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Luis de Quiñones Osorio

Biografía

Quiñones Osorio, Luis de. Señor de la Casa de los Quiñones y de la Villa de Quintanilla. San Román de la Ribera (León), s. xvi – ?, s. xvii. Gobernador.

Hijo de Diego Osorio y de Catalina de Villagómez.

Pasó a Indias el 17 de febrero de 1569 como criado de los quince franciscanos que envió al Perú fray Luis Zapata. Fue nombrado juez receptor de las cobranzas de la tasa que pagan al Rey los indios de la provincia de Chucuito en Potosí. Como premio a su eficaz gestión, se le nombró tesorero de Nuevo Toledo, en Charcas, el 8 de mayo de 1596. Tras su función de tesorero o contador en Chucuito, fue nombrado gobernador de Tucumán a comienzos del siglo xvii. En el nombramiento, fue decisiva la intervención del virrey Francisco de Toledo, que, en su visita a Chucuito, conoció que Osorio era “de buena cuenta y razón”. Posteriormente, el 26 de noviembre de 1582, el virrey Martín Enríquez, pese a distintas presiones para que lo removiesen del cargo, le confirmó en el mismo.

El marqués de Cañete le dio comisión para cobrar los tributos atrasados que se debían en Potosí y Chucuito, en que se ocupó desde 5 de octubre de 1590 hasta 24 de marzo de 1593. Y por no haber de donde pagarle el salario ni comisión para ello se remitió al Consejo donde se mandó que con traslado al fiscal se le pagase lo que justamente se le debiese a él y a su escribano y alguacil. Ahora se le aumentó su responsabilidad al encargarle de traer la mita; puesto paralelo al capitán indio y —como señala L. M. Glave— “un fiscal reducidor como los que luego se despachaban desde Potosí”.

Como premio a su eficaz gestión, se le nombró tesorero de Nuevo Toledo, en Charcas, el 8 de mayo de 1596, asignándole un salario anual de 2000 pesos.

Su mujer, María Velázquez Arias, no pudo acompañarle por el debilitamiento sufrido en el viaje desde Madrid a Sevilla, como resultado de su adelantado embarazo de cinco meses. Se le autorizó a viajar sin su mujer, la cual iría más adelante, acompañada de un hermano dominico residente en el Convento de San Esteban en Salamanca. En la Junta de Hacienda del Consejo de Indias de Madrid, el 16 de marzo de 1596 se ordenó al corregidor de Potosí que acometiese la reducción de los indios a sus pueblos. Tal orden se fraguó en la consulta efectuada a Sancho Valenzuela, Cristóbal Delgadillos y a Luis Osorio “por la satisfacción que se tiene de su persona, experiencia y buen celo”. Por una carta del gobernador de Tucumán, Francisco de Alfaro, en 1600, se conoce la viciada costumbre que se iba introduciendo en la venta de oficios, así como la demanda de los diezmos que el Cabildo eclesiástico pedía a los encomenderos. Como contrapunto, se presenta la figura del contador Luis de Quiñones: “la ida del tesorero don Luis de Quiñones que como hombre de tan buenas partes y tan fiel criado de Vuestra Majestad informará de todo lo que hay por acá con todo”.

Por un memorial de 4 de julio de 1602 se sabe que se encontraba en España y pidió licencia para poder vender 28 barras de plata recibidas en los galeones recién llegados de Indias. El producto de la venta iba destinado a pagar sus deudas, a pesar de haberse obligado a labrarlas en la Casa de la Moneda de Valladolid.

Tras su función de tesorero o contador en Chucuito, fue nombrado gobernador de Tucumán a comienzos del siglo xvii. Uno de los hombres clave de la gobernación de Tucumán, el obispo fray Fernando de Trejo y Sanabria, ofrece algunos rasgos de su relevante personalidad, en carta desde Santiago del Estero, de 13 de febrero de 1612: “Quien le tiene y vela con conocido ánimo de acertar en el servicio de Vuestra Majestad y de conservar esta pobre tierra es el gobernador don Luis de Quiñones Osorio, enviado en este tiempo con particular providencia del cielo porque su celo, prudencia y prevenciones en medio de tan grandes inconvenientes parece que las deshace todas; la verdad digo que es uno de los más virtuosos caballeros y buen cristiano que he tratado en estos reinos y de quien Vuestra Majestad se debe dar por muy servido y esta tierra por dichosa en que la gobierne con extremo de su antecesor de quien hubo tantas quejas”.

El 1 de enero de 1604 informó de la recepción de una carta del oidor de Valdivia, Juan Casas, con la noticia de haber llegado cuatro navíos de enemigos piratas en el antiguo emplazamiento de la ciudad donde levantaron un fuerte y tomaron el navío de aviso que habían mandado para el virrey. Otras cartas le habían alarmado con la presencia de treinta navíos de corsarios junto al estrecho.

Por carta desde Tucumán, de 18 de enero de 1615, informaba acerca de la fidelidad de sus soldados y de la visita realizada durante tres años para quitarles el servicio personal a los indios. Afirmaba que el día de Navidad enterraron al obispo fray Fernando de Trejo y Sanabria, prelado que tanto le ayudó en la visita.

Otro testimonio relevante ofreció desde San Miguel de Tucumán, Gregorio Martínez Campuzano, escribano mayor de gobernación en Tucumán, confirmando el 30 de diciembre de 1613, que el gobernador, Luis de Quiñones Osorio, “va haciendo en la ciudad de españoles y pueblos de indios” la visita tal como reglamentó Alfaro en sus ordenanzas.

Hay un rasgo muy notorio en su biografía: el profundo conocimiento de la lengua de los indios, “que no hay con él necesidad de intérprete y así no se le pude echar dado falso”. Tal es la afirmación del Ayuntamiento de San Miguel de Tucumán a Su Majestad, el 30 de noviembre de 1613. Once cartas conservadas en el Archivo General de Indias, sección Audiencia de Charcas, de 1612 a 1618, confirman su preocupación por visitar las provincias y quitar el servicio personal. En la carta del 10 de mayo de 1614 alude a un informe redactado y publicado que bien pudiera ser el célebre documento titulado “Memorial en defensa de los indios del Perú”. Este importante informe –todavía inédito– lo elaboró como fruto de “la larga experiencia que tiene de aquel reino” y de la comunicación con personas muy graves y experimentadas del especialmente de una relación de los obispos de Cuzco, Quito y Popayán, y del protector general del Perú y de los padres de la Compañía de Jesús. Dirigida al duque de Lerma, en primer lugar expone las causas y razones del estado espiritual de los indios y remedios de su cristianización. En segundo lugar, el estado temporal, raíz de su disminución y los medios para su buena conservación y aumento. La justificación de su informe queda explícita al final del documento: “Y de todo lo cual se infiere la obligación que tienen los que esto saben y han visto y experimentado a dar cuenta a SM y su consejo de donde ha de salir el remedio, del cual depende la salvación de tantas almas, la conservación de un Reino tan importante y así no se atribuirá a atrevimiento lo que es precisa obligación de conciencia y de que esta sola y el celo del servicio de Dios nuestro señor y de SM y bien de los indios haya sido el motivo y fin de esta relación sábelo el Señor a quien remite el juicio y se le suplica alumbre y enderece el remedio”.

Fue caballero de la Orden de Alcántara, señor de la casa de los Quiñones y de la villa de Quintanilla, en los Reinos de León. Murió hacia 1717.

 

Obras de ~: Relación y cosas del Perú, hecha por don Luis de Quiñones Ossorio, tesorero de Potosí sacada de la larga experiencia que tiene de aquel reino y de la comunicación con personas muy graves y experimentadas del especialmente de una relación de los obispos de Cuzco, Quito y Popayán, y del protector general del Perú y de los Padres de la Compañía de Jesús. Dirigida a su Excelencia del Señor Duque de Lerma, 511, n.º 4, “Tocante a las cosas del Reino del Perú”, págs. 108-119 (ms. en Archivo de la Biblioteca del Colegio Santa Cruz de la Universidad de Valladolid).

 

Bibl.: R. Vargas Ugarte, Manual de estudios peruanistas, Lima, 1959; L. M. Glave, Trajinantes (Caminos indígenas en la sociedad colonial; siglos xvi/xvii), Lima, Instituto de Apoyo Agrario, 1989.

 

José Antonio Benito Rodríguez