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María Josefa Molera Mayo

Biografía

Molera Mayo, María Josefa. Isaba (Navarra), 23.I.1921‒ Madrid, 3.IX.2011. Científica, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Química experta en Cinetoquímica y Técnicas Cromatográficas, es considerada una pionera de la ciencia española. Desarrolló la mayor parte de su actividad científica en el Instituto de Química-Física Rocasolano (IQFR) —llamado así en honor del magnífico bioquímico aragonés Antonio de Gregorio Rocasolano— del CSIC. Así mismo desarrolló actividad docente como profesora de Francés e Inglés en un colegio de enseñanza media (1942-1948), y como ayudante de prácticas en la Cátedra de Química Técnica de la Universidad Central de Madrid.

Hija de Julio Molera Cebrián, natural de Chimillas (Huesca), militar del Cuerpo de Carabineros, y de Onofra Mayo Barace, natural de Isaba (valle del Roncal, Navarra), de profesión sus labores. Tuvo un hermano, Lázaro Molera Mayo, nacido el 17 de diciembre de 1927 en San Sebastián (Guipúzcoa), ingeniero del ICAI, fallecido en febrero de 2001 en Algorta (Vizcaya). Contrajo matrimonio el 12 de agosto de 1957 en Lezo (Guipúzcoa) con Joaquín Hernáez Marín, natural de San Sebastián (Guipúzcoa), doctor en Ciencias Químicas, profesor de Investigación del CSIC, catedrático de Metalurgia Física en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Complutense y, tras su jubilación, profesor emérito en dicha Universidad. Estuvieron casados más de cincuenta años, hasta el fallecimiento del esposo el año 2007 en Madrid. Del matrimonio nacieron tres hijos y dos nietos.

Cuando María Josefa Molera era pequeña (a comienzos de la década de 1920, en fecha indeterminada) se trasladó con sus padres de su Isaba natal a San Sebastián. En esta ciudad asistió al Colegio Francés y recibió, asimismo, clases particulares de Inglés, posteriormente asistió a clase durante varios años al Instituto de Peñaflorida, donde fue compañera de clase de quien más tarde sería su esposo. En el verano de 1935, al ser ascendido su padre de capitán a comandante de Carabineros, María Josefa se trasladó con su familia a Santander, donde les sorprendió el inicio de la Guerra Civil.

En septiembre de ese año, cuando los frentes se habían establecido con más nitidez y se vio claro que la guerra se prolongaría, su padre (comandante de Carabineros en esa ciudad) se evadió a la zona nacional, en la que se ofreció voluntario para participar en la contienda. Desde septiembre de 1936 hasta junio de 1937, María Josefa (de quince años), su hermano Lázaro (de ocho años) y su madre tuvieron que subsistir, registrados bajo identidades falsas, en distintas zonas de la provincia de Vizcaya, principalmente en la zona en torno a la localidad de Munguía. Cuando se produjo la caída de Bilbao y, con ello, del frente de Vizcaya (junio de 1937), pudieron reunirse con su padre, tras nueve meses de separación, pero su tranquilidad se vio truncada el 13 de septiembre de 1937, cuando recibieron la noticia de que su padre había fallecido en combate, al mando de un batallón en el frente astur- leonés. Durante el resto de la guerra vivieron en San Sebastián. Al finalizar la contienda, la madre y los dos hijos se trasladaron a Madrid, ciudad en la que María Josefa residiría ya hasta el final de sus días.

Obtuvo el título de licenciada en Ciencias Químicas en 1942, tras realizar los cinco cursos en tres años: había que darse prisa para poder contribuir a la economía familiar y, más en concreto, a sufragar los estudios de su hermano pequeño. Allí coincidió por segunda vez con quien sería su esposo (pues curiosamente éste también había decidido estudiar Químicas).

Con el título universitario en sus manos, en 1942 comenzó a dar clases de Idiomas (inglés y francés) en uno o más colegios, junto con alguna clase particular de Ciencias. El catedrático de Química Técnica, Antonio Ríus Miró, le ofreció la posibilidad de dar clases de prácticas, cosa que hizo, utilizando unos apuntes por él elaborados, que terminarían siendo corregidos por ella y constituyendo la base del primer libro de ingeniería química español, en cuyo prólogo el profesor Ríus reconoció dicha ayuda. Este profesor le propuso hacer bajo su dirección la tesis doctoral, y se le concedió a Josefa Molera en 1946 una beca del CSIC, y en 1948 obtuvo también en Madrid el título de doctor, con la máxima calificación y Premio Extraordinario.

En 1949 obtuvo por oposición la plaza del recién creado en España oficio de científico en la categoría de colaborador científico. Pronto ganó una prestigiosísima beca de la Ramsay Memorial Fellowship Trust que le permitió trabajar en el Physichal Chemistry Laboratory de la Universidad de Oxford (Reino Unido), durante el período 1950-1951, bajo la dirección del director del mismo, profesor Sir C. N.

Hinshelwood, que terminaría recibiendo el Premio Nobel de Química en 1956. En 1952 inició su actividad científica en cinetoquímica, que entonces trataba fundamentalmente del craqueo y oxidación térmica de compuestos orgánicos oxigenados a baja temperatura, siendo relevantes los hallazgos obtenidos en la inhibición de reacciones pirolíticas, que ocurren en los motores de explosión. Íntimamente ligado al estudio de este tipo de reacciones está el desarrollo de la cromatografía de gases y la espectroscopía de masas.

De hecho María Josefa Molera construyó el, tal vez, primer cromatógrafo de gases que hubo en España.

Desde 1952 a 1957 fue secretaria del IQFR. En 1954 fue nombrada jefa del Laboratorio de Cinetoquímica, desarrollando su actividad científica como líder de uno de los cinco contratos que conceden al IQFR las Oficinas Europeas de Investigación de las Fuerzas Armadas, bajo el título de “Cinética y mecanismo de descomposición térmica de acetales”, lo que supuso una posición privilegiada para compra de aparatos y contratación de personal en época económicamente muy dificultosa para investigar. En 1956 consiguió el ascenso por concurso a la categoría de investigador científico del CSIC, pasando a ser jefe de la Sección de Cinetoquímica de su instituto. Poco después completaría su formación partiendo en agosto de 1959 a trabajar al Departamento de Química-Física de la Universidad de Sheffield con el profesor G. B. Porter, que recibiría en 1968 el Premio Nobel de Química.

Aquí estudiaría, junto con sus entonces colaboradores doctores Acuña y García-Domínguez, la novedosa técnica de la fotoquímica, montando a la vuelta un laboratorio de fotólisis de destello.

A partir de 1968 asumió, en una nueva reorganización del IQFR, el cargo de jefe del Departamento de Cinetoquímica, hasta 1979. Es en este período cuando consiguió la promoción a profesor de investigación en 1971. Su actividad científica en conjunto, hasta su jubilación, tocó aspectos electroquímicos, cinéticos en fase líquida y sólida, en campos como isomerización y pirolisis, inhibición de reacciones de combustión, mecanismos de reacción, radicales, cromatografía de gases, etc. Sus aportaciones más destacadas lo fueron en el campo de la inhibición de reacciones pirolíticas, el descubrimiento de la transición desde la llama fría hasta la explosión y su aportación al conocimiento de las fases estacionarias mixtas en cromatografía de gases. Es aquí donde también colaboró en el estudio de caracterización de uvas y vinos, con el grupo de las doctoras Cabezudo y Herráiz del Instituto de Fermentaciones Industriales del CSIC, etc. Su temprana y pionera actividad en cromatografía de gases le valió ser elegida presidenta fundadora de la hasta ahora existente Sociedad Española de Cromatografía y Técnicas Afines, en 1973. Visitó a lo largo de su carera más de quince centros de investigación de prestigio internacional, publicando setenta y seis artículos científicos, dirigiendo diecisiete tesis doctorales y participando en una veintena de congresos nacionales e internacionales.

Ella misma reconoció haber dedicado sólo la mitad de su tiempo a la actividad científica, y el resto a lo para ella era más importante, su esposo y sus tres hijos. En una entrevista declaró: “Si quieres vivir ambas cosas plenamente no te queda más tiempo para la vida ciudadana que el de aparcar el coche”. Manifestándose en desacuerdo con muchos de los modernos postulados feministas, recibió, entre otros, el Premio Alfonso X el Sabio del CSIC (1966) y el Premio Perkin-Elmer (1967), a cuya entrega no acudió precisamente por no dejar a sus hijos y su marido unos días. También le fue otorgada la Medalla de Química de la Real Sociedad Española de Física y Química y fue miembro de honor del Groupement pour l’advancement del Méthodes Spectroscopiques et Physicho-Chimiques d’Analyse (GAMS, 1975).

Para ayudar a la educación a sus hijos, matriculados en el Colegio Alemán de Madrid, aprendió alemán, al igual que para entender artículos científicos en ruso aprendió ruso. Tras su jubilación en 1986 pintó más de sesenta cuadros al óleo, que legó a sus hijos al fallecer, y escribió un libro de recetas caseras, todavía hoy inédito. Formó a científicos y miembros destacados de la industria química española del siglo XX y XXI.

 

Obras de ~: con A. Ríus, “Comprobación de las leyes polarográficas con el electrodo de vena de mercurio”, en Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, 43B (1947), págs. 1074-1086; con F. J. Stubbs, “The kinetics of the thermal decomposition of olefins”, en Journal of the Chemical Society, 75 (1952), págs. 381-390; con A. U. Acuña y A. Ceballos, “Luminescence and triplet absorption of o-, m- and p-Methylbenzoic acids”, en Journal of Physical Chemistry, 81 (1977), págs. 1090-1093; con M. D. Cabezudo, J. Fernández, E. Fernández, J. A. García Domínguez y M. Herraiz, Procedimiento de fabricación de las columnas gas-cromatográficas más idóneas para el análisis de la fracción más volátil del aroma de los vinos, brandies, whisquies, rones, holandas y vinagres, patente española n.º 154.214, 1978; con J. A. García-Domínguez y J. M. Santiuste, “Slow gas-phase oxidation dietylacetal”, en Journal of Analytical and Applied Pyrolysis, 16 (1989), págs. 75- 85.

 

Fuentes y bibl.: Información aportada por su hijo Joaquín Hernáez Molera, 8 de marzo de 2012.

A. Ríus Miró, Introducción a la Ingeniería Química, Editorial Alfa, Madrid, 1944; VV. AA., 50 años de investigación en física y química en el Edificio Rockefeller de Madrid, 1932-1982, Madrid, IQFR, CSIC, 1982; C. González y A. Santamaría, Física y Química en la Colina de los Chopos: 75 años de investigación en el edificio Rockefeller del CSIC (1932-2007), Madrid, CSIC, 2009.

 

Alfo nso V. Carrascosa Santiago

 

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