Sureda Chappron, Alejandro. París (Francia), 29.V.1814 sup. – Madrid, 5.IV.1889. Arquitecto.
Hijo del ilustrado mallorquín Bartolomé Sureda Miserol y de Marie-Louise-Josephine Chappron de Saint-Amand, Alejandro Sureda nació en París el 29 de mayo de 1814 o de 1815. En sus registros de empadronamiento figura siempre como nacido en la capital francesa un 29 de mayo, unas veces en 1814 y otras en 1815. Según su partida de defunción, falleció en abril de 1889 a los 73 años, lo que implica que habría nacido en 1815. No obstante, cuando en octubre de 1850 es aprobado arquitecto por la Academia de San Fernando tenía 36 años, lo que nos llevaría a 1814. Esta fecha parece cuadrar mejor con el hecho de que su padre regresara a Mallorca –dejando a su familia en Francia–, “a poco tiempo” de dirigir un escrito al embajador español el 25 de junio de 1814. La posibilidad de que viera la luz en Madrid –como indica su partida de defunción– o en Palma de Mallorca –como señala el Registro de la Academia de San Fernando– es totalmente descartable, puesto que Bartolomé Sureda llegó solo a Palma de Mallorca, donde en enero de 1815 residía con sus padres, su hermano Mateo y la familia de este.
Su infancia y primera juventud transcurrieron en España, donde su padre asumió la dirección de varias Reales Fábricas. Sin embargo, tras una primera formación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, regresó a París en 1836 para incorporarse al estudio del arquitecto Henri Labrouste. Allí conocería a Jean-Baptiste Lassus, con quien colaboraría como dibujante en la monografía que en 1839 dedicó a la catedral de Chartres. Ese mismo año sería nombrado –junto a Eugène Viollet-le-Duc– inspector adjunto de las obras de restauración de la Sainte-Chapelle, bajo la dirección del propio Lassus. Los tres formarían parte del grupo de artistas y arqueólogos que en 1848 fundaran la Societé d’archéologie nationale.
En 1840 Alejandro Sureda contrajo matrimonio con Pauline-Alexandrine Guignon (París, 1822 - Rueil, 1891), pero la relación debió enfriarse a raíz del regreso a España del arquitecto en 1850, pues su esposa no se reunió con él hasta 1854 y en 1857 se estableció definitivamente en Francia. Sin embargo, Alexandrine Guignon mantuvo siempre relaciones cordiales con su familia política y con algunos amigos de su marido, como Valentín Carderera –a menudo mediador entre ambos cónyuges– y Eugène Viollet-le-Duc, de quien fue colaboradora literaria y fiel compañera.
Sería Carderera –a quien le unía la común amistad con los Madrazo– quien en 1843 recomendase a Sureda ante la reina María Cristina de Borbón, exiliada en París. También por mediación del erudito oscense obtuvo en 1844 la cruz de caballero de la Real Orden de Isabel la Católica que le impondría el esposo de la reina, Agustín Fernando Muñoz, duque de Riánsares.
Desde 1843 y durante casi una década Sureda administró la propiedad de La Malmaison (Rueil), que había pertenecido a Napoleón I, adquirida por la reina madre en 1842. Como arquitecto, su intervención en el palacio fue muy escasa, si bien sabemos que dividió con columnas el Salón de Música. Entre 1845 y 1846 erigió una capilla exenta, hoy desaparecida, que iba a ser una pequeña Sainte-Chapelle, con amplias vidrieras y muros recubiertos de mosaico, pero que por su elevado coste vio reducida su decoración a una serie de lienzos obra de otro protegido de la reina Cristina, el pintor Paul Césaire Gariot. En 1846 Sureda proyectaba la restauración del Pabellón del emperador –antiguo Cabinet de travail d’étè de Napoleón–, un edificio rústico cuyo interior pensaba recubrir con una rica ornamentación pompeyana inspirada en la realizada por Percier y Fontaine en la biblioteca del palacio. Sureda realizó además en La Malmaison múltiples obras utilitarias: establos, gallineros, graneros, cocheras y un “mirador para ver las vacas” en la Vaquería.
Entre 1845 y 1846 remodelaría el antiguo palacio de Braganza –situado en la calle Courcelles, en la zona residencial de Roule– donde los Muñoz-Borbón se habían establecido en 1841. Reacondicionó su interior para adaptarlo a las necesidades de la familia y levantó una nueva fachada, sencilla y elegante, en línea con la calle, que garantizara la intimidad de sus habitantes, los hijos de María Cristina y Muñoz, que permanecieron en París tras al regreso a España de sus padres en 1844. Ya en Madrid, la reina madre y su esposo se establecieron en 1847 en el llamado palacio de las Rejas, en cuya decoración interior colaboró activamente Sureda desde París, aportando ideas y adquiriendo elementos ornamentales.
Seguramente en pos de sus protectores, Alejandro Sureda regresó a España en 1850. En octubre de ese año fue aprobado maestro arquitecto por la Real Academia de San Fernando, siendo exonerado por Real Orden de realizar la “prueba de pensado”. Se le expidió el título el 22 de agosto de 1851, el 5 de noviembre siguiente fue nombrado arquitecto segundo de los Reales Sitios y en 1854 se ampliarían sus competencias a Palacio y Sitios Reales. Cesó en 1868 tras el destronamiento de Isabel II y accedió a la jubilación como empleado de la Real Casa en 1877.
Con el duque de Riánsares, Sureda mantuvo siempre una relación muy cordial, actuando a menudo como su hombre de confianza y correspondiéndole Muñoz con atenciones para él y su familia. Intervino en muchas de las posesiones adquiridas por el matrimonio, así como en varios proyectos relacionados con el duque. En 1851 diseñó para Tarancón, localidad natal de Muñoz, una cárcel de partido. Igualmente, el que Riánsares presidiera la Junta de Beneficencia explicaría la designación de Sureda como arquitecto del Hospital de Dementes de Leganés, que en 1853 le llevaría a visitar manicomios franceses como la Maison de Santé de Auxerre. Tras el levantamiento de julio de 1854 y el consiguiente exilio de María Cristina, Sureda se ocuparía del mantenimiento del palacio de las Rejas, a espaldas del cual –en el n.º 4 de la calle de la Bola– viviría a partir de 1857. La incautación temporal de sus bienes ralentizaría enormemente la ejecución del que fue su principal cometido como arquitecto de la reina madre: el palacio del Deleite (Aranjuez), iniciado en 1852. En 1858 realizó en la cripta de la ermita de Nuestra Señora de Riánsares, en Tarancón, el panteón en el que Fernando Muñoz sería inhumado en 1876.
Su vinculación con la familia real española introdujo a Alejandro Sureda en un importante círculo de clientes aristocráticos. En 1857 la emperatriz Eugenia de Montijo le encomendó la restauración del castillo de Belmonte (Cuenca), que llevó a cabo acorde a los criterios en los que se había formado en Francia. Pocas ocasiones más tendría de demostrar su preparación en este campo, aunque en 1858 –por iniciativa de Carderera– proyectó la restauración de la parte superior de la torre de San Isidoro de León. Muy significativo de la importancia que concedía a esta disciplina es el hecho de que en 1863 pidiera a Carderera que mediara ante el duque de Osuna para que le encargase restaurar el palacio del Infantado (Guadalajara), por tener ocasión de ocuparse “de alguna obra artística”, ya que se estaba “cansando de chapuzas”. Su pericia debía ser reconocida, puesto que en 1870 era el único no académico que figuró –junto a Francisco de Cubas y José Segundo de Lema– en la terna de arquitectos –“entendidos y ejercitados en esta clase de estudios” – propuesta por la Academia al Ministerio de Fomento como posibles restauradores de la Alhambra.
Tras el fallecimiento en 1860 de su hermana Francisca, duquesa de Alba, la emperatriz Eugenia encargó a Viollet-le-Duc el diseño de un magnífico panteón que debía erigirse en Carabanchel y cuyas obras dirigiría Sureda, pero el plan no pasó del papel. Su cuñado optó por reformar el antiguo panteón de la cripta del convento de dominicas de Loeches, según proyecto del belga Adolf Ombrecht e igualmente con la cooperación de Sureda. Las obras, ya iniciadas en 1862, aún estaban sin concluir cuando en 1882 se trasladaron a ella los restos de la duquesa. También para el duque de Alba emprendería a partir de 1861 la reforma –especialmente de la fachada– de su palacio en la madrileña calle que lleva su nombre.
Según Federico de Madrazo, en 1860 Sureda realizaba “arreglos” en el palacio de los duques de Villahermosa en el paseo del Prado y hacia 1863 elaboró proyectos para el palacio de Pedrola (Zaragoza). Para los duques de Medinaceli dirigió diversas obras en su posesión de Las Navas del Marqués (Ávila), entre ellas posiblemente las del chalet suizo diseñado por Joseph César Eusèbe Huber, decorador de Napoleón III, madrileño de origen y amigo y condiscípulo de Carderera en la Academia de San Fernando. Realizó asimismo obras de carácter utilitario en varias de sus fincas e intervenciones difíciles de concretar en el palacio ducal de Medinaceli (Soria) y en el palacio de Colón, en el madrileño paseo de Recoletos. En ese mismo paseo proyectaría, hacia 1880, un palacio para la duquesa de Medina de las Torres, que no llegó a realizar. En 1884 emprendería su último trabajo importante para la aristocracia madrileña, el palacio del marqués de Cerralbo, posteriormente reformado por Fernando Chueca.
Su timbre de arquitecto de la aristocracia se plasmó igualmente en el patio de la Purísima Concepción de la Sacramental de San Isidro, donde realizó las sepulturas de los condes de Velle (1872) y de Manuel Silvela (1873), así como los panteones de los condes de Almaraz (1882) –de un eclecticismo medievalizante– y el decididamente neogótico de los duques de Uceda (1883).
La burguesía de mediados del siglo XIX sentía un entusiasmo casi infantil por los espectáculos públicos. El propio Sureda quiso erigir y explotar un café y un local para espectáculos recreativos en el paseo del Prado. En 1855 fue requerido por la Junta provincial de Beneficencia de Baleares para informar sobre las obras del teatro de Palma de Mallorca, contribuyendo con su dictamen a la continuidad del proyecto. Respaldó igualmente la fallida iniciativa de erigir un Teatro Nacional en el llamado solar de las Vallecas, en la calle de Alcalá.
En esa misma calle dirigiría, entre 1871 y 1873, las obras del Teatro Apolo, según proyecto de los franceses Nicolas-Prosper Chauderlot –ingeniero afincado en Madrid– y François-Felix Festeau. Sureda permaneció ligado al establecimiento propiedad de José Fontagud y en 1882 dirigió las “grandes reformas” que se acometieron en él. En 1880 una sociedad belga levantó en la plaza de la Lealtad el Panorama de España, cuya planta –así como el diseño de la cubierta, de zinc y cristal, con soportes de hierro, obra de la Société Anonyme de constructiones et des Ateliers de Willebroeck– debió proporcionar la empresa promotora; si bien los alzados y la espectacular fachada de estilo renacimiento francés, al igual que la dirección de las obras, corrieron a cargo de Alejandro Sureda.
En 1860 ejecutó reformas en el Hospital de Jesús Nazareno para mujeres incurables –en la calle de Amaniel 11–, incluyendo la restauración de su portada barroca. En mayo de 1868 firmaba el plan de rehabilitación de los Baños del Real Sitio de Solán de Cabras, pero la revolución de 1868 y su privatización en 1872 dieron al traste con el proyecto.
En 1869, al amparo de la nueva libertad de culto, se estableció en Madrid el pastor evangélico alemán Federico Fliedner, para quien Sureda –con anterioridad a 1877– reformó varios edificios de la calle Calatrava para convertirlos en capilla –iglesia de Jesús–, colegio –La Esperanza–, dispensario, etc. Efectuó también la reforma del monasterio de Prestado, en El Escorial, adquirido por Fliedner en 1880, para convertirlo en el hogar infantil Casa de Paz.
A lo largo de su dilatada carrera, Sureda proyectó también diversos edificios de viviendas, algunos muy destacados, como el del rico propietario Rafael Isaac Cadenas en la plazuela de Antón Martín. Pero, sin duda, donde Sureda desplegó una importante actividad, cuyo alcance permanece aún sin concretar, fue en las primeras fases del Ensanche de Madrid.
En su zona norte –futuro distrito de Chamberí– el terreno se concentró en manos de un limitado grupo de inversores. Uno de ellos, la sociedad francesa Parent Schaken et Compagnie, adquirió en 1863 una gran cantidad de suelo entre el paseo de la Castellana y las actuales calles de Génova y Almagro para construir hoteles con jardín destinados a un público adinerado. Sureda realizaría al año siguiente la sede de la compañía –en la calle Génova 27 c/v a Monte Esquinza–, un palacete de aire francés que debía servir de reclamo a los potenciales compradores. En octubre de 1865 firmaba el plano de dos casas, versión simplificada de la anterior, para erigir en dos solares contiguos de la manzana 161 –limitada por las actuales calles de Almagro, Génova, Zurbano y Fernando el Santo– unidas por un jardín común.
Otro de los grandes propietarios de la zona era el capitalista vasco Manuel Sainz Indo, que en 1864 adquirió la antigua Huerta de España, en las inmediaciones de la Fuente Castellana, para formar una nueva barriada –el denominado “barrio de Indo”– acorde con una escogida clientela. En marzo de 1866 pidió permiso al Ayuntamiento para construir en la manzana 186 –entre el paseo de Eduardo Dato y las calles de Almagro, Jenner y Fortuny– un hotel “a la francesa” rodeado de amplio jardín y otros dos edificios más, aportando plano de situación, así como plantas y alzados del edificio principal firmados por Alejandro Sureda. Sin embargo, en mayo siguiente, solicitó limitar la construcción a un único edificio y trasladarlo a la manzana 202 –entre la Castellana, Eduardo Dato, Jenner y Fortuny– con fachada al paseo de la Castellana. No presentó nuevos planos, seguramente porque las variaciones introducidas por Sureda para adaptar el modelo a los gustos del promotor, que establecería en él su residencia –conocida como palacio de Indo–, no afectaban a lo fundamental, sino solo a detalles como la sustitución de la mansarda por una terraza abalaustrada. En mayo de 1866 Indo solicitó permiso para edificar en la manzana 185 un palacete con jardín y fachada al actual paseo de Eduardo Dato, muy similar al anterior e igualmente con planos de Sureda. La revolución paralizó el avance de las construcciones, entre otras cosas porque muchos de los posibles compradores marcharon al exilio. Indo retomó la empresa en 1870, cerrando con verja las manzanas 200 y 201 con el fin de construir en ellas varios hoteles –unos aislados con jardín, otros pareados o adosados–, cuadras y cocheras. A espaldas de su palacio, en parte de la manzana 196, donde estaba el edificio levantado por Jareño para albergar la Exposición de Bellas Artes, se propuso realizar un jardín, con verja y puerta monumental y en parte de la 199 una cuadra de vacas y despacho de leche. Al frente de todos estos proyectos estuvo Sureda, pero por algún motivo, a partir de 1872, el arquitecto encargado de la conformación definitiva del “barrio de Indo” sería Agustín Ortiz de Villajos, que respetó en gran medida las pautas fijadas por su antecesor.
También para Manuel Sainz Indo, proyectó en febrero de 1868 seis casas –tres a cada lado de la calle de Santa Teresa– con fachada alineada y elegante ornamentación en recercados y rejerías. Sin salir de Chamberí, en la calle Palafox, diseñaba en 1869 un chalet rústico para vivienda y taller del conocido constructor de estufas e invernaderos Pablo Rolland.
Entre 1874 y 1883 gran parte de la actividad del arquitecto se centró –a requerimiento de sus sucesivos directores, Francisco Sans Cabot y Federico de Madrazo– en el Museo del Prado. Su principal reto fue resolver la acuciante necesidad de aumentar el espacio expositivo. Así, en 1874 subdividió con tabiques transversales las dos salas del cuerpo sur –dos años más tarde haría lo mismo en las del cuerpo norte Francisco Jareño, arquitecto del Ministerio de Fomento a cargo del edificio–, renovando de paso su ornamentación. Reformó los áticos para que pudiesen alojar parte de la colección de pintura contemporánea y el Museo Iconográfico Nacional y prolongó hasta ellos la escalera iniciada por Colomer. En 1881 subdividió la sala derecha de la planta baja del cuerpo sur para albergar obras contemporáneas y reformó las galerías abiertas hacia el paseo del Prado creando un ámbito de ecos pompeyanos donde exhibir esculturas y fragmentos arquitectónicos. Habilitó también un despacho para el director y una pequeña pieza de descanso para los copistas.
Reconocido desde muy joven como excelente dibujante –se le atribuye el dibujo de un pavimento de mosaico encontrado en Mallorca en 1833, ampliamente difundido gracias al grabado realizado por Lorenzo María Muntanar–, colaboró como tal con Lassus, Carderera y José Amador de los Ríos, así como en los Monumentos arquitectónicos de España y en la revista Anales de la Construcción y de la Industria. También cultivó la pintura como aficionado, aunque su obra resulta difícil de diferenciar de la de su padre o hermanas.
Perteneció a la Sociedad Central de Arquitectos, de cuya junta fue vocal y tesorero. En 1882 Sureda figuraba en sus listas como “Arquitecto forense del juzgado del distrito de Palacio”, domiciliado en el n.º 12 de la calle Ferraz. Allí fallecería el 5 de abril de 1889, recibiendo sepultura en la Sacramental de San Justo.
Su único hijo, Luis Sureda Guignon (París, 1841- Nevers, 1894), estudió arquitectura en Madrid, donde fue cofundador y codirector de la revista El Eco de los Arquitectos. En 1872 se estableció en Francia con motivo de los trabajos preparatorios de la Exposición Universal de 1878. A su muerte era Inspecteur des Monuments Historiques. De su matrimonio con Marie-Julie Goudalier nacería el reconocido pintor orientalista André Sureda (Versalles, 1872-1930).
Obras de ~: inspección de la restauración de la Sainte-Chapelle, París, c. 1840-1850; capilla y obras diversas en La Malmaison, Rueil (París), 1843-1850; reforma del Hôtel Courcelles, París, 1845-1846; trabajos diversos en el palacio de las Rejas, Madrid, desde 1849; obras diversas en posesiones de la reina María Cristina y el duque de Riánsares, desde 1849; proyecto de cárcel de partido para Tarancón (Cuenca), 1851; Hospital de Dementes de Santa Isabel, Leganés (Madrid), c. 1851-1861; palacio de El Deleite, Aranjuez (Madrid), 1852-1864; reforma de la casa de doña Teresa Moyano en la calle de la Luna 8, Madrid, 1856; proyecto de local para café y espectáculos en el paseo del Prado, Madrid, 1857; restauración del castillo de Belmonte (Cuenca), 1857-1872; proyecto de restauración de la parte alta de la torre de la colegiata de San Isidoro de León, 1858; panteón para el duque de Riánsares, Tomelloso (Cuenca), 1858; obras en el palacio de Villahermosa, Madrid, 1860; reforma del Hospital de Jesús Nazareno para mujeres incurables, Madrid, 1860; verja de cerramiento del Hospital de la Princesa, Madrid, 1861; reforma del palacio del duque de Alba, Madrid, 1861; obras en el panteón de la cripta del monasterio de la Inmaculada Concepción, Loeches (Madrid), c. 1862-82; casa para Carlos Luis de Ribera en la calle de San Vicente Ferrer 27, Madrid, 1862; proyectos para el palacio de Pedrola, Zaragoza, c. 1863; hôtel sede de la sociedad Parent & Schaken et Compagnie, Madrid, 1864; diversos trabajos para los duques de Medinaceli, Las Navas del Marqués (Ávila), 1865; proyectos de hoteles para Manuel Sainz de Indo en Chamberí, entre ellos, el “Palacio de Indo” en el paseo de la Castellana, Madrid, 1866-1870; casa para don Rafael Isaac Cadenas en la plazuela de Antón Martín, Madrid, 1867; proyecto de seis casas en la calle de Santa Teresa 7 para Manuel Sainz Indo, Madrid, 1868; reformas en el Palacio Ducal de Medinaceli (Soria), 1867; proyecto para un establecimiento de Baños, Solán de Cabras (Cuenca), 1868; taller de cerrajería y herrería con vivienda para Pablo Rolland en la calle de Palafox, Madrid, 1869; dirección de obras del Teatro Apolo, Madrid, 1871-1873; panteón de los condes de Velle, Sacramental de San Isidro, Madrid, 1872; sepultura de Manuel Silvela, Sacramental de San Isidro, Madrid, 1873; obras de conservación y acondicionamiento en el Museo del Prado, Madrid, 1874-1884; reforma de la iglesia de Jesús y del colegio evangélico La Esperanza en la calle Calatrava 29, Madrid, c. 1877; Panorama de la plaza de la Lealtad, Madrid, 1880; proyecto de palacio para la duquesa de Medina de las Torres en el paseo de Recoletos, Madrid, c. 1880; restauración del monasterio de Prestado, como sede del hogar infantil Casa de Paz, El Escorial, c. 1880; panteón de los condes de Almaraz, Sacramental de San Isidro, Madrid, 1882; panteón de los duques de Uceda, Sacramental de San Isidro, Madrid, 1883; palacio del marqués de Cerralbo, Madrid, 1884.
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Nieves Panadero Peropadre