Gómez, Apolinar. Vitoria (Álava), 24.VII.1800 – Santander (Cantabria), 2.V.1871. Religioso, dominico (OP), sacerdote.
Popular personaje del Santander decimonónico, llevado a la novela por José María de Pereda en una de sus Escenas montañesas (“Arroz y gallo muerto”) y en Sotileza. Ha llegado a ser comparado con el párroco protagonista de San Manuel Bueno, mártir, de Unamuno, el Frá Cristóforo de Manzoni y el padre Tinieblas de Doña Perfecta, de Galdós.
El padre Apolinar “histórico” ingresó en la Orden Dominica y fue destinado al convento de Ajo, en Siete Villas. En él estuvo hasta que se produjo la exclaustración ordenada por el ministro de Hacienda, Juan Álvarez Mendizábal, en 1836. Fue incorporado entonces a la diócesis santanderina como sacerdote secularizado. Hacia 1860 se instaló definitivamente en Santander. Fue entonces cuando Pereda tomó buena nota de aquel personaje austero y nervioso, que había alcanzado cierta estabilidad eclesiástica a los sesenta años, dedicado a la santa misa de la parroquia de San Francisco de las cinco o seis de la mañana, al servicio espiritual y a la solución de los conflictos que surgían con gran frecuencia entre los vecinos pescadores. Murió muy pobre en lo material, pero rico en la amistad de los santanderinos; el entierro, en el cementerio de San Fernando, fue multitudinario, como correspondía a la simpatía que el exclaustrado había provocado.
Daniel García (1899-1969), otro sacerdote implicado directamente en la vida de la ciudad de Santander, fundó el colegio Padre Apolinar para educación de disminuidos psíquicos, en homenaje a aquel sacerdote humilde y caritativo que tanto reconfortó a los santanderinos de su tiempo.
Bibl.: M. Crespo López, Cántabros del siglo xix. Semblanzas biográficas, Santander, Ediciones de Librería Estvdio, 2004, págs. 132-135.
Mario Crespo López