituto-Escuela de segunda enseñanza de Madrid, creado en 1918 y también dependiente de la Junta, en el que permaneció hasta abril de 1922 —fecha de su incorporación al Instituto de San Isidro de Madrid—, enseñando Geografía física, Ciencias naturales y Agricultura. Colaboró también, desde mediados de los años veinte, en la Sección de Filología del Centro de Estudios Históricos, dirigida por Ramón Menéndez Pidal; y, ya en los años treinta, participó en las actividades de la Sección de Estudios Hispanoamericanos del mismo centro, creada en septiembre de 1933 y dirigida por Américo Castro, donde llevó a cabo, junto a Vicente Loriente Cancio, trabajos cartográficos sobre el descubrimiento y la conquista de América. Intervino asimismo de forma regular, desde finales de los años diez, en los cursos para extranjeros que organizaba, durante el verano, el Centro de Estudios Históricos, bajo la dirección de Menéndez Pidal, donde se ocupaba de las lecciones y conferencias de carácter geográfico.

Por otra parte, en 1913, cuando era ya profesor ayudante en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, y antes de desplazarse a París, fue comisionado por la Real Sociedad Española de Historia Natural —en cuyo Boletín publicó, a lo largo de los años diez, numerosas colaboraciones— para formar parte de la expedición científica enviada a la zona española de Marruecos. Estaba compuesta por Lucas Fernández Navarro, catedrático de Cristalografía de la Universidad Central, que debía estudiar los aspectos geológicos; Constancio Bernaldo de Quirós, que se ocuparía de los sociológicos; Fernando Martínez de la Escalera, que iba como intérprete y como entomólogo; el naturalista Ángel Cabrera Latorre, y Dantín Cereceda, tesorero de la expedición y, además, encargado de la recogida de datos meteorológicos y del estudio de la vegetación y la agricultura de las regiones recorridas.

El viaje duró dos meses (desde el 7 de abril hasta el 7 de junio), y sobre el mismo publicó Cereceda, además de algunos artículos de investigación más especiales, un libro interesante, que contiene el diario de la expedición, un breve apartado referente a los datos climatológicos y otros dos, mucho más extensos, sobre la vegetación y la agricultura de la zona visitada.

Mantuvo también contactos desde los años veinte con la Unión Geográfica Internacional: asistió a varios de sus congresos —al de El Cairo, en 1925; al de Cambridge, en 1928; al de París, en 1931— y fue miembro, designado por la Real Sociedad Geográfica Española, de su Comisión del Hábitat rural, creada por acuerdo del Congreso de El Cairo, que comenzó sus trabajos en el de Cambridge, presidida por Albert Demangeon. Después de la Guerra Civil, Dantín Cereceda colaboró, hasta el momento de su muerte, en las actividades del Instituto Juan Sebastián Elcano, fundado, en noviembre de 1939, en el seno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (organismo que sustituyó a la anterior Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas), y aportó diversos trabajos a su revista, Estudios Geográficos, que comenzó a publicarse en octubre de 1940.

Dantín Cereceda escribió numerosos libros y artículos de carácter geográfico, a veces con intención divulgativa.

Algunos de sus trabajos se adentraron en el ámbito de la Geografía humana, considerando diversos aspectos agrarios y de la población, pero fue en el terreno de la Geografía física y la Geografía regional donde se movieron sus aportaciones más valiosas e influyentes. La primera de esas aportaciones fue su Resumen fisiográfico de la Península Ibérica, obra conectada con el trabajo que llevó a cabo en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, y con la colaboración que mantuvo allí con Eduardo Hernández-Pacheco.

Publicado en 1912, el Resumen fisiográfico ofreció una valiosa visión sintética de los rasgos geográficos y geológicos constitutivos de la Península ibérica. Fue, en su momento, en el ámbito de la Geografía física, un estudio fundamental, que Amando Melón consideró “el mejor libro de Dantín”, en el que aplicó criterios actualizados de análisis y de interpretación, proporcionando así una perspectiva y un marco de referencia innovadores y fecundos respecto de posteriores estudios. En el Resumen fisiográfico se encuentran ya enunciadas las direcciones principales de los estudios posteriores del autor en el ámbito de la Geografía física, y, en relación con ello, bastantes ideas y orientaciones de su dedicación a la Geografía regional.

El estudio de las regiones naturales de España ocupó un lugar destacado en la labor geográfica de Dantín Cereceda. Tras publicar, desde 1913, un conjunto de artículos sobre el asunto, apareció, en 1922, su Ensayo acerca de las regiones naturales de España, otro de sus libros más interesantes, en el que culmina el trabajo emprendido por el autor para establecer el carácter de la región natural y delimitar y presentar las principales unidades de ese tipo —tanto las grandes regiones naturales, como las menos extensas, las “comarcas naturales”, contenidas en las primeras— que cabe distinguir en la Península ibérica. Valorada por Maximilien Sorre como “excelente”, esta obra, cuyo primer y único tomo se refería a doce de las diecisiete grandes regiones naturales establecidas por Dantín Cereceda, respondía a la convicción del autor de que la renovación de la Geografía española que consideraba necesaria debía apoyarse en el desarrollo sistemático de un programa investigador de corte moderno, naturalista y regional, atento sobre todo a la consideración de la región natural, que permitiese, al tiempo, mejorar la labor de los geógrafos y mejorar el conocimiento de la realidad geográfica española. En esa dirección se mueve el Ensayo, que muestra, en su contenido y en sus intenciones, algunas similitudes significativas con el Tableau de la géographie de la France, publicado por Vidal de la Blache en 1903.

La línea de estudio iniciada con el Ensayo debería prolongarse y completarse, según su autor, mediante la realización de posteriores estudios monográficos que permitiesen acceder a un conocimiento amplio y preciso de la compleja realidad regional española. El propio Dantín Cereceda anunció, en las páginas iniciales del Ensayo, su intención de elaborar “una obra de mayor empeño, en la que cada región natural —de su geología a la etnografía— motive una monografía de estricto rigor científico con las necesarias y peculiares ilustraciones”. Aunque no llegó a realizar esa obra, sí publicó, con posterioridad a 1922, diversos trabajos de índole regional, dedicados, en ciertos casos, a seguir insistiendo en la caracterización y la importancia de las regiones naturales, y, en otros, a tratar, de forma más o menos amplia, de determinadas regiones españolas.

A este segundo tipo pertenece su libro titulado Regiones naturales de España, de 1942, que se presentó como la segunda edición del Ensayo y que, en rigor, no lo era. Más que como una nueva edición corregida y ampliada del Ensayo, la obra sobre las Regiones naturales de España, que introdujo, como advirtió su autor, “nuevos aspectos y grandes modificaciones que la diferencian mucho de su antecesora”, debe entenderse como el comienzo —sólo apareció el tomo primero, donde se trata únicamente de la región galaica y de los rasgos generales y algunos aspectos geológicos y geomorfológicos de la asturleonesa— del ambicioso proyecto de investigación monográfica regional previsto por el autor veinte años antes. La diferencia entre el título de 1922 y el de 1942 no es anecdótica: cada uno de ellos responde a una concepción y a un desarrollo distintos del trabajo contenido, y el segundo indica con bastante claridad que se trata de la obra regional de mayor empeño cuya futura realización se anunció en el Ensayo.

Dantín Cereceda llevó a cabo además una amplia labor de divulgación de sus ideas y propuestas geográficas.

La iniciativa más interesante en este sentido fue su colaboración, con cerca de ciento veinte artículos y comentarios bibliográficos, entre enero de 1918 y enero de 1920, en la página especial de Historia y Geografía del diario El Sol, dirigida por Alfonso Reyes.

Entre los artículos allí publicados, es posible distinguir tres conjuntos principales: el dedicado a las nacionalidades, donde analiza e interpreta los acontecimientos y los cambios europeos de finales de los años diez; el que trata de la caracterización de las regiones naturales españolas, donde presenta concepciones y razonamientos que incorporará a sus estudios posteriores en ese campo; y, por último, el que se refiere a la conformación y a las características definitorias de la Geografía moderna. Estos artículos contienen puntos de vista e interpretaciones que son muy indicativos de la perspectiva geográfica del autor, y, al tiempo, ofrecen, entre otras cosas, algunas reflexiones sobre la cambiante situación de la Europa de aquellos años que, además de manifestar la atención prestada por el autor a los conflictos y problemas de su tiempo —y su voluntad de opinar, como geógrafo, acerca de ellos—, muestran su manera de enfocar los hechos políticos, nacionales y territoriales, congruente en todo momento con su óptica naturalista y francamente distante de los planteamientos que solían caracterizar a la Geografía política convencional de entonces.

Toda la obra de Dantín Cereceda estuvo presidida por la intención de modernizar la Geografía española y acercarla al horizonte de las escuelas nacionales más pujantes de su tiempo. Su propuesta modernizadora consistía en conformar una Geografía española moderna, una escuela geográfica nacional, similar a las de otros países, que, como en éstos, se apoyase en el desarrollo de una investigación moderna, es decir, naturalista en sus fundamentos y regional en sus intenciones, que permitiese, a la vez, constituir un grupo coherente de geógrafos españoles, que compartiesen ideas y propósitos, y mejorar el conocimiento geográfico de España. Ése era, según Dantín Cereceda, el camino para llegar a constituir una Geografía española moderna, apoyada en la propia investigación, en la gradual formación de investigadores españoles, y dirigida, ante todo, hacia el mejor conocimiento de la realidad geográfica española.

La clave para comenzar a configurar una escuela geográfica española era, según Dantín Cereceda, incorporar y desarrollar el horizonte naturalista y regional de la Geografía moderna, y desechar los planteamientos de otras formas de Geografía —y, en particular, de la Geografía histórica—, extendidas entre algunos geógrafos de entonces, que consideraba anacrónicas y retardatarias. Este planteamiento suponía optar por una vía de consolidación científica y modernización de la Geografía española similar a la que se estaba desarrollando en otros países, entre los que ocupaba un lugar destacado Francia, con su marcada orientación hacia los estudios monográficos regionales. Pero las condiciones de la Geografía española del momento eran bastante diferentes, y resultaban escasamente propicias para poner en práctica el proyecto modernizador promovido por Dantín Cereceda.

No había, por ejemplo, una implantación suficiente de la Geografía como tal en las universidades españolas, y, en relación con ello, no existía ninguna plataforma adecuada para llevar a cabo una investigación monográfica regional que se aproximase a lo que en otros países estaban haciendo los departamentos, las secciones y los institutos de Geografía de sus universidades.

Sólo algunos años más tarde, después de la Guerra Civil, cuando las condiciones universitarias e investigadoras de la Geografía española se renovaron, pudo encontrar la propuesta geográfica modernizadora de Dantín Cereceda alguna posibilidad de proyección práctica.

 

Obras de ~: “Una excursión por los alrededores de El Salobral (Albacete). Apuntes de Geología agrícola”, en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural (BRSEHN), XI (1911), págs. 115-123; Resumen fisiográfico de la Península Ibérica, Madrid, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1912 (col. Trabajos del Museo de Ciencias Naturales, 9); “Concepto de la región natural en Geografía”, en BRSEHN, XIII (1913), págs. 507-514; El relieve de la Península Ibérica. Ensayo de un estudio geográfico-geológico sobre su constitución e interpretación, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1913; Una expedición científica por la zona de influencia española en Marruecos, Barcelona, Casa Editorial Estudio, 1914; “Evolución y concepto actual de la Geografía moderna”, en Anales. Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, XV (1915), págs. 285-317; Dry farming ibérico. Cultivo de las tierras de secano en las comarcas áridas de España, Guadalajara, Atilano Ramírez, Impresor, 1916; “La zone espagnole du Maroc”, en Annales de Géographie, XXV (1916), págs. 366-373; Evolución morfológica de la bahía de Santander, Madrid, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1917 (col. Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Serie geológica, 20); “Avance al estudio de las causas naturales de la distribución de la población en España. La población de la Sierra de Guadarrama”, en Asociación Española para el Progreso de las Ciencias: Congreso de Sevilla, t. 6, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1918, págs. 181-204; “La Geografía y las nacionalidades”, en El Sol, 14 febrero 1918; “El geógrafo Vidal de la Blache”, en El Sol, 18 abril 1918; “El sentido geográfico del regionalismo”, en El Sol, 26 septiembre 1918; “Los geógrafos y la Conferencia de la Paz”, en El Sol, 10 julio 1919; Ensayo acerca de las regiones naturales de España, t. I, Madrid, Museo Pedagógico Nacional, 1922; Cómo se enseña la Geografía, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1923; con E. Tormo, Levante (Provincias valencianas y murcianas), Madrid, Calpe, 1923; Distribución geográfica de la población en Galicia, Madrid, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1925; “España vista por Don Antonio Ponz”, en Revista de Occidente, III (1925), págs. 331-358; Discurso [sobre la Geografía como disciplina científica], leído en la inauguración del curso de 1927 a 1928 (Escuela Social de Madrid. Ministerio de Trabajo y Previsión), Madrid, Imprenta de los sobrinos de la sucesora de M. Minuesa de los Ríos, 1929; Geografía, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1929; “Península Ibérica”, en E. Granger, J. Dantín Cereceda y J. Izquierdo Croselles, Nueva Geografía Universal, t. III, Madrid, Espasa Calpe, 1929, págs. 345-618; “El dinamismo interior de la Geografía”, en Revista de Occidente, X (1932), págs. 106-113; “Geografía humana. Estado presente de la cuestión del ‘hábitat rural’. La población de La Mancha española en el centro de su máximo endorreísmo”, en Boletín de la Sociedad Geográfica Nacional (BSGN), LXXII (1932), págs. 25-45; La vida de la Tierra, Madrid, Espasa Calpe, 1935; “Las cañadas ganaderas del Reino de León”, en Boletín de la Real Sociedad Geográfica (BRSG), LXXVI (1936), págs. 464-499; “La aridez y el endorreísmo en España. El endorreísmo bético”, en Estudios Geográficos (EG), I (1940), págs. 75-117; “Aspectos de la agricultura española”, en BRSG, LXXVII (1941), págs. 491-525; con A. Revenga Carbonell, “Las líneas y las zonas isóxeras de España, según los índices termopluviométricos. Avance al estudio de la aridez de España”, en EG, II (1941), págs. 35-91; El clima seco de España en congruencia con las formas de su Agricultura, Madrid, 1942; “El medio físico aragonés y el reparto de su población”, en EG, III (1942), págs. 51-162; “La cañada ganadera de La Vizana o real cañada coruñesa, en el reino de León”, en BRSG, LXXVIII (1942), págs. 322-335; Regiones naturales de España, t. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1942; “Aspectos geográficos de las vegas de Granada”, en EG, IV (1943), págs. 267-371.

 

Bibl.: “D. Juan Dantín Cereceda”, en Revista de Segunda Enseñanza, 2.ª época, 25 (1926), págs. 316-319; A. Melón y Ruiz de Gordejuela, “Juan Dantín Cereceda”, en EG, V (1944), págs. 5-20; L. Solé Sabarís, “Sobre el concepto de Meseta española y su descubrimiento”, en Homenaje al Excmo. Sr. D. Amando Melón y Ruiz de Gordejuela, Zaragoza, Instituto de Estudios Pirenaicos-Instituto Juan Sebastián El Cano, 1966, págs. 15-45; M. Mollá Ruiz-Gómez, “El concepto de Geografía en la Real Sociedad Geográfica. Primer tercio del siglo xx”, en Ería, 9 (1985), págs. 203-211; “Juan Dantín Cereceda, 1881-1943”, en Geographers. Biobibliographical Studies, 10 (1986), págs. 35-40; J. Bosque Maurel, “La geografía española entre 1900 y 1936. El peso de la geografía no universitaria”, en EG, LI (1990), págs. 273-291; A. López Gómez, “La nueva concepción del relieve peninsular a finales del siglo xix y comienzos del xx”, en Cuadernos de Geografía, 47 (1990), págs. 1-18; J. Gómez Mendoza y N. Ortega Cantero (dirs.), Naturalismo y Geografía en España (Desde mediados del siglo xix hasta la guerra civil), Madrid, Fundación Banco Exterior, 1992; E. Martínez de Pisón, “La primera Geomorfología española” y N. Ortega Cantero, “La Geografía en la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas”, en J. Gómez Mendoza et al., Geógrafos y naturalistas en la España contemporánea: Estudios de historia de la ciencia natural y geográfica, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1995, págs. 81-106 y págs. 107-125, respect.; N. Ortega Cantero, “Juan Dantín Cereceda y la Geografía española”, en Ería, 42 (1997), págs. 7-34; E. Martínez de Pisón, “Ortega y Gasset y la Geografía”, en Ería, 43 (1997), págs. 169-189; N. Ortega Cantero, “La colaboración de Dantín Cereceda en el diario El Sol (1918-1920)”, en Ería, 44 (1997), págs. 311-321; J. Gómez Mendoza, “Une référence à distance. Emmanuel de Martonne et l’Espagne”, en G. Baudelle, M.-V. Ozouf-Marignier y M.-C. Robic (dirs.), Géographes en pratiques (1870-1945). Le terrain, le livre, la Cité, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2001, págs. 207-214; N. Ortega Cantero, “El modelo de la Geografía francesa y la modernización de la Geografía española (1875-1936)”, en Ería, 61 (2003), págs. 149-158.

 

Nicolás Ortega Cantero

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