Hijo de padre italiano, Carles Pirozzini pasó parte de su infancia en el Piamonte. De regreso a Barcelona, cursó estudios superiores e inició la carrera de Medicina, sin completarla. Su hermano, Felip (1843-1876), fue un poeta premiado en los Juegos Florales, y él mismo tiene también producción escrita, ya que ejerció desde el año 1879 como crítico de arte en la prestigiosa revista La Renaixensa, redactó diversas biografías de artistas y cultivó la novela histórica y la poesía satírica. Igualmente ejerció la docencia en la Escuela Oficial de Bellas Artes de Barcelona, ocupando interinamente entre 1881 y 1882 la cátedra de Teoría Estética e Historia de las Artes. Su primera gran intervención fue a raíz del monumento a Colón, proyectado en 1883, ya que actuó como secretario de la comisión creada especialmente para la construcción de una de las obras de más envergadura de la Barcelona del momento. Sin embargo, su faceta más conocida fue la de secretario general de la Exposición Universal de Barcelona de 1888; su nombre continuará vinculado al arte catalán después de esta fecha, con la creación de la moderna red de museos, parte de los cuales aprovecharán pabellones de la misma exposición. Carles Pirozzini se convirtió en uno de los máximos artífices de dicha exposición, después del fracaso de la gestión inicial de Eugenio R. Serrano de Casanova y una vez el consistorio barcelonés, presidido por Francesc de P. Rius i Taulet, decidiera asumir la organización del evento. Pirozzini, mano derecha de dicho alcalde, sustituyó a Serrano en el cargo de secretario y en él, junto a Elies Rogent y Lluís Rouvière —que se ocuparon de la dirección de las obras y de los servicios públicos, respectivamente—, recayó la responsabilidad de materializar la exposición, en una coyuntura histórica favorable y en una ciudad en plena transformación urbanística desde mediados del siglo XIX. [...]