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Juan Bautista de Villalpando

Biografía

Villalpando, Juan Bautista. Córdoba, 10.II.1552 – Roma (Italia), 1608. Jesuita (SI), matemático, erudito.

Villalpando ingresó en la Compañía de Jesús en 1575, a los dieciocho años fue llamado por un tío suyo, Gaspar Cardillo de Villalpando, colegial de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá para que fuera allí a terminar sus estudios, pero al parecer, al llegar a Madrid, conoció a Juan de Herrera, quien lo invitó a permanecer durante algún tiempo en la Corte a colaborar en la “traza” de El Escorial. A los veintitrés años entró en la Compañía de Jesús y completó sus estudios de teología, lengua griega y hebrea. Villalpando siempre reconoció a Herrera como su maestro en arquitectura. Como jesuita fue puesto bajo la tutela de Jerónimo Prado para que le ayudara en la elaboración de un amplio comentario al libro del profeta Ezequiel. Por sus conocimientos, Villalpando fue encargado inicialmente de comentar los capítulos relativos a la descripción arquitectónica del templo de Salomón. En 1592 marcharon juntos a Roma para completar su trabajo; tres años después fallecía Prado sin haber concluido más que los primeros veintiséis capítulos de la obra proyectada.Villalpando continuó solo el comentario y aunque él mismo murió sin haberlo terminado, llegó a publicar tres volúmenes con el título: Hieronymi Pradi et Ioannis Baptistae Villalpandi e Societate Iesu in Ezechielem explanationes et Apparatus Urbis, ac Templi Hierosolymitani (1596-1605).

Como muchos comentarios bíblicos del Renacimiento, la obra de Villalpando contiene abundante información acerca de los más diversos temas, como la astrología, la música, la perspectiva, la numismática y la mecánica. Esta amplia variedad temática sugiere una concepción vitruviana del arquitecto y al propio tiempo refleja la influencia en Villalpando de la figura de su maestro Juan de Herrera. Según Herrera, la arquitectura “presupone algo de todas las artes y ciencias”, particularmente de la geometría, aritmética, perspectiva, música, astrología, gnomónica y mecánica”. Villalpando repite en diversos lugares estas ideas, aunque subraya principalmente la importancia de las matemáticas, por su certeza, nobleza y utilidad: “No hay ningún arte en la República, ni ninguna actividad de los artistas o trabajos de los agricultores que no se base en las matemáticas [...] Las matemáticas abren el camino, estimulan el ingenio e iluminan la mente de los que estudian la mayor parte de las artes y disciplinas más notables”. Para lo cual se apoya principalmente en Platón (también añade diversas citas de autores clásicos). Asimismo, Villalpando muestra su desacuerdo con los matemáticos que desprecian la filosofía o con los filósofos que “condenan las matemática y las desacreditan con infundios”. En esta defensa de las matemáticas se ha de ver también la influencia de Clavius y los matemáticos del Colegio Romano, con los que Villalpando entró en relación durante su estancia en Roma. Lo que el jesuita intenta demostrar de manera sistemática es que la arquitectura del templo de Jerusalén, inspirado por Dios, respondía exactamente a los principios vitruvianos de armonía y proporción, lo que equivalía a la deificación de la arquitectura clásica resucitada en el Renacimiento. De este modo Villalpando se inscribe en la línea de la tradición humanista: mostrar la inspiración divina de la arquitectura clásica era insistir en el tema de la armonía preestablecida entre la cultura pagana clásica y la civilización cristiana, tema tan caro al humanismo.

Las ideas de Villalpando sobre el Templo de Salomón contrastaban con las de otros autores como Arias Montano, para quien el Templo no había sido más que un importante acontecimiento en la larga historia del pueblo de Israel y no tenía ningún valor simbólico. Para los jesuitas esto era inaceptable, por lo que identificaron el Templo con el Templo visionario descrito en la profecía de Ezequiel, lo que les permitió diseñar un edificio más en consonancia con el esplendor de la Iglesia Universal.

Los aspectos relativos a las matemáticas y a la mecánica figuran en el tercer volumen de la exégesis. En el primer libro de la segunda parte, “Mathematicarum demonstrationum”, expone proposiciones y corolarios tomados o deducidos de los Elementos de Euclides. Según Moritz Cantor, figura aquí una solución aproximada y útil del problema de la duplicación del cubo, pero que proviene de Christophe Grienberger, profesor del Colegio Romano. Sin poder establecer el grado de originalidad que le corresponde a Villalpando, la influencia de Grienberger es evidente, ya que el jesuita español lo cita como colaborador de la parte matemática de la obra. En el capítulo VI (II parte, libro 1), Villalpando se ocupa del “centro de gravedad y línea de dirección” y establece veintiuna proposiciones. Entre éstas figura la relativa al llamado “polígono de sustentación”: “Los graves que se apoyan en un área permanecen en equilibrio si la vertical trazada por el centro de dicha área pasa por el centro de gravedad, o si la vertical trazada por el extremo de dicha área pasa por dicho centro o, al menos, lo deja al mismo lado del área en que se apoya el cuerpo; por el contrario, si lo deja al otro lado del área, el cuerpo caerá necesariamente”.

La difusión de este teorema de Villalpando la llevaría a cabo Marin Mersenne, quien en su Synopsis mathematica (1626) lo incluyó junto con otros enunciados y demostraciones del mismo autor relativos a la línea de dirección o vertical que pasa por el centro de gravedad. Según Pierre Duhem, que “redescubrió” a Villalpando éste había tomado los teoremas y demostraciones de un manuscrito de Leonardo da Vinci. Villalpando no cita a ningún autor, si bien en la primera parte del capítulo que trata de las definiciones remite a Aristóteles, Pappus de Alejandría y Federico Commandino. Lo que dice de Pappus y Commandino, según el mismo Duhem, parece haberlo tomado casi textualmente de Guidobaldo del Monte. René C. Taylor ha sugerido la posibilidad de que Villalpando pudo acceder a los manuscritos de Leonardo a través de Juan de Herrera. Es muy probable incluso que el jesuita participase, antes de partir a Roma, en la Academia de Matemáticas de Madrid fundada por el propio Herrera y que en este ambiente se interesara por la estática arquimediana. Otra posible fuente se ha situado en relación con los matemáticos del Colegio Romano y en particular con Christoph Clavius, que había podido introducir a Villalpando en las obras de Commandinus y Guidobaldo del Monte sobre el centro de gravedad. En todo caso, hay que señalar que en relación a las estructuras arquitectónicas, la estática de Villalpando se interesa más por las condiciones de equilibrio, en la tradición arquimediana, que de las máquinas simples. Como ha destacado recientemente Ugo Baldini, las condiciones de equilibrio establecidas por Villalpando se convirtieron en loci classici.

La obra de Villalpando adquirió pronto una gran reputación, circulando entre muchas clases de estudiosos, incluidos los matemáticos y los arquitectos. La influencia de Villalpando ha sido particularmente notable en la historia de la arquitectura. Entre los autores españoles, Juan Caramuel y Lobkowitz lo cita con admiración. Íñigo Jones utilizó sus ideas al introducir la arquitectura palladiana en Inglaterra e Isaac Newton utilizó la obra de Villalpando en su propio intento de reconstruir el templo de Salomón y de determinar sus dimensiones. Como arquitecto Villalpando, antes de abandonar España había construido algunas residencias e iglesias de la Compañía de Jesús en Andalucía, dejando también diversos planos y proyectos.

 

Obras de ~: Hieronymi Pradi et Ioannis Baptista Villalpandi e Societate Iesu in Ezechielem explanationes et Apparatus Urbis, ac Templi Hierosolymitani Commentarus et Imaginibus illustratus, 3 vols., Roma, 1596-1604, 3 vols. (trad. cast. del teorema del polígono de sustentación en J. M. López Piñero, V. Navarro Brotóns y E. Portela Marco, Materiales para la historia de las ciencias en España: siglos xvi-xvii, Válencia, Pre-textos, 1976, págs. 28-29); “Relación de la antigua Jerusalen remitida a Felipe II por el padre J. B. Villalpando”, (ms en Biblioteca Nacional de España); In Ezecheliem explanationes, vol. II, en Ramírez et al., El Templo de Salomón, Madrid, Siruela, 1991 (con trad. cast.).

 

Bibl.: M. Cantor, Vorlesungen über Geschichte der Mathematik, vol. II, Leipzig, Teubner, 1899, pág. 662 (parte matemática de la obra), P. Duhem, “Leonardo de Vinci et Villalpand”, en Etudes sur Leonard de Vinci, vol. I, Paris, 1906, págs. 53-85; P. Peñalver y Bachiller, Bosquejo de la Matemática española en los siglos de la decadencia, Sevilla, 1930, págs. 22-35 (parte matemática de la obra); R. C. Taylor, “El Padre Villalpando y sus ideas estéticas”, en Anales y Boletín de la Real Academia de San Fernando, 2 (1952), págs. 3-65; R. Wittkower, Architectural Principies in the Age of Humanism, London, 1962, (3.ª ed.) págs. 121 y 55; R. C. Taylor “Architecture and Magic”, en Essays in the history of Architecture presented to Rudolph Wittkower, London, 1967, págs. 81-110 y “Hermetism and Mystical Architecture in the Society of Jesus”, en R. Wittkower, I. B. Jaffe (dirs.), Baroque Art: The Jesuit Contribution, New York, 1972, págs. 63-97; A. Rodríguez Ceballos, “Villalpando, Juan Bautista”, en Q. Aldea, Diccionario de historia eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, CSIC, 1975, pág. 2761; M. T. Ryan, “Villalpando, Juan Bautista”, en Dictionary of Scientific Biography, vol. XIV, New York, Charles Scribner’s Sons, 1976, págs. 29-30; J. A. Ramírez, et al., El Templo de Salomón según Prado y Villalpando, Madrid, Siruela, 1991; Arquitectura y Magia. Consideraciones sobre la idea de El Escorial, Madrid, Siruela, 2000; V. Navarro, “Mechanics in Spain at the End of the Sixteenth Centur and the Madrid Academy of Mtahematics”, en S. Roux, R. Laird (eds.) Mechanics and Natural Philosophy (in Early Modern Europe), Kluwer, Springer, 2005.

 

Víctor Navarro Brotons

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