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Francisco Rivero Gil

Biografía

Rivero Gil, Francisco. Santander (Cantabria), 1899 – Ciudad de México (México), 24.I.1972. Pintor, dibujante, caricaturista, ilustrador y cartelista.

Nació en Santander en 1899 y estudió en el Instituto de Santa Clara de Santander y posteriormente siguió su formación como delineante en la Escuela de Artes y Oficios de Santander, donde su padre era profesor. Hacia 1915 comenzó a colaborar como dibujante en El Pueblo Cántabro. En 1917 obtuvo por oposición una plaza de delineante del Catastro en Madrid. Al año siguiente fue destinado a Segovia, ciudad en la que permaneció poco tiempo al obtener una permuta que le permitió trasladarse a Sevilla, donde fijó su residencia entre 1919 y 1921. En esta ciudad se matriculó en la Escuela de Bellas Artes, iniciándose en la técnica del muralismo, al tiempo que concurría al concurso de Carteles del Noticiero Sevillano, en el que obtuvo un segundo premio y colaboró en la prensa local. Su contacto con Santander seguía siendo estrecho como lo evidencian las numerosas colaboraciones como dibujante o caricaturista para El Pueblo Cántabro, así como su participación en la exposición Artistas montañeses, organizada por el Ateneo de Santander en 1918, representado con dos caricaturas: D. Gabriel María de Pombo Ibarra y un Personaje (c. 1917-1918). En 1919 compareció en dos muestras colectivas: la Exposición de Bellas Artes de Santander y la de humoristas de Madrid. En 1921 iniciaba su labor como ilustrador de portadas para la editorial Espasa-Calpe, con la ilustración de los dos volúmenes de Los Hijos del Ghetto, de Israel Zangwill.

En septiembre de 1921 Rivero Gil se trasladó al Norte de África con el fin de realizar el servicio militar. Envuelto en la Guerra de Marruecos el dibujante colaborará como cronista de guerra para El Pueblo Cántabro, enviando tanto dibujos, en los que ya da muestras de un enorme sentido del humor y fina ironía, como crónicas literarias, en la sección titulada “Cosucas de un soldado expedicionario”. Este mismo diario publicó un Album-Recuerdo del Batallón de Valencia en Marruecos (Santander, 1921-1922), realizado por el periodista Ezequiel Cuevas, el fotógrafo Tomás Quintana Samot y el dibujante Rivero Gil. En agosto de 1922 se inauguraba en el Ateneo de Santander su primera exposición individual, en la que presentaba distintos episodios de la Guerra de Marruecos. Este mismo mes el dibujante debió retornar —tras dos meses de permanencia en la ciudad— a Marruecos. Allí entre 1922 y 1923 realizó un cuaderno titulado Apuntes en el que recoge a través de veintiséis dibujos a lápiz y/o tinta, escenas costumbristas y militares, algunas de las cuales desarrollará más tarde. En ellos manifiesta su gran dominio del dibujo, con el que llega a conseguir magistrales simplificaciones, como en el de El comandante Franco. También de su estancia en Melilla es el gouache titulado Reunión de rabadanes (hebreos) (1923).

A mediados de agosto de 1923 retornaba a Santander, reincorporándose enseguida en la actividad laboral y cultural de la ciudad. De hecho, en 1924 figura en la redacción de El Pueblo Cántabro y fue nombrado vocal de la sección de artes plásticas del Ateneo de Santander. Trabajó obras de asunto costumbrista —Paisano y Paisana— al tiempo que proseguía su colaboración en El Pueblo Cántabro, a través de la sección “Gente conocida”, iniciada en 1922, en la que realizaba la caricatura de numerosos personajes. Es necesario citar también el cuaderno titulado Caricaturas (hacia 1925-1927) en el que se recogen sesenta y tres caricaturas a tinta, acompañadas de una leyenda rimada autógrafa. Buena parte de este trabajo estaba destinado a la sección de “Gente conocida” de El Pueblo Cántabro. En 1925 el Ateneo de Santander organizaba una nueva exposición titulada Caricaturas y dibujos, todos de asunto montañés. A esta iconografía responden una serie de dibujos a tinta, realizados en 1925 en los que destaca la economía de grafía y el limpio concepto lineal de gran modernidad —Pelea en la rampa de Puerto Chico, Escuela, Cargadores de redes—. Un concepto más clásico se evidencia, en cambio, en los gouachesPandereteras, En la hierba (1925)— de idéntica iconografía.

Entre 1928 y 1929, se trasladaba a Madrid, donde reanudó su actividad como ilustrador de portadas, así como su colaboración en periódicos como El Sol y La Libertad y en revistas como La Codorniz, La Esfera o Estampa. En algunos de estos medios también colaboraba Luis Bagaría, de quien Rivero Gil se consideraba discípulo. De entre todas las colaboraciones merece destacar el reportaje titulado Los otros, de 1930, para la revista Estampa, escrito por Ignacio Carral e ilustrado por él. Además de estas colaboraciones en la prensa, en 1931 llevó a cabo algunos dibujos, muy ligados conceptualmente a los gouaches realizados en 1925 —Los novios, Los abuelos—, junto a otros de concepto más moderno con referentes de la nueva objetividad, como es El mar. En 1932 volvía a exponer en Santander en la muestra titulada Arte Regional. También a lo largo de estos años realizaba diversas portadas como la de El sol de los muertos (1929) o Brañaflor (1931) de Manuel Llano; El fin de Alejandro I y El Misterio de Alejandro I (1930) de Dimitri Merejkovsky; Veintitrés (1931) de Jacinto Miquelarena; o La ciudad automática (1934) de Julio Camba. Un concepto similar al de las portadas, en cuanto a diseño y construcción, manifiestan algunos carteles como el dedicado a su amigo Fermín Sánchez (Pepe Montaña)/Estampas deportivas de Cantabria (hacia 1931-1932) o el de Potasa de Soria. Algo posterior es el Cartel de Verano y Turismo de Santander por el que obtuvo un primer premio en Santander en 1935. Es importante destacar asimismo la decoración que llevó a cabo en el restaurante El púlpito de Madrid, sobre la vida de Luis Candelas, al ser uno de los pocos trabajos murales del dibujante.

Con el comienzo de la Guerra Civil, inició su colaboración con el Gobierno de la República, trabajando como dibujante de prensa para Informaciones y El Socialista, siendo recogidas algunas de estas colaboraciones en la obra de García Maroto, Los Caricaturistas y la Guerra Española, en 1937. A finales de 1936 se trasladaba primero a Valencia y después a Barcelona, ciudad en la que permaneció desde octubre de 1937 hasta su exilio. Su compromiso ideológico se plasmó en los trabajos que realiza en las revistas y publicaciones catalanas —La Batalla, La Fragua Social, Euzkadi, Mirador, Norte, Marmas y Litras, Cirticon, Treball y L’Esquella de la Torratxa—. También en este contexto de estrecha colaboración con el Gobierno de la República hay que reseñar otros trabajos como el “aleluya” titulado Aleluyas de la Defensa de Euzkadi, publicado por el Comisariado de Propaganda de la Generalitat de Cataluña, o los carteles que realizó para la Jefatura de Sanidad como el titulado Las enfermedades venéreas —del que se conservan dos variantes uno en el Archivo General de la Guerra Civil Española en Salamanca y otro en la Universidad de Valencia— y para el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), titulado Consignas del POUM —del que también se conservan dos variantes, uno en la Biblioteca Nacional de Madrid y otro en el Centro de Estudios de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona—. Además de estos trabajos de marcado compromiso político, durante su estancia en la Ciudad Condal llevó a cabo un nuevo trabajo mural para el restaurante de Luis Prieto, y participó en el concurso de caricatura de Vanguardia postal. Su estilo se torna cada vez más sintético y su discurso más ácido.

A raíz de la toma de Barcelona en enero de 1939, Rivero Gil salió de España hacia Francia, país en el que se sabe que realizó alguna esporádica colaboración en revistas francesas y participó posiblemente de una exposición colectiva de arte español de artistas exiliados, organizada por la Maison de la Culture de París. En 1940 salió con su familia hacia Santo Domingo, de donde pronto partió hacia Bogotá. En esta ciudad colaboró de forma comprometida en Pro France Libre y en El Tiempo, donde llegó a convertirse en el principal caricaturista. En todos estos trabajos —de los que se conserva una colección original de sesenta y nueve dibujos y caricaturas a tinta— abordaba de forma crítica el conflicto de la Segunda Guerra Mundial, sirviéndose de un trazo limpio que le acreditaba como un gran dibujante. Asimismo, realizó dibujos, retratos, viñetas, e ilustra portadas para las revistas España, Cromos, Hojas de Poesía y Macaco.

Tras casi cuatro años de permanencia en Colombia, decidió trasladarse en 1944 a México, ciudad en la que fijó definitivamente su residencia. Enseguida consigue introducirse en la vida cultural, participando en distintas tertulias como la del Café Sorrento, y laboral, iniciando su colaboración en el semanario Francia Libre, para pasar a continuación a realizar un trabajo continuado como caricaturista en los periódicos Excelsior y El Nacional. También se constata su trabajo en otras publicaciones como Claridades, El Universal, El Torito y El Diario de la Tarde, así como para los suplementos culturales de los diarios Novedades y El Nacional y otras revistas españolas, francesas, colombianas y argentinas. Destacan las llamadas “vitrinas humorísticas” publicadas en Claridades, de las que se conservan diversos originales a tinta, realizados entre 1958 y 1961. Junto a esta actividad desarrolla nuevos trabajos como cartelista y muralista. Ejemplo del primero son los carteles destinados a una campaña de la Oficina Central de Censo Nacional o los más numerosos dedicados al cine –Hay lugar para... dos o Esposa te doy (1957) de Alejandro Galindo–. Ejemplo del segundo es la decoración que realizó sobre el Quijote en los muros del restaurante la Venta de los Títeres de México.

Inmerso de pleno en la vida cultural del país, su actividad se diversificó notablemente: impartió conferencias —en 1949 en el Ateneo Español de México—; creó a comienzos de los cincuenta, junto a José Ramón Arana, Otaola y otros amigos, el grupo Aquelarre; realizó el programa de mano de la actuación de Carmen Amaya en Nueva York; llevó a cabo la portada y dibujos de una colección sobre Antología del Cante Flamenco, editado por la casa discográfica Orfeón; compuso entre 1950 y 1955 varias portadas para la revista mexicana La Montaña; produjo en 1957 un programa humorístico en el Canal 4 de televisión; diseñó en 1961 y 1966 las portadas de El juglarón de León Felipe y de aquellos tiempos de Emilio Criado Moreno, ambas de la Colección Ecuador 0º 0´ 0´´; colaboró habitualmente entre 1962 y 1972 en el Diario de la tarde. Falleció en la capital mexicana ese año, tras treinta y tres años de exilio.

Se trata de una persona polifacética y plural que destacó especialmente en sus trabajos como dibujante y caricaturista, a los que supo dotar de contenido y compromiso social y político, siempre en consonancia con los acontecimientos representados. Desde el punto de vista técnico es preciso destacar su permanente domino del dibujo, con una clara tendencia a la esencialidad y el sintetismo.

 

Obras de ~: Buenos Aires, c. 1918; Reunión de rabadanes (hebreos), 1923; La escuela, 1925; Cargadores de redes, 1925; Caricaturas, c. 1925-1929; Los novios, 1931; Vitrinas humorísticas, c. 1935.

 

Bibl.: S. Carretero Rebés, C. García García, I. Portilla Arroyo y F. Rivero García, Francisco Rivero Gil (1899-1972), Santander, Museo de Bellas Artes de Santander, 1999 (col. Cuadernos de Arte, vol. 15).

 

Salvador Carretero Rebés

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